Chereads / Infinitus: Tomo 1 / Chapter 9 - Capítulo 9: El peso del pasado

Chapter 9 - Capítulo 9: El peso del pasado

Una semana después del enfrentamiento contra el coronel Aiden, Aria y Maya fueron llamados para recibir el agradecimiento de la princesa Kaira, la segunda autoridad más importante de Varah. La princesa era una mujer hermosa de cabello castaño y ojos rosados. Era más alta que Aiden, quien era el más alto del grupo. Vestía un vestido blanco confeccionado con una tela de alta calidad, y su tiara era de oro brillante, decorada con pequeños cabujones de gemas de un intenso color azul. Al igual que Aria, la princesa tenía características animales; sobre su cabeza lucía orejas de felino y por su espalda se podía apreciar una cola de gato del mismo color que su cabello, adornada con un lazo.

Aiden, Maya y Aria estaban inclinados frente a ella, mostrando su respeto.

- Muchas gracias por traerlo ante mí, Aria - dijo la princesa. Su voz era dulce y tranquila, pero al mismo tiempo rebosante de felicidad.

- Estoy a su servicio, princesa - dijo Aria con una seriedad y respeto poco comunes en ella.

- No te preocupes, Maya. Guardaré el secreto hasta que las Hespérides lo nombren el Deiak - dijo la princesa, mirando hacia Maya.

- Muchísimas gracias, princesa - le contestó Maya, notándose más aliviada.

- Aiden, quiero agradecerte por derrotar al coronel Ezpeleta. Estoy en deuda contigo - dijo la princesa, tomando suavemente las manos de Aiden con gentileza. Aiden negó con la cabeza.

- No hay necesidad, princesa - respondió Aiden. La princesa se alzó y se dio la vuelta para alejarse un poco, luego habló con tono solemne.

- Cuando tus ojos maduren, te daré mi bendición. Es importante que recibas mi bendición y las bendiciones de las otras seis princesas - dijo la princesa, girándose y mirando a Aria. - Cambiando de tema, pónganse de pie.

Todos obedecieron, extrañados.

- Aria, Madhyé ha regresado - la cara de Aria reflejaba ira y miedo a partes iguales.

- Le agradezco la información, princesa - tras decir eso, Aria se dio la vuelta dispuesta a irse, pero fue detenida por la voz de la princesa.

- Un segundo, no puedo permitir que te vayas sin antes ponerte esto - la princesa sacó de un bolsillo oculto entre los pliegues de su vestido una tiara formada por trapezoides simétricos dorados con una gema rosada en el trapezoide central. - Es hora de que vuelvas a usar tu título, princesa Aria.

Aiden se quedó atónito ante la revelación que la princesa Kaira acababa de hacer.

- Por eso te dije que no lucharas con ella, no solo por su fuerza, sino también porque es una princesa, aunque no le guste que la llamen así - dijo Maya en tono calmado.

- Soy la princesa de nada, solo una ciudad abandonada - dijo Aria furiosa. Agarró la tiara con rabia y nuevamente fue detenida por la voz de la princesa Kaira.

- No puedo permitir que te vayas sin que te pongas tu tiara - Aria apretó sus puños, aún más furiosa por no poder negarse. Se puso la tiara, miró a la princesa y le hizo un gesto adorable a modo de burla.

- Soy toda una princesita - luego cambió su expresión burlona por una seria y de hartazgo. - ¿Me puedo ir ya?

La princesa Kaira asintió y Aria se fue sin decir nada más. La princesa se acercó a Aiden y lo miró a los ojos, algo afligida.

- Aiden, necesito pedirte un favor. Por favor, trae a Aria con vida. Si ella

no es capaz de encontrar otra motivación, no será capaz de enfrentarse a Madhyé - Aiden asintió.

- No se preocupe, princesa - contestó Aiden decidido.

Después de unas pocas horas, Aria todavía se encontraba en el pueblo, mientras recordaba a sus padres y la última conversación tranquila que habían tenido.

- Nuestra estirpe se distingue de las demás por la capacidad de controlar a Madhyé - dijo el padre de Aria mientras la joven Aria escuchaba atentamente.

- Llegará el día en que podrás liberar esa energía que nos permite controlarlo - completó la madre de Aria con una sonrisa.

- Madhyé ha servido a nuestra familia durante siglos gracias a que alguien como tú nace con esa cualidad - dijo el padre de Aria con seriedad.

- Aún eres muy joven, así que no debes preocuparte por eso - dijo la madre de Aria.

Una lágrima comenzó a brotar de los ojos de Aria.

- ¿Por qué no fui capaz? - se preguntó a sí misma con voz temblorosa.

De repente, escuchó a Maya llamándola desde la distancia para que se uniera a todos en su búsqueda de Madhyé. Aria se secó las lágrimas y se acercó a ellos, recuperando su expresión seria característica.

- Mira, Aria, te traje unas zanahorias para el viaje - dijo Maya emocionada.

- Soy un lobo, no un conejo, además, las zanahorias engordan por su contenido de azúcar - respondió Aria con indiferencia, pasando de largo sin mirarlos.

- ¿A ti te gustan las zanahorias? - preguntó Maya a Aiden, quien negó con la cabeza. - A mí tampoco - dijo Maya.

Tras varias horas de caminata, Maya parecía extrañada por el ritmo lento al que Aria se movía.

- Aria, ¿por qué no vamos más rápido? - preguntó Maya.

- Madhyé podría detectar mi presencia si no soy cautelosa, además, a este ritmo solo nos llevará un día llegar - respondió Aria con seriedad. Maya la miró consternada.

- ¿Y no crees que deberíamos contarle a Aiden sobre lo que ocurrió con tu gente? - preguntó Maya, algo asustada.

- Mi gente se sacrificó para detener la guerra, no necesitamos decir más nada - dijo Aria, concentrada en avanzar con precaución. Maya se detuvo y adoptó una postura firme y desafiante.

- ¡Tu gente no podía controlar a los entes, esa responsabilidad recaía sobre ti! - exclamó Maya, enfadada. En ese momento, Aria se giró furiosa y la miró a los ojos.

- ¡Si dices una sola palabra más, te juro que te...! - dijo furiosa, pero fue incapaz de terminar la frase. - Mi familia y mi gente supieron mantener las cosas en orden - continuó Aria.

- Manipulando a Madhyé - dijo Maya, algo asustada, antes de recibir un golpe directo en el estómago por parte de Aria.

- ¡Te lo advertí! - Maya se desplomó en el suelo, intentando recuperar el aliento.

- Aria, sé que lo que Madhyé hizo es imperdonable, pero debes entender que él no es un ente malvado... Él ayudó en la guerra de los entes - prosiguió Maya, adolorida. Aria levantó su pie para darle una patada.

- ¡Te dije que te callaras! - respondió Aria, llena de furia. Sin embargo, cuando se disponía a golpearla, Aiden detuvo el golpe. Ambos se miraron a los ojos, Aiden con una expresión seria y Aria con asombro por la intervención de Aiden. Aria apretó los puños, llena de rabia, pero luego adoptó una postura más relajada.

- Por cada ente que mató, se llevó la vida de un miembro de mi estirpe. No veo cómo eso lo convierte en un héroe - dijo Aria, evitando mirarlos a los ojos. - Vamos a montar un campamento aquí. Necesito descansar - añadió Aria, algo más tranquila.

Mientras caía la noche, la princesa Kaira observaba preocupada el atardecer.

- Si las cosas continúan así, Aria ya no podrá regresar. Por favor, Aiden, sálvala - se dijo a sí misma la princesa, adoptando una expresión más seria. - He intentado apartarla de todo esto, pero incluso me rogó que la incluyera en la guardia real. Temo que si no logra vencer a Madhyé, se encamine aún más por el camino equivocado - la princesa levantó la mirada al cielo, buscando ayuda. - Sacerdotisas, sé que no pueden hacer nada, ya que están cuidando la puerta de la hoja, pero por favor, ayúdenla a entrar la razón - dijo la princesa, afligida.

En el campamento, la noche había llegado. Aria se había alejado para poder pensar mientras Maya y Aiden preparaban la comida.

- Le debo mucho a Aria - dijo Maya de repente. - Ella me dio una razón para vivir después de quedarme huérfana y de que Jade me abandonara - añadió Maya, y luego comenzó a contarle cómo se conocieron. - Al ser una princesa, fue muy bien recibida en Afetiria. Ella escuchó hablar de mí y de los rumores de que practicaba magia de la mano izquierda, pero eso no le importó y vino a buscarme.

Hace mucho tiempo, la joven Maya se encontraba en un callejón jugando con su ovillo de lana mágica y sosteniendo un pequeño trozo de pan que alguien le había dado por piedad. De repente, vio a alguien acercarse y corrió para esconder el pan, temiendo que quisieran robárselo. Pero al ver a esa persona, se dio cuenta de que llevaba un vestido de alta calidad, algo característico de las familias más importantes de Varah.

- Tú eres Maya, ¿verdad? - dijo la persona que estaba frente a ella. - Yo soy Aria, una princesa - añadió la princesa con calma. - ¿Tienes frío? - preguntó la princesa en tono amable, envolviendo a Maya en un tierno abrazo que hizo que la joven Maya llorara. - Quiero que me sirvas, que me ayudes a vengarme. Te convertirás en mi subordinada y, a cambio, te daré un hogar propio y un propósito para tu existencia - dijo la princesa sin soltar el abrazo.

Aiden ayudaba a Maya a llevar la comida al interior del campamento mientras escuchaba atentamente su historia.

- Si no fuera por Aria, habría muerto de hambre. Es por eso que daría mi vida por ella - dijo Maya. Al escuchar eso, Aiden desvió la mirada y pensó en la mirada afligida que Aria tenía hace poco tiempo.

- Aiden, ¿podrías avisarle a Aria que ya es hora de cenar? - preguntó Maya. Aiden asintió y salió a buscar a Aria, quien estaba apoyada en un árbol con una expresión de tristeza mientras recordaba la tragedia.

Todo estaba en llamas; la destrucción era todo lo que alcanzaba la vista. La familia real de Ciudad Brisa huyó a la parte más alta del castillo para evitar que el furioso ente los encontrara, pero sabían que solo estaban retrasando la tragedia. La gobernadora se quitó el guante izquierdo, revelando un sello mágico de color morado con una pluma brillante del mismo color. La princesa entendió lo que eso significaba e intentó detenerla, pero ya era demasiado tarde. La gobernadora arrancó la pluma del sello, y este creció y apareció en su espalda.

- Esto es lo que nuestra estirpe merece por abusar del control de Madhyé. Hemos cometido un error al manipularlo durante tanto tiempo sin nadie que pudiera aplacar su ira. Hacer un trato con él es lo único que puede detener esta masacre - dijo el padre de Aria, acercándose a su esposa y tomándole la mano mientras asentía.

- Un alma por un favor. Madhyé quiere todas las almas, pero no le entregaremos la tuya - agregó el gobernador. De repente, una enorme criatura emergió del sello. Su cuerpo era completamente negro, como una silueta. Tenía un torso anormalmente delgado, pero sus brazos y piernas eran gruesos. Sus ojos brillaban en un rojo cristalino y eran de color amarillo capaz de resplandecer en la oscuridad. Su cabeza tenía una forma similar a la de un conejo, y en su frente llevaba un enorme cuerno afilado compuesto por gemas preciosas. La gobernadora de Ciudad Brisa apretó la mano de su esposo con fuerza.

- Con nuestras almas es más que suficiente para poner fin a esta guerra - declaró la gobernadora. El padre de Aria miró a su hija a los ojos.

- Debes vivir con orgullo, porque desciendes de la familia que salvó Varah - dijo con orgullo. La madre de Aria miró a su hija con lágrimas brotando.

- Ama mucho, hija. El amor te hará mucho más fuerte - agregó, justo antes de que Madhyé levantara su cuerno y los atravesara, cumpliendo su favor.

Aria se quitó el protector de su mano izquierda para observar el sello en el dorso de su mano, el mismo que su madre le había dado años atrás para salvarla. Pero de repente, la voz de Aiden la sacó de su ensimismamiento.

- Maya quiere que vayas a cenar - dijo Aiden, notando el sello en su mano, pero decidió no preguntar, sabiendo que a Aria no le agradaría. Aria guardó silencio por un momento, pero luego miró a Aiden a los ojos con una mirada dubitativa.

- Aiden, ¿crees que buscar venganza es malo? - Aiden bajó la cabeza y su rostro reflejaba que los recuerdos que le venían a la mente no eran agradables.

- Yo también buscaba venganza. Cuando era niño, mi madre me abandonó y unos investigadores me encontraron. Me dijeron que si les ayudaba, podría salvar el mundo, pero solo me sometieron a tortura. Al parecer, querían frenar el envejecimiento, y parece que lo lograron conmigo. Casi diez años después logramos escapar, y lo único en lo que podía pensar era en vengarme. Éramos cinco niños sufriendo, pero por su culpa solo escapamos cuatro. Con el tiempo, mis amigos me ayudaron a comprender que la venganza no era el camino, me hicieron ver que ella no habría querido eso - le contó Aiden, cada palabra de su relato denotaba dolor y tristeza.

- ¿Y qué crees que ella hubiera querido? - preguntó Aria, llena de curiosidad por su historia.

- Ella era una chica alegre y llena de esperanza. A pesar de ser quien recibía la peor parte de los experimentos, seguía siendo una niña inocente que creía en la justicia. Así que decidí creer también en esa misma justicia - respondió Aiden con una pequeña sonrisa en su rostro.

- Ya veo, encontraste otra razón para luchar - reflexionó Aria para sí misma.

- Aquí también he encontrado mi razón. Puede que nunca la alcance, pero he decidido luchar por ella - continuó Aiden al ver a Aria tan seria. Aria levantó la cabeza para responderle.

- No sé qué haré después de esto. He dedicado toda mi vida a esto, tanto que ni siquiera me he permitido pensar en mi futuro, y lo peor de todo es... - Antes de continuar, se alejó del árbol en el que estaba apoyada y dio un fuerte golpe, haciendo que Iris, que estaba escondida en la copa, cayera.

- ¡Ay! Menos mal que la hierba amortiguó la caída - al levantar la cabeza, Iris vio que tanto Aiden como Aria la miraban seriamente.

- ¿Se puede saber qué haces aquí? - dijo Aria enfadada.

- Es que estaba preocupada por ti, Aria - contestó Iris, algo avergonzada.

- Lo que está pasando no es asunto tuyo - respondió Aria, aún más furiosa.

- No te pongas así, Aria. Somos tus amigos, Darren también habría querido venir - al escuchar eso, Aria se sorprendió por lo que decían, pero también notaba que sus palabras estaban llenas de sentimientos.

- Haz lo que quieras - dijo con seriedad.

Habían pasado varias horas desde la llegada de Iris al campamento. Aiden, Maya e Iris estaban dentro del campamento mientras Aria hacía guardia. De pronto, Iris comenzó a hablar sobre la vez que conoció a Aria.

- Aún recuerdo vívidamente la primera vez que Aria visitó nuestro almacén. Acababa de graduarse de la academia de caballeros.

Hace 3 años, Aria se encontraba en el almacén de Iris mientras Darren la miraba fascinado por su belleza.

- ¿Te puedo ayudar en algo, preciosa? - le preguntó algo nervioso.

- Claro. - contestó Aria con una sonrisa y un tono de voz irónico - Manteniendo una distancia prudente. - Terminó su frase cambiando de nuevo a su expresión seria. De pronto, Iris apareció justo detrás de ella.

- Hola, eres la princesa Aria ¿verdad? Eres muy bonita. - Aria los miró con indiferencia a ambos.

- Estaba buscando la espada más poderosa que tengan. - le dijo Aria a Iris.

- Pues estás de suerte, porque tenemos una gran variedad de armas. - En ese momento, Vind Blomst voló a las manos de Aria y ella la atrapó con gran facilidad. Tanto Iris como Darren estaban atónitos por lo que acababan de presenciar.

- Princesa, lo que tienes en tus manos es uno de los regalos del adalid, Vind Blomst, la espada protectora. - Dijo Iris asombrada. Aria examinó la hermosa espada y la miró con cierta aflicción.

- La espada protectora. Yo no pude proteger a mi gente y la espada me ha elegido a mí. Qué ironía.

Aria seguía haciendo guardia junto al fuego justo en las puertas del campamento cuando de pronto Aiden salió.

- ¿Vienes a reemplazarme? No tengo sueño, así que puedes descansar un poco más. - Le dijo Aria.

Aiden la ignoró y se sentó a su lado. Estuvieron en silencio por un largo rato, y de repente Aria rompió el silencio.

- Aiden, ¿tuviste miedo cuando te enfrentaste al coronel Ezpeleta? Nunca lograste vencerlo en los entrenamientos, y sabías que ese combate sería aún más duro. - Preguntó Aria, su curiosidad parecía impulsada por el temor de cumplir su meta.

- Iba dispuesto a morir, pero mi deseo de vivir me hizo más fuerte. Quería vivir, vivir por mi razón. - Contestó Aiden con seriedad en su voz. Sus palabras hicieron que Aria reflexionara sobre si lo que estaba haciendo realmente era correcto.

- ¿Sabes algo? El Anillo de Fuego es un tesoro de mi familia. Hace mucho tiempo intenté ponérmelo, sé que era una tontería, pero realmente deseaba poder hacerlo. Sin embargo, si no fuera por Maya, habría muerto calcinada. Ese también fue el día en que conocí al coronel Ezpeleta, y desde entonces me propuse una meta: superarlo.

Las jóvenes Maya y Aria estaban en una playa huyendo de un gigantesco golem de agua que las perseguía atraído por Aria, la cual esta hace poco estaba ardiendo, cuando de pronto el golem cayó deshaciéndose por un potente ataque realizado por el coronel.

- Este no es un lugar para unas jovencitas. Venid conmigo. - Dijo el coronel con un tono de voz calmado y agradable.

Las niñas siguieron al coronel en silencio, mientras Aria lo miraba con admiración.

- Lo he decidido, Maya. Me uniré a la guardia real y con su entrenamiento me volveré mucho más fuerte. Ya lo verás. - Dijo Aria llena de determinación.

A las pocas horas, llegaron al encuentro con la princesa Kaira. Maya abrazó a Kaira, aún asustada por lo sucedido, mientras Aria la miraba con seriedad.

- Cuando te dije que podías contar conmigo para lo que sea, no me refería a esto. - Dijo la princesa, pareciendo algo nerviosa por la petición de Aria.

- ¿Puedes admitirme o no? - Dijo Aria, ignorando lo que la princesa Kaira decía.

- Mi madre es la encargada de eso. Puedo admitirte, pero no puedo darte un trato especial. - Contestó Kaira.

- No lo necesito. Quiero volverme mucho más fuerte. - Respondió Aria.

- Piénsalo bien, Aria. Una vez que estés dentro, no podré sacarte. Ellos intentarán romperte y si te rindes, nunca más volverás a ser respetada. - Explicó la princesa Kaira.

- No pienso rendirme. - Contestó la joven Aria, para luego quitarse su tiara y colocarla encima de una mesa. - Ya no puedo llevar esto con orgullo.

A las pocas semanas, la princesa Aria se preparaba para iniciar su entrenamiento militar. Se encontraba frente a las puertas de la academia.

- Mira bien, Maya. Esta es la academia militar, aquí es donde me volveré más fuerte. - Dijo Aria llena de determinación, colocando luego su mano sobre el hombro de Maya. - Los civiles no pueden entrar, así que vete y espérame en casa. - Le dijo con seriedad en su tono de voz.

Tras muchas horas de entrenamiento, Aria regresó con visibles heridas. Tenía un ojo morado y lágrimas en los ojos. Corrió hacia su habitación y se acurrucó en una esquina mientras lloraba y abrazaba sus piernas. Maya fue a ver cómo se encontraba y le llevó una manzana por si tenía hambre, pero al ofrecérsela, Aria solo pudo rechazarla mientras gritaba.

- ¡Déjame en paz, Maya! ¡Quiero estar sola! - Dijo Aria con dolor y dificultad al hablar, casi sin aliento por haber estado llorando durante tanto tiempo.

Tras varios años en la academia, Aria logró ganarse el respeto y ascender gradualmente. Durante uno de sus entrenamientos, entabló una buena amistad con su compañero, quien le habló un poco sobre sus sueños.

- Cuando salga de aquí, quiero convertirme en un paladín - dijo el caballero lleno de determinación.

- ¿Paladín? - preguntó Aria, sorprendida por no haber oído esa palabra hasta entonces.

- Los paladines son aquellos que portan uno de los regalos del adalid y tienen el deber de proteger Varah. Mi sueño es convertirme en uno y derrotar a muchos entes con mi regalo - dijo el caballero con entusiasmo.

- ¿Y cómo consigo un regalo? - preguntó Aria, mostrando interés.

- No los eliges tú, ellos te eligen a ti según tus metas e ideologías. Cada regalo contiene una parte del alma del adalid, excepto la legendaria Excalibur, que tiene un alma propia - explicó el caballero.

- Esas son tonterías. Yo voy a matar a todos los entes, así que necesito el mejor arma - respondió Aria con determinación.

Al día siguiente, todos lograron llegar a Ciudad Brisa, un lugar desolado con casas y tiendas derruidas, donde solo quedaba una enorme torre en el centro.

- Esta es Ciudad Brisa. Desde la guerra, aquí no llegan los rayos del sol. Esa torre allí es la principal, donde nací - les explicó Aria.

- Ya tengo ganas de conocer el lugar donde naciste, Aria - dijo Iris emocionada.

- Pueden entrar, pero yo seré la única que vaya a luchar - dijo Aria mientras Aiden e Iris avanzaban. Sin embargo, Maya se interpuso en el camino de Aria para impedir su avance.

- Espera un segundo, Aria. ¿Qué has querido decir con eso? - le preguntó Maya preocupada. Aria puso su mano sobre el hombro de Maya y la miró a los ojos con su expresión seria característica.

- Maya, te libero de ser mi subordinada. Lamento haberte quitado estos diez años, pero no puedo permitir que te pase nada malo - dijo Aria. Intentó avanzar, pero Maya la detuvo envolviéndola en un fuerte abrazo.

- Aria, mi vida te pertenece. He vivido por ti y quedamos en que juntas venceremos a Madhyé - dijo Maya con voz temblorosa, como si estuviera a punto de llorar. Aria puso su mano sobre la cabeza de Maya para tranquilizarla.

- Gracias por estar siempre a mi lado, Maya, pero entiende que esta es mi misión. La tuya es guiar a Aiden y ayudarle a convertirse en el deiak - contestó Aria con seriedad.

- Somos tus amigos, Aria. Todos queremos ayudarte - dijo Maya dolida.

- Este es mi destino: luchar contra Madhyé y liberar las almas de mi familia y mi gente. Después de eso, moriré. El sueño de todo guerrero es tener una muerte digna - dijo Aria sin mirar a Maya a los ojos. Maya le ofreció su puño para sellar una promesa.

- Por favor, Aria, prométeme que todos regresaremos juntos - dijo Maya casi llorando. Aria apartó el puño de Maya, ya que no estaba dispuesta a cumplir esa promesa.

- Aquí es donde nuestros caminos se separan. Madhyé es considerada una deidad, pero te aseguro que le daré una lección que nunca olvidará - dijo Aria. Maya volvió a abrazarla con fuerza.

- Te lo ruego, haz lo que quieras, pero regresemos todos juntos - le suplicó Maya mientras las lágrimas empezaban a aflorar de sus ojos. Aria no dijo nada, solo pudo mirar a Maya apenada.

Al terminar su conversación, entraron para reunirse con el resto. Aiden estaba serio y alerta, pero Iris parecía algo decepcionada.

- Me imaginaba tu castillo más bonito, Aria - dijo Iris.

- Perdonad, si hubiera sabido que tendría tantas visitas, habría limpiado un poco - contestó Aria. Aiden se interpuso en la conversación.

- ¿Dónde está Madhyé? - preguntó, preparado para el combate. Aria señaló hacia arriba sin mirar a nadie.

- Él se encuentra en la cima de la torre. Debo llegar hasta allí, pero no me lo pondrá nada fácil - contestó Aria, sin darse cuenta de que la mano que no estaba señalando estaba temblando.

- Entonces te ayudaremos a llegar hasta él - dijo Aiden con seriedad. Aria se sorprendió por las palabras de Aiden.

- Al menos permítenos llevarte hasta la cima - prosiguió Maya.

Cuando se dispusieron a comenzar el ascenso, Iris se acercó a Aria para darle algo.

- Oye, Aria, creo que deberías tener esto - dijo, poniendo en la mano de Aria un broche de color morado claro que en el centro tenía un símbolo plateado que en Varah simbolizaba la amistad. - Darren lo hizo para ti, pero no llegó a regalártelo a tiempo - dijo Iris, para luego avanzar junto a los demás. Aria lo guardó en su bolsillo con una pequeña sonrisa.

- Chicos, sois muy raros - comentó Aria.

Avanzaban por los pisos a gran velocidad, con el objetivo de llegar lo antes posible y sin causar daños a la estructura.

- Escuchadme bien - dijo Aria con urgencia -, la habilidad de Madhyé es romper dimensiones. Puede viajar entre dos dimensiones, pero para saltar a una tercera, debe romper la conexión con una de las dimensiones. Si quedo atrapada en una de ellas, no podré regresar.

Antes de que Aria pudiera terminar de explicar, un portal apareció frente a ellos y la mano de Madhyé comenzó a emerger.

- ¡Separaos! - advirtió Aria al ver la mano de Madhyé. En un instante, todos saltaron, logrando esquivarla a tiempo.

Una vez dispersos, otro portal se abrió con la otra mano de Madhyé, intentando atrapar a Aria. Sin embargo, Iris logró empujarla a tiempo para evitar que fuera capturada. Aria continuó corriendo, pero una de las manos de Madhyé volvió a intentar atraparla. En ese momento, Maya creó un escudo mágico a tiempo, pero la mano de Madhyé era demasiado fuerte y logró romper el escudo. Aria apenas tuvo tiempo para escapar. Madhyé la perseguía sin descanso, casi logrando atraparla, pero en ese momento Aiden logró empujar a Aria junto a él hacia un piso inferior. Madhyé se retiró, dejándolos por el momento.

Aiden se puso de pie, sintiéndose adolorido por la caída. Se acercó a Aria y le ofreció su mano para ayudarla a levantarse, pero se dio cuenta de que ella estaba empezando a llorar.

- No puedo hacerlo, tengo mucho miedo. Lo más honorable para mí en este momento sería morir por tu espada. Tienes que matarme. Madhyé no descansará hasta tener mi alma - sollozó Aria, incapaz de contener su miedo. En ese momento, Aiden la golpeó en la cara con fuerza, mostrando rabia y decepción en su expresión.

- Nunca te reconoceré como una guerrera o una princesa. Esos son títulos demasiado grandes para una cobarde como tú. Voy a llevarte a la cima y juntos lucharemos contra él - le gritó Aiden, con voz enfadada y decepcionada, pero también llena de valor. Aria continuó llorando por un momento.

- Maya tenía razón. Mi familia no podía controlar a los entes. Mi familia tenía una energía que debía despertar en mí, pero nunca lo logré. Mi gente abusó de Madhyé, y eso nos puso por encima de las estirpes más poderosas. Madhyé es una deidad, y sin él, la guerra no habría terminado. Es justo que después de tantos siglos busque vengarse - explicó Aria con voz temblorosa, a punto de romper a llorar nuevamente. - Y estúpidamente yo... ¡yo he buscado acabar con él! - Aria rompió a llorar y abrazó con fuerza a Aiden, quien estaba atónito al ver a la implacable guerrera llorando de esa manera.

- Chicos, ¿estáis bien? - preguntó Maya al acercarse junto a Iris.

- Aiden, por favor, no dejes que Maya me vea llorar - le pidió Aria, aún llorando. Aiden asintió y la abrazó, ocultando su rostro en su pecho, permitiéndole llorar todo el tiempo que necesitara.

Las chicas se acercaron a ellos, pero al ver a Aria abrazada con tanta fuerza a Aiden, Maya se detuvo y sintió una extraña sensación. Iris, al percatarse de esto, se acercó aún más sin preocuparse.

- ¿No te ha pasado nada, verdad Aria? - preguntó Iris con una sonrisa y comenzó a hacerle cosquillas para sacarla de su tristeza. - Madhyé no es rival para ti, ¿verdad? Dime, ¿quién es la más fuerte? - dijo Iris mientras seguía sonriendo y haciéndole cosquillas a Aria, quien empezó a reír y cambió por completo su expresión.

Mientras tanto, Maya observaba la escena a distancia, sintiéndose extraña y perdida en sus pensamientos.

«Si yo te hubiera dicho que también te amaba, me pregunto si...» De repente, al abrir los ojos, Maya vio cómo Aiden le tendía su mano.

- Aria te necesita a su lado - le dijo Aiden con calma. Maya extendió su mano para tomar la suya, notando que temblaba.

«Mi corazón no deja de latir con fuerza.»

En su palacio en Ciudad Cielo, la princesa Kaira estaba descansando y dejándose llevar por el sueño cuando de repente una imagen se formó en su mente: Aiden rodeado de llamas, llevando una gabardina y cuatro anillos en su mano izquierda. Pero lo más impactante eran sus ojos, que parecían estar envueltos en llamas. Solo pudo escuchar una frase proveniente de él.

- Estás equivocada, nunca fui un héroe, pero acabaré con ellos de cualquier manera.

De repente, la princesa se despertó, captando de manera vaga el significado de ese sueño.

- Ya veo, superarás todas las pruebas... - se dijo a sí misma, levantándose de la cama para prepararse.

Tras varias horas de ascenso, el grupo avanzaba por la torre sin encontrar muchas dificultades, lo cual les resultaba extraño. Aria pensó para sí misma: «Esto no es típico de Madhyé, permitirnos avanzar sin problemas.» De repente, todos se detuvieron en estado de terror al ver los brillantes ojos de Madhyé en el aire. Fue entonces cuando presenciaron algo que los dejó temblando de miedo.

- ¡Maldito, ¿cómo te atreves?! - exclamó Aria al ver a sus padres frente a ella, pronunciando atrocidades.

- Eres una vergüenza. No puedes imaginar el rencor que sentimos hacia ti. Si realmente quieres hacer algo bien, deberías unirte a tus padres - le gritaron ambos, sumergiéndola en la desesperación. Mientras tanto, Maya veía a Jade, pero esta carecía de ojos.

- Vamos, mi niña, saltemos juntas al vacío - le decía Jade, ofreciéndole sus ensangrentados brazos. Por su parte, Iris podía ver a Darren, pero decidía ignorar sus palabras.

- ¡No puedes engañarme, Madhyé! Mi hermano murió por un bien mayor - Iris se giró hacia el resto del grupo - ¡No les hagáis caso, son solo ilusiones! - exclamó, pero Aiden parecía no prestarle atención. Su respiración se volvía cada vez más agitada al enfrentar lo que estaba viendo. Su amiga, incapaz de escapar, estaba frente a él, herida y exhausta, sus palabras eran incomprensibles.

Poco a poco, la respiración de Aiden se volvió más agitada, acompañada de un creciente dolor de cabeza. De repente, soltó un grito poderoso que liberó una gran cantidad de energía de color rojo. Sus ojos cambiaron a un verde esmeralda, el cristalino se tornó negro y Dyrnwyn brilló con un destello rojo. Líneas negras surgieron desde sus manos, rodearon sus ojos y se extendieron hasta sus cejas. Con la fuerza de la energía liberada en su grito, logró deshacer todas las ilusiones, pero Aiden seguía emitiendo energía y la estructura de la torre comenzó a tambalearse.

Las chicas se vieron obligadas a alejarse de él debido a la intensidad de la energía que estaba generando.

- ¡Aiden, debes calmarte, ya ha terminado! - gritaba Maya, pero su voz se perdía en medio de la poderosa liberación de energía.

«Otra vez esta extraña energía...» pensó Aria al percibir la energía que emanaba de Aiden. Maya corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, tratando de calmarlo.

- Por favor, Aiden, tranquilízate. Puedes estar en paz. Estaré contigo cuando me necesites - le susurró Maya en tono sereno al oído, logrando calmarlo y detener la emanación de energía. Los cambios en su cuerpo también desaparecieron.

Después de lo ocurrido, todos se reunieron en un estado de mayor calma y se tomaron un breve momento para descansar.

- Gracias por eliminar esas ilusiones, es uno de los sucios trucos de Madhyé - comentó Aria, pero antes de que pudiera continuar hablando, la mano de Madhyé emergió rápidamente de un portal, atrapándola y llevándola consigo.

Al abrir los ojos y darse cuenta de su ubicación, Aria observó a Madhyé desde una roca que lo colocaba por encima de ella. Aria, temblorosa, desenvainó a Vind Blomst, sus manos temblaban más de lo que ella imaginaba, pero decidió enfrentar su miedo recordando las palabras de Aiden y las del Coronel cuando se graduó de la academia.

- Aria, a pesar de lo que te he enseñado, no estoy orgulloso de mí mismo, porque sé que lo usarás para vengarte. Pero un miembro de la fuerza real no emplea su poder para la venganza - recordó el Coronel.

Aria se levantó y adoptó una postura defensiva con Vind Blomst.

- Madhyé, te propongo algo - el colosal ser quedó sorprendido, no esperaba esa reacción - Luchemos. Si yo gano, liberarás sus almas; y si pierdo, te entregaré mi alma. Pero si no aceptas, me suicidaré aquí mismo y no podrás obtener mi alma. ¿Tenemos un trato? - dijo Aria, llena de convicción. Madhyé extendió su puño para sellar el acuerdo, Aria chocó su puño contra el del ente y el duelo comenzó.

Mientras tanto, Maya golpeaba una columna frustrada mientras el resto del grupo permanecía atónito por la trampa repentina de Madhyé.

- ¿Cómo se atrevió a llevarse a Aria de esa manera? - exclamó Maya, Iris se acercó a ella asustada.

- Maya, debemos encontrar una forma de llegar rápidamente - dijo Iris, pero Maya ni siquiera la miró.

- He pensado en abrirnos camino a través de los techos, pero Aiden dañó mucho la estructura - explicó Maya. De repente, Aiden se acercó a ellas y les ofreció sus manos para llevarlas hasta la cima.

- Entonces cruzaremos por todos los pisos - ambas quedaron atónitas al mirarlo. Su cuerpo había vuelto a cambiar, esta vez sus ojos tenían un tono azul océano y aparecieron marcas similares a las anteriores, pero esta vez eran de color rojo y no liberaba energía como lo hizo anteriormente.

Por su parte, Aria logró esquivar un poderoso golpe de Madhyé y cayó lejos de su posición. «Maya tiene razón, cuando se trata de entes no soy la misma, pero ahora no peleo por venganza», pensó Aria. Madhyé agarró rocas y las lanzó hacia Aria, quien saltó sobre ellas intentando llegar hasta él para atacar con cortes rápidos, pero Madhyé la golpeó con fuerza y la hizo volar.

Aria se recuperó e intentó lo mismo desde una posición elevada, activando su escudo de viento al mismo tiempo. Sin embargo, Madhyé la lanzó nuevamente y esta vez chocó contra la estructura de un edificio derruido. Poco a poco, Aria intentó levantarse. «Jamás permitiría que alguien más se enfrente a él. Aunque Aiden estuviera aquí, no le dejaría luchar. Si voy a morir, al menos quiero golpearlo una vez», pensó Aria, logrando ponerse de pie. Pero cuando estaba a punto de recibir un ataque de Madhyé, un escudo mágico la protegió a tiempo. Aria se sorprendió al encontrar un pergamino con varios sellos en su bolsillo, que Maya había puesto allí para ayudarla. «Lograste entender cómo me sentía y me diste esto. Muchas gracias, Maya. Siempre pensé que yo te cuidaba a ti, pero eras tú quien me cuidaba a mí», reflexionó Aria.

Luego, Aria activó el sello de impulso de atributo y se lanzó hacia Madhyé con su escudo de viento. Pero cuando intentó atraparla en el aire, Aria se las arregló para esquivarlo y golpearlo con todas sus fuerzas por la espalda. Sin embargo, Madhyé apenas se inmutó. Cuando Aria cayó al suelo, activó un sello que había colocado en su espalda, lo cual apenas hizo que Madhyé se moviera. «Uno de los ataques más poderosos de Maya y apenas ha reaccionado», pensó Aria. Madhyé se envolvió en su energía morada mientras rugía de furia. «Esa es la misma energía que Jade estaba usando», observó Aria.

En ese momento, Aria se vio rodeada por los portales de Madhyé, de los cuales emergieron manos y pies que la golpearon ferozmente desde todas las direcciones. Con el último de los sellos, logró rebotar y alejarse de él, pero quedó malherida. Al mirar a su alrededor, vio que el broche que le había dado Iris estaba cerca. Aria lo miró con una sonrisa e intentó agarrarlo. Sin embargo, Madhyé apareció y aplastó sus piernas con fuerza, luego la aplastó la mitad superior de su cuerpo con su otro brazo. Aria estaba malherida y le resultaba muy difícil moverse, así que buscó en su mente recuerdos que la reconfortaran, recordando una conversación que había tenido con su madre hace muchos años.

- Aunque no puedas despertar esa energía, te seguimos amando, mi pequeña - le dijo su madre mientras la abrazaba cerca del jardín del castillo. - ¿Sabes por qué las princesas son tan importantes? - La joven Aria la miró con alegría.

- No lo sé, mami. ¿Es porque somos muy abrazables? - Su madre soltó una pequeña risa.

- Por eso también, pero la importancia radica en que, llegado el momento, le daréis vuestra bendición al deiak, lo que hará que libere más energía y mejore en sus capacidades. Sois la llave para que pueda alcanzar su forma más poderosa. -

Madhyé la agarró del pelo y la levantó, comenzando a golpearla con fuerza contra el suelo una y otra vez. Aria recordaba los momentos felices que había vivido junto a sus amigos durante tantos años mientras recibía los golpes. A pesar de ello, en medio de los ataques, recordó cuando le pidió al Coronel Ezpeleta que la entrenara.

-Se lo ruego, Coronel. Sin su entrenamiento, nunca podré alcanzar mi meta -le suplicaba Aria al Coronel.

-Aria, al buscar venganza estás deshonrando el sacrificio que tu gente hizo para salvarte a ti y a todo Varah -explicó el Coronel, intentando que abandonara su obsesión vengativa.

-Eso ya no me importa. No tengo ninguna otra razón para vivir. No me importa nada ni nadie. Solo pienso en vengarme.

Madhyé la lanzó con fuerza de un puñetazo, haciendo que chocara contra un muro y cayera al suelo. Aria intentó moverse, pero le resultaba imposible, así que buscó nuevamente alivio en sus recuerdos.

«Maya, siempre estuviste ahí para mí, más que como una subordinada, como una amiga, mi mejor amiga. Hemos llorado y crecido juntas. Aiden, todas esas veces que te rechacé fue porque quería culparte por no haber llegado antes, pero míranos ahora, te considero mi mejor amigo». Las lágrimas brotaban de los ojos de Aria, pero aún mantenía una gran sonrisa en su rostro. Madhyé la miraba extrañado por su expresión. «Tal vez ahora tenga otra razón para vivir... Mis amigos, los amo chicos».

De repente, Madhyé se sorprendió al ver cómo un enorme tornado combinado con una energía de color rosa brotaba de Aria.

-Continuemos, Madhyé -dijo Aria, esta vez más decidida que nunca. Ahora sus ojos habían cambiado, pasando de su habitual color azul a un tono rosado brillante.

Madhyé se enfadó y se rodeó de la energía morada para intentar golpearla con todas sus fuerzas, pero ella se escurrió y, mientras pasaba cerca de él, le hizo un corte en el pecho. Madhyé se sorprendió por la repentina fuerza que estaba liberando. Aria se lanzó desde su espalda para golpearlo de nuevo y dejarlo inmovilizado el tiempo suficiente.

-Madhyé, es hora de que liberes el alma de mi gente. Yo, la princesa Aria Lufu, te lo pido -Aria alzó su espada, creando un enorme tornado combinado con la energía que generaba, y se lo lanzó a Madhyé. Ese golpe sería suficiente para acabar con él, pero Madhyé creó un portal frente a él, haciendo que el ataque cayera sobre Aria.

El grupo había llegado finalmente a la cima de la torre, y Aiden aún mostraba los cambios físicos que le permitían moverse más rápido. Frente a ellos se encontraba un portal del cual desconocían su destino.

-Ese temblor fue demasiado fuerte -dijo Iris, visiblemente asustada.

-Sin duda, Aria está al otro lado. Puedo sentirlo -comentó Maya, mientras colocaba un sello en el portal-. Podré mantenerlo abierto, pero no sé cuánto tiempo aguantará -añadió, mostrando cierto nerviosismo.

-Todo depende de ti, por favor, Aiden. Trae de vuelta a Aria con nosotros -le suplicó Iris, con gran temor en su voz.

Aria se encontraba casi sin fuerzas para luchar, herida y exhausta. Aunque apenas podía mantenerse en pie, pronunció unas palabras sorprendentes:

-Qué truco más bajo... Pero un trato es un trato -dijo Aria, sin comprender cómo lograba mantenerse en pie. Madhyé preparaba un ataque con su energía morada para acabar con el combate, pero justo antes de que pudiera golpear a Aria, Aiden apareció, envuelto en su energía dorada y con su transformación completada. Dyrnwyn había vuelto a su forma de espada medieval, y Aiden lucía como cuando luchó contra el coronel Ezpeleta, pero ahora con las marcas rojas adhiriéndose a esa forma.

-Aria, despierta -dijo Aiden con calma. Aria abrió los ojos levemente, consternada por la nueva apariencia de Aiden.

-Aiden... ¿Realmente eres tú? -dijo ella, casi sin aliento debido al cansancio.

-He venido a sacarte de aquí -le dijo Aiden, manteniendo la calma.

-Eso es imposible. Ya hice un trato con Madhyé. Me estoy jugando mi alma... -explicó Aria, intentando disuadirlo. Aiden miró a Madhyé con determinación.

-Permíteme formar parte del trato. Agrego mi alma -dijo Aiden. Madhyé lo miró con gran satisfacción, pero fue Aria quien habló a continuación.

-¡Pero qué clase de disparate estás diciendo! -Aria no entendía por qué Aiden se arriesgaría tanto por ella.

-Le prometí a la princesa Kaira, a Maya y a los demás que te traería de vuelta con vida -dijo Aiden, mirándola a los ojos con determinación.

-Gracias, pero estoy bien. Tu energía... He podido sentirla, y me hace sentir que soy capaz de cualquier cosa -Aria se dejó caer al suelo, algo preocupada.

-¿Estás segura de esto? -preguntó Aiden.

-Descuida, no moriré. Ahora tengo otra razón por la que luchar -dijo Aria, preparándose para un último ataque-. Acabemos con esto, Madhyé. -El sello en su mano comenzó a brillar intensamente-. ¡Pido a todos los miembros de los contratistas que me presten su energía! ¡Se lo pide su princesa! -De repente, de Madhyé empezaron a brotar luces, dejándolo atónito ante lo que estaba presenciando.

Aria creó de nuevo un poderoso tornado, combinándolo con la energía que emanaba de ella. Las luces se unieron al tornado, aumentando su tamaño y poder. Aiden observaba impresionado la fuerza que generaba Aria. Ella lanzó el ataque hacia Madhyé, quien resultó incapaz de detener semejante embate.

«Al fin lo he logrado... por fin podrán renacer...» Cientos de luces rodeaban a Aria, pero dos de ellas se quedaron a su lado mientras ella caía desfallecida al suelo debido a la intensidad del ataque. Aria comprendió de inmediato a quiénes pertenecían esas almas y las abrazó con fuerza mientras lloraba, viendo cómo se desvanecían para reencarnar. Exhausta, Aria cayó al suelo con una sonrisa.