Habían pasado un par de días desde que la foto de la hermana superiora fue tendencia en la página escolar, varios estudiantes aprovecharon la oportunidad para comentar su sorpresa, burla y preocupación, otros cuantos hablaban sobre los rumores de una venganza entre la congregación y la administración de la escuela.
No era sorpresa pensar que esas reuniones de las dos mujeres terminaban en peleas, después de todo, no era imposible ver el rostro enojado de una de ellas. Aunque para esa ocasión, estuvieron de acuerdo en buscar al responsable.
Así fue, como poco a poco los siete adolescentes que recibieron el primer mensaje y el resto, intentaron seguir con sus vidas, Corni Rimachi y sus amigos iban a ir a una feria, talia Sayani arreglaba su experimento, Bruno Ilawi lidiaba con el grupo de fútbol, los gemelos Achokalla volvían a sus alardes, Kayle Atintaya leía con calma su típico pequeño libro y Theo, por su parte, como cualquier mañana del viernes, empezaba en los vestidores del campo deportivo.
Se escuchaba música desde el celular del muchacho, era una regla entre ellos. Y aunque no fuera turno de él, necesitaba concentrarse con el "playlist de relajación nro 3".
Rasco su cabello con fuerza, empezando a desesperarse por los comentarios de quien se bautizó como "fantasma". En un principio creyó que era un loco, pero después de tantas frases que se acechaban en su vida, empezó a sospechar.
«Quien no ve la vanidad del mundo, es que él es, en sí mismo, muy vano — Pascal.»
Pero, no solo eran frases, eran preguntas que molestaban a los jóvenes.
« En un mundo como el que vivimos, ¿no es más sencillo dejarse llevar por el yugo? … Perdón, solo da asco su pura existencia. »
No lo comprendía, no sabía que quería o su motivo.
De pronto todos sus pensamientos desaparecieron cuando alguien paró la música, por suerte, sabía quién era. La única persona y amigo.
— ¡Esteban! — grito Theo desde el interior de la ducha — ¡deja mi música!
— Faltan diez minutos para las clases ¿que tanto haces ahí dentro?
Él no quería estar ahí, por más que fuera el amigo más cercano del pelirrojo, no podía evitar sentir un profundo resentimiento en contra de él. Tan solo la idea de que se haya convertido en capitán en poco tiempo, lo hacía estallar de cólera.
— ¡Ya voy! — gritó él.
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Fue así como empezó el día, estudiantes en camino a sus clases y una gran pancarta colgada y cubierta por una tela en el patio secundario.
«Tiene que ser un asunto de la directora», « tal vez quiere sorprender a todos con la nueva feria» se dijeron y volvieron a su día de trabajo. Nada habitual, solo otra de las actividades excéntricas de una mujer adinerada.
Habían pasado un par de horas, las clases seguían y el acoso también, ni siquiera cuando Nicolas caminaba por los salones para saber el estado de sus protegidos. Aunque, ni siquiera le pagaban lo suficiente para hacerlo, lo hacía porque estaba realmente preocupado.
En medio de la clase de educación física del 4 "C" Arthur estaba cómodamente sentado en las grandes gradas con su mirada sobre un juego de vóley. Era normal que se quedara sentado a un lado después de correr o de una larga práctica, tal vez por eso es que los susurros sobre él aumentaba, por suerte tenía a su hermano para protegerlo.
Y eso siempre lo agradecería.
< ¿Escuchaste? Parece que tiene una enfermedad >
Empezó a angustiarse con solo escuchar la palabra "enfermedad" y el nombre de su hermano, por lo que sacó su celular y revisó la página de la escuela, en donde los rumores se iniciaban.
— Arthur, ¿eres asmático? — preguntó una chica sentada a lo lejos.
Él quiso responder, pero una nueva pregunta lo detuvo.
— Tiene sentido, por eso siempre descansa entre ejercicios en clase o no le interesa entrar a algún grupo de deporte — agregó un joven.
— paren ya — advirtió Andrew.
— ¡Oigan! en el patio trasero! — grito un chico lejos de la multitud y salió corriendo a pesar de las llamadas del entrenador.
« El acosador Arthur achokalla y chico privilegiado, tiene asma», leyeron del gran título escrito. Desde un primer vistazo, se veía como si alguien celoso quisiera burlarse de él, pero todos quisieron aprovechar el momento para desquitarse o solo molestarlo.
Mientras los docentes intentaban alejarlos y los susurros en contra del gemelo aumentaban, Arthur reprimió una mueca.
— Que asco que se comporten como reyes, siendo tan normales.
— seguro sus padres los hicieron egoístas.
— ¡Dejen de hablar de nuestra familia! — volvió a gritar Andrew.
— ¿Qué tiene de malo? Ustedes siempre lo hacen con otras personas — dijo un chico.
Entre pensamientos y desatado en una incertidumbre pesimista, se alejó del grupo. Subió por las escaleras de la torre secundaria y terminó apoyado en la pared divisoria de la escalera, a unas gradas del segundo piso, sacó su celular.
Pasaron unos segundos hasta que su dedo índice pasara por la pantalla y volviera a leer el mismo título en la página escolar con varios comentarios sobre su vida personal y educación.
«Mediocres, diganlo en la cara» pensó con asco al apretar su celular y dientes. Alzó su celular, a punto de lanzarlo cuando escuchó una voz femenina.
— no esperaba ver a alguien caer por un pedazo de papel — era Kayle, sentada en el siguiente tramo de la escalera, encorvada y dejando que su mano cargará con su rostro.
Ellos nunca antes habían hablado a pesar de ser compañeros de salón, simplemente no tenían la necesidad. En algún momento la joven se levantó y caminó en dirección del pasamano, ese pequeño muro de mármol no mayor de un metro.
— Psycho, te ves como una idiota — soltó sin pensarlo mucho.
— Bien, por lo menos aún te defiendes, qué bien — comentó kayle con una sonrisa — debes tener paciencia para lidiar con ellos.
— ¿Lo dice la experiencia?
kayle asintió, con una sonrisa irónica mientras bajaba por las escaleras, dejando a Arthur con un mal sabor de boca. En segundos, escuchó un tarareo, pensó que había alguien más, un compañero que estuviera dispuesto a molestarlo, por lo que con poca confianza y lleno de rabia, volteo hacia el sonido.
Al mismo tiempo que sus ojos se posaban sobre una persona vestida de negro y con una mascara sonriente, la pancarta cayo al suelo, golpeando a pobres victimas. En segundos, intercambiaron miradas, a pesar de sus metros de distancia. Solo duró unos segundos cuando el desconocido desamarro el último nudo y se levantó.
Sin duda tenía una contextura delgada, pero no parecía ser más alto que él, Arthur exhalo con fuerza después de su corto análisis y dio un paso, logrando que esa persona empezará a correr en dirección contraria a él. Empezó a perseguirlo, no estaba seguro si por acto reflejo o curiosidad pero tal vez nunca podría olvidar esos grandes oscuros que lo vieron cuando las puertas del ascensor se cerraron frente a él y su respiración tan pesada.
Era la primera vez que corría por el ala sur, no estaba acostumbrado así que cuando su cuerpo cayó al suelo, tanteo sus bolsillos en busca de su inhalador.
Con el paso del tiempo, algunos estudiantes eran custodiados en la enfermería debido a los golpes y los menos afortunados enviados al hospital. Según lo que decían, la directora estaba siendo muy complaciente con los padres para no ser demandada, jurando cuidar mejor de los menores y de la escuela.
Mientras tanto, en el piso superior. Talia subió la última grada del cuarto piso, vio a cada uno por su lado, ni siquiera se veían. kayle estaba apoyada sobre el alfeizar, Bruno revisando una máquina expendedora a mitad de los corredores, los gemelos compartían un celular sentados en las gradas y Corni jugaba con su celular.
Tan solo jadeo y se apoyó en una pared a lado de kayle, dio un último suspiro, decidida a hablar con ella cuando se escucharon fuertes pasos en la escalera, era Theo.
En escasos pasos, el pelirrojo se detuvo frente a una puerta metálica y con esfuerzo, abrió una bodega.
Frente a ellos, se encontraba un pequeño espacio repleto por mesas y sillas desgastadas, algunas más rotas que otras, junto a estantes con libros antiguos y un pizarrón blanco con algunos golpes, tal vez hecho por ex alumnos. Enseguida un abrumador aire golpeó las narices de los chicos, sin intercambiar palabras, Theo corrió la cortina y abrió la corta ventana rectangular que empezó a iluminar el salón, mientras los chicos ordenaban las pocas sillas
Era un simple lugar, con lo necesario solo para que puedan hablar sin ser vistos por sus compañeros. Sin decirlo, empezaron a formar con los mejores asientos y mesas un círculo.
— Bueno, comencemos ¿fuiste tú no, psycho? pusiste la pancarta — dictó Andrew al sentarse en una silla con sus brazos cruzados y una pierna sobre su otra rodilla. Se encontraba molesto y parecía no razonar muy bien, no después de que su querido hermano haya sido una víctima.
— ¿Tienes alguna prueba de que fui yo?
Andrew no respondió, solo sacó una pequeña hoja de su mochila y entregó a su hermano, quien se encargó de que llegará de mano en mano hacia la chica.
Sentada en una de las sillas y apoyada en una mesa vio la foto de ella a lado de un joven adulto pasado los veinte. kayle siseo sonriente y con indiferencia.
— me seguiste — afirmó en son de broma, con una risa que se aproximaba y molestaba a los dos hermanos — perdón, pero es tan gracioso ver como lo único que hacen es culpar a alguien sin pensar.
— De hecho, hoy cuando la pancarta cayó, vi a alguien desamarrar los nudos — dictó Arthur en una silla detrás de su hermano — era alto, con una máscara sonriente, sin duda no era ella.
En ese mismo momento, escucharon dos golpes sobre la puerta, un angustiante sentimiento que escarapelo la espalda de todos. Frente a ellos dos, Nicolas llegaba con una ridícula sonrisa.
Corni estaba a punto de preguntar cuando una piedra aterrizó al medio del círculo de la bodega.
El docente encargado, después de ver a los chicos plasmados dio unos cuantos pasos hacia la roca, desenvolvio la hoja y encontró un papel. No tomó mucho tiempo leer, mientras los siete adolescentes esperaban que hablara.
— "El deseo y la felicidad, no pueden vivir juntos. La ventana rota, no será lo único que se destruirá ante sus ojos" — dijo el mayor y volteo a la ventana totalmente abierta — por suerte la abrieron.
— alguien sabía que estábamos aquí — susurro Bruno, sin hacer caso a lo que Nicolas dijo.
— sigo creyendo que fue la psycho — interrumpió Andrew. Mientras kayle, rodaba sus ojos verdes cansada de escucharlos.
— De acuerdo — anunció kayle, al alzar su mano derecha — digamos que una persona haya puesto un letrero de ese tamaño en un segundo piso, ¿no es casi imposible? Debería haber por lo menos ocho o nueve personas, dos esperando a amarrar, cuatro sosteniendo y dos en las escaleras por cualquier accidente. Uno solo no podría.
— Entonces, ¿Qué hacías con ese chico? — preguntó Arthur
Kayle no estaba segura si responder, inclinó su cabeza y vio el techo por unos segundos mientras lamía sus labios.
— me educaron en casa y él fue uno de mis profesores. Está haciendo una maestría así que le pedí algunos exámenes para estudiar — respondió mientras guardaba la foto en su mochila.
Por unos segundos se quedaron en silencio, contando el tiempo de la chica en la escuela, ¿Acaso solo había entrado por tres años a la escuela?. Ninguno quiso preguntar, después de todo, ¿cuántas veces un educado en casa entraba a los últimos años de escuela a una escuela de paga?
— Sea como sea, no quiero perder lo que queda del año con ustedes. ¡Quiero saber quien es esa persona! — explotó Corni.
— estoy de acuerdo — murmuró Talia — esa persona debe estar loca.
— ok, no escuchen al único adulto mayor aquí, adiós — exclamó Nicolas y se fue. Nuevamente sin ocasionar alguna reacción en ellos.
— ¿no van a decir algo? — preguntó Corni en una queja. Sin embargo al ver a kayle recoger sus cosas y caminar a la puerta, aclaro su garganta — ¿qué haces? estamos conversando.
— perdón, pero no pienso quedarme preguntándome el porqué de algo. Buscaré a alguien, ¿quieren que les diga lo qué pasó? — cuestiono sin alguna pizca apática en sus ojos. En el momento que vio a los demás acertar, tomó la carta en mano de Theo y se fue del salón.
El chico no dijo nada. Sucedió rápido, al mismo tiempo que se preparaban para irse, Theo tomó su mochila y maleta deportiva para luego salir de la bodega. Bajo rápido por las escaleras, tenía una idea, tal vez apurada pero seguro podría funcionar.