Cuando salió el sol al día siguiente, me encontraba solo en la cama. La noche anterior había sido una aventura tan estresante y agotadora, que me dormí sin problemas.
Luego de vestirme con la ropa que había robado de la casa del secuestrador, salí de la habitación masticando un poco de la roca verde. Siempre me cepillo los dientes al despertar. En la habitación, que parecía un comedor con una mesa grande en el centro y varias sillas alrededor, todos los miembros de los Zed se reunieron y comenzaron a discutir cuáles serían los pasos a seguir para el próximo robo.
—Buenos días, espero que hayas podido dormir bien. Y no quiero sonar entrometido, sobre todo si esto incluye a mi hermana, pero como vas a estar viviendo con nosotros, me gustaría que no hicieran tanto ruido en casa. Los chicos se inquietan mucho, por decirlo de alguna manera —Nik se me acercó y me susurró en voz baja la última parte.
Me puse bastante roja, no era consciente de lo ruidoso que fui o que fuimos, mejor dicho.
—Ya que estás despierta, me gustaría que nos acompañaras en la reunión, ya que es algo que te compete como miembro oficial de los Zed —me dijo y luego se dio la vuelta y se marchó.
Lo seguí por el pasillo bastante dubitativo y ahí encontré a todos los chicos reunidos, esperando por algo con rostros impávidos. Su atención hacia mi persona me puso bastante nervioso.
—Como veo que estamos todos, me gustaría dar inicio a la reunión —Nik arrojó una bolsa de cuero pesada sobre la mesa. El golpe resonó por toda la habitación.
—¡Oh! No esperábamos menos de nuestro líder —se oyó, además de otras expresiones de los bandidos.
Luego de tomar asiento como los demás, a excepción de Nik, traté de prestar atención a lo que tenía que decir.
La víctima era un traficante de animales exóticos llamado Schaffer, una persona totalmente despiadada que secuestraba animales de su hábitat natural, los maltrataba hasta volverlos mansos y luego los vendía en la zona alta (manera de referirse al lugar donde viven los ricos).
—Nuestro trabajo consiste en robarle unos huevos de dragón y todo lo de valor que encontremos, claro está. Pero eso será el bono para nosotros. El cliente pagó por adelantado la mitad, y la otra mitad nos será entregada una vez finalizado el encargo. Finalmente, con este trabajo podremos tomar unas cuantas semanas de vacaciones.
—¡Ohh! —gritaron todos sorprendidos.
—Y tú —me señaló a mí—. Serás la encargada de vigilar y protegernos mientras nosotros ingresamos al almacén. Ese será tu primer trabajo y el más importante. Por lo tanto...
Continuó explicando los roles de cada uno, pero yo estaba tan nerviosa y sin saber qué hacer que no presté atención y me sumí en mis pensamientos. La situación parecía tan surrealista: un coloquio de bandidos, una cofradía de cacos de la que yo formaba parte, aún sin aceptarlo del todo.
Cuando hubo terminado el monólogo, se acercó a mí y me llamó la atención tocándome el hombro. Pero más que llamar mi atención, lo que consiguió fue asustarme.
—Oye, tranquila. No sé a qué estás jugando, pero no puedo decir que no me preocupa del todo tu situación y cómo nos afectará a todos. Pero de algo puedo estar seguro: cuando mi hermana pone la vista sobre una mujer, no hay quien la detenga. Nadie en esta casa es más fuerte que ella.
—¿A qué te refieres? —pregunté en voz baja.
—Vamos, no puedes ser tan despistada. Yo vi con mis propios ojos lo que hiciste y de lo que eres capaz. Como líder de una banda, he visto morir y ser arrestados a muchos de mis camaradas. Podría decir que estoy curado de todo espanto y, sin embargo, aún no puedo dejar de pensar en Kerl, Naej, Luap, Sev, Timmé, Alb, Stein, Kaz, Zak... No quiero tener que lamentar otro familiar. Por eso quiero que me acompañes. Hay muchas cosas que tengo que decirte mientras los demás malgastan su parte del dinero.
—Yo... está bien —respondí—. Pero también quiero hacerte unas cuantas preguntas.