No pasó mucho tiempo antes de que Heim llegara a su casa, encontrándola desierta a esa hora. La tranquilidad que ofrecía su hogar contrastaba con la agitación del mundo exterior, "Sin duda nada supera la comodidad del hogar". Llegó a la puerta, recordó el candado que, aunque consideraba innecesario debido al lugar donde vivían, proporcionaba una capa adicional de seguridad. "No le veo sentido, pero bueno. Tampoco es molesto", reflexionó mientras extraía la llave de su bolsillo y desbloqueaba la entrada con un ligero empujón. Su madre lo había puesto por si acaso, ya que, en su antigua casa y barrio, los robos eran algo común. Más por necesidad que por malicia.
Una vez dentro, la cocina se convirtió en su destino predilecto. Durante las clases había decidido preparar una lasaña, un plato que no solía cocinar con frecuencia debido a su naturaleza más tediosa para él. "Bueno bueno, quizás algún día abra un restaurante o venda platillos, si regreso vivo claramente. Aunque, eh, bueno nada", divagó, dejando que su mente explorara posibilidades mientras se sumergía en la tarea.
La idea de utilizar la fluctuación vital para potenciar habilidades y objetos era algo que fascinaba a Heim. Aquella energía, considerada por muchos como una forma de magia, ofrecía una gama de posibilidades. Se preguntaba cuánto podría expandirse y mejorar con esta habilidad única que ya se encontraba en él, lastimosamente para él, no era tan potente como la de un despertado completo. Mientras reflexionaba sobre ello, comenzó a reunir los ingredientes necesarios para su proyecto culinario.
Con la encimera repleta de ingredientes frescos y cuidadosamente seleccionados, Heim se embarcó en la elaboración de su lasaña. Las láminas de masa se desplegaron con gracia, mientras que las capas de carne, salsa y queso se superponían con destreza. La combinación de sabores y texturas prometía una experiencia culinaria excepcional. "Al menos voy mejorando diariamente, ya no se me queman las cosas" se burló de sí mismo al recordar que al inicio no podía cocinar bien un huevo.
La cocina se llenó con los aromas reconfortantes de la preparación, creando un ambiente hogareño que envolvía a Heim en una burbuja de calma. A medida que el proceso avanzaba, su mente divagaba sobre las cosas que habían pasado en el día, no pensaba en algo en específico porque su mente se distraía con cualquier cosa.
El horno, precalentado y listo para transformar los ingredientes en una obra maestra culinaria, o al menos lo sería para Heim, recibió la fuente con ansias. Heim ajustó el temporizador con cuidado, observando y pensando con anticipación cómo su creación pronto estaría en su estómago. A medida que el delicioso aroma se intensificaba, Heim retiró la lasaña del horno, revelando capas doradas y queso derretido. La satisfacción llenó sus ojos mientras dividía la creación en porciones, sabiendo que no solo estaba preparando una comida, sino también que tendría que llevarla a su madre, Ricardo y Samantha.
"Tampoco es que pudiera acabarme todo, no como mucho" murmuró mientras guardaba los pedazos en recipientes de un tamaño decente y los guardaba en una bolsa, y después empezó a comer gustoso su alimento.
...
Heim se bajó del transporte con cuidado, asegurándose de no dejar caer los alimentos que llevaba consigo. Caminando con un paso cuidadoso, se encaminó hacia el imponente edificio en el que su madre trabajaba y hacía sus labores diarias. "Ugh, siempre debo cruzar la calle", murmuró con cierto desagrado mientras avanzaba, con la música en sus oídos actuando como un distractor mientras aguardaba el momento adecuado para atravesar la calle. Las distancias variaban algunas veces debido al transporte, a veces bajaba y estaba más cerca u otras estaba más lejos, pero finalmente llegaba a la ubicación de Ricardo.
Al llegar, tocó la reja para alertar al guardia y permitirle la entrada. Aunque a veces se preocupaba de que pudiera ser otro en lugar de Ricardo, el anciano le aseguró que eso dependía del turno; de noche, el guardia sería diferente al de día, donde era él mismo quien estaba a cargo. Con esta certeza, Heim aguardó la respuesta de Ricardo para poder entrar y continuar con su rutina diaria. "¿Qué es esta vez?" preguntó el hombre del otro lado de la reja, con una ligera sonrisa adornando su rostro. Realmente parecía más joven de lo que indicaban los años que llevaba en su espalda. "Lasaña, seguro a un anciano como tú le viene bien en los huesos", bromeó Heim mientras ingresaba a la caseta, aprovechando que Ricardo le cedía el paso.
"Fíjate bien en lo que dices, no le faltes el respeto a tus mayores, ¿eh?" respondió Ricardo con una risa, indicando que la broma era bien recibida, no se lo decía abiertamente, pero disfrutaba la compañía de Heim. La relación entre ambos era amigable, más que nada porque resultaba fácil hablar entre ellos. Heim disfrutaba escuchando las historias de juventud de Ricardo, ya que el anciano era una persona que hablaba bastante. "Sin duda, de joven era un extrovertido de los molestos. Menos mal que no conozco mucha gente así", comentó en su mente Heim, continuando con el tono humorístico de la conversación.
Mientras disfrutaban de la lasaña casera, una voz inesperada sacudió la tranquilidad del momento. La voz del anciano interrumpió los pensamientos dispersos de Heim. "Oye", comenzó el hombre mayor, captando la atención del joven. "Ah sí, ¿qué pasa?" respondió Heim, aún un poco distraído. Era común que lo encontraran en ese estado y, de manera automática, soltaba esa frase como si fuera una costumbre. "Los Candra están vigilando de más la ciudad. Ahora están mandando refuerzos al gobierno contra las mazmorras que están tardando en cerrar", informó el anciano.
Heim sabía que cerrar una mazmorra no era una tarea sencilla. Se requería eliminar completamente todo tipo de vida dentro de ella, no solo el jefe. Solo de esa manera el calabozo desaparecería temporalmente, y el tiempo que tardara en reaparecer dependería de la fuerza de la mazmorra, por eso mismo siempre habría mazmorras de rango bajo en las cuales, los recientes salvadores podrían entrar. "Ah sí, pocas veces colaboran, según sé", respondió Heim, asintiendo con la cabeza para mostrar que estaba al tanto de la situación.
El anciano continuó con su relato, mencionando la reticencia de las grandes familias a colaborar entre ellas o con el gobierno. Aunque aparentaran ayudar de manera desinteresada, Heim sabía que siempre existían motivos ocultos. "Sabías que, en mi mejor época como salvador, los Taurino se interesaron en mí", compartió el anciano, provocando una reacción notable en Heim. "Oh mierda, aquí viene de nuevo", pensó el joven, anticipando la historia que ya conocía pero que, de alguna manera, siempre resultaba entretenida.
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La jornada pasó y, una vez más, Jenn se quedó trabajando hasta tarde. Cuando ella finalmente llegó a casa, Heim ya estaba profundamente dormido. "Oh, dejó la comida" al notar la cena dejada para ella con una nota encima, se dio cuenta de que su hijo había preparado algo especialmente para ella. Si fuera en días anteriores, habría optado por comer antes de dormir, pero en ese momento estaba más agotada de lo habitual. El nuevo trato que le dieron le ofrecía más dinero, pero también implicaba el doble de esfuerzo. Negó con la cabeza mientras guardaba el plato dentro del refrigerador. "Sea lo que sea, si esa vacuna se completa, ayudaremos un montón y finalmente podré estar más tranquila", murmuró mientras soltaba un bostezo.
Se dirigió directamente a la cama para descansar un rato sabiendo que lo necesitaba desesperadamente. Al acostarse en el colchón cayó en un sueño profundo. Horas después se despertó y notó que su hijo ya no estaba en casa. Sin embargo, al percatarse de que la habían tapado con cuidado y acomodado, se dio cuenta de que no había pasado mucho tiempo desde que él se fue. El aroma de la comida recién preparada aún flotaba en el aire. Dado que era uno de esos días en los que podía permitirse llegar tarde, decidió continuar durmiendo y recuperar las energías que tanto necesitaba.
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"Por un día no pasa nada, le calenté la comida así que espero coma algo antes de irse" No era algo común, pero decidió no darle muchas vueltas porque también había días donde él no cenaba, se sentía muy cansado después de hacer su rutina de ejercicios, el día anterior se obligó a comer porque su cuerpo lo necesitaba. Soltó un bostezo, era bastante temprano para él, quien se había acostumbrado a despertarse tarde debido a que pasó un tiempo sin ir a clases, pero debía de acostumbrarse nuevamente, al menos con la música de fondo acompañándolo no fue tan aburrido dirigirse a la escuela.
Al llegar a su aula se sentó en su asiento sin perder mucho tiempo, estaba por sacar su teléfono, pero sintió un toque en el hombro, volteó a ver de quién se trataba. Su antiguo amigo de la infancia con el que no solía hablarse mucho hasta que volvió del accidente, "¿Todo bien?" preguntó Nicholas, quien era un antiguo buen amigo de Heim, pero habían dejado de hablarse con el paso del tiempo. "Sí, pero sé que me voy a morir del aburrimiento" bromeó mientras se giraba para ver al contrario, al menos no le resultaba molesto hablar con él.
Unos minutos más pasaron y la clase comenzó, Heim de inmediato comenzó a ver por la ventana para entretenerse con las cosas que pasaban por afuera. Aunque no había nada particularmente interesante, un árbol se movía suavemente con la brisa, atrayendo su atención momentáneamente. Creyó que era su imaginación, pero el árbol había empezado a temblar ligeramente. Eso lo hizo sonreír, pero entonces una vibración emergió del suelo, incrementando su potencia cada vez más. Había leído sobre esto más de una vez.
Mientras los demás entraban en pánico, aprovechó que todos estaban distraídos y sacó su teléfono para enviar de inmediato un mensaje a Xavier, sus dedos temblaban, pero no vaciló: [Apareció una mazmorra cercana a mi escuela, por si no sabías]. La respuesta no tardó en llegar: [Lo sabíamos, ya va un grupo. Aguanta de cinco a diez minutos, vayan al punto de encuentro].
Soltó un suspiro tedioso. Estaba igual de asustado que los demás y aún más preocupado debido a que algo tan peligroso o incluso peor que el alacrán podría aparecer nuevamente. No podía hacer nada para evitarlo, más que salvarse a sí mismo huyendo de ese maldito lugar, acompañado de los demás estudiantes comenzaron a salir del aula de clases. Con suerte ningún monstruo se acercaría a la escuela.