A un lado de los lavabos de la pista de atletismo, mientras varios estudiantes corrían o solo jugaban, un grupo de jóvenes de quinto de secundaria veían entretenidos hacia un pasadizo cerca a la bodega de servicio. Hacia Kayle y uno de sus amigos.
— ¿Estará bien que lo dejemos hacer eso? — preguntó uno de los chicos.
— ¿Qué tiene de malo? Tom no está y ella siempre dice que está concentrada en los estudios — respondió el otro, viendo la sorpresa de su amigo — me confesé hace un mes.
— tientas a la muerte …
—¡kayle! no seas brusca — dijo otro al ver a la joven irse con su celular en mano.
Ella lo escuchó, mostró una suave sonrisa y su mano se despidió, siguiendo su camino por el pasadizo.
— jamás — susurró ella.
Después de dos clases más, mientras miles de estudiantes regresaban a casas, ocultos en el último piso de la torre norte. Talia veía a los gemelos y corni sentados en el último tramo de las escaleras hacia una puerta de rejas de la azotea. Y al otro lado, Bruno llegaba con una bolsa de papas fritas de una máquina expendedora.
Le dio muchas vueltas el hecho de encontrarse ahí, ella no había sido atacada y aunque era muy alta la posibilidad, no podía confiar en esas personas.
« Tal vez, me debería ir » pensó, a punto de recoger su mochila cuando vio a Kayle subir por las escaleras. Sus ojos se cruzaron, siguiendo por su lado.
— Lo siento, lo siento — se escuchó de Theo, vestido con el uniforme de basquet y una leve capa de sudor — que bueno que llegaron, esto es serio. Sin duda fue un maniquí, pero no creo que el fantasma se detenga.
En el momento que el pelirrojo abrió la puerta, vieron una sucia bodega. Solo con mesas y sillas rotas, una pelota de béisbol que pasó por la ventana abierta, rebotando en las mesas y aterrizando a los pies del grupo.
— Maldito Nicolas — susurro Theo.
En ese momento, aquella pelota explotó en una bomba de humo.
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Mientras tanto, Nicolas apenas había salido de su oficina junto con dos cajas en mano y en una corta despedida con Aidan Del Águila. Como en cualquier otro jueves, después de su sesión con el psicólogo.
— Recuerda, no tienes porque presionarte — recordó Nicolas en un suave tono.
— Volveré al primer puesto — comentó Aidan al acomodar sus lentes.
— Bueno — alargó Nicolás — duerme más y si quieres regalar dinero, estoy todo el día en mi oficina. Oye, ¿cómo te fue con tu mamá? ¿irás a la fiesta?
Aidan nego.
— Tranquilo, sabes que la directora siempre está ocupada. no te agobies — tenía una graciosa burla en sus comisuras al salir del segundo piso.
Aidan alzó sus cejas y abrió sus ojos de par en par, satisfecho y con una extraña sensación de calor en su pecho. Solo Nicolas, era el único profesor que podía ayudarlo en su solitaria vida.
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Con humo por sus ojos y abierto por la mitad, Theo logró ver un papel escondido. Se inclinó y lo leyó.
— °" El mejor indicio de la sabiduría es la concordia entre las palabras y las obras … prepárense que en este terreno su vida germina y termina como hormigas" — leyó y volteo a los demás — ¿Y esto que mierda significa?
— ¿Una advertencia? — soltó Bruno al entrar a la bodega — terminemos con esto. Estoy ocupado.
— Todos — agregó corni al buscar la silla con mejor calidad — ¿quién es el culpable?
— es Psycho — respondió enseguida Andrew, sin darse cuenta del disgusto de su hermano menor y de la sorpresa de Kayle.
— ¿eh… ? Esto es interesante — dijo ella llamando la atención y sentándose sobre una de las mesas pintarrajeadas — ¿Tienes pruebas?
Su pose daba mucho que decir, mostrando una sonrisa juguetona, con sus piernas cruzadas, y con una mano cargaba con su peso en la mesa. Parecía divertirse.
El chico no se demoró mucho, se sentía desafiado y su orgullo no lo dejaría perder. De pronto, saco una foto de su mochila y la entrego, con sorna y muy seguro de lo que hacía, por lo menos hasta que ella soltó una pequeña risa y devolvió.
— Bravo, acosador — insulto.
— Fuiste tú — argumento con firmeza.
Por otro lado, Arthur no se veía muy complacido, no estaba de acuerdo con su hermano. Aunque, la verdad, no se sentía cómodo desde el suceso en la pancarta.
Esos dos adolescentes seguían discutiendo, la mayoría simplemente escuchaba, a diferencia de Theo quien quería que se callaran para no ser escuchado.
Por suerte, se detuvieron una vez que los celulares de los siete vibraron. Se sorprendieron de ver varias fotos de kayle junto a diferentes hombres, en la mayoría alegres o solo hablando. Todas desde una misma publicación de un desconocido enviada a la página escolar.
— wow — susurró Talia al leer su celular, sin darse cuenta que los demás voltearon a ella. Se alarmó de tan solo ser vista — lo siento.
— qué asco — dijo corni y volteo a kayle — he escuchado peores cosas de ti. Se limitan porque los profesores los pueden leer.
"que descarada, mi amigo se confesó a ella".
"pensé que era novia de alguien de quinto".
"¿Tiene tantos novios?"
Era verdad, disfrazaban lo que pensaban de la chica en los comentarios sin miedo y aprovechando la oportunidad.
— Escucha — volvió a empezar Andrew — no me importa …
— Escúchame tú — interrumpió kayle al cruzar sus piernas y señalarse asi misma — ¿sabes porque no pude haber sido yo?
Andrew estaba a punto de responder, cuando ella habló.
— Digamos que una persona haya puesto un letrero de ese tamaño en un segundo piso, ¿no es imposible? Debería haber por lo menos ocho o nueve personas, para amarrar o sostener. Uno solo no podría.
— ¿Y tu amigo? — preguntó Arthur viendo su celular.
Kayle no estaba segura si responder, inclinó su cabeza y vio el techo por unos segundos. Realmente no quería hablar de su pasado, no podia confiar en esos niños adinerados.
Sin embargo … no podía levantar sospechas.
Sin embargo …
— me educaron en casa — respondió con su mirada fija sobre Andrew — Es mi profesor, está haciendo una maestría y me preguntó si quería sus libros de estudio. Claramente acepté.
Por unos segundos se quedaron en silencio mientras la chica guardaba aquella foto en su mochila, contando el tiempo de la chica en la escuela, ¿Acaso solo había entrado por tres años a la escuela?.
— Desapareció — intervino Bruno al dejar de ver aquella publicación.
— No me gusta deberle algo a alguien — contestó Arthur al guardar su celular.
— tsk, traidor — susurro Andrew al regresar a un silla casi rota.
— Bueno — hablo theo — si nos calmamos.
— Como sea, no quiero perder lo que queda del año con ustedes. ¡Quiero saber quien es! — explotó Corni, pero al ver que nadie hablaba, resoplo hasta que vio a kayle recoger sus cosas y caminar a la puerta — ¿qué haces? estamos conversando.
— perdón, pero no pienso quedarme preguntándome el porqué de algo. ¿Quieren que les diga lo qué pasó? — cuestiono.
No, no estaba siendo grosera o superficial. Simplemente, no le agradaban esas personas. Por eso, una vez que asintieron, ella tomó la carta en mano de Theo y se fue del salón.
El pelirrojo no dijo nada. Sucedió tan rápido que apenas pudo ver la espalda de la joven pasar por el umbral, cuando una nueva idea pasó por su cabeza. No estaba seguro, pero podría funcionar.
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Mientras tanto, en un parque alejado de la escuela, Jack jugaba con su celular hasta que unas finas manos se posaron sobre él. Jack suspiro y volteo sonriente a su acompañante. Sofia.
— Escucha — susurró ella, en un suave y coqueto tono — ¿cuándo vas a terminar con ella?
— oyeme, y qué va a pasar con todo lo que ganamos? — pregunto al aire él — casi siempre tenemos almuerzos gratis en la escuela, los profesores no nos dan libertad y todo gracias a Corni. Sofi, solo es un año más.
— Ag … bien — susurró ella y volvió a acostarse sobre el hombro de su pareja.
Parecían una pareja, y es que en realidad, lo eran. Ocultos de los demás, en especial de Corni. Sin embargo, Sofía estaba harta de ver a su novio con otra chica. Quería decirlo, pero él tenía razón. Si decían la verdad, todos sus beneficios se irían con ella.
Además, no podían solo convertirse en enemigos de la familia Esposito. O eso se imaginaba alguien que los veia desde un carro negro estacionado a un lado del parque.