El tiempo pasó y un par de semanas más habían pasado desde que Heim se vio obligado a prepararse y en ese tiempo, había vuelto a clases para retomar sus estudios, aunque lo creía un poco innecesario porque desaparecería unos meses después, pero claramente era una excusa para no molestarse estudiando para los exámenes que estaban por venir, aunque tampoco es que pudiese decirlo. Entonces, irónicamente pensó en que antes esperaba con ansias las vacaciones de invierno, pero ahora, "Cada día me siento más ansioso que el anterior, por dios, es terrible este sentimiento. Aunque tampoco puedo contárselo a alguien más"
Heim tenía el pensamiento de que prefería no saber que sería uno de los seleccionados, no le gustaba la idea de ser un elegido para participar en una prueba de vida o muerte, pero le gustaba mucho más ser asaltado por la sorpresa al igual que los demás, que ser parte de unos cuantos que podían saberlo desde antes. "Aunque a los otros seguro les emociona la idea, digo, mayormente quienes tienen rastros de energía vital desde antes o tienen padres que despertaron y son salvadores, o tienen tan mala suerte como yo" Las personas normales eran carcomidas por el miedo y temor, solo podían rezar para que su suerte les diera una prueba sencilla. Decidiendo retirar de su mente aquellos pensamientos, pensó en hacer otra cosa que no requiriera moverse,
Heim dirigió la mirada hacia el profesor que se encontraba frente a él, un hombre notablemente más joven que la mayoría de los maestros. "Quizás ronda por los treinta, ¿es nuevo? No lo vi antes, y puedo asegurarlo, tampoco es calvo. Qué genial", murmuró para sí mismo, tratando de encontrar alguna distracción mientras observaba de manera aburrida lo que escribía en la pizarra. La clase en la que se encontraba era una adicional, ahora mismo estaba centrada en moral y ética humana, valores y refuerzo de otras materias. No tenía un enfoque específico, ya que los alumnos votaban sobre qué temas tratar. "Al menos tengo a Xavier, me explicó algunas cosas que me ayudarían, aunque no me dio muchos detalles. Supongo que es por ley o algo así", reflexionó. La frase que más molestaba a Heim era: "Lo sabrás cuando seas un salvador".
Sacudió la cabeza y decidió concentrarse en la clase, aunque no le sirvió por mucho tiempo, perdiéndose en sus pensamientos terminó dándose cuenta de que no había cambiado mucho en ese tiempo. Al menos se acercaba su cumpleaños, que caía el 28 de agosto, a dos semanas exactas. En ese lapso, no había experimentado cambios significativos. Su resistencia había mejorado, y ahora podía correr más sin cansarse. Ricardo se negó a enseñarle a usar una espada, argumentando de que: "No lo necesitarás tú, eres un civil. Con un arma de fuego será suficiente". Y eso era verdad, también cuando el anciano le pidió un motivo para entrenarlo, Heim no pudo encontrar ninguno decente y si le decía la verdad seguramente Ricardo no le creería. "Bueno, aprendí a escalar algunas cosas, aunque me duele el cuerpo por caerme tantas veces".
No había desperdiciado su tiempo libre. Optó por ver documentales de supervivencia y entrevistas a salvadores que habían enfrentado duras pruebas. Más de una vez se quedó dormido escuchando, pero se obligó a continuar. "¿Qué aprendí? Casi nada. La mayoría se basó en comer carnes de monstruos o beber líquidos de dudosa procedencia". Al menos, con su estado físico actual, podía integrarse al grupo de deportes y mejorar aún más.
Durante este tiempo, entabló más conversaciones con la amiga de su madre. Samantha comenzó a visitar regularmente su casa, ya que Jenn la invitaba a comer o simplemente a pasar el rato. Aunque solo tenía unos pocos años más que él, desarrollaron una amistad cercana, comportándose casi como hermanos. Heim notó curiosamente que le resultaba más fácil hablar con adultos que con personas de su edad.
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La campana sonó, liberando a Heim del tedioso y aburrido día de clase. Recogió su mochila y se puso de pie con tranquilidad. Recordó el día en que regresó a clases después de su encuentro con el monstruo. Una multitud se le acercó en cuanto entró al aula, bombardeándolo con preguntas sobre su experiencia y si realmente se había encontrado con un monstruo. Curiosamente, eran los chicos quienes más preguntaban. Decidió responder con humor, pero sin dejar de lado la realidad. Fue la primera vez que recibía tanta atención, y luego todo volvió a la normalidad. Algunos lo saludaban y charlaban con él, mientras que otros simplemente lo ignoraban. No le importaba mucho lo que los demás pensaran, ya que tenía preocupaciones más grandes con lo que estaba por venir.
"Heh, recuerdo a ese", soltó una risa al ver a un chico de un grado superior. Este chico afirmaba que podría enfrentar a una abominación fácilmente porque recibió entrenamiento de su padre, aunque solo las últimas palabras eran ciertas. Se sabía que el padre del chico era un salvador despertado y que lo había entrenado para que pudiera cuidarse en caso de ser seleccionado por el universo. "Espero que no lo sea", murmuró Heim mientras pasaba junto a él y se dirigía hacia la salida.
Como de costumbre, se colocó sus audífonos mientras elegía al azar una playlist para escuchar en su camino a casa. Tenía muchas y no tenía un gusto musical específico. "Supongo que esta está bien", comenzó a caminar y guardó el teléfono, disfrutando de la compañía que la música le ofrecía. Suspiró pensando en que, ahora que hacía distintas cosas la monotonía se mantenía. Hacer lo mismo cada día era aburrido y aunque se ejercitaba, no le llenaba. Lo hacía por necesidad, extrañamente sentía que todo era tedioso. "Si ya estoy así ahora, no me quiero imaginar después. Estaré loco supongo".
Su teléfono vibró, interrumpiendo la relativa calma de la tarde. Heim, consciente de que solo recibiría notificaciones importantes, extrajo el dispositivo de su bolsillo y se encontró con un mensaje de Xavier. El contenido le tomó por sorpresa: [¿Vistes las noticias? Ya lo hemos hecho público, la ciudad está segura por ahora. Pero ten cuidado y adviérteme si miras algo]. La confusión se reflejó en el rostro de Heim, ya que no había estado atento a su teléfono durante gran parte del día. Sin perder tiempo, accedió a la web y buscó la noticia nacional más relevante.
"[Con la pronta llegada de oleadas de mazmorras y portales, las abominaciones se vuelven más recurrentes en terrenos poblados; los monstruos se adentran en ciudades o aparecen en ellas.]
[El gobierno reconoce que ya se han movilizado; a partir de ahora, habrá toque de queda. Citamos sus palabras: 'Hubo más de una mazmorra que ha aparecido en ciudades. Tendremos cuidado para evitar bajas civiles.]'
Heim sabía esto de antemano porque Xavier se lo había contado, era cuestión de tiempo a que lo dijeran al público, cada vez al mes mínimo había tres mazmorras nuevas, o poco menos que esa. Algunas veces no salía ninguna. Pero había años en los que salían bastantes de manera continua, era la peor pesadilla para cualquier lugar con población, más de un país cayó por eso cuando aún no había tantos salvadores. Movió sus dedos para contestar el mensaje, aunque no sabía bien qué contestarle: [Sí, gracias nuevamente] Suspendió su teléfono y volvió a guardarlo, sabía bien que todas las ciudades más habitadas estarían constantemente vigiladas así que no tenía tanto miedo. Además de la mazmorra de la calle crepúsculo, habían aparecido otras cuatro en distintas localizaciones no tan cercanas a la gran ciudad.
Sabía que las mazmorras tenían una regla para poder aparecer, o así se refería Heim a la condición con las que solían aparecer: Debe de haber muchos seres vivos en los alrededores para poder tomar su fluctuación vital y crear el espacio de la mazmorra, más bien, teletransportar aquel espacio. Aunque no sean despertados todos los seres vivos cuentan con ello, pero de una manera similar a estar sellada, no es algo que aparezca de la nada, bueno, sí, pero al inicio de todo. Después del primer portal, todas las personas lo empezaron a tener debido a que esa energía salía de manera desbordante. Personas como Heim, que eran especiales y ya recorría su cuerpo como la sangre, podían notarla como una energía adicional y darle un uso menor, como recuperar sus cuerpos mucho más rápido que las personas comunes.
"Por algo suelen aparecer en barrios pobres, se junta mucha gente en un solo lugar, la ciudad colmena en estas épocas es el peor sitio para vivir" Soltó un suspiro mientras se aventuraba a casa, de todas formas. No es algo que afectara prontamente a él, ¿verdad?
De todos modos, caminó a casa tranquilamente para prepararle la comida a su madre y dos platos adicionales, ahora además de Ricardo, le llevaba comida a Samantha, eso para él era una excusa para poder seguir practicando cocina, no era su mayor pasión, pero sí algo que aún lo mantenía concentrado. Ya tendría tiempo de sobra para cocinar cosas excéntricas, pero por ahora quería centrarse en el presente y prepararse para el futuro.