Esta es la escuela Perla, una prestigiosa escuela católica que después de la horrible etapa criminal del país, mejoró su sistema de becas permitiendo a los adolescentes volverse estudiantes. Sin importar el grado social, con un claro método por su protección y una educación de calidad, hacían mofa de su no existencia de bullying.
Pero ... ¿En qué escuela los profesores pueden verlo todo?
Por eso, el día en el retiro espiritual, nadie vio venir una pelea de comida, problemas entre estudiantes, un acoso encubierto y una explosion de una de las habitaciones compartidas. Y así, de la nada, siete adolescentes fueron castigados y enviados a la cabaña más lejana.
Theo Amaru. Dieciséis años, pelirrojo (¿natural?) y capitán del equipo de baloncesto. — Es hijo del director y fundador del mejor buffet de abogados y políticos del país. — Es social y a veces amable, pero parece selectivo con sus relaciones.
Los gemelos Achokalla, Andrew y Arthur. quince años, (si no fuera por su cabello no los diferenciaría), practican canto y piano. Hijos de la actriz más famosa y mejor pagada; y del doctor director de una clínica. — No muy agradables, solo hablan con alguien cuando lo necesitan o para molestar.
Bruno Ilawi (apodo: escarabajo — no le gusta). quince años. Tiene media beca por ser miembro del equipo de fútbol. Sus padres son policías y fisicoculturistas — es muy serio, pero amable.
Cornelia Rimachi (apodo: Corni — si le gusta). Dieciséis años. Practica piano y adora los videojuegos. Su abuela es la principal inversionista de la escuela y su padre director de su empresa familiar. — Parece amigable, pero aún así no tiene respeto por todos. tiene un grupo de amigos muy cerrado a parte de su círculo de amigos dependiente de sus padres.
Kayle Atintaya (apodo: psycho — no le molesta). quince años. Tiene beca completa por estar entre los dos primeros puestos de la escuela. Su padre es policía. — No le importa con quien habla, es modesta, pero irónicamente no está contenta si no gana una discusión.
Talia Thayani (apodo: chica veneno — ¿todos tienen apodos?). Dieciséis años. Tiene media beca por rondar el top cinco de la escuela. Su padre es arquitecto. — Es muy callada, inocente y amable. El año pasado, fue engañada por los gemelos para que hiciera su trabajo.
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— Mierda, este olor es horrible. Podría aparecer zombies de ahí — se escuchó de un adulto a un lado de un contenedor de basura repleto de bolsas negras.
Se trataba de Nicolás Harawi, el consejero estudiantil de la escuela perla. Después de ser castigado a ir a ese retiro espiritual, por dormir en una reunión de profesores, ahora doblemente castigado por la hermana superiora para servir como niñero de esos siete adolescentes obligados a lavar los trastes después de cada desayuno, almuerzo y cena de esos tres días.
Siendo solo el segundo día, Nicolás se encontraba cerca a la cocina, después de dejar a los menores limpiando, se había dedicado a tomar un tiempo para él mismo. Además de querer saber de dónde venía ese fétido aroma.
Se quedó parado por un rato, sorprendido por la peste que poco a poco invadía sus fosas nasales y que lo desesperó hasta salir aturdido de ese lugar. Sin darse cuenta de una bolsa con una rara forma y manchas de sangre seca sobre el metal verde.
Al mismo tiempo que iba de regreso al gran campo, en el interior de la cocina, se encontraban los siete estudiantes. La mayoría cansados de estar arrodillados rezando o en clases interminables a manos de las hermanas, aunque, aún lado de todos, en uno de los lavabos, los dos gemelos Achokalla susurraban.
— Bruno — grito Andrew — perdón por lo que pasó en la mañana. No debi sacarte del baño, tengo un mal despertar Espero que no se convierta en un rumor.
— Creo que no eres el indicado para hablar de rumores — agregó con una sonrisa cómplice. Emocionado por su nueva travesura.
— ¿A qué quieren llegar? — preguntó Theo Amaru, con su típica expresión seria cada vez que hablaba con el par de hermanos.
A pesar de tener que hablar seguido con ellos, seguía siendo molesto para el pelirrojo lidiar con la familia de las amistades de sus padres. Porque si no fuera por sus padres, ellos nunca se hubieran conocido.
— Ok — soltó Andrew — Oye, psycho. Es cierto que en tu última escuela, ¿tuviste una relación con un profesor que murió después? ¿Por eso eres tan cercana a Nicolás?
Tan pronto como lo dijo, los demás se quedaron callados. Era imposible no ocultar el interés de uno de los mejores rumores de la escuela, aunque, fue mayor su sorpresa cuando la "psycho", alzó sus hombros en una baja risa que apagó la confianza de esos dos hermanos.
Kayle Atintaya, volteo con un porte confiado, mentón alzado y su par de ojos verdes que algunos interpretaban como seductores. Con una toalla que llevó a sus hombros, kayle se acercó y cerró el grifo del agua que ello usaban.
— ¿quieres que te de la razón? — preguntó en un tono bajo y una intensa mirada sobre él — puedo hacerlo, pero no te prometo estar detrás de ti. Tengo mejores cosas que hacer que asustar a la mitad de un cuerpo.
Hubo un silencio, aparte de una pequeña burla de Theo y sorpresa de Corni. Solo eso fue suficiente para que la joven regrese al lavabo, en un largo jadeo exhausto y el gemelo mayor lidiaba con su enojo, mientras desde la puerta de la cocina, fue un gran golpe que los hizo sobresaltar y voltear a Nicolas.
— ¿Terminaron? Necesito mis ocho horas de sueño.
No era necesario responder, a pesar de quedarse media hora más ahí dentro, Nicolas debió seguir pasando por las siguientes desastrosas horas aguantando las tonterías de los adolescentes y portándose como un adulto al obligarlos terminar su trabajo.
Desde separar a Theo de sus amigos que lo aclamaban como "héroe", a Corni antes de que golpeara a su enamorado y levantarse de su cama antes de hora para detener las quejas del único baño. Por suerte, cada vez que los dejaba como niños en la guardería, podía dormir.
— para estar en esa cabaña, te ves bien — se burló Rose, una novicia de la congregación y única gran amiga de él. En segundos, Nicolas entregó un billete de veinte dólares — habrá pollo, pésimo. Ve por la ensalada y frijoles, adiós — dijo ella para luego irse.
Las horas pasaron, aunque cortas, sucedieron muchas cosas; desde la reconciliación del noviazgo de Corni y una partida de basquet clandestina del equipo deportivo.
En la tarde y muy adoloridos, se encontraban en la cabaña, talia salió del baño mientras secaba su cabello. Estaba lista para dormir, cuando Theo cruzó casi corriendo por su lado, estaba por entrar al baño cuando escuchó un grito.
— A un lado — gritó Arthur al pasar corriendo por el pasadizo, deteniendo y empujando a Theo fuera del marco del baño.
Intentó pelear, pero tras la llegada de Andrew. El dos contra uno, terminó por dejar afuera al pelirrojo que enojado golpeó la puerta de madera entre gruñidos y lisuras. Término por apoyarse en el muro del pasadizo resignado por no poder entrar al baño en un buen rato.
Estando al final del corredor y a un metro de la puerta de la terraza, un suave movimiento producido por el fuego de la fogata llamó su atención, detrás de estas se encontraba kayle viendo el paisaje de la laguna.
Extrañado, abrió la puerta. Ninguno habló, después de todo era un poco incómodo. En cambio, el muchacho volteó a Nicolás, sentado al otro lado de la fogata.
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«Podemos convencer a Nicolás que somos inocentes » fue lo que dijo Theo al llamar a los demás.
Al pasar unos minutos, el baño estaba en cuarentena, las maletas estaban preparadas para la salida y en la terraza, Nicolás contemplaba a los jóvenes cansados. Él cruzó sus piernas y suspiró al ver la luna con una sonrisa. No estaba seguro sí había ganado o no, pero verlos sin confianza y casi derrotados fue satisfactorio.
— ¿ya se cansaron? — cuestionó Nicolás burlón.
— Todo esto por la guerra de comida — se quejó Corni y suspiro enojada al llevar su cabello hacia atrás — fue culpa de Andrew y Arthur.
— ustedes cuatro atacaron — interrumpió Bruno desde su sitio y en un tono bajo. Sin embargo, Corni volteó a él — estoy seguro que pusiste el hueso en el cabello de Talia — dijo el muchacho, mientras la chica de cabello crespo volteó con sorpresa y kayle alzó sus cejas sorprendida.
— yo no puse un maldito hueso en su cabello — reclamó Corni furiosa, para luego señalar a los gemelos y Theo — y fueron ellos quienes empezaron esta pesadilla, yo iba a pasar esta noche con mi novio.
— oh, esto no me lo esperaba. ¿escucho, Nicolás? — preguntó en burla el gemelo menor.
— claro … pediré clases de sexualidad urgentemente — respondió el psicólogo mientras limpiaba su ojo soñoliento — ya váyanse a dormir.
— ¡espera! aún falta alguien — gritó Theo y volteo a kayle.
— ya lo intenté — respondió la chica. Pero todos mantuvieron una mirada fija sobre ella.
kayle se quedó callada, al reconocer el tenso ambiente que la obligaba a volver a intentar. Revolvió sus pensamientos en busca de un nuevo sustento. La chica sacudió su cabello negro, dejó atrás su cómoda pose al bajar las piernas y volteó a Nicolás.
— Si demuestro mi inocencia, tendrás que disculparte conmigo y que todos digan la verdad — soltó curiosa sin poder evitar voltear a los demás y ver sus miradas incrédulas.
— espera, ¿por qué rayos quieres saberlo? — recrimina Arthur
— por curiosidad y algo de diversión — contestó inocentemente y regresó a Nicolás — ve a la galería de mi celular, debe haber un video.
En profundo silencio, Nicolás sacó el celular y siguió sus instrucciones. Se estaba demorando mucho e inconscientemente provocaba nervios en la joven que movía su pie derecho insistentemente, mientras los demás se mantuvieron en duda por la petición de la joven.
En segundos, los ojos del adulto voltearon a ella, encontró el video y en poco, calmó las ansias de ella. Devolvió ese antiguo celular de tapa a la dueña. Sin darse cuenta de las diferentes expresiones de sus protegidos, ninguno se esperaba eso.
— tuviste que hablar — fue lo único que dijo mientras la muchacha se acercaba a su celular — lo siento kayle, Bruno.
— espera, ¿es enserio? — cuestionó sorprendido Theo.
— Si empezamos la guerra — interrumpió Andrew, apático y molesto — pero Jack también tiene la culpa.
Su hermano menor no respondió, en cambio, sorprendido atinó a golpear el hombro de Andrew en forma de reproche. Pero no estaba molesto, solo apenado por que otras personas escucharan sus travesuras al querer llamar la atención de su madre.
Corni, por su lado, dio un largo respingo resignada y volteo a Talia.
— perdón. Si fui yo — soltó ella y tragó hondo — Jack me hizo pensar que nadie se daría cuenta — agregó apenada.
— gracias por decirlo — murmuró Talia y vio a la chica asentir — bueno, yo no esperaba que alguien tocara mi experimento.
— ¿Por qué trajiste un experimento al retiro? — preguntó Theo.
— trabajaba para la feria — respondió Talia y delineó su mirada hacia kayle, atenta a las historias.
— ¿y tú? — preguntó kayle hacia el pelirrojo. En cambio, él se dio cuenta de aquel tono burlón pero intrigado, emocionada por el tonto rompecabezas. Fue por eso que respiro con fuerza.
— el balón era de un amigo, pero como líder me inculpé — contestó enojado y un poco melancólico.
— ya que todos hablan, mi turno — dijo Nicolás — yo también me quiero disculpar, no podré ayudarlos.
Una repentina tensión de ojos llenos de enojo, confundió a Nicolás.
— Puedo darles una compensación, ¿qué les parece un cuento de terror? — preguntó Nicolás sonriente.
El hombre se levantó absorto de sus estudiantes y contempló el sonido apagado del suave oleaje del lago. Entrecerró los ojos por la sensación y registró las miradas de desaprobación sobre él que lo hizo sonreír.
— Esta es la razón por la que esta cabaña no es usada en los retiros. Hace mucho tiempo, se decía que este era un lugar maldito.
» Según dicen, era una noche antes de regresar a la ciudad y en el interior de esta cabaña, se escuchaban rasguños y quejidos ahogados. Era un estudiante que intentaba romper las maderas del suelo, sus ojos estaban abiertos como platos, ni siquiera se inmuto cuando sus uñas se despegaron de sus manos y miles de astillas terminaron en su piel.
» No paró de lastimarse hasta que logró romper la madera y ver en su interior una carta ensangrentada.
» En ella decía, "No esperaba llegar a esto. Escribo porque tengo miedo de lo que pase. Espero que algún día, esta hoja la encuentren, aunque fuera en el agua". Desde ese momento, varias pisadas con sangre se pintaron la cabaña. Si, el chico salió de aquí y llegó hasta la laguna.
» Estando en el medio del bosque, se quedó quieto mirando un par de figuras borrosas fuera de su lógica que jugaban con el agua. Y fue así, conforme caminaba hacia ellos, su piel se desprendía de su cuerpo y los órganos empezaron a ondear sobre el agua, como los órganos de los demás.
» Con la laguna teñida de sangre y una densa neblina, el grupo de adolescentes desapareció. Desde ese día, nadie quiere dormir aquí. No por el mito, si no por el cuerpo que tuvieron que sacar los profesores antes que el nuevo grupo de estudiantes llegara a dormir.
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Nicolás volvió a los chicos, estáticos y aburridos por el cuento.
— Buenas noches — se escucho entre ellos al volver al interior de la cabaña.
No era como había imaginado, pero se sintió bien que lo escucharan por primera vez.
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Los días pasaron, y ese mal rato entre los siete estudiantes se esfumó. El lunes por la mañana, los estudiantes caminaban como cualquier día hacia la escuela Perla.
Aquel día despegado de mañana, aparentaba estar calmado. Sin embargo, dos sucesos hicieron que todo cambiara. En el hall de la torre principal, se encontraba una gran foto de la hermana superiora, con excesos de pintura que la grababan cómo un demonio. Mientras tanto, un par de mensajes llegaron a los celulares de los siete chicos.
"Si quieres, puede ser el siguiente muerto"