—Tenemos que volver en dos días, lamento haberte dejado sin pantalones y solo con una camisa, pero al menos ahora tienes ropa que no llama la atención, aunque sea menos elegante que la anterior.
La ropa que Nik compró para mí era bastante cómoda; no eran vestidos, sino prendas más sencillas, como le pedí. Junto a la camisa, había un suéter de color gris oscuro y unos pantalones marrones estilo aviador de la Segunda Guerra Mundial, comunes en la calle según me contó Eliza, la sastra. Los zapatos seguían siendo los mismos. Además, me permitió elegir más ropa; pedí dos pares de calcetines y dos conjuntos de ropa para dormir y estar en casa.
—Muchas gracias.
—Ya te lo dije, es responsabilidad del líder proveer equipamiento a los nuevos hasta que reciban su primer salario.
Todo lo que había sucedido recientemente volvió a mi mente y mi estómago comenzó a doler. Lo apreté con ambas manos, como si eso pudiera aliviar el malestar que sentía.
—Parece que tienes hambre. Lamento haberte despertado para el desayuno, pero comprenderás que no es apropiado entrar en la habitación de dos mujeres, sobre todo si una de ellas es una hermana de mal genio.
—No creo que sea eso. Las náuseas se intensificaron.
—Eres increíblemente sensible —dijo entre risas—. Toma, come esto.
Nik me entregó una pastilla extraña de color verde —Pero solo dale un bocado a la mitad, ya que es mágica y puede regenerarse.
—¿Qué es esto?
—Es una piedra curativa, no te preocupes, pronto tendrás la tuya.
No sé por qué siento que está diciéndome la verdad, además no creo que intente algo raro con tantas personas a nuestro alrededor.
—¿No podrías regenerar varios trozos y dármelos ahora? —pregunté, ya que era sospechoso que solo fuera posible regenerar una sola mitad.
—Vaya, yo también lo pensé la primera vez que robé uno de estos, pero no es posible desafortunadamente. Tengo la teoría de que solo es posible dividir la piedra en dos fragmentos y solo se regenera cuando uno de los fragmentos desaparece, ya sea por ingestión o destrucción.
Tomé la piedra con forma de esmeralda o caramelo de menta ancho. Lo llevé a los dientes y corté un pedazo con un sonido seco. La piedra era insípida y se disolvía con la saliva como un caramelo duro de menta. De repente, el malestar desapareció tan rápido como había aparecido.
—Es un objeto mágico bastante útil después de una noche de celebración tras un robo. Claro, si entiendes a qué me refiero jajaja.
—Yo no bebo.
—Ah, es una pena. También funciona con la comida, aunque yo hablaba de la bebida jajaja.
—Gracias por todo lo que has hecho por mí hasta ahora.
—Oye, no hay de qué, pero no te confundas. Si no haces bien tu trabajo esta noche, el trato podría ser diferente dependiendo del fracaso. No lo tomes a mal, somos una empresa seria.
Sabía que no todo era lo que parecía. ¿Cómo puedo ser tan crédulo? ¿Será porque estoy acostumbrado a vivir en un país pacífico sin conflictos? Si es así, ¿Cómo espera que yo ejecute un robo si nunca he cometido un robo en mi vida? Sin embargo, es cierto que rompí unas cuantas cosas y no solo reglas desde que llegué aquí.
—Sabes, ahora que estás mejor, creo que sería bueno que visitemos los otros lugares que te mencioné.
—Está bien —respondí.
Continuamos caminando, y cada individuo con el que nos cruzábamos parecía ser más extraño y diferente que el anterior. No solo en su forma de vestir, sino también en su forma de hablar, caminar y expresarse. Parecía un niño en una tienda de juguetes. Sin embargo, Nik se adentraba en la multitud sin problemas, prestando atención solo a la dirección en la que se dirigía.
De vez en cuando, tiraba de mi mano para que no me quedara atrás. Me sentía un poco avergonzado, así que dejé de detenerme a observar cada cosa que veía y me mantuve a su lado.
—Te comportas como una niña pequeña de Villa Alta. Quedarte mirando a todas estas personas solo hará que se pongan incómodos y busquen agredirte.
—Perdón...
—Bah, eres extraña, aunque eso ya lo sabía jajaja.
A medida que avanzábamos, había menos personas a nuestro alrededor. Parecía que el lugar al que íbamos no era muy concurrido, y mis sospechas se intensificaron.
—Vamos a visitar a mi hermana. Fue su petición antes de irse.
—No parece muy concurrido aquí, la verdad.
—Sí, es peligroso, pero no te preocupes. Esta visita es importante para que te conozcan y los conozcas.
—¿A qué te refieres?
—Básicamente, para que sepan que trabajas para mí y eres parte de la banda de los Zed. También conocerás el lugar dónde conseguimos los trabajos. Estamos en la zona más peligrosa e ilegal de la Baja Villa, pero es también el lugar más importante para la pandilla.
—No entiendo a qué te refieres.
—Desde secuestros y mercenarios hasta drogas y prostitución. Bienvenidos a Fractor.
Comencé a sentir miedo. Este lugar es extremadamente peligroso. ¿Cómo fue que me involucré en esto? Podría terminar arrestado, o peor, muerto.
—No tengas miedo. Eres la tercera más fuerte de los Zed, así que, ¿por qué preocuparse? Además, por aquí huelen el miedo. Actúa como si estuviéramos dando un simple paseo por el vecindario.
Hasta ahora, nadie me miraba cuando caminaba. Sin embargo, aquí todos se detenían a mirarnos, algunos con sospecha, otros con miradas lascivas, sobre todo a mí.
—¡Ana! ¡Ana!
—Allá está mi hermanita, siempre tan ruidosa. Bueno, creo que te dejo.
—¿Te vas?
—Sí, tengo que preparar el robo de esta noche. No se demoren mucho, hay algunas cosas que necesito decirte como novata.
De repente, sentí que alguien se abalanzaba hacia mí. Un cálido abrazo me envolvió. Valeri me abrazaba desde atrás, y podía sentir su cuerpo presionánsoe contra el mío.
—Hola, te extrañé mucho, amor. ¿Nik no te dijo nada?
—mmm...
—¿No puedes hablar? Eres muy graciosa.
Las personas presentes murmuraban cosas como: "¿Otra?" o "qué lástima por la nueva", entre otras cosas. La verdad es que no da buena espina relacionarse con Valeri. Creo que lo que sucedió esa noche fue resultado de la espontaneidad y la confusión de convertirme en otra persona. No creo que sienta algo por ella más que atracción sexual, pero me da miedo decírselo a la cara.
Un hombre corpulento con cuernos en la cabeza nos miraba fijamente desde la distancia. Valeri parecía no importarle la atención que estábamos atrayendo, pero yo estaba muy nervioso.
—Tengo un regalito para ti —dijo, sacando unos guantes de su bolsillo—. Son para ti, los hice a medida y con cuero mágico.
Aquí no parece ser costumbre envolver los regalos para generar sorpresa en el otro. Tomé los guantes, que eran de cuero negro en la palma y de malla roja oscura en el dorso. El tacto era nulo, como si no llevara nada puesto. Era una sensación difícil de describir. Cosas como esta me recordaban que no estaba en casa.
Valeri me soltó y se alejó un poco. Luego dijo, "Pruébalos un poco".
Me sentía un poco avergonzado, siendo el centro de atención en este momento. Me llevó a pensar que todo esto era un plan. Querían que hiciera una demostración de mis habilidades, aun no entiendo por qué. Pero seguro tiene que ver con lo que Nik dijo antes.
—Vamos, haz algo. Me estás dejando mal —murmuró Valeri.
Algunas personas comenzaron a perder interés y continuaron con sus actividades. ¿Ese hombre está vendiendo personas? Necesito terminar esto rápido. Mi estómago duele al pensar que estoy en un lugar donde nunca debería haber estado.
En el mismo suelo de tierra donde estaba parado, rodeado de casas con letreros que no pienso leer y de individuos de lo más peculiar, lancé un puñetazo al aire con toda la fuerza que pude. La tierra se elevó y una onda expansiva se extendió rápidamente, estallando contra varios barriles que explotaron al instante, liberando líquidos de diferentes colores.
—Nada mal —dijo el hombre de cuernos—. Has ganado la apuesta, pero descontaré el costo de los barriles de vino y cerveza que tu novia destrozó, me debes dinero.
—¿Y si no quiero pagar? Además, no fui yo quien rompió los barriles.
—Tienes razón, pequeña. —El hombre con cuernos arrojó una bolsa llena de monedas, lo cual se notaba por el sonido metálico que hizo.
—Está bien, entonces. —La tensión en el aire aumentó, pero intenté mantener la calma.
—Bueno, Ana, si no tienes dinero para pagar los daños a mi negocio, tendrás que pagarlo con tu cuerpo. Te convertiré en mi juguete personal. Dudo que aguantes más de una semana.
—No fue mi intención, no sabía...
—¡SUFICIENTE! Prepárate para defenderte, porque esto no será una pelea, sino una masacre.
—Confío en ti, Ana. Tu verdadera prueba comienza ahora.