Edian estaba cansada y entonces se sentó en el suelo y observó la ciudad desde lejos. A medida que pasaba el tiempo, la ciudad parecía más y más desolada. No había señales de vida, y aunque se veía hermosa, era como si algo hubiera sucedido y la ciudad hubiera quedado abandonada y después de un tiempo Edian decidió buscar comida y recuerda los extraños que había encontrado en su camino. No tenía idea de qué podría suceder, pero el hambre y la sed la estaban dominando. Tomó uno de los frutos y lo olió, tratando de detectar cualquier olor extraño o sospechoso. Sin embargo, parecía inofensivo. Así que lo mordió con cautela y esperó. Afortunadamente, no pasó nada malo. Edian decidió seguir adelante y probar los otros frutos, y aunque cada uno tenía un sabor y un color diferentes, todos parecían inofensivos. Satisfecha decidió acostarse y dormir allí mismo pero el miedo a estar solo en un lugar desconocido era inminente y no podía consolidar el sueño.
Edian finalmente se quedó dormida. Pero su sueño fue interrumpido por un extraño ruido. Se levantó de un salto, pero no había nada ahí. El ruido había cesado, y ella pensó que solo había sido su imaginación. Pero después de un rato, el ruido se repitió, esta vez más fuerte y persistente. Edian estaba temblando de miedo. ¿Había alguien más en el bosque con ella?