Edian se sintió aliviada cuando salió de la cueva. Sus amigas se sorprendieron de su aparente indiferencia hacia el evento y comenzaron a burlarse de ella. "¿Qué te pasa, Edian? ¿Has visto algún fantasma?", preguntaron mientras se reían.
Edian decidió guardar en secreto lo que había sucedido en la cueva. No quería que sus amigas la tacharan de loca o se preocuparan innecesariamente. Así que simplemente sonrió y con una suave voz dijo: "No, todo está bien. Probablemente solo fueron rumores exagerados".
De regreso a casa, Edian preparó la cena y mientras cocinaba, pensó en lo que había experimentado en la cueva. ¿Había sido real o solo había sido su imaginación? Por más que lo intentó, no podía sacar de su mente la sensación de la luz brillante que la había absorbido.
Más tarde esa noche, mientras se acostaba en la cama, Edian se dio cuenta de que no podía conciliar el sueño. Todo su cuerpo estaba tenso y su mente no dejaba de dar vueltas en torno a lo que había sucedido. Finalmente, se quedó dormida, pero su sueño fue inquieto.
En sus sueños, Edian se encontró en una hermosa ciudad de ensueño, donde todo parecía perfecto. Había edificios altos y modernos, jardines exuberantes y fuentes de agua cristalina. Pero algo estaba mal, algo que no podía identificar. Se sentía como si estuviera atrapada en un mundo irreal, y no sabía cómo escapar.
Cuando despertó, estaba cubierta de sudor y temblando. "¿Qué está pasando conmigo?", se preguntó Edian. A pesar de sus dudas, estaba segura de que algo extraño estaba sucediendo. Pero todavía no estaba lista para compartirlo con nadie. Tal vez necesitaba tiempo para procesar todo lo que había pasado en la cueva y en sus sueños.