Al principio, creyó que los Windwalkers intentarían ir por los demás supervivientes, pero parecía que toda su atención estaba concentrada en él; lo cual era un alivio.
Momentos antes, Ivy estaba intentando evitar que un grupo de Windwalkers entraran al apartamento, pero no era tarea fácil.
El primero había recibido su hechizo en todo el rostro y había muerto instantáneamente, sin embargo, los demás habían cambiado de estrategia. Tres de ellos estaban suspendidos en el aire con sus lanzas preparadas.
A Ivy le sorprendía la fuerza con la que podían arrojar las lanzas, incluso, sin ningún punto de apoyo en el aire, pero pronto notó que usaban magia para impulsarlas. Una pequeña cantidad concentrada en un solo punto, conseguía disparar el arma a gran velocidad al escapar de sus manos.
Ivy esquivó por poco otra lanza y se maldijo por pensar en cosas inútiles en medio del combate. Le sucedía a menudo, sobre todo cuando estaba muy asustada. Por extraño que parecía, analizar a las criaturas con las que se enfrentaba parecía distraerla y calmarla un poco.
Sin embargo ese no era el momento para distracciones. Otros tres Windwalkers aterrizaron en el hueco del apartamento y se acercaron a ella con sus lanzas preparadas.
Ivy acumuló energía para liberar un hechizo sobrecargado. La bola de oscuridad, mucho más grande de lo normal, explotó en medio de la habitación y salpicó por completo a los tres zombies, que aullaban de dolor.
Ivy respiró con alivio cuando se dio cuenta de que esos zombies eran bastante frágiles y que no necesitaría mucha ayuda para evitar que entraran. Pero, momentos después, apareció una docena de Windwalkers. La mitad arrojó sus lanzas hacia ella, mientras que la otra intentó entrar. A Ivy le fue imposible, entre la lluvia de lanzas, encontrar un momento para lanzar un hechizo, por lo que lanzó uno sin mirar. Ella escuchó gritos, pero no estaba segura de qué tan efectivo había sido.
—¡Son demasiados! —gritó Ivy, pero estaba consciente de que, por los sonidos de los disparos, Miguel también estaba ocupado.
Sin esperar respuesta, Ivy se retiró hasta el cuarto adyacente; desde el que podía atacar a los zombies antes de que ellos atacaran. Desde donde estaba, podía ver el pasillo y la entrada a la cocina y la sala, en donde Miguel debía de estar peleando en la entrada.
No pasó mucho tiempo hasta que los primeros Windwalkers surgieron del cuarto e Ivy los cubrió con una bola de oscuridad. Sin embargo, detrás del primer grupo aparecieron más e Ivy se vio obligada a lanzar su hechizo sin parar, lo cual drenó aún más sus energías.
Por suerte, se escuchó un horrible grito y los zombies retrocedieron un momento. Ivy se sintió aliviada, pero no le duró mucho, desde el cuarto surgió un Windwalker gigante, con plumaje negro, cosa que sus contrapartes no poseían.
[Zombie Windrunner Breeder].
No un Windwalkers, sino un Windrunner, pensó ella, en un estado de parálisis. El zombie era tan alto que apenas cabía en el apartamento, su cabeza estaba repleta de plumas negras y sus ojos parecían bolas de oscuridad. Ivy sintió un escalofrío y reaccionó en ese momento por puro reflejo. Lanzó un hechizo directo contra el monstruo, pero, para su sorpresa, la oscuridad se pegó unos segundos al plumaje antes de correr hacia abajo como si fuera agua.
Por suerte, la masa de oscuridad logró hacer algo de daño al zombie, pues aulló de dolor. Segundos que aprovechó Ivy para retirarse al interior del cuarto.
El Breeder solo se detuvo unos segundos antes de continuar avanzando. Salió del cuarto y, con dificultad, debido al estrecho espacio, apuntó su lanza contra Ivy, quien, aterrada, levantó una barrera de oscuridad frente a ella y saltó a un lado. El Windrunner dudó un segundo al perder de vista al enemigo, pero la lanza salió volando momentos después. Ivy esquivó por poco el lanzamiento y cayó en la cama del cuarto, fuera de la barrera y nuevamente a la vista del zombie.
El Breeder levantó su lanza nuevamente e Ivy cerró los ojos, pero justo en ese momento un balón impactó la cabeza del zombie y explotó con una onda sónica débil.
El Windrunner quedó aturdido y dio un paso atrás, casi perdiendo el equilibrio. Nunca había recibido un ataque así, por lo que asustado y confundido, retrocedió tambaleante hacia el cuarto e intentó alejarse saltando por el agujero que había hecho en la pared. Pero todavía estaba bastante aturdido, por lo que se encontró cayendo a gran velocidad hacia el suelo, incapaz de volar.
El Breeder chocó contra el suelo con fuerza y sintió un horrible dolor en todo el cuerpo. Se levantó con dificultad y, para su horror, se encontró con que una de sus alas estaba herida, lo que le impedía volar. Algunos Windwalkers se acercaron y volaron a su alrededor, preocupados.
Esperó hasta recuperarse y luego le indicó a sus hijos que se retiraran. No podía creer que estas presas pudieran luchar tan bien. Levantó la vista por sobre su hombro, intentando ver su ala herida. Además, se dio cuenta de que el número de Windwalkers que habían muerto había sido numeroso. Calculó que tardaría un tiempo en recuperarse de sus heridas, por lo que decidió concentrarse en recuperar su bandada y prepararse para atacar de nuevo a los humanos de ese edificio.
Mientras tanto, en la entrada de la cocina, en uno de los apartamentos del último piso del edificio, Leonard observaba en la dirección en la que había desaparecido el Breeder. Estaba pálido y se sentía muy débil, apenas había logrado patear el balón con suficiente fuerza, por lo que estaba aliviado de que hubiera funcionado. Salió de la cocina y se pegó a la pared del pasillo, intentando de que el zombie no pudiera verle desde el cuarto. Cuando llegó al final del pasillo, junto al baño, se asomó hacia el cuarto y, además de los restos de los Windwalkers, no había nadie. Se sintió aliviado al encontrarlo vacío. Finalmente, se dirigió al cuarto en el que Ivy había entrado, esperando que no estuviera herida.
Ivy estaba boca arriba sobre la cama del cuarto y cuando Leonard entró, ella le miró y luego sonrió.
—Gracias, creo que sin tu ayuda ahora estaría muerta.
—De nada —respondió Leonard con cierta torpeza.
Ivy se levantó y se asomó al cuarto adyacente con cautela. La entrada, en parte, estaba trancada con lo que quedaba de los cadáveres de varios Windwalkers. La oscuridad que se había aferrado a ellos los había consumido sin piedad hasta desaparecer momentos después. A Ivy le costó abrirse paso hasta la habitación, pero no encontró nada más; los Windwalkers y su líder parecían haberse retirado.
—Ese zombie me da escalofríos. Es… diferente.
Ivy miró a Leonard y asintió, ella sabía a lo que él se refería. Ese Breeder era muy inteligente, por lo que sería todo un problema lidiar con él.
Ambos escucharon otro disparo en la sala, por lo que Ivy se apresuró a ayudar a Miguel. Mientras, Leonard retrocedió, todavía observando el cuarto con el agujero con cautela. El dolor le seguía molestando, pero empezaba a acostumbrarse. Se dio cuenta de que subir de nivel probablemente aportaba mucho más beneficios de los que creía.
Del lado de Miguel, los Windwalkers también se habían retirado luego de que hubiera matado a dos más. Los demás Stalkers no resultaron muy difíciles para el viejo militar, quien después esperó hasta que se acercaran a él para matarlos de un golpe.
Al final, solo quedaba un Stalker que intentó entrar en el apartamento donde estaban los supervivientes, pero Miguel decidió dispararle para acabar con él.
Momentos después, Ivy llegó del pasillo.
—¿Todos están muertos?
—Eso parece, aunque supongo que quedarán algunos en los pisos inferiores. ¿Qué pasó con los Windwalkers?
—Con la ayuda de Leonard pude hacerlos retroceder.
La expresión de Miguel cambió al escuchar sobre Leonard.
—¡Rápido! Necesita una poción de salud para su brazo antes de que sea demasiado tarde.
Ivy abrió los ojos y salió corriendo hacia el apartamento donde estaban las pociones, Miguel la siguió de cerca mientras observaba el exterior; todavía esperando otra lanza.
Ivy entró al apartamento y se dirigió a la cocina, en donde un grupo de aterrados supervivientes yacían en el suelo, temblando.
—¿Ya terminó todo? —preguntó uno de ellos, pero Ivy lo ignoró.
—¿Dónde están las pociones de salud?
Uno de los supervivientes señaló una de las gavetas, en donde Miguel las había colocado. Ivy abrió la gaveta y agarró una de ellas antes de salir corriendo de vuelta.
Encontró a Leonard en la cocina del apartamento adyacente, pálido y sin energías para levantarse.
Ivy destapó la poción y le obligó a tragarla entera. Leonard se sintió agotado y con un sueño horrible, pero recuperó algo de color y se sintió algo mejor. Sin embargo, Ivy le miró preocupada. Leonard siguió su mirada y entonces posó sus ojos en su brazo.
Se dio cuenta de que aún no podía moverlo. El sangrado se había detenido y parte de la piel se había regenerado, pero el enorme hueco que había dejado la lanza seguía allí.