Había transcurrido casi un mes desde la batalla contra Sitri en la Ciudad Cielo. Aiden y Maya habían vuelto a vivir juntos y finalmente habían comenzado una relación amorosa. Maya, en secreto, guardó la gabardina y el amuleto de regreso, escondiéndolos debajo de su cama.
«Este es, sin duda, mi trabajo más importante como maga, tal vez al nivel de una bruja. Espero que te guste, mi amor, pero aún no es el momento adecuado.» Guardó cuidadosamente la caja y se tumbó junto a Aiden, quien dormía en la cama. Él abrió lentamente los ojos y sonrió al ver a Maya a su lado.
- Lo siento, amor. ¿Te desperté? - preguntó Maya con una sonrisa al ver cómo los ojos de Aiden se abrían. De repente, escucharon que llamaban a la puerta y Maya corrió a abrir, sorprendiéndose al ver a Aria con su uniforme militar. Además, sus manos tenían un tono más normal en comparación.
- ¡Sorpresa, he vuelto! - dijo Aria con una sonrisa de felicidad. Maya invitó a Aria a pasar, llamó a Aiden para que también se enterara de la noticia e invitó a Aria a tomar un té.
- En cuanto la reina se enteró de que el ente fue asesinado, me hicieron llamar para una misión especial - explicó Aria.
- ¿Podríamos acompañarte? - preguntó Maya emocionada.
- Solo debo ir a un lugar en particular e investigar, eso es todo. La reina está buscando algo o a alguien, pero me hizo prometer que no preguntaría más de lo necesario - respondió Aria.
- Entonces me alegra que hayas vuelto a la fuerza real - dijo Maya.
- Gracias, Maya - Aria miró por la ventana, observando la posición del sol -. Debo irme ya, Aiden cuida mucho de Maya. - Aiden sonrió y asintió feliz.
Por otro lado, muy lejos, dos criaturas se encontraban en la azotea de un edificio, evitando ser vistas por las personas.
- Las criaturas de este mundo son muy débiles, pero se puede sentir la presencia de dos seres que destacan, especialmente una de ellos - dijo la criatura más delgada.
- Con tu habilidad para separar los núcleos atómicos y mi capacidad para generar desintegración beta, podríamos acabar con este mundo en cuestión de minutos - respondió la criatura más corpulenta.
Una tarde, Raiden había citado a sus amigas Lucía y Adela en un parque. Esta vez, Raiden se aseguró de explicar toda la situación de Calibur a Adela para evitar malentendidos. Raiden fue el último en llegar y Adela fue la primera en hablar, curiosa.
- Oye, Raiden, ¿por qué nos has citado a las dos aquí? - preguntó Adela.
- Quería que saliéramos juntos - respondió Raiden rápidamente. Ambas se miraron extrañadas, pero aceptaron encantadas. Raiden las llevó a un parque de atracciones y, después de una tarde llena de diversión, las invitó a un helado. Los tres se sentaron juntos en un banco y comenzaron a hablar sobre algo importante.
- Una cosa, Raiden, ¿crees que fue una buena idea no buscar a Aiden hoy? - preguntó Lucía algo preocupada.
- Tranquila, estoy seguro de que Aiden estará bien. Después de todo, hablamos del señor "quiero estar solo" - respondió Raiden con un leve tono de burla. - Desde que logramos escapar, siempre ha querido ocultar lo que siente, pero creo que darle un tiempo solo es lo mejor.
- Por cierto, Raiden, ¿por qué se te ocurrió que vinieramos aquí? - preguntó Adela curiosa.
- Bueno, Calibur quería venir con ustedes - respondió Raiden rápidamente y calmado.
- ¿Cómo has dicho? - ambas se exaltaron al mismo tiempo.
- ¿Entonces no eras tú quien quería venir? - preguntó Adela algo molesta.
- Calibur era tan insistente que no pude negarme - respondió Raiden confuso por su enfado.
- Espera un momento, si una está saliendo con Calibur, ¿quién está saliendo contigo? - preguntó Lucía.
- De hecho, yo no quería venir. Solo vine porque Calibur es un poco tímido - respondió Raiden con indiferencia. Casi al instante, las chicas golpearon a Raiden. Mientras caía al suelo, solo pudo pensar en una cosa.
«Rápido, Raiden, piensa. ¿Qué has hecho mal?» En ese momento, vino a su cabeza el momento en que hizo el pacto con Calibur. "Debe haber sido eso". Raiden cayó al suelo con su ego dañado. En ese momento, Calibur se asomó fuera de su vaina.
- ¿Entonces ya son mías las dos? - preguntó la espada.
- No te atrevas a decir una palabra más... - respondió Raiden enfadado.
Muy lejos, en el universo de estos eventos, Maya y Aiden estaban dando una clase de magia básica.
- Verás, Aiden, cuando un mago utiliza sellos, estos deben ser creados con energía vital purificada. Este proceso de purificación se realiza mediante la respiración. Cuanto más puro sea tu corazón, más poderosa será tu magia. Por supuesto, también existen magos que utilizan varitas especiales para sus hechizos. Estos magos tienen un abanico más limitado de hechizos, pero suelen ser más potentes al concentrar su energía en un solo punto - Aiden escuchaba atentamente las palabras que Maya decía solemnemente. - Yo nunca he usado varitas, ya que Jade me enseñó desde el principio sobre los sellos. Aunque sean menos potentes, tienen una mayor variedad y pueden ser más útiles - En ese momento, Maya recordó una ceremonia de la que Jade le había hablado hace tiempo.
- Te prometo que siempre estaremos juntas, mi pequeña - dijo Jade mientras acariciaba la cabeza de la joven Maya, quien la miraba llena de admiración. - ¿Sabías que existe una ceremonia que une el alma de las personas? - preguntó Jade. La joven Maya negó con la cabeza y la miró con curiosidad. - Me refiero a que, sin importar cuántas veces renazcan, el destino siempre los reunirá, dándoles la oportunidad de estar juntos por toda la eternidad - explicó Jade, dejando a Maya asombrada. - Existe una ceremonia muy hermosa llamada "Unión de Manos", que entrelaza el alma y la vida de dos seres amados.
Maya miró ilusionada a Aiden mientras este intentaba concentrar su respiración y generar energía mágica.
- Amor, ¿quieres tomar un descanso? - propuso Maya. Aiden aceptó y se recostó en el regazo de Maya.
- Jamás pensé que tendría al "deiak" durmiendo en mi regazo - dijo Maya con tono burlón. - Cariño, ¿te gustaría que nos unamos espiritualmente? - preguntó Maya, llena de ilusión. Aiden la miró desconcertado.
- Nuestras almas quedarían unidas por toda la eternidad. No necesitaríamos testigos, solo tú, yo y las sacerdotisas. Se llama "Unión de Manos", una ceremonia mágica donde nos juramos amor y lealtad. Si nuestro amor perdura durante un año, renovaríamos nuestros votos y seríamos reconocidos públicamente como marido y mujer - explicó Maya emocionada. Aiden aceptó sin dudarlo un instante.
La noche había caído sobre la ciudad. Los dos entes habían acabado con la vida de alguien, y ahora el ente más delgado se estaba alimentando del cuerpo de su víctima, mientras el ente más fornido esperaba sentado sobre la suya.
- Oye, Vepar, ¿no te parece extraño que las criaturas de este mundo no se desvanezcan al morir? - de repente, rompiendo el silencio, se escuchó el sonido de un atasco, pero Vepar lo ignoraba y continuaba devorando a su víctima de forma repugnante. - Esta ciudad es muy ruidosa, me pregunto si aquí también hay princesas que gobiernen - prosiguió el ente, pero Vepar seguía comiendo. - Por cierto, ¿crees que podrías masticar sin parecer un cerdo? - preguntó el ente, lo que hizo que Vepar se girara y lo mirara enfadado.
- Furfur, si no te callas, te mataré ahora mismo - dijo Vepar mientras sangre salía de su boca.
- ¡Cálmate, Vepar, no quería enfadarte! - suplicó Furfur nervioso. Vepar se volvió y continuó devorando el cadáver. - Supongo que lo primero sería eliminar a esas dos personas, sobre todo a la que tiene el aura de la... - Furfur fue interrumpido por Vepar, quien estaba enfadado.
- ¡Te dije que te callaras! - exclamó Vepar.
«»
Aria, por su parte, salía de una ciudad tras terminar su misión para sus superiores.
«Esto es extraño, hasta ahora solo me había dirigido a lugares con criminales, pero ninguno era peligroso», pensó Aria mientras guardaba su libreta en el bolsillo. «El hecho de que la reina no me haya pedido ningún informe facilitará el papeleo», se dijo a sí misma. Aria levantó la mirada para contemplar la noche y sonrió. «Hacía mucho tiempo que no veía una luna azul».
Por su parte, Aiden y Maya habían preparado todo para el ritual. Había una alfombra extendida sobre la hierba, sobre la cual se encontraba una mesa con todos los elementos necesarios: una daga, dos copas de plata y dos joyas rojas unidas en una misma cadena que podía separarse. Maya terminaba los preparativos mientras Aiden la miraba desconcertado.
- Oye, Aiden, ¿sabes por qué elegí este lugar para la ceremonia? - Preguntó Maya una vez que terminó los preparativos. Aiden pensó un poco y entonces se dio cuenta.
- Aquí es donde me invocaste - Respondió con una sonrisa en su rostro.
- Sabía que lo recordarías. Aquí nos vimos por primera vez - Respondió Maya emocionada. Cuando la luna se alzó por completo sobre ellos, se acercaron y comenzaron el ritual. Maya hizo la primera pregunta.
- Dime, ¿por qué estás aquí? - Preguntó sonriendo mientras tomaba la daga de la mesa.
- Porque quiero unir mi alma a la tuya - Respondió Aiden rápidamente.
- Esta daga simboliza el compromiso y el riesgo al que nos someteremos, ya que nos estamos entregando mutuamente nuestros corazones - Maya movió la daga con suavidad y la colocó sobre el pecho de Aiden. -Aiden, ¿prometes estar a mi lado y amarme sin importar los obstáculos que la vida nos ponga? - Preguntó Maya con tono solemne. Aiden aceptó y Maya le entregó la daga. Aiden la agarró por el filo y la colocó con suavidad sobre el pecho de Maya para hacerle el mínimo daño posible.
- Maya Astross, ¿prometes estar a mi lado y amarme sin importar los obstáculos que la vida nos ponga? - Preguntó Aiden con tono calmado.
- Lo prometo, prometo amarte y respetarte hoy y siempre - Respondió Maya con los ojos vidriosos. Luego, ambos se dieron las manos y, utilizando la cadena, Maya hizo un nudo impidiendo que se separen. - Este nudo simboliza que nuestras almas están unidas por toda la eternidad - Tras esto, se giraron hacia la mesa y tomaron las copas. - Las copas simbolizan que juntos somos un nuevo ser y el inicio de una nueva vida juntos - Brindaron y bebieron de las copas. Luego, se tomaron de las manos y se miraron a los ojos. - Ahora, para sellar nuestra unión, debes besarme - Ambos se unieron en un profundo y cálido beso, tras el cual se miraron a los ojos y sonrieron felices al completar el ritual.
Raiden había reunido nuevamente a Lucía y Adela para que Calibur aclarara lo sucedido el día anterior.
- Por todas esas razones, les pido que perdonen a mi torpe aprendiz. No tiene modales adecuados para tratar a hermosas señoritas como ustedes - dijo Calibur para finalizar su disculpa.
- Bueno, si ha reconocido su error, supongo que deberíamos perdonarlo - dijo Adela cruzada de brazos, pero más calmada.
- Estoy de acuerdo contigo - dijo Lucía asintiendo.
- No ha salido tan mal - dijo Raiden aliviado.
- Esa no es la forma en la que un paladín debería comportarse - tras decir esto, Calibur volvió a guardarse en su vaina, desconcertando a Raiden.
Pasado un minuto, una esfera brillante de color azul descendió frente a ellos, tomándolos por sorpresa. Parecía que quería avisarles de algo debido a sus movimientos extraños. De repente, la voz de Calibur llamó la atención del grupo.
- Lo siento mucho, compañeros. Espero que algún día puedan perdonarme - dijo Calibur, sin darles tiempo para analizar su frase. En ese momento, una enorme explosión destruyó por completo la ciudad. Calibur levantó un escudo de energía que protegió al grupo. Una vez que el humo de la explosión se disipó, pudieron ver a unas criaturas claramente no humanas. Una de ellas tenía cabeza y patas de cabra, pero el resto de su cuerpo era el de un humano muy musculoso. La otra tenía una cola y cabeza similares a un pez, un tronco humano delgado y unos largos brazos sin piel cubriéndolos, con afiladas garras en sus dedos. Además, ambos tenían ojos de un amarillo apagado con pupilas felinas.
- Una de esas personas está muy cerca. Esa alma ha sido de ayuda - dijo la más fornida.
- Veamos si es el portador de esa aura - dijo la más delgada, acercándose al grupo.
El escudo se desvaneció y el grupo quedó anonadado al ver cómo toda la ciudad había sido reducida a cenizas en menos de un segundo.
- ¿Qué significa esto? - dijo Adela, casi inmóvil por lo que estaba presenciando.
- Calibur, ¿qué está pasando? - preguntó Raiden a su espada, que comenzaba a asomarse desde la vaina.
- Dos poderosos entes han llegado y se dirigen hacia aquí - explicó Calibur, disimulando su nerviosismo con un tono calmado. El grupo se levantó y al mirar a su alrededor lograron vislumbrar a los entes.
- Furfur, ese parece ser el paladín - dijo la más delgada.
- Debemos tener mucho cuidado, estos dos poseen dos de las habilidades que representan una de las cuatro fuerzas de la naturaleza - explicó Calibur con un tono de voz tembloroso. - El más fornido es Furfur, su habilidad es la fuerza nuclear débil. Es capaz de generar explosiones beta, la fuerza necesaria para que una estrella brille o un volcán haga erupción. - Todos se asombraron y miraron al otro con miedo de lo que podría hacer. - El otro es Vepar, tiene la fuerza nuclear fuerte. Puede separar núcleos atómicos, es decir, puede hacerte desaparecer con tan solo un movimiento. Él es el más poderoso de los dos.
- Vepar, deja que yo me encargue del paladín - dijo Furfur, y Vepar asintió.
- Yo iré a buscar al usuario de esa aura - respondió Vepar y se marchó del lugar. Raiden desenvainó a Calibur y se preparó para perseguirlo.
- Deja que se vayan. En este momento será mejor si se dividen, ya que será imposible luchar contra los dos al mismo tiempo - dijo Calibur nervioso.
- Estaríamos arriesgando que destruyan otra ciudad - respondió Raiden enfadado.
- Es lo mejor, entiende que no tenemos otra opción. Si lo derrotamos rápidamente, podremos ir por el otro - respondió Calibur muy nervioso.
- Al hacer eso, estamos poniendo vidas en riesgo - respondió Adela.
- Deben entender que no somos capaces de luchar contra los dos. Confíen en lo que les digo - respondió Calibur.
Rápidamente, Furfur se plantó frente a Raiden y alzó un dedo, mientras guardaba su brazo izquierdo tras su espalda. Hizo que su dedo descendiera como si fuera una espada, con clara intención asesina. Raiden logró bloquear su ataque con Calibur, pero el esfuerzo que estaba ejerciendo era demasiado y no podría aguantar mucho más.
- Los regalos del adalid no son más que herramientas para compensar que las personas no nacen con habilidades - dijo Furfur enfadado.
Raiden soltó a Calibur, dejándolo caer al suelo, y procedió a darle una potente patada en la mandíbula, haciéndolo retroceder levemente. Adela agarró a Calibur y lo lanzó hacia Raiden, quien lo atrapó y se enfrascó en un potente intercambio de golpes. Furfur bloqueaba todos los ataques de Raiden con tan solo un dedo, lo que empezaba a poner nervioso a Raiden.
- No sé cómo alguien tan débil pudo vencer a Orobas - dijo Furfur, indicando que estaba empezando a aburrirse. Lanzó un ataque de energía, que Raiden bloqueó con su espada, pero fue empujado una gran distancia. Raiden logró resistir, pero se había agotado y necesitaba recuperar el aliento.
- Te recuerdo que debes guardar energías para el otro ente - dijo Calibur, preocupado por el estado de su compañero.
Furfur se plantó frente a ellos y alzó de nuevo su dedo con intención asesina. En ese momento, Raiden y Calibur notaron que detrás de él había varias esferas brillantes, similares a las que habían visto antes de que los entes aparecieran. El ente golpeó repetidas veces a Raiden con una fuerza abrumadora, utilizando únicamente su dedo. Después de unos segundos, colocó su mano debajo de la cabeza de Raiden y, con un simple movimiento de dedos, lo hizo volar.
Mientras los dos peleaban, Vepar avanzaba para alcanzar a la otra persona que consideraba peligrosa. Era una figura encapuchada, pero se podía distinguir pelo gris asomando desde el interior de la capucha. Vepar quedó anonadado al encontrarse frente a esa persona. La figura se giró, revelando unos ojos de color granate y una total falta de intenciones de hablar.
- Es imposible que realmente seas quien estoy buscando - dijo Vepar, mostrando cierto temor. - No pareces pertenecer a este mundo, ¿verdad? - agregó, creando un silencio impasible. Vepar alzó sus garras, enfadado. - Mataré a todo ser vivo en este mundo, comenzando por ti. - El silencio persistió, la figura no parecía intimidada ni afectada por las amenazas de Vepar. - ¿No piensas hablar, escoria? - exclamó Vepar, molesto por la impasividad de la persona, y se preparó para atacar.
Raiden había sido lanzado tan alto por el último golpe de Furfur que apenas sentía la atracción gravitatoria de la tierra. A su lado estaba Calibur, quien comenzaba a preocuparse ya que Raiden aún no había recobrado el conocimiento.
- Las cosas no van bien en absoluto - dijo Calibur. - Furfur es un oponente más allá de nuestro nivel, y Vepar lo es aún más - continuó, con un tono de temor en su voz. - Compañero, ¿cuánto deseas que tu deseo se haga realidad?
Lentamente, Raiden empezó a abrir los ojos y soltó un suspiro pesado.
- Si que pega duro... - dijo Raiden, agotado y sin apenas aliento.
- Es el momento de que utilices un ataque con tu atributo - dijo Calibur. Raiden asintió con una sonrisa y agarró a Calibur.
- Una cosa más - advirtió Calibur, frenando el entusiasmo de Raiden. - Soy vulnerable a la radiación producida por una estrella, la explosión beta puede destruirme - explicó la espada, preocupando a Raiden. - Pero lucharé a tu lado, compañero.
Raiden sonrió, motivado por las palabras de Calibur, y se preparó para descender una vez más.
Furfur se volvió hacia las chicas y se preparó para acabar con ellas. Las chicas estaban temblando de miedo, mientras que la esfera brillante se colocaba frente a ellas como si quisiera protegerlas.
- No dejaré a nadie con vida - dijo Furfur enfadado. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso para atacarlas, el cielo se oscureció y sintió una poderosa energía. Furfur levantó la mirada y vio a Raiden cayendo sobre él, rodeado por un enorme rayo.
El golpe lo alcanzó de lleno, generando una gran explosión que por poco no afectó a las chicas, gracias a un escudo de Calibur. Raiden se levantó tambaleándose y se dio cuenta de que Calibur había caído junto a las chicas.
- Vamos, acabo de caer del cielo, podrías al menos fingir que te dolió... - dijo Raiden, agotado, al ver a Furfur frente a él sin moverse ni un poco. Calibur se lanzó para ayudar a Raiden.
- Voy a borrar esa asquerosa sonrisa de tu cara - dijo Furfur furioso. Calibur intentaba llegar lo más rápido posible, pero no llegaría a tiempo. De repente, la esfera brillante se introdujo en Calibur, haciendo que este llegara mucho más rápido. Raiden atrapó a Calibur y, aprovechando el impulso, lanzó a Furfur a gran distancia.
- No ha salido tan mal - dijo Raiden y se giró para agradecerle a la esfera, pero no estaba en ninguna parte. Las chicas también buscaban a la esfera a su alrededor hasta que se percataron de la expresión afligida de Calibur.
- Esa esfera era un alma humana - dijo Calibur, captando la atención de todo el grupo. - Usarme requiere una gran cantidad de energía y, al no ser mi elegido, no pude evitar consumir su energía. - Todos comprendieron en ese momento lo que había sucedido y estaban desconcertados.
- Esa persona eligió protegerme a costa de su propia existencia... - dijo Raiden, con lágrimas asomando en sus ojos.
- Lamento mucho esto. Actuó como un verdadero héroe, sacrificándose para salvar a alguien que no conocía. Hemos logrado escapar de Furfur gracias a él - dijo Calibur, sintiéndose culpable.
Raiden agarró a Calibur y se lanzó en busca del otro ente rodeado de una energía azul. Sus ojos cambiaron a un tono morado claro. Calibur miraba impresionado a su compañero, que corría lleno de seguridad en busca de Vepar.
- El aura de la amistad ha despertado en ti, compañero. La sensación que emites me transmite una gran seguridad - dijo Calibur. Raiden ignoraba a Calibur y seguía corriendo hasta que se vio obligado a detenerse, ya que frente a él estaba Furfur, quien parecía furioso por la herida en su pecho.
- Gracias a ti, he descubierto que puedo sangrar, y eso no me gusta - dijo Furfur con tono calmado, ocultando su rabia.
Raiden no dudó ni un segundo y provocó que Calibur liberara todo su poder, haciendo que la armadura dorada de su combate contra Orobas apareciera en él, y Calibur volvió a convertirse en Excalibur. Furfur soltó una leve risa y se preparó, guardando de nuevo su brazo izquierdo tras su espalda y aparentemente listo para usar dos dedos.
- ¿Y qué se supone que harás ahora? - dijo Furfur. Raiden se puso en posición y se preparó para atacar.
- Primero, voy a devolverte la jugada - respondió Raiden. Lanzó un poderoso puñetazo que envió a Furfur hasta la luna, luego voló hacia él con la ayuda de la armadura, intercambiando golpes repetidamente. Se podía notar que ahora estaban más igualados. Después de varios golpes, Furfur utilizó un ataque de energía que logró alejar a Raiden por un momento.
- Sigue así, compañero, lo estás haciendo retroceder - dijo Calibur emocionado.
Después de eso, Furfur preparó una enorme explosión, obligando a Raiden a intentar contenerla antes de que se hiciera lo suficientemente grande como para generar una estrella.
- Debes dejarme aquí, ve a atacarlo. Él no se lo espera - pidió Excalibur, pero Raiden se negó. - Hazlo por esa valerosa alma. Si hubiéramos sido más fuertes, esto no habría pasado - añadió Excalibur. Raiden no dijo nada, pero obedeció a Excalibur, logrando que Furfur frenara la explosión a tiempo. Furfur lograba esquivar sus ataques a tiempo, pero Raiden cada vez emanaba más de lo que Excalibur llama "aura", aumentando cada vez más la velocidad de sus ataques hasta que logró golpear directamente su herida abierta, alejándolo unos metros.
- ¡Hagamos esto más interesante! ¡Déjame volar en mil pedazos tu asqueroso mundo! - exclamó Furfur mientras preparaba un ataque mucho más potente.
Raiden corrió hacia la trayectoria de la explosión e hizo todo lo posible por contenerla y evitar que se expandiera aún más. Excalibur voló hasta él para brindarle apoyo.
- ¡Compañero, empúñame! - dijo Excalibur.
- ¡No lo haré, eso te destruirá! - respondió Raiden.
- ¡Estaré bien! - insistió Excalibur, pero Raiden lo ignoró. En ese momento, ambos pudieron ver cómo más esferas brillantes volaban desde el cuerpo de Furfur hacia Excalibur. - Están viniendo a ayudarnos - dijo Excalibur mientras Raiden seguía luchando por contener la explosión, aunque estaba retrocediendo. - Compañero, ¿recuerdas cuando te expliqué que a veces debes tomar decisiones arriesgadas? Esta es una de esas ocasiones.
Las almas comenzaron a ingresar en Excalibur mientras Raiden continuaba usando todas sus fuerzas para resistirse a empuñar la espada. Las almas se unían una a una a Excalibur, mientras Raiden suplicaba que se detuvieran.
- Todos están dispuestos a desaparecer por completo solo para ayudarte. Por favor, toma la decisión correcta y empuña el poder de todos nosotros. Sé que duele, pero te prometo que juntos nos volveremos más fuertes y no tendremos que volver a sacrificar una vida.
Raiden no dijo nada, pero entre lágrimas agarró firmemente el mango de Excalibur y, con un simple movimiento, logró disipar la explosión. El impulso era tan poderoso que también logró partir a Furfur por la mitad, haciendo que su cuerpo se desvaneciera en el aire.
Raiden y Excalibur cayeron de nuevo a la tierra. Raiden estaba furioso con Excalibur y el brillo en sus ojos se había desvanecido.
- ¡Me has convertido en un maldito asesino! - dijo Raiden furioso.
- Te entiendo si quieres odiarme - respondió Excalibur con tono de culpa.
- Excalibur, es hora de que me digas cuál es tu misión. ¿A qué me estás arrastrando? - Raiden estaba claramente enfadado.
- Bien, solo te diré que debemos matar a alguien. Nuestra misión es destruir al Deiak - explicó Excalibur.
- ¿Si acabamos con él, el contrato terminará? - preguntó Raiden.
- Así es, una vez esté muerto, yo te liberaré - respondió Excalibur.
- ¿Y qué pasa si me niego a matarlo? - preguntó Raiden mientras observaba cómo el cielo volvía a ser azul al regresar a la tierra.
- Sería tabú. Hemos hecho un contrato y no ceñirse a él se castiga con la muerte automática de un ser querido. De donde yo vengo, nos regimos por esas leyes - explicó Excalibur con tono nervioso.
- Calibur, te puedo asegurar que mataré al Deiak y obtendré mi libertad - respondió Raiden lleno de determinación.
Ambos cayeron al mar, evitando causar mayores destrozos. Rápidamente, Raiden corrió en busca del otro ente mientras empezaba a llover. El cielo oscurecido por las densas nubes no ayudaba con la búsqueda.
- Deprisa, el ente está muy cerca - dijo Calibur nervioso. Raiden entró en un parque siguiendo las instrucciones de Calibur, pero se quedaron atónitos al ver a Vepar decapitado en el suelo, habiendo cambiado de forma. Justo frente a él, había una persona encapuchada que sostenía en su mano una esfera transparente con energía en constante movimiento en su interior.
- Taienomi, camino al sol... - dijo Calibur mientras bajaba la mirada hacia el cadáver de Vepar, que ahora tenía dos brazos más y dos colas más. - Su forma bestial... Y no tiene ni un solo rasguño - comentó, mientras el encapuchado sacudía su ropa para deshacerse de la suciedad. Raiden intentó acercarse a la persona misteriosa para preguntarle qué había sucedido, pero una imagen de un hombre sin ojos gritando de forma ensordecedora le causó tanto dolor que cayó al suelo desmayado.