Chereads / El maniquí [Spanish Version] / Chapter 2 - Parte 1 - La tienda

Chapter 2 - Parte 1 - La tienda

Al pegar la oreja en la puerta, pude escuchar el sonido de lo que parecía ser una máquina de coser en funcionamiento. El sonido tenía intervalos regulares cada vez que resonaba, lo que me dio una idea para salir de la habitación.

—Solo tengo que sincronizar los ruidos que haga con la máquina sonando; de esa manera, es posible camuflar cualquier ruido que podría llegar a hacer en el camino. Soy un genio —susurré para mí.

Cuando reuní el suficiente valor para salir y la máquina comenzó a sonar, tomé el picaporte redondo y lo giré hacia la izquierda. Para mi sorpresa, la puerta se abrió. Empecé a ponerme nervioso solo al pensar en la posibilidad de que estuviera cerrada con llave. Esta suerte repentina revitalizaba mis esperanzas de escapar de aquí. Aunque la puerta se abrió sin emitir ruido alguno, decidí ser precavido y verificarlo; después de todo, más vale prevenir que lamentar.

El dormitorio estaba ubicado en un pasillo que albergaba otras dos habitaciones. Una de ellas tenía una luz encendida, mientras que la otra yacía en la oscuridad. Por otro lado, el sonido provenía de abajo, lo que me llevó a pensar que estaba en, al menos, un segundo piso y que las escaleras se encontraban al final del pasillo oscuro.

Cuando la máquina reanudó su sonido, salí de la habitación, dejando la puerta entreabierta para que un poco de luz se filtrara al pasillo y me permitiera evitar tropezar con algún obstáculo en mi camino.

El pasillo estaba lleno de cajas apiladas a un lado y el ambiente llevaba el aroma de tela, cuero y pintura. Sin perder tiempo y al ritmo de la máquina de coser, comencé a caminar tan sigilosamente como pude. Afortunadamente, el suelo no crujía como en esas escenas de sigilo en comedias cinematográficas.

Al llegar al final del pasillo, la iluminación se volvía más intensa y el sonido se hacía más claro. Era evidente que el alemán, o quizás alguien más, se encontraba abajo. La escalera que conducía abajo era en espiral, lo que aumentaba el riesgo de ser visto y complicaba mis planes de escape. Opté por descender lo mínimo e indispensable para obtener una vista del lugar.

La supuesta planta baja se asemejaba mucho a una tienda de ropa. El lugar tenía un aspecto rústico, como si hubiera sido diseñado en la época victoriana. Un amplio espejo estaba fijado a la pared, y a su lado reposaba un maniquí sin brazos ni cabeza, luciendo un vestido rosado. Frente al espejo, la pared estaba dividida en cuatro secciones, cada una de ellas abarrotada de percheros repletos de diversas prendas.

En el centro de la habitación se desplegaba una alfombra azul con patrones geométricos, y sobre ella descansaba una mesa rectangular de tono marrón, cubierta con trozos de tela dispersos. El sonido de la máquina de coser provenía del área bajo la escalera, justo frente a la mesa. Esto dejaba claro que la salida a través de la planta baja era completamente inviable.

Sin embargo, aún quedaba la opción de la habitación de arriba para escapar. Según lo que había observado, divisé una ventana y otra habitación que no había explorado. Con precaución, me alejé de la fuente del sonido constante de la máquina de coser.

Una vez en el pasillo, me acerqué a la ventana, pero estaba cerrada y carecía de un pestillo para abrir. Sin embargo, noté la presencia de una cerradura, lo que implicaba la existencia de una llave en algún lugar. Si tengo suerte, quizás la encuentre en alguna de las habitaciones que no he visitado aún. Aunque surge la incertidumbre sobre la habitación oscura, ya que no tengo forma de saber si está desocupada o si oculta un nuevo enemigo por descubrir.

Por otro lado, la habitación oscura es la más pequeña en comparación con las demás. Observando la distribución del lugar en el que me encuentro, parece que la habitación oscura es...

—Un baño, si es que se le puede llamar así.

La habitación se iluminó al instante cuando abrí la puerta de madera, revelando su interior de manera nítida, similar a una heladera encendiéndose. A simple vista, parecía ser un baño, aunque había ciertos detalles que parecían fuera de lugar. Para empezar, el espacio estaba dividido por unas enormes y largas cortinas azules. ¿Qué tan grande debía ser la bañera para justificar tales cortinas?

Luego, llamaba la atención un espejo sobre un lavabo, pero este carecía de canillas y desagüe. ¿Cuál era la lógica detrás de eso? Junto a esto, un pequeño inodoro con tapa y asiento de madera capturaba la vista, acompañado por lo que parecía ser una especie de mochila en la parte superior, con un pequeño botón.

Por último, al lado del "lavabo", un pequeño mueble de varios cajones albergaba piedras lisas de diferentes colores en su interior, idénticos a los de la habitación en la que desperté. Sin embargo, noté la ausencia de toallas por cualquier rincón.

—Creo que las cortinas podrían ser útiles para improvisar una soga si no encuentro algo más adecuado. Además, puedo combinarlas con las sábanas y la ropa de la otra habitación. ¿Qué diablos estoy pensando? En cualquier momento podría aparecer y aquí estoy, perdiendo el tiempo admirando el baño del secuestrador. ¡Soy un idiota! —exclamé, frustrado.

No sé por qué, pero no sentía miedo ni estaba tan aterrado por aquel hombre como debería haberlo estado. Por favor, un videojuego de terror me asustó más que esta situación estrambótica en la que me encontraba. ¿Tal vez estaba drogado? Bueno, eso no importa ahora. Saberlo o no, no cambia nada después de todo. Sin perder más tiempo, decidí ver detrás de la cortina. Detrás no había mucho más que una bañera sin grifo y con desagüe, una pequeña ventana en la parte superior y un gran armario al lado de la bañera.

Finalmente, después de determinar que no necesitaba nada más del lugar, salí con las cortinas azules hacia el pasillo.

—Si aquí hay tres habitaciones, debajo debe de estar la cocina y otras habitaciones más, ya que la tienda parece ser solo parte del frente. ¿Eh? Cerrado, lo sabía, no podría ser tan fácil. Ese bastardo estuvo jugando conmigo todo este tiempo. No hay manera de escapar que no sea por el frente, a no ser que rompa la ventana, pero no lo veo factible... espera, es un plan perfecto. Tan solo tengo que hacer ruido.

Decidido a darlo todo en el último y definitivo plan de escape que se me ocurrió (ya que la última habitación estaba cerrada y no podía buscar en su interior la llave para abrir la ventana), lo único que tenía que hacer era romper la ventana y atraerlo aquí con el ruido, escapando detrás de él cuando cruce.

—Espera un momento, ¿no ha pasado bastante tiempo desde que dejó de sonar la máquina?

El sonido de unos pasos aproximándose detrás de mí me sacó de mis pensamientos y me devolvió a la realidad. Si volteaba, probablemente me encontraría con alguien. Mi corazón comenzó a latir más rápido, mis piernas temblaban, mi boca se secó y las manos sudaban a cantaros.

—¿Hermana? ¿Qué estás haciendo vestida así? —comenzó a reírse.

La voz era de una niña. Volteé lentamente y...

—H-hola —saludé lo mejor que pude.

La niña me miraba de arriba abajo y luego comenzó a acercarse más a mí. Retrocedí unos cuantos pasos hasta que choqué con la ventana cerrada. Ella se detuvo de golpe y comenzó a sollozar.

—M-mi hermana ya no me quiere...

Asustado por lo ruidosa que se había vuelto, me abalancé en un abrazo en su dirección y le dije: —P-perdón, no sabía quién eras. Como está todo oscuro, no pude verte bien y-

—Me estás haciendo daño —respondió a mi abrazo la niña.

—Perdón —me alejé de ella—. Es solo para demostrarte cuánto te quiero.

—¿De verdad? —comenzó a reírse.

—Shh, no tan fuerte.

—¿Padre te castigó, ¿verdad?

—Sí, eso es, me mandó a dormir. ¿Podrías hacer un poco de silencio?

—Sí, está bien.

No sé cómo manejé la situación tan bien. Tal vez sea porque tengo una hermanita también. Me sorprendió la manera en la que actué, no es tan común en mí. Cuando comenzó a llorar, sentí la necesidad de confortarla; es un sentimiento difícil de describir con palabras.

—Necesito tu ayuda para algo, pero hablemos en mi habitación —le dije y luego le tomé de la mano, guiándola a la habitación.

Una vez adentro, cerré la puerta. La niña se sentó en la cama y comenzó a mover los pies al ritmo de su tarareo. Ahora con la luz, podía apreciarla claramente. Era una niña de unos diez años, aproximadamente, con el cabello canoso igual que el mío y el del filósofo, pero más largo, ya que le llegaba hasta la espalda. Mi cabello era el segundo más largo, llegando hasta la mitad del cuello, sin tocar mis hombros y con un corte tazón de principios de los treinta. Su ropa era sencilla, tenía un suéter, una falda y unas medias largas, todas de color negro. Con razón no pude verla claramente. Lo único diferente eran sus pantuflas, que eran marrones. Su piel era bastante pálida, lo que la hacía parecer como el tablero de ajedrez con ese conjunto de ropa.

—¿Qué sucede, hermana? Tengo que volver abajo, estoy ayudando a tío a terminar el vestido.

Estaba bastante nervioso, no sabía qué decirle, pero algo estaba claro: no podía dejarla en la casa con un secuestrador. Mi plan de escape debía incluirla. De alguna manera, ella había ganado la confianza del filósofo y había tenido la oportunidad de subir. ¿Quién sabe si tendrá otra oportunidad como esta? Pero si no regresa, él podría venir a buscarla y podría vernos confabular en su contra. Tras varios segundos de silencio, finalmente, se me ocurrió una idea.

—Quiero que bajes y busques la llave para abrir la ventana. Sé que lo que te estoy pidiendo es muy difícil, pero es lo único que se me ocurre para escapar de aquí, dadas las circunstancias.

—Está bien, pero primero tengo que hacer algo.

Qué niña tan valiente. No titubeó en ningún momento. —De acuerdo, confío en ti —le dije, y ella saltó de la cama y se alejó de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Cuando escuché los pasos alejándose de la puerta, comencé a jugar con los dedos de mi mano de manera nerviosa. Había enviado a una niña a su muerte. Arrepentido por lo que había hecho, me moví lo más rápido que pude hacia la puerta. Quería tratar de detenerla. Debería haber otra manera de hacer las cosas.

—L-la puerta... no se abre.

Incrédulo ante lo que estaba sucediendo, comencé a girar la perilla. Primero con delicadeza, luego con rudeza, hasta que, finalmente, terminé embistiendo la puerta con mi cuerpo. La puerta había sido cerrada desde afuera. De alguna manera, había sido encerrado. No es posible que haya sido traicionado por una niña. Y si nunca estuvo secuestrada, y si realmente formaba parte del secuestro, no hay manera de que eso sea posible. Lo más probable es que tenga miedo de las consecuencias o del plan mismo. Sí, eso debe ser lo que pasó.

—El tío me avisó que podrías intentar escapar esta noche. Me dijo que, si eso pasaba, le avisara. Pero como soy una niña buena, no le voy a contar, así no serás castigado. ¿Verdad que soy inteligente? —comenzó a reírse—. No quiero ver a mi hermana mayor siendo regañada. Me debes unos dulces —comenzó a alejarse mientras tarareaba una canción.

Las lágrimas comenzaron a aflorar de mis ojos. Había sido engañado. La situación se había vuelto desesperante. Probablemente nunca volvería a ver el sol, ni a mis amigos, ni a mi familia. Ni volvería a disfrutar de mis videojuegos. La impotencia fue tal, que caí desplomado al suelo.

—¿Cómo pude ser tan tonto? —me lamenté.

La puerta no se abría por más que pusiera todo mi empeño en ello. La situación se había vuelto tan desesperante. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Quién soy realmente? ¿Y… ahora qué hago? Eran las preguntas que evité hacerme, engañándome a mí mismo para no pensar. Pero ahora que estaba sin opciones, me aterraba pensar en qué podría sucederme.

—Pensar en cómo escapar es mejor que pensar en cómo derrumbarse —me dije a mí mismo.