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Chapter 29 - Capítulo 29: Herida grave

—¡Al suelo, ahora! —gritó el viejo militar. Ivy se tiró de inmediato, pero Leonard tardó un poco en reaccionar. Desde el oscuro cielo surgieron una docena de lanzas blancas que chocaron contra las paredes. Una de ellas, por desgracia, le dio en un brazo a Leonard, que cayó al suelo y comenzó a gritar de dolor.

Mientras tanto, los Stalkers empezaron a subir de nuevo por las escaleras. Por suerte, había tantos cadáveres en ellas que se les hizo difícil, a los ahora más ágiles zombies, poder subir y alcanzar sus presas.

Miguel se arrastró hasta donde estaba Leonard y le cubrió la boca con una mano. La lanza en su brazo había desaparecido, dejando un enorme hueco sangrante.

—Respira profundo y deja que me encargue del sangrado, no tenemos mucho tiempo, por lo que necesito que colabores.

Leonard apenas si escuchó a Miguel, pues el dolor le hacía difícil poder pensar con claridad, sin embargo, entendió lo suficiente como para asentir.

Miguel arrancó parte de su camisa para improvisar un vendaje y lo ajustó para detener el sangrado. Hacía años que no practicaba primeros auxilios, pero pronto no tuvo problemas para recordar su entrenamiento. Mientras tanto, Ivy, aún agachada en el suelo y temblando de miedo, observó el pasillo por el que debían de aparecer los zombies.

Antes de que Miguel pudiera encargarse completamente de la herida de Leonard, una lanza blanca, lanzada con fuerza increíble, atravesó el muro que los protegía y se clavó en la pared del apartamento trasero antes de desaparecer. Miguel maldijo por lo bajo, era esa cosa de nuevo y parecía que había traído más zombies de su tipo. Miguel recordó con un escalofrío el término Breeder.

Miguel miró a Ivy por un segundo antes de hacerle una sugerencia.

—Cuando lances un hechizo cambia de posición, no sabemos si esa cosa puede detectarte.

Ivy, que se había quedado con la vista fija en el hueco que había dejado la lanza, se sobresaltó con la voz de Miguel y asintió luego de escucharle.

Mientras tanto, Leonard mordió con más fuerza, intentando no gritar. Miguel maldijo su idiotez y le dijo a Leonard que mordiera su guante de cuero.

El militar intentó, otra vez, detener el sangrado y, aunque al final tuvo cierto éxito, se dio cuenta también de que Leonard probablemente perdería el brazo, pues la herida era demasiado grande y Miguel no tenía ni una poción de salud para ayudarle. El viejo se maldijo por dejarlas todas guardadas en el apartamento justo detrás de él, en donde estaban todos los supervivientes. Además, y para desgracia de todos, ninguno de los supervivientes había elegido la Clase de sanador y los que lo habían hecho estaban muertos. Miguel había encontrado dos paquetes de inicio de sanador, pero nadie podía aprender el hechizo.

Leonard estaba pálido por la pérdida de sangre y Miguel supo que ya no podría ser de ayuda en el combate. Leonard nunca había sentido un dolor tan horrible en su vida. Extrañamente, tenía la mente más despejada de lo que esperaba.

—Leonard, escúchame. Hay pociones de salud en el apartamento detrás de mí. Si quieres salvar tu brazo, tendrás que encontrarlas. Abriré la puerta e intentaré crear una distracción para que entres. Tienes que ser rápido ¿Me oyes?

Leonard asintió, aún mordiendo su guante. El vendaje improvisado de Miguel colgaba de su brazo herido, todo manchado de sangre. Leonard podía sentir el apretado torniquete que le había puesto Miguel en la parte superior de su brazo utilizando una trenza de zapato, un material no ideal para ello, pero no había otra opción.

Miguel se arrastró hacia Ivy y le explicó el plan. La muchacha asintió y se preparó mentalmente para el combate. Los zombies en el piso de abajo ya casi superaban la barrera de cadáveres para alcanzar el último piso. Mientras, desde el exterior, el zombie alado, junto a un grupo, observaba con atención lo que sucedía.

De repente, una de las puertas de uno de los apartamentos se abrió de golpe y el zombie respondió de inmediato levantando su lanza. Pero antes de que pudiera lanzarla, una bola de oscuridad surgió del pasillo y explotó al momento siguiente en el techo, interrumpiendo su visión y la de los demás Windwalkers.

Sin embargo, el Breeder ignoró esto y lanzó su lanza hacia el lugar donde recordaba que estaba el apartamento. Siguiendo a su líder, los demás repitieron el lanzamiento.

Leonard estaba a punto de entrar cuando Miguel lo tacleó al suelo, solo para que momentos después la entrada al apartamento se cubriera de afiladas lanzas, una de las cuales atravesó el suelo y terminó en el piso de abajo.

—Maldición, es imposible que pueda entrar —dijo Leonard en voz baja. El dolor y la pérdida de sangre lo habían dejado en un estado de debilidad tal que apenas podía moverse adecuadamente.

—¿No crees que puedas entrar arrastrándote? —preguntó Ivy.

Leonard miró la entrada al apartamento, las lanzas se habían clavado en varios puntos por todo el suelo.

—Imposible, creo que pueden apuntarme desde donde están.

—Puedo intentar taparles la vista de nuevo.

—No creo que eso funcione —respondió Miguel—. No se han dejado engañar la primera vez, dudo que funcione la segunda.

Miguel intentó pensar en alguna otra opción. Los tres podían retroceder por el pasillo hasta el último apartamento, cuya entrada estaba detrás de una pared y oculta a la vista desde el exterior, pero hacer eso permitiría a los zombies alcanzar el apartamento donde Miguel había movido a los supervivientes; sobre todo ahora que había abierto la puerta.

Por suerte, el hechizo de Ivy ahora mismo no solo había servido de distracción, sino que la oscuridad había salpicado, en su mayoría, a los zombies que estaban subiendo, ganando así unos preciados segundos extras.

Luego de pensar por un momento, Miguel se dio cuenta de que en realidad no tenían otra opción si querían retirarse con seguridad. Miró a Leonard y le susurró en voz baja.

—Arrástrate hasta el apartamento al final del pasillo, no creo que puedan verte. Nosotros te seguiremos —Luego observó el balón de fútbol que Leonard había dejado en el pasillo y preguntó: ¿cualquiera puede usarlo?

Leonard miró a Miguel unos segundos.

—Sí, pero solo tienes un tiro porque volverá a mi posición de manera automática, además, sin mis habilidades, dudo que puedas apuntar bien.

—Está bien, no creo que se necesite mucha puntería para matar a los zombies.

Leonard asintió y comenzó a arrastrarse hacia el apartamento.

Miguel e Ivy le siguieron sin apartar la vista del pasillo. Al final, pudieron entrar al apartamento sin problemas.

—Ivy, necesito que me escuches un momento. Hay un cuarto que tiene un gran hueco en la pared, ve allí y detén a cualquier zombie que intente entrar.

Ivy asintió y se largó a buscar el cuarto. Mientras, Miguel agarró la pelota de Leonard y se preparó para intentar sacarle el mayor uso. Los zombies no tardaron en aparecer al final del pasillo, momento en el que Miguel pateó el balón.

De su puntería, mejor no hablar… Sin embargo, el balón rebotó en la pared del pasillo, golpeó al primer zombie y dejó escapar una explosión que le mató y afectó al otro grupo que se acercaba. Cuando el balón desapareció, Miguel sacó su arma y disparó dos veces, matando a dos enemigos más.

El arma que le había dado el sistema era una pistola con un cartucho de 11 balas. Miguel había hecho pruebas y sabía que el cartucho regeneraba una bala cada minuto, algo increíble sin ninguna duda, pero que no servía de mucho en un combate prolongado como el que estaba a punto de empezar.

Miguel no perdió la calma y comenzó a matar a los zombies de manera sistemática y lentamente, solo disparando en el último momento, cuando el zombie estaba a punto de entrar al apartamento.

Al principio todo transcurrió sin problemas, pero pronto la situación cambió. Miguel escuchó el aleteo antes de verlo. Un zombie alado aterrizó en el muro del pasillo mientras sostenía una lanza.

[Zombie Windwalker].

El zombie alzó su lanza para atacar, pero Miguel fue más rápido. Su disparo penetró la cabeza del Windwalker y le hizo caer hacia atrás.

Un fuerte grito se escuchó desde el exterior y Miguel tuvo un mal presentimiento, por lo que cambió de puesto.

Segundos después, una gruesa lanza blanca atravesó la pared del edificio y se clavó en su antigua posición. Miguel se limpió el sudor de la frente y disparó a otro zombie que estaba cerca de la entrada del apartamento y luego cambió de posición de nuevo. Observó aliviado que ya no había tantos Stalkers que matar, por lo que el ataque ya estaba tocando a su fin.

Segundos después escuchó la voz de Ivy.

—¡Son demasiados!

Miguel maldijo y estuvo a punto de ir con ella, pero todavía había algunos Stalkers en el pasillo y sin él allí, los supervivientes quedarían vulnerables.

Además, el sonido de un fuerte aleteo no le dejó pensar mucho más. Tres Windwalkers aterrizaron en el muro del pasillo y le miraron con ira.

Miguel le disparó a uno de ellos y se cubrió detrás del muro de la puerta. Las lanzas blancas impactaron uno de los muebles del apartamento y lo destrozaron.

A él solo le quedaban 4 balas, pero el arma debería de cargar una muy pronto. Se asomó por un momento y, antes de esconderse nuevamente, le disparó al Stalker más cercano al apartamento donde estaban los supervivientes.