En una ciudad que claramente no pertenecía a Uthird, comenzaba a desatarse el caos. Una criatura deformada de dos metros y medio estaba provocando estragos en el lugar. Su cabeza era similar a la de un caballo, pero sus ojos eran de un amarillo apagado con pupilas felinas. Poseía brazos similares a los de un humano, pero con garras afiladas, portaba cuchillas en su espalda y sus piernas eran como las de un caballo. Además, tenía una larga melena que caía desde su cabeza hasta su espalda.
- Por esta zona hay una presencia que me molesta - dijo el ente.
A cierta distancia, una persona encapuchada con una espada a su espalda observaba al ente. Justo cuando se disponía a avanzar, un joven de unos dieciocho años se acercó corriendo hacia la criatura. Tenía el pelo castaño, ojos verdes y vestía una ropa sencilla: una camiseta azul marino sin estampados y unos pantalones vaqueros rotos de color marrones, junto con zapatos de deporte blancos y negros. Era de estatura promedio, pero frente a la criatura parecía mucho más pequeño.
- Pero mírate, eres tan bajito que te hueles tus propios pies - burló el ente.
- Y tú eres tan alto que cuando te tropiezas en un pueblo caes en otro - respondió el chico sin miedo alguno.
- No he comido nada en mucho tiempo, creo que serías un muy buen aperitivo - dijo el ente.
- ¿Pero qué dices? Si cuando llegue a tu estómago tendría mil años - el chico lo miró desafiante.
- Parece que no sabes quién soy. Yo soy el gran Orobas, un ente de alto rango - afirmó el ente. El chico le devolvió la mirada desafiante.
- No tengo ni idea de quién eres, lo que sí sé es que has causado mucha destrucción a tu paso y me veo obligado a detenerte - declaró el chico.
Tras decir eso, el chico corrió hacia Orobas, pero el ente juntó sus manos y las rocas del terreno comenzaron a elevarse, llevando consigo al chico en una de ellas.
- ¿Crees poder hacer algo contra mi habilidad, una de las cuatro fuerzas del universo? - se burló Orobas.
El chico saltó entre las rocas con dificultad, ya que de alguna manera sentía que su cuerpo era mucho más pesado que antes.
- Debes pesar unos sesenta y tres kilos, pero gracias a mi habilidad puedo aumentar ese peso. Ahora debes pesar unos ciento treinta kilos - dijo el ente con desdén.
El chico continuó avanzando entre las rocas con dificultades y al llegar a la más cercana a Orobas, saltó para darle una patada con la pierna izquierda. Orobas lo detuvo en el aire sin mucho esfuerzo, pero no esperaba que el chico aprovechara ese momento para golpearlo en la cara con su otra pierna. Orobas soltó ligeramente al chico, y este aprovechó para saltar y alejarse de él. Sin embargo, el chico aterrizó con dificultades debido a su peso actual.
«Maldición. Con este peso adicional, casi me rompo las piernas en ese último salto», pensó. Rápidamente, el ente se recompuso.
- No esperaba que un insecto insignificante como tú fuera el primero en lograr golpearme, pero esto se acaba aquí - declaró el ente mientras comenzaba a reunir energía en sus manos.
Mientras la persona encapuchada observaba el combate, la espada en su espalda comenzó a reaccionar y a moverse en dirección a la pelea. El encapuchado hizo todo lo posible por sostenerla, pero la espada salió volando en dirección al chico.
Cuando el ente lanzó la energía acumulada, la espada cayó justo frente al chico, quien rápidamente la desenvainó y bloqueó el rayo con ella. La espada tenía un estilo medieval, con un mango de cuero marrón. En la parte inferior del mango, había un pomo dorado, y en el salvamanos, un gran círculo con el diseño de unas alas recogidas. Cuando el ente cesó su ataque, quedó atónito al ver la espada en manos del chico.
- Tú... ¿Cómo alguien como tú puede ser digno del regalo más poderoso de Adar? - exclamó el ente mientras el chico se apoyaba en la espada, burlándose.
- Los entes siempre premiamos a aquellos que logran lo imposible. Como has sido la primera persona en golpearme, te recompensaré con veinticuatro horas para que puedas prepararte para el combate - anunció el ente.
Tras decir eso, el ente alzó el vuelo y se alejó del lugar. Una vez lo suficientemente lejos, el chico recuperó su peso original, lo cual hizo que perdiera el equilibrio por un momento debido al gran esfuerzo que sus piernas estaban haciendo. De repente, un chico de unos dieciséis años con una apariencia similar al chico de la espada, pero con ojos azules, y una chica de unos diecisiete años con cabello negro y ojos azules, vestidos con ropa casual, corrían hacia el chico de la espada.
- ¡Raiden! ¿Qué ha pasado? - exclamó el chico de ojos azules. Raiden se acercó a ellos.
- Será mejor que tengamos cuidado con esa cosa. Dijo ser algo así como un ente - advirtió Raiden. De repente, una voz desconocida los sorprendió.
- Orobas es un ente de rango B y posee una de las habilidades que conforman las cuatro fuerzas del universo - reveló la voz. De repente, se dieron cuenta de que la voz provenía de la espada que Raiden tenía en su mano. La chica se aterrorizó y dio un salto de susto.
- ¡Suelta eso, yo misma la aplasto ahora mismo! - exclamó la chica. Raiden levantó la espada para evitarlo.
- ¡Cálmate, Lucía! - le dijo Raiden. - ¡Espera al menos a que la suelte! - La espada, en la cual había aparecido un rostro, mostró una expresión nerviosa.
- ¡Espera un momento! Mi nombre es Calibur, soy el último de los regalos creados por el Adalid. Tengo el poder de conceder un único deseo, pero a cambio, deberás dedicar tu vida a ayudarme a cumplir mi objetivo - explicó Calibur. Raiden clavó a Calibur en el suelo.
- No acepto - dijo Raiden con una expresión seria. La espada quedó atónita.
- ¿¡Cómo!? Parece que no lo estás entendiendo. Soy una espada legendaria que concede deseos - exclamó Calibur. Raiden miró a los ojos a Calibur con indiferencia.
- Es un deseo a cambio de mi libertad. No estoy interesado en eso - respondió Raiden. El chico miró a Raiden.
-¿Estás seguro de eso? ¿Cómo planeas enfrentarte a ese ente entonces? - preguntó el chico con preocupación. Raiden le sonrió con confianza.
- No te preocupes, Ethan. Estoy seguro de que encontraré la manera de derrotarlo - respondió Raiden. La espada los miró con extrañeza.
- Me parece que no están conscientes del peligro que representan los entes. Subestimar a un ente es el peor error que se puede cometer - advirtió la espada. Raiden miró a Calibur con determinación.
- Calibur, hace poco pude sentir tu poder. ¿Te importaría prestármelo? - solicitó Raiden. Calibur sonrió y aceptó.
A las pocas horas de que el grupo hubiera conocido a Calibur, una voz retumbó por toda la ciudad. Raiden se dio cuenta de que era la voz de Orobas.
- ¡Atención, seres inmundos! Yo, el gran Orobas, he decidido destruir este asqueroso planeta. Para lograrlo, he desestabilizado el centro de gravedad del sol. En unas horas, el sol estallará, llevando consigo a este repugnante planeta. La única forma de detenerlo sería derrotándome a mí - proclamó Orobas.
Al escuchar esto, Raiden agarró a Calibur y salió corriendo en busca de Orobas. Sin embargo, se le dificultaba avanzar debido a las grandes rocas y edificios que caían del cielo debido al poder gravitatorio de Orobas.
Cuando ya había corrido varios kilómetros por la carretera, Raiden se encontró con una persona encapuchada que ocultaba perfectamente su rostro. Fue forzado a detenerse y la miró con rabia.
- ¡Apártate de mi camino! - gritó Raiden desesperado.
De repente, en la mano derecha de esa persona apareció una extraña energía que formaba una figura sólida. Era un pequeño núcleo del cual surgían líneas que, tras un leve ascenso, regresaban al núcleo. Al ver esta figura, Calibur se asustó.
- ¡Eso es Tsenomi, el camino hacia la luna! ¡Tenemos que salir de aquí! - exclamó Calibur.
En ese momento, una enorme roca voló hacia la persona, y cuando Raiden intentó ayudarle, el extraño destruyó las rocas con su energía sin siquiera voltearse. Raiden quedó atónito. De repente, el extraño sacó un anillo de un azul claro metálico con un brillo hipnotizante, similar a los destellos de un rayo, de uno de sus bolsillos. Calibur se sorprendió al ver el anillo.
- Ese no es uno de los cuatro anillos elementales - dijo Calibur.
El desconocido soltó el anillo en la mano de Raiden y luego desapareció entre la nube de polvo que se había levantado al destruir la roca. Tanto Raiden como Calibur estaban desconcertados por lo que acababa de suceder, pero Calibur rápidamente recuperó la compostura.
- No tenemos tiempo para especular sobre lo que ha ocurrido. Como no sabemos qué atributo pueda darte ese anillo, por ahora guárdalo y sigamos adelante - indicó Calibur. Raiden asintió, guardó el anillo en su bolsillo y volvió a correr hacia la batalla.
Tras media hora corriendo, Raiden llegó hasta donde se encontraba Orobas y, con Calibur en mano, se lanzó valientemente hacia él. Orobas, sin mucha dificultad, logró bloquear su ataque con su mano.
- Me esperaba que aparecieras, eres muy predecible - dijo Orobas. Raiden pisó el brazo de Orobas y dio un salto para retroceder, pero tuvo grandes dificultades para aterrizar en un tejado, ya que su peso había aumentado drásticamente.
«Maldición, mi peso ha aumentado demasiado. Creo que debo pesar alrededor de trescientos veinte kilos», pensó Raiden.
Sin darle tiempo a Raiden para recuperarse, Orobas lanzó una roca hacia él, pero Raiden logró cortarla con Calibur, quedando expuesto a un ataque directo de Orobas, quien lo golpeó y lo hizo volar de un solo golpe. Al caer, Raiden se levantó con gran dificultad debido al dolor y a su peso. Antes de que pudiera recuperar la compostura, Orobas volvió a golpearlo directamente, haciéndolo volar y chocar contra un edificio, atravesando una ventana y quedando cerca de la ventana opuesta a la que entró.
Orobas se reía burlándose de Raiden, encontrándolo patético. Raiden estaba dolorido y le costaba moverse, mientras Calibur yacía en el suelo, mirándolo con tranquilidad.
- ¿Ya has pensado en tu deseo? - preguntó Calibur. Raiden no lo miraba, estaba recuperando el aliento, pero también pensaba en sus palabras. - Es cierto que al pedir tu deseo, tu libertad me pertenecerá, pero en este momento hay mucho más en juego, como la vida de tus amigos y de todos los seres vivos de este planeta.
Raiden continuaba dudando si debía aceptar o seguir intentándolo, pero el tiempo se agotaba y debía decidir.
- Es cierto que, al pedir tu deseo, deberás ayudarme a cumplir mi objetivo, pero el contrato terminará una vez lo haya logrado y volverás a ser libre. - Las palabras de Calibur dejaron a Raiden atónito.
Sin dudar un segundo más, Raiden agarró de nuevo a Calibur con la intención de pedir su deseo.
- Estás tomando la decisión correcta. Ahora, agárrame con todas tus fuerzas y dime cuál es tu deseo. - Raiden susurró su deseo, lo cual hizo sonreír al propio Calibur. Un resplandor emanó del edificio, sorprendiendo a Orobas. De entre la luz, apareció Raiden, pero ahora llevaba puesta una armadura dorada y Calibur estaba envuelta en un filo de energía. Su empuñadura era más dorada, las alas de su salvamanos se extendieron y sus ojos estaban cubiertos por una corona. Orobas quedó impresionado por lo que presenciaba, pero al ver finalmente a un enemigo a su nivel, se preparó para la batalla.
- Más te vale no hacerme perder tiempo hasta que este planeta sea destruido - dijo Orobas lleno de rabia y emoción. Pero antes de que se diera cuenta, Raiden le propinó un puñetazo tan fuerte que lo mandó volando. Orobas se quedó atónito, pero rápidamente se levantó y se lanzó de nuevo contra Raiden, atacándolo con sus garras. Sin embargo, Raiden bloqueó el ataque con Calibur, que ahora se llamaba Excalibur.
Raiden y Orobas intercambiaron una gran cantidad de golpes, y con el tiempo Excalibur se dio cuenta de que estaban muy igualados.
- Compañero, ahora están al mismo nivel. Tengo un plan para darte ventaja, pero necesito que me ganes algo de tiempo. - Raiden asintió y dejó a Excalibur suspendida en el aire. Luego, golpeó a Orobas lanzándolo por los aires hasta llegar a un parque, donde continuaron su combate. Raiden mantenía silencio mientras luchaban, pero se podía ver a través de su armadura que estaba sonriendo, disfrutando cada vez más del combate.
Ambos siguieron intercambiando golpes y poco a poco Raiden comenzó a retroceder. Sin embargo, cuando se vio en problemas, se dio cuenta de que Excalibur había acumulado suficiente energía en su filo. Raiden dio un salto, volvió a blandir a Excalibur y se lanzó a atacar a Orobas. Este último intentó bloquearlo con sus garras, pero Raiden logró cortarlas con su espada. Aunque Orobas logró apartarse a tiempo, solo pudo recibir un corte en el pecho. Orobas alzó el vuelo y se posicionó justo encima de un lago en el parque, y Raiden lo siguió lentamente. Orobas estaba claramente furioso por lo que acababa de pasar, mientras que Raiden estaba quieto y exhausto por el ritmo de la batalla.
- ¿Te encuentras bien, compañero? - preguntó Excalibur preocupado al verlo tan cansado.
- Me siento muy pesado... - fue lo único que Raiden pudo decir entre jadeos. Sin embargo, Orobas decidió renunciar a su plan de acabar con él rápidamente.
- Hasta ahora no habías logrado hacerme daño. Solo te dejaba tocarme para aumentar tu peso. Pero ahora me has sacado de mis casillas. Así que dime, ¿sabes cuánta presión puede ejercer el núcleo de un agujero negro? - Al decir eso, Orobas levantó su mano y generó toda esa presión cerca del corazón de Raiden durante menos de un segundo, seguro de que eso sería suficiente para matarlo. Raiden cayó inconsciente en el lago tras recibir el poderoso ataque.
- ¿Ese es realmente tu límite de poder? - dijo Excalibur al verlo caer de esa forma. - ¿Sabes? Al escuchar tu deseo, me puse muy contento. No podía imaginar que alguien tan noble pudiera existir. Pero ahora me estás demostrando que solo eran palabras. - En ese momento, Raiden cerró los puños lleno de ira, metió una mano en su bolsillo y sacó el anillo para colocárselo.
Orobas se elevó aún más lleno de furia y odio.
- Me he hartado de darles una oportunidad de salvarse. Destruiré este asqueroso planeta ahora mismo. - Orobas alzó sus manos, pero de repente, un rayo cayó justo detrás de él en el lago. Poco después, Raiden apareció, listo para la pelea. Orobas se llenó de rabia y su cuerpo comenzó a cambiar. Su torso humano se volvió más musculoso, su melena se hizo más larga, se volvió más alto y sus garras volvieron a crecer.
- ¡Desgraciado! ¡Ya no me importa a quién me lleve por delante o si muero en el intento, pero juro que te mataré! - Raiden no le dio tiempo a prepararse y se abalanzó sobre él, cortando nuevamente sus garras con Excalibur. Lo lanzó volando de un solo golpe. Orobas se recompuso con dificultad y antes de poder preparar un contraataque, Raiden ya estaba frente a él, con Excalibur lista y una clara intención asesina que antes no estaba presente. Raiden realizó un corte vertical, logrando partir a Orobas por la mitad. Luego hizo más cortes en distintas direcciones y, para rematar, preparó un puñetazo envuelto en rayos, que lanzó los pedazos de Orobas aún más lejos justo antes de que su cuerpo se desvaneciera en el aire y su alma regresara a Uthird. Raiden y Excalibur descendieron al suelo.
- Eso que acabas de hacer fue impresionante, compañero. ¿Cómo supiste que ese anillo te daría el atributo rayo? - Sin embargo, no hubo respuesta por parte de Raiden. Excalibur estaba desconcertada. - ¿Compañero? - Después de unos segundos, recordó el ataque de agujero negro de Orobas y se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. - Oh, ya veo. Ese ataque fue demasiado para ti, ¿no es cierto? - La armadura dorada de Raiden se desvaneció en el aire y Excalibur volvió a ser Calibur, revelando que Raiden había quedado inconsciente de pie.
- Es admirable que, incluso estando inconsciente, hayas dado instrucciones a la armadura con tus últimas fuerzas.
Cuando Raiden y Calibur por fin tuvieron la oportunidad de descansar, Lucía y Ethan llegaron al lugar para celebrar la victoria. Sin embargo, a lo lejos, la persona encapuchada observaba la escena con lágrimas en los ojos.