Leonard no tardó en atacar también. Pateó su pelota con todas sus fuerzas en dirección a la baranda del edificio. Esta rebotó en la baranda, pegó en el techo y luego terminó golpeando en la cabeza a un zombie. El impacto transformó la energía cinética acumulada en un ataque sónico, el cual aplastó la cabeza del zombie y lo envió volando hacia atrás. La pelota cayó en las escaleras y no tardó más que unos segundos en desaparecer y volver junto a Leonard en el pasillo de arriba.
Los tres combatientes se relajaron, pues el combate estaba resultando mucho más fácil de lo esperado. Después de unos 10 minutos de lo mismo, Leonard ya estaba pensando que la noche pasaría sin ningún peligro especial.
Entonces, Miguel escuchó que algo impactó el techo del edificio, y una de sus habilidades le indicó que estaban en peligro.
—Hay algo en el techo, aléjense de la baranda.
Ivy también lo había escuchado y retrocedía con pasos temblorosos mientras observaba el techo. Leonard, por su parte, también retrocedió sin dejar de atacar a los zombies..
Pasaron unos minutos, pero no ocurrió nada más. Sin embargo, Miguel no estaba tranquilo, sentía que algo malo iba a pasar.
Segundos después, se escuchó un fuerte golpe. seguido de un horrible grito. Era como si algo pesado hubiera caído al suelo. Miguel miró al apartamento donde todos se ocultaban, de donde procedía todo el ruido.
—Iré a ver qué sucede.
Miguel se movió antes de que Ivy y Leonard pudieran decir algo. Abrió la puerta del apartamento y entró. Le dio la bienvenida un grupo de gente que corría aterrada directo hacia la puerta.
Miguel estaba seguro de que si no fuera porque al avanzar de nivel su cuerpo había mejorado su condición física considerablemente, hubiera muerto allí mismo. Cinco personas intentaron apartarle del camino para escapar, pero los cinco rebotaron contra él y cayeron al suelo, mientras que Miguel solo retrocedió unos pasos.
—Vayan al apartamento de al lado y manténganse allí.
Miguel saltó por sobre ellos y corrió hacia el pasillo. En la cocina se escondía un grupo que temblaba de miedo. Todos estaban acurrucados en el suelo y muchos lloraban y gritaban.
Miguel los ignoró y continuó adelante, podía sentir que se acercaba a algo muy peligroso, pero sabía que tenía que enfrentarlo si no quería dejar morir a muchos supervivientes.
Por fin, Miguel escuchó un nuevo grito desde uno de los cuartos del apartamento y se dirigió allí. Al abrir la puerta, la escena que encontró le paralizó.
[Zombie Windrunner Breeder].
La criatura alada se asomaba por entre un enorme hueco en la pared que antes debía de ser la ventana. En una de sus manos sostenía una pálida lanza con una punta afilada y con la otra sostenía un cadáver, el cual observaba con atención.
Los demás sobrevivientes también estaban paralizados y observaban horrorizados al zombie. El hombre que había gritado por segunda vez ahora lloraba, tirado en el suelo. Miguel salió de su parálisis y habló en voz baja.
—Acérquense a mí, despacio.
La voz de Miguel asustó a los supervivientes, que voltearon a mirarle, sorprendidos. De uno a uno comenzaron a gatear hacia la salida, pero el Breeder no quería que se fueran.
Apartó la mirada del cadáver que sostenía e intentó entrar al apartamento. Miguel levantó su pistola y disparó por primera vez esa noche. El disparo causó que los supervivientes entraran en pánico, por lo que corrieron hacia la salida. Miguel apenas tuvo tiempo de apartarse, pues no podía creer lo que acababa de ver.
El disparo rebotó en el plumaje del zombie, provocó unas chispas y luego desapareció en la noche. El Breeder estaba intacto y ahora le miraba con atención, o más bien, miraba su arma.
El zombie abrió la boca y dejó escapar un sonido horrible que a Miguel le recordó a un ave enferma. El militar retrocedió unos pasos mientras intentaba controlar el pánico que le invadía.
Para su suerte, el apartamento era muy pequeño para aquel monstruo, por lo que no tenía espacio para blandir la enorme lanza con comodidad, ni para moverse con facilidad. El Windrunner se dio cuenta de que para alcanzar a aquel humano y su curiosa arma, tendría que avanzar agachado y encorvado, sin poder abrir sus alas, por lo que decidió retirarse.
Miguel observó cómo el zombie retrocedía por el agujero que había creado y por puro reflejo disparó de nuevo. El disparo fue inútil otra vez y el zombie le ignoró por completo. Antes de saltar hacia el oscuro cielo, el zombie agarró el cadáver que había recolectado y luego miró una última vez a Miguel.
Miguel se quedó allí parado, con sudor en la frente y sin poder pensar claramente. El zombie era muy diferente a cualquier otro que hubiera visto. ¿Breeder? ¿Qué significaba aquello? ¿Acaso era capaz de producir más zombies? Además, Miguel se dio cuenta de que no se enfrentaban a un zombie evolucionado común. Su grupo había matado a uno gracias a que no era muy inteligente, pero este era diferente, lo suficientemente inteligente para saber cuando retirarse.
Miguel sintió un escalofrío mientras miraba la ventana y sin pensarlo se echó al suelo, justo a tiempo para esquivar, por unos milímetros, un lanza blanca que había aparecido de la nada. El arma atravesó la pared limpiamente y terminó clavada en el pasillo, asustando de muerte a los supervivientes en la cocina.
La lanza desapareció momentos después y Miguel se arrastró fuera del cuarto con el corazón a punto de explotar. Fuera del cuarto, continuó arrastrándose mientras pensaba si el zombie podría detectarle a través de las paredes. Por suerte, parecía que este no era el caso, pues el ataque no se repitió.
Ya afuera, Miguel se reunió con los supervivientes en la cocina.
—El peligro ha pasado, pero será mejor que vayan al apartamento de al lado. Díganle a todos que se alejen de las ventanas, no sé si ese zombie va a volver.
—¿Está muerto? —preguntó la señora con el cabello canoso y aspecto débil.
—No, señora Isvah, me temo que no —Por un segundo, Miguel pensó explicar que sus disparos habían sido inútiles, pero se lo pensó mejor y no dijo nada.
—¿Entonces qué diablos estás haciendo? Creí que podías protegernos, pero no parece que seas muy fuerte.
El que preguntó era un hombre alto y flacucho que miraba a Miguel con Desdén. El militar conocía a los de su tipo. Antes, cuando era joven, Miguel se hubiera enojado y empezado a discutir, pero la experiencia le había enseñado que tales peleas eran inútiles.
—Eres bienvenido a unirte en la defensa Jean, mientras más personas tengamos menos débiles seremos.
Jean apartó la vista. Miguel sabía que él no se atrevería a pelear. Además, ninguno de los supervivientes en la cocina lo consideraría. El viejo militar suspiró algo deprimido. Peor aún, él sabía que muchos supervivientes pensaban igual o parecido a Jean. Estas personas exigen protección sin dar nada a cambio y, para empeorar las cosas, se enojan si dicha protección falla.
Miguel salió de la cocina y se reunió afuera con Ivy y Leonard, que continuaban matando zombies a medida que seguían subiendo. Miguel observó a ambos y luego miró hacia afuera, hacia el cielo nocturno, desde donde el Windrunner podía estar observando.
—Leonard, Ivy, retrocedan hasta el muro del pasillo y procuren luchar detrás del mismo.
Ivy asintió y sin muchas preguntas se escondió detrás del muro. La muchacha había resultado toda una sorpresa. Miguel sabía lo difícil que era para que un civil sin entrenamiento reuniera la suficiente valentía para luchar contra los zombies, sobre todo en tan solo un día. Sin embargo, Miguel no estaba tan extrañado de que existieran civiles como Ivy, al fin y al cabo, existían muchas personas que serían excelentes militares, pero no estaban dispuestos a alistarse.
Por otro lado, Leonard se acercó a Miguel mientras observaba las escaleras con atención.
—Desde esa posición no es cómodo patear el balón, además, los zombies podrían acercarse al primer apartamento.
Miguel estuvo a punto de gritarle a Leonard de que se callara y obedeciera, pero el viejo militar recordó a tiempo de que el muchacho ni siquiera era un soldado y suprimió su irritación.
—Si quieres terminar empalado en una lanza ese no es mi problema. El zombie que ví en el estacionamiento intentó colarse en el apartamento por una de las ventanas.
—¿Por la ventana? Pero estamos en el último piso. ¿Cómo es eso posible? Además, ¿No tienen todas las ventanas una reja metálica?
Miguel abrió la boca para responder, pero se dio cuenta de algo. ¿Cómo es que el monstruo había cortado la reja?
—Bueno, no importa, intentaré esperar detrás, no quiero terminar muriendo de manera estúpida.
Leonard retrocedió mientras observaba con cuidado el cielo en el exterior. La pelea prosiguió en los siguientes minutos sin problemas, pero entonces, luego de que Ivy lanzara un hechizo, Miguel sintió de nuevo el peligro y respondió a tiempo para empujar a la muchacha. Momentos después, una lanza blanca atravesó el lugar donde estaba la cabeza de ella y se clavó en la pared detrás de todos, para luego desaparecer.
Miguel no tuvo tiempo para pensar cuando sintió que el grupo estaba en serio peligro.