Aiden cargó a Aria en brazos, ya que ella no podía moverse debido al cansancio.
- Has luchado bien - dijo Aiden con una sonrisa en su rostro mientras miraba a Aria. Aiden dirigió la mirada hacia el enorme ente que logró sobrevivir al ataque. La mitad superior izquierda de su cuerpo había cambiado de color negro a un tono rojizo, mostrando signos de agotamiento por el esfuerzo que le tomó resistir ese ataque. - Puedes estar tranquila, yo me encargaré de rematarlo - añadió Aiden mientras desenvainaba a Dyrnwyn, pero fue detenido por Aria.
- Aiden, por favor detente. Madhyé ya ha cumplido su parte del trato al liberar las almas de mi gente - le dijo Aria exhausta, luego dirigió su mirada hacia Madhyé. - Madhyé, en nombre de mi familia y mi pueblo, te pido disculpas por haber abusado de ti. Gracias a ti, la guerra pudo terminar y nos diste un tiempo de paz. Te lo agradezco de todo corazón - agregó Aria en tono calmado y alegre, aunque aún le faltaba el aire. Madhyé rugió furioso al pensar que se estaba burlando de él. - Cargaré con tu odio por el resto de mi vida. Me responsabilizaré de eso - respondió Aria.
Después de eso, Aiden volvió a su forma normal y salió por el portal llevando a Aria en brazos. El portal se cerró justo después. Iris la miró, algo asustada, y le dio la bienvenida.
- Bienvenida a casa, Aria. ¿Cómo te sientes? - preguntó Iris. Aria abrió los ojos y las miró a ambas.
- Chicas, por favor, no le digáis a nadie que Aiden tuvo que cargar conmigo. Si alguien pregunta, decid que salí caminando sola - dijo Aria, cansada pero con una sonrisa. Ambas soltaron una leve risa y decidieron regresar a su hogar para que Aria recibiera atención médica.
Lograron regresar a Ciudad Cielo sin contratiempos, que se encontraba cerca de Afetiria, para dejar a Aria en un "Asclepio", que era el nombre que recibían los hospitales en ese mundo. Las "Diaconisas", como se llamaban a las enfermeras en ese lugar, informaron que tardarían en atenderla, así que decidieron regresar al día siguiente para visitarla. Aunque no estaba del todo mal, sus manos estaban adquiriendo un tono más oscuro.
- Entonces, ¿qué te dijeron sobre tus manos? - preguntó Maya con preocupación.
- Dijeron que están muy dañadas y que la circulación sanguínea no es buena - respondió Aria con una sonrisa calmada, mientras observaba sus manos temblorosas -. Parece que estaré fuera de combate por un tiempo.
- Aria, lo siento mucho... - dijo Maya afligida.
- No, este es mi castigo por seguir un camino de venganza, es lo que merezco - contestó Aria en tono tranquilo.
- Aria, ahora que has derrotado a Madhyé y has liberado las almas de tu pueblo, ¿qué planeas hacer? - preguntó Iris. Aria reflexionó por un momento.
- Todavía lo estoy considerando - respondió con cierta indecisión.
- Espero que puedas recuperarte a tiempo para la ceremonia de Genbu - dijo Maya con ilusión.
- Hablando de eso, tengo que irme para abrir mi puesto - dijo Iris saliendo de la habitación apresuradamente.
- Bueno, Princesa del Viento, es hora de que descanses o nunca te darán el alta - dijo Maya, arropándola un poco.
- Muchas gracias por cuidar de mí, Maya, y gracias por venir, Aiden - expresó Aria, sorprendiendo a Maya, quien se giró para ver a Aiden apoyado en la puerta.
- Te ves horrible - bromeó Aiden con una sonrisa, mientras miraba a Aria.
- Iba a decirte lo mismo - respondió Aria soltando una leve risa.
Tras una breve despedida, Aiden y Maya regresaron juntos a casa. Maya no podía evitar mirar disimuladamente a Aiden.
«¿Por qué me dolió verlo abrazar a Aria?», pensaba Maya, llena de dudas. «Por más que quisiéramos, no podríamos...». Ideas inapropiadas se apoderaron de su mente. «No es correcto. Las Hespérides me advirtieron que no debería...». La imagen de los espíritus protectores de Varah dándole instrucciones llegó a su mente. «Además, es posible que ya haya perdido mi oportunidad con él...», pensó, sintiéndose algo inferior y encogiéndose de hombros, nerviosa.«Bueno, Aria es una princesa y tiene una apariencia más favorecedora que la mía..». Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz que la sacó de su ensimismamiento.
- Maya - dijo Aiden para llamar su atención. Maya levantó la mirada hacia él.
- Dime, a... ¡Aiden! - contestó, algo nerviosa.
- ¿Tienes frío? - preguntó Aiden, preocupado por su extraño comportamiento, notando cómo una leve brisa de aire frío empezaba a levantarse.
Por su parte, Aria seguía despierta, observando sus manos temblorosas e intentando moverlas libremente, sin éxito. De repente, alguien llamó a la puerta, sorprendiéndola al ver quién era.
- Perdona por venir sin avisar, tenía que verte - dijo la Princesa Kaira al entrar en la habitación.
- Princesa, no debería haber venido hasta aquí - dijo Aria, sintiéndose avergonzada. La Princesa Kaira abrazó a la otra princesa con cariño.
- Sigue adelante, Aria. Tal vez pienses que no tiene sentido seguir viviendo, pero estás equivocada. Enfoca tu vida en otra cosa, establece una meta y alcánzala. Sé que te culpas por haber pisoteado a tantos para llegar al nivel en el que estás ahora, pero nadie te odia. Si te duele tanto, enmienda las cosas - dijo la Princesa Kaira a Aria con un tono amoroso propio de una hermana mayor hacia su hermana pequeña. Aria empezó a llorar por sus palabras.
- ¿Quién soy yo para pedir perdón? - preguntó Aria, con dolor.
- Eres alguien que fue capaz de liberar más de mil almas, alguien que entrenó a un guerrero para luchar contra un ejército por sí solo, alguien que salvó a una niña pequeña que ahora debe liderar al deiak. Me siento culpable porque la única forma en que te ayudé fue incluyéndote en la Fuerza Real. Nunca aceptaste que te diera un hogar, querías salir adelante por tus propios medios - respondió la Princesa con un tono tranquilo pero solemne al mismo tiempo. - Soy incapaz de curar tus manos, usaste demasiada energía en ellas, al punto de dañar su circulación. Debo pedirte que abandones la Fuerza Real - continuó la Princesa, adoptando un tono más serio.
Tras varias horas de caminata, Aiden preguntó a Maya sobre la festividad que estaba por llegar.
- La llegada de Genbu significa que el invierno también está cerca - explicó Maya. - Genbu es el ente sagrado del norte. Los cuatro entes sagrados representan un atributo y una estación. Genbu representa el atributo de la tierra y trae consigo la estación invernal. Por otro lado, Susaku representa el fuego y traía consigo el verano - continuó Maya. - Me alegra que, aunque él ya no esté, el equilibrio no se haya visto afectado. Nuestro mundo es muy delicado, verás... - dijo Maya, buscando por dónde empezar a explicar un mundo tan curioso como el suyo. - En primer lugar, tenemos el Vacío, un amplio espacio vacío donde las sacerdotisas crearon todo. Luego está la tierra de Uthird, el lugar donde vivimos. Justo debajo de Uthird, se encuentran las Leyes, que actúan como un escudo mágico que evita que Uthird caiga al Vacío. Por eso mismo debemos obedecerlas. Más arriba está el "kachisi", donde las sacerdotisas cuidan la Puerta de la Hoja. Desde allí, ellas equilibran el día y la noche. Mientras una duerme, la otra se encarga de velar por nosotros. No pueden venir a nuestro mundo, ya que eso descuidaría la Puerta. Por eso crearon a los entes sagrados, para mantener el equilibrio en Uthird - explicó Maya solemnemente.
Por su parte, en un prado lejano del universo, Raiden se encontraba descansando bajo un árbol.
- ¿Sabes, Raiden? Me sorprende que no me hayas preguntado cuál es mi misión - dijo Calibur, algo desconcertado.
- No creo que tengas malas intenciones. Además, me ayudaste antes, te debo una - respondió Raiden con una sonrisa y un tono relajado.
- Entonces, continuemos con el entrenamiento - dijo Calibur determinado. Raiden se levantó emocionado para seguir con su entrenamiento. Luego, se dirigieron a un parque donde Calibur le indicó. Raiden arqueó una ceja, algo confundido al ver tanta gente.
- ¿Qué estamos haciendo aquí? - preguntó con poca emoción.
- Este entrenamiento es para probar tu lealtad hacia mí - contestó Calibur.
- ¿En serio? - preguntó Raiden decepcionado.
- ¿Ves a esa chica allí? Quiero que me consigas una cita con ella - ordenó Calibur, señalando con su filo hacia el centro del parque, donde una joven adolescente que jugaba con su hermano pequeño con la arena, dejó una pala apoyada en un árbol para descansar un poco.
- De acuerdo - dijo Raiden con confianza. Se acercó a la pala para hablarle. - Hola guapa, ¿sabes qué? Tengo un amigo que quiere conocerte. - En ese momento, Calibur se abalanzó sobre Raiden y lo golpeó en la cabeza.
- ¿¡Pero qué estás haciendo!? - preguntó la espada furiosa.
- ¡Pues lo que me pediste, ¿no?! - respondió Raiden molesto.
- ¡Yo me refería a esa chica allí! - La espada apuntó más al fondo del parque, señalando a una chica de cabello negro largo, ojos azul claro y ropa de marca cara. No era muy alta, pero su actitud mostraba un gran ego.
- ¿Esa de allí? Esa es Verónica, amigo, créeme, no tienes ninguna oportunidad con ella - dijo Raiden soltando una leve risa.
- Eso da igual, solo hazlo - dijo Calibur con seriedad. Raiden tomó a Calibur y se acercó a hablar con la chica.
- Hola, Verónica - dijo Raiden ilusionado.
- Hola, Raiden, ¿necesitas algo? - respondió ella con poco entusiasmo.
- Pues, la verdad es que tengo un amigo que le encantaría conocerte - dijo Raiden con tono más calmado. Verónica lo miró con curiosidad. - Lo tengo aquí abajo, es mi espada. - Al mover su mano en busca de Calibur, los ojos de Raiden se abrieron como platos al no encontrar a la espada. Verónica lo miró furiosa e impactada al mismo tiempo.
- ¡Pervertido asqueroso! - gritó, para luego abofetearlo con fuerza.
Al día siguiente, Maya volvió a visitar a Aria mientras Aiden patrullaba las áreas que ocupaba Aria durante su recuperación.
- ¿Entonces la princesa Kaira vino a visitarte? ¿Qué te dijo? - preguntó Maya impresionada.
- Nada importante, solo estaba preocupada por mi estado - contestó Aria con calma.
- Espero que te recuperes pronto. Estoy segura de que estás deseando volver a tu servicio... - dijo Maya, pero fue interrumpida por Aria.
- Prometiste que harías lo que yo quisiera, ¿verdad? - dijo Aria con tono calmado, mirando a Maya a los ojos. - Entonces quiero que seas sincera contigo misma - le pidió Aria, cambiando a un tono más serio.
- ¿A qué te refieres con eso? - preguntó Maya confundida.
- Hablo de tu relación con Aiden - respondió con seriedad. Maya se sonrojó y contestó rápidamente.
- Te equivocas, él y yo solo somos amigos - dijo con claro nerviosismo en su voz.
- La otra vez me dijiste que lo querías - contestó Aria con voz calmada. Maya se quedó pensativa por un momento.
- Sí, lo quiero - contestó Maya, triste y avergonzada.
- El deiak tiene un papel muy importante, pero se me hace absurdo que no pueda enamorarse - dijo Aria seriamente. Maya estuvo a punto de decir algo, pero Aria la interrumpió. - Si crees que solo serás una distracción, piénsalo mejor. Él tuvo la oportunidad de irse, pero regresó por ti. Se enfrentó a un ejército por ti, se enfrentó al coronel Ezpeleta por ti - explicó Aria dejando a Maya sin palabras. - Lo que yo veo es que eres su motivación, no una distracción. Ser el deiak no le dará ninguna recompensa y no está obligado a hacerlo. Él puede renunciar cuando quiera, pero sin duda no lo ha hecho.
Maya tenía muchas dudas en su cabeza, analizando los eventos ocurridos hasta ahora.
- Su motivación... - dijo para sí misma, muy confusa.
- Invítale a la ceremonia de Genbu - dijo Aria con tono calmado mientras sonreía.
- ¿¡Una cita!? - dijo Maya sorprendida y avergonzada.
- Yo intentaré volver a comenzar mi vida, tú deberías pensar en hacer lo mismo.
Maya salió del asclepio y vio a Aiden esperando afuera, ya que había terminado de patrullar.
- Perdona si no te dejaron entrar, es que Aria quería que hablemos a solas - comentó Maya algo nerviosa.
- ¿De qué hablaron? - preguntó Aiden curioso.
- Verás, esta noche es el inicio de la temporada invernal. ¿Te gustaría venir conmigo a la ceremonia? - propuso Maya nerviosa y avergonzada. - Tenía la esperanza de que a Aria le dieran el alta para entonces. Con los actos de Jade, no creo poder ir sola y...
Maya fue interrumpida cuando Aiden puso su mano sobre su cabeza para acariciarla.
- Por supuesto que iré - contestó Aiden con una sonrisa en su rostro. Maya sonrió aliviada por sus palabras.
Desde la distancia, en su castillo, la princesa Kaira observaba el asclepio, preocupada.
- Por favor, Aria, soporta tu penitencia. Ahora debes superarte a ti misma. Por suerte, no cometiste un tabú, a diferencia de Azucena, quien ya no puede ser princesa. Espero que también esté bien... - dijo la princesa para sí misma, preocupada por Aria.
La noche estaba cayendo y Maya estaba terminando de prepararse. Los vestidos tradicionales de Varah tenían muchas piezas y le resultaba difícil ponérselo. Los ornamentos dorados en su cabello simbolizaban las fases de la luna con solo dos líneas, y un gran lazo rosado en su cintura los sujetaba todos.
- Bien, ya puedes abrir los ojos, Aiden - dijo Maya llena de ilusión. Aiden abrió los ojos y quedó atónito al ver a Maya con esa ropa. Podía notar que era muy similar a los kimonos japoneses de su mundo. Él sabía que era el mismo vestido que llevaba el día que se conocieron, pero ahora lo veía aún más hermoso que antes. El tono morado de su vestido combinaba con las marcas moradas de sus ojos, y los detalles del vestido eran de color azul marino. Al finalizar la primera capa de tela, había una gran línea dorada.
- Sublime... - dijo Aiden sin pensar mucho en sus palabras. Maya soltó una leve risa, algo nerviosa.
- Vámonos ya, quiero ver el puesto de Iris - dijo Maya contenta pero algo avergonzada.
Ambos caminaban juntos en dirección a Afetiria, sintiéndose felices de estar juntos. Maya pensó que era un buen momento para explicarle sobre las festividades de su pueblo.
- Aquí nos vestimos de esta forma para venerar a nuestras deidades. La ropa está inspirada en los vestidos de las sacerdotisas - dijo Maya mientras Aiden escuchaba con interés. Luego, una pregunta por parte de Maya desconcertó a Aiden: - ¿En tu mundo también veneran a sus deidades de esta manera?
- Hay lugares donde eventos similares son comunes, pero yo no creía en la existencia de esas deidades, al menos hasta que llegué a este mundo - explicó Aiden, dejando a Maya sorprendida.
Al poco tiempo, llegaron a Afetiria, donde todos celebraban felices y había varias casetas que ofrecían todo tipo de servicios y objetos. Sin embargo, tanto Maya como Aiden se sorprendieron enormemente al ver a una persona en particular allí.
- ¿Aria? Me dijiste que no te habían dado el alta - dijo Maya emocionada.
- Lo siento por la pequeña mentira, solo quería que vinieran ustedes dos solos - respondió Aria con una risa adorable. Llevaba un vestido similar al de Maya, pero de color rosa, sin ningún tipo de detalle adicional, y el lazo en su cintura era de color azul claro. Su cabello, normalmente desaliñado debido a su constante entrenamiento, estaba recogido en una moño en forma de flor.
- Bueno, lo importante es que finalmente has comprendido que no todos los entes son una amenaza - dijo Maya contenta.
- Lo sé, por eso he venido a venerar también a Madhyé - contestó Aria con una sonrisa tranquila.
- Ahora solo queda buscar a Iris - dijo Maya.
Tras mucho tiempo buscando el puesto de Iris, finalmente lograron encontrarse todos juntos. Iris también llevaba un vestido similar al de Maya, pero el suyo era de color marrón rojizo con detalles en forma de diamantes blancos.
- Aria, encontré el libro que me pediste - dijo, entregando a Aria un libro envuelto como si fuera un regalo -, aunque creo que deberías echarle un vistazo.
- No es necesario - respondió Aria, luego tomó la mano de Aiden y lo llevó hacia una caseta apartada.
- Espera, Aria, ¿a dónde los estás llevando? - dijo Maya mientras los seguía.
Al llegar, Aria hizo sentar a Aiden en una silla.
- Aria, ¿de qué se trata todo esto? - preguntó Maya confundida.
- Como parte de mi nueva vida, he decidido repoblar Ciudad Brisa, y para eso necesito la ayuda de Aiden - ambos la miraron confundidos -. Escúchame bien, Aiden, vas a embarazarme - tanto Aiden como Maya saltaron de sorpresa.
- Espera, yo también quiero que Aiden me embarace - dijo Maya emocionada. Aiden se asustó aún más cuando ambas saltaron sobre él, pero pasó de sentirse asustado a sentirse desconcertado.
- ¿No sabéis cómo se hace esto, verdad? - dijo Aiden, mientras Aria colocaba su cola entre sus manos y Maya jugaba con sus pies. Al poco tiempo, las dos se apartaron de él.
- Pensé que si tocabas mi colita, quedaría embarazada, pero parece que no es así - dijo Aria muy nerviosa -. Por suerte, le pedí a Iris un libro que lo explicara.
- Echemos un vistazo - dijo Maya emocionada. Casi al instante, Aria abrió el libro y comenzaron a leer, pero sus rostros llenos de ilusión se sonrojaron rápidamente, adquiriendo un tono casi carmesí, y reflejaban el terror que estaban sintiendo.
- No deberíamos hacer esto - dijo Aiden mientras se levantaba de la silla, pero fue detenido por Aria y Maya, quienes salieron corriendo alejándose de él y apoyándose contra la pared, aterradas.
- ¡Aléjate! ¡No te acerques más! ¡Solo quédate ahí! ¡Quédate sentado! - gritó Aria muy asustada. Aiden estaba muy confundido por lo que estaba pasando. De repente, las dos salieron corriendo de la caseta para escapar de la situación.
Aria había huido junto a Iris, evitando el contacto visual y muy sonrojada.
- Aria, me pediste cualquier cosa relacionada con ese tema - dijo Iris confundida.
- No quiero hablar de eso... - respondió Aria con los ojos abiertos como platos y completamente sonrojada.
- ¿Y dónde están Maya y Aiden? - preguntó Iris.
- No lo sé - contestó Aria rápidamente.
Maya, por su parte, corrió hacia las afueras del pueblo y se apoyó en un árbol, exhausta de tanto correr. «Yo no vi nada... Yo no vi nada...» se repetía a sí misma para intentar evitar imágenes mentales innecesarias. Pero de repente, una voz conocida la sacó de su ensimismamiento.
- Maya... - dijo Aiden acercándose a ella. Maya estaba muy nerviosa y sonrojada, pensando en lo que podría pasar. Aiden posó una de sus manos sobre el hombro de Maya y ella retrocedió un poco, chocando su espalda con el árbol.
- ¿Podrías enseñarme a usar magia? - dijo Aiden, tomando por sorpresa a Maya, que estaba pensando en otras cosas.
- Oh, eso... Claro, no hay problema. Necesitas estar bien preparado para todo - respondió Maya aliviada.
- Quiero pasar más tiempo contigo - dijo Aiden casi sin pensar. Maya se sorprendió por sus palabras. Ambos se miraron a los ojos en silencio cuando, de pronto, una brisa fría ascendente acompañada de finos y pequeños cristales de hielo los sacó de su ensimismamiento. Ambos se tomaron de las manos, felices al darse cuenta del significado de este evento.
- ¡Mira, ya ha llegado el invierno! - exclamó Maya llena de ilusión. Nuevamente, se miraron a los ojos sin decir nada. Poco a poco, sus cuerpos se movieron solos hasta que sus labios se unieron en un profundo beso del cual tardaron en separarse. Ambos acariciaron la espalda del otro. Al separarse, apoyaron sus frentes contra la del otro y se miraron a los ojos, sonriendo por la felicidad del momento. Ambos confesaron su amor, dejando atrás cualquier restricción. De pronto, Maya recordó la imagen de las Hespérides y empujó a Aiden hacia el suelo.
- No puedo... Las Hespérides me dijeron que no debemos relacionarnos así, pero... - Lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Maya. Se agachó y acarició el rostro de Aiden -. Te amo, te amo mucho... - ambos sonrieron. Aiden acarició el rostro de Maya y volvieron a unirse en un profundo beso, aceptando su amor sin ataduras ni restricciones.
Estuvieron juntos durante mucho tiempo y se acostaron abrazados en la hierba.
- Supongo que mientras mantengamos tu objetivo de conseguir los Ojos del Infinito, las Hespérides no deberían tener ninguna objeción - nada era relevante, solo ellos siendo felices juntos, por fin. Sin embargo, el ambiente de felicidad se vio interrumpido por un gran temblor provocado por la caída de algo enorme. El temblor fue tan intenso que Aria e Iris pudieron sentirlo desde la distancia, en el centro del pueblo.
- Aria, ¿qué crees que ha sido eso? - dijo Iris, preocupada por Aiden y Maya.
- No lo sé, pero estábamos por esa dirección hace poco - dijo Aria, y se dispuso a correr en esa dirección. Sin embargo, justo antes de correr, Iris la detuvo.
- ¡Espera, Aria, aún no te has recuperado de tu pelea anterior! - advirtió Iris. Aria la ignoró.
- Mi nueva meta es protegeros a todos - dijo, y corrió rápidamente hacia la dirección del temblor.
Maya y Aiden no resultaron heridos, pero toda la hierba a su alrededor se había desprendido del suelo, dejando solo la tierra y dando un aspecto más desolado al prado.
- ¿Estás bien, amor? - dijo Aiden, sorprendido al darse cuenta de que lo que cayó era más grande de lo esperado.
- Estoy bien, cariño, pero mira, es Genbu... - frente a ellos se encontraba una enorme criatura con apariencia de tortuga completamente gris y una cabeza más similar a la de un dragón, con una serpiente gigante enrollada en su caparazón.
- Susaku, debes regresar a tu lugar en el sur - dijo Genbu con una voz profunda que mostraba su gran poder.
- Yo no soy a quien estás buscando, y será mejor que te vayas - dijo Aiden sin mostrar ningún tipo de miedo o respeto hacia Genbu.
- Amor, no puedes hablarle así a un ente sagrado - dijo Maya, preocupada por lo que podría suceder.
- Ya veo, Susaku usó su habilidad y traspasó su esencia a ti. Eso servirá para darte un poder adicional. Te lo diré de forma sencilla: toma tu lugar como ente sagrado del sur - la voz de Genbu tenía un tono de amenaza mezclado con preocupación.
- No seas tonto... - dijo Aiden con tono burlón.
- ¿Qué has dicho? - preguntó Genbu, sorprendido por esa respuesta. Aiden y Maya juntaron sus cabezas mientras se miraban a los ojos, sonriendo.
- Soy muy feliz aquí - respondió Aiden.
- Veo que no eres consciente del daño climático que ocurrirá si no regresas para proteger el sur... - dijo Genbu, dejando a Aiden y Maya impactados -. Entonces, te llevaré allí por las malas - prosiguió Genbu. De repente, el suelo comenzó a elevarse en el aire, formando una enorme roca flotante, más del doble de grande que una de las rocas que Jade iba a enviar al mundo de Aiden para destruirlo. Aria, que se había acercado lo suficiente como para quedar sobre la roca, estaba sorprendida por el enorme poder destructivo de Genbu
-Susaku, si no regresas, el mundo perderá su equilibrio y desaparecerá -advirtió Genbu, tratando de evitar una confrontación innecesaria. Aiden se puso en posición de combate, cansado de la situación.
-Ya te lo he dicho, yo no soy Susaku -dijo Aiden, enfadado.
-Entonces no me queda más remedio que llevarte a rastras -respondió Genbu.
-Aiden... -dijo Maya, preocupada.
-Puedes estar tranquila, lo resolveré rápidamente y podremos continuar con lo que estábamos haciendo -dijo Aiden, sonriendo hacia Maya.
-Ten mucho cuidado, los entes sagrados son muy importantes, solo queremos razonar con él, no le hagas daño -dijo Maya, claramente asustada por las posibles consecuencias para ambos.
Aiden se acercó valientemente a Genbu, sin temor alguno. Una vez frente a él, desenvainó a Dyrnwyn con su mano izquierda, donde llevaba el anillo de fuego, y se envolvió en llamas, dándoles forma similar a la de Susaku. Maya y Aria quedaron atónitas, observando el combate con expectación. Los guerreros luchaban con ferocidad, y se notaba una clara superioridad por parte de Aiden, quien logró enviar a volar a su oponente sin mucha dificultad. Aria se acercó a Maya para presenciar juntas el combate.
- Es impresionante cómo ha crecido tan rápido... - comentó Aria, impresionada por el enorme poder de Aiden.
- Todavía recuerdo cuando solía perder todas sus batallas, pero ahora es capaz incluso de moldear sus llamas... - respondió Maya, asombrada de que Aiden pudiera enfrentarse a Genbu. Aria miró a Maya con una mirada juguetona.
- Parece muy motivado. ¿Qué sucedió mientras no estaba? - preguntó Aria, con tono juguetón. Maya se sonrojó y se puso nerviosa.
- Bueno... ¡Te lo contaré después! - respondió Maya nerviosamente.
Aiden lanzó a Genbu con todas sus fuerzas, haciendo que se estrellara contra el suelo y creando un enorme cráter. Luego, utilizando la forma de Susaku, tomó vuelo.
- Admito que eres fuerte, pero no puedes vencerme. Todos saben que la tierra puede extinguir el fuego - dijo Genbu con seriedad.
- Tus amenazas no me intimidan - respondió Aiden en un tono de voz que dejaba claro que se estaba tomando el combate en serio.
Genbu clavó sus patas en el suelo y lanzó puños gigantes hechos de rocas. Aiden logró esquivar sus ataques y se lanzó contra él. Genbu respondió al desafío corriendo hacia él, y cuando colisionaron, una gran explosión cubrió el campo de batalla.
- Es impresionante, pero Aiden está en desventaja en términos de atributos... - comentó Aria, algo preocupada.
- No es la primera vez que Aiden lucha contra alguien que tiene la ventaja. Estoy segura de que tiene un plan - afirmó Maya con determinación en su voz.
Aiden fue lanzado al suelo por un potente chorro de arena de Genbu, pero se levantó rápidamente y tomó vuelo. Genbu lanzó otro chorro de arena, pero Aiden no retrocedió y continuó avanzando hasta llegar a Genbu, envolviéndolo con sus llamas. Aiden hizo desaparecer las llamas que lo hacían parecer Susaku, y cuando se disipó la nube de polvo, Aria y Maya pudieron ver cómo Aiden había cristalizado a Genbu.
- La temperatura necesaria para transformar la arena en cristal es de mil quinientos grados... A pesar de estar en desventaja en términos de atributos, se las ha ingeniado para vencerlo - dijo Maya impresionada.
- Pero... ¿no significa que Aiden acaba de matar a un ente sagrado? - preguntó Aria, preocupada.
- No puede ser. Si un ente sagrado muere, el equilibrio en Uthid se destruiría - dijo Maya, preocupada. Pero para sorpresa de ambas, Aiden golpeó el Genbu de cristal haciéndolo pedazos. Todos quedaron en silencio por un momento.
- Aiden, ¿qué has hecho? ¡No puedes matar a un ente sagrado! - exclamó Maya aterrorizada.
- Algo extraño está sucediendo aquí - respondió Aiden. De repente, la arena del suelo se movió y llevó a Aiden bajo tierra, dejando a ambas sin palabras. Aiden apareció detrás de ellas y le costaba moverse, rápidamente corrieron a socorrerlo. Pero en ese momento, Genbu reapareció ante ellos.
- Mi habilidad se llama Doble Equipo. Como has notado, somos dos seres unidos. Mientras uno lucha, el otro descansa y puede utilizar esa energía para curar al otro yo. Soy invencible - dijo Genbu mirando a Maya -. Supongo que tú eres su guía. Por favor, entiende que hago esto por el bien de Varah. Si él no regresa, sucederá un desastre. Lo necesitamos para que traiga el verano - habló con seriedad. Aiden se puso en pie furioso.
- ¡Ya te he dicho que no volveré allí! - exclamó Aiden enfadado. Sin embargo, Maya evitó que continuara con el combate.
-Aiden, por favor, hazle caso - suplicó Maya. Las palabras impactaron a Aiden. - No podemos arriesgar la vida de todos por nuestra relación. Por favor, vete. Te prometo que cuando encuentre una forma de arreglar esto, iré a buscarte... - dijo Maya afligida. De repente, Aiden miró a Genbu con furia, pero algo había cambiado. Sus ojos se tornaron de un verde esmeralda, y el cristalino de sus ojos se volvió negro. Las marcas negras desde sus manos hasta sus ojos volvieron a aparecer.
- ¡Hace un momento era tan feliz, pero tenías que llegar tú…! - En ese momento, Aiden recordó los últimos momentos felices junto a Maya y se envolvió en llamas por un instante. Cuando las llamas se disiparon, Aiden había cambiado. Su musculatura y tamaño eran mayores, su piel adquirió un tono grisáceo y su cabello se volvió más largo, de color rojo con dos mechas blancas desde la frente hasta las puntas. Gritó furioso, esparciendo sus llamas por el terreno y alejando a Maya y Aria de la zona.
- No pensé que los seres humanos fueran capaces de acceder a esta energía... - dijo Genbu asombrado y preocupado.
«Algo anda mal con Aiden. Su esencia no es la misma...» Aria estaba confundida y asustada por lo que estaba presenciando.
- Antes podía sentir una esencia bastante agradable, pero esta... - Aria no sabía cómo describir la sensación que le provocaba Aiden en ese momento.
- Me causa una gran incomodidad... - completó Maya, sin tener otras palabras en mente.
Aiden se abalanzó sobre Genbu y lo hizo volar con una simple patada en la cabeza. Cuando intentó golpearlo de nuevo, la serpiente que estaba enrollada alrededor de Genbu intentó atacarlo por sorpresa, pero Aiden la apartó con facilidad de un golpe. Luego golpeó a Genbu en el caparazón, haciéndolo rodar por el suelo hasta chocar contra una colina. Aiden volvió a colocarse frente a él y lo lanzó contra una roca flotante que Genbu había elevado.
- Lo ha enviado volando de un solo golpe... - dijo Aria impresionada.
- Pero Genbu creó una gran explosión cuando cayó del cielo... - dijo Maya confundida. Aiden volvió a golpear a la serpiente de Genbu, evitando que pudiera usar su habilidad, y la hizo rodar por el suelo sin control.
- ¡Ya basta...! - gritó Maya, perdiendo fuerza en su voz gradualmente. Aiden no se detuvo y con un fuerte golpe con sus dos manos clavó a Genbu en el suelo.
- ¡Ya es suficiente...! - dijo Aria, perdiendo también su voz de la misma manera que Maya. Aiden continuó sin escuchar y pateó a Genbu contra la colina. Maya cayó de rodillas devastada por lo que estaba presenciando.
- Aiden, detente... No puedes matar a nuestras deidades... - dijo Maya, pero su voz no tenía la fuerza suficiente para ser escuchada ni siquiera por ella misma. Aiden se colocó frente a Genbu y lo golpeó repetidamente con tanta fuerza que hacía temblar el suelo. Genbu se levantó y creó un ataque de energía.
- ¡No permitiré que pongas en riesgo la vida en Varah! - dijo Genbu antes de lanzar su ataque contra Aiden. Sin embargo, Aiden golpeó la esfera de energía y se la devolvió a Genbu, quien cayó malherido. Aiden no permitió que tocara el suelo y se lanzó sobre él, golpeándolo con fuerza desde todas las direcciones, manteniéndose a la misma altura gracias a las rocas flotantes que Genbu había elevado anteriormente.
- ¿Por qué Aiden no nos quiere escuchar...? - dijo Maya entre lágrimas.
- Maya, no estoy en condiciones de ayudar en el combate, pero escúchame: nuestra prioridad es salvar a Genbu - dijo Aria con seriedad en su voz. Aiden seguía golpeando a Genbu hasta que lo lanzó con fuerza al suelo. Aiden corrió hacia él para continuar la lucha, pero Aria se interpuso en su camino.
- ¡Aiden, detente, tú no eres...! - dijo Aria, pero antes de que pudiera terminar, Aiden la hizo volar de un solo golpe.
Tanto Aria como Genbu no podían moverse bien y estaban doloridos en el suelo. Aiden gritó al aire y se rodeó de la energía roja que emanaba de él. Maya observaba aterrorizada lo que estaba sucediendo mientras lloraba. Decidió ponerse de pie e intentar hacer algo.
- Detente... Estás destruyendo mi mundo... - dijo entre lágrimas mientras se acercaba. Aiden continuó golpeando furiosamente a Genbu contra el suelo. Maya lloraba con fuerza acercándose al combate.
- Eres despreciable... - dijo, incapaz de sacar otra conclusión por lo que estaba presenciando. En ese momento, Aiden lanzó a Genbu contra una colina de un golpe. -Te odio-, dijo Maya, sabiendo que Aiden no le prestaría atención. Aiden se envolvió en un tornado de llamas y golpeó a Genbu contra el suelo.
- No puedo creer que te haya entregado mi corazón... - se dijo Maya horrorizada por lo que estaba viendo. Maya se interpuso entre ellos para intentar detenerlo.
- Deja en paz a mi deidad... Quiero que te vayas... - dijo Maya triste y entre lágrimas.
- Vete de aquí... Es muy peligroso... - dijo Genbu casi sin aliento.
- Te desprecio... Me gustas, pero... No puedo amar a alguien como tú... - dijo Maya, incapaz de mirar a los ojos esmeralda de Aiden que reflejaban una ira incontrolable. Aiden se lanzó para atacarla, pero Aria se interpuso a tiempo. Los golpes de Aiden eran tan fuertes que los hizo volar a los tres de un solo golpe.
Aiden vio a Maya en el suelo y su postura cambió. Miró sus manos, que ahora temblaban, con una expresión de confusión. Al darse cuenta de que Aria estaba junto a Maya, un fuerte dolor de cabeza lo hizo caer de rodillas y golpear el suelo, haciendo que la gran porción de terreno elevada por Genbu descendiera. Aiden perdió su tamaño y musculatura, mostrando una expresión de arrepentimiento.
- Sin duda, posees una fuerza extraordinaria - dijo Aria, impresionada pero también avergonzada.
- Ahora lo entiendo, Susaku... - dijo Genbu, comprendiendo que había un mensaje sutil de parte de Susaku en él. Maya solo pudo mirarlo entre lágrimas.
Cuando las cosas se calmaron y Genbu pudo curarse gracias a su habilidad, propuso a Aiden una solución para que no tuviera que irse y cuidar del sur. La serpiente que estaba enrollada en Genbu bajó de él y se acercó a Aiden. Aiden posó su mano sobre la enorme serpiente y esta se rodeó de llamas.
- Ahora le has cedido tu puesto de ente sagrado a mi otro yo. También me encargaré de traer el verano, así que podrás quedarte - dijo Genbu. - Dale las gracias a Susaku, él sabía que esto se podría resolver de esta manera y además podría ver lo fuerte que te has vuelto - continuó Genbu con respeto. - Lamento todas las molestias, pero ahora debemos regresar a nuestros puntos cardinales - dijo, y luego cada uno se fue en dirección opuesta.
Aiden miró al suelo, avergonzado y sin poder mirar a Maya a los ojos.
- Jamás pensé que me decepcionarías de esa manera - dijo Maya con una expresión de profunda tristeza. - Pusiste en riesgo las vidas en Varah, lastimaste a Aria y rompiste mi corazón... - Maya se contuvo todo lo posible para evitar volver a llorar.
Aiden apretó los puños con fuerza, sintiéndose profundamente decepcionado de sí mismo.
- Lo siento tanto... - dijo Aiden, lamentándose.
- Yo también - respondió Maya, y se dio la vuelta para marcharse. - No puedo amar a alguien como tú...