Solo habían pasado un par de horas en la escuela, cuando nuevamente en la bodega solo se encontraban los siete adolescentes y un extraño adulto descuidado y de grandes gafas con una laptop en las mesas estropeadas.
— Oye, ¿desde cuándo tu mamá te deja pagarle a un hacker? — preguntó Theo a Andrew.
— llámalo paloma. Lo conoce hace tiempo, la ayuda a eliminar las cuentas que hablan mal de ella — respondió el chico.
En breve, el hacker dejo ver desde su pantalla un mapa de la ciudad con pocos puntos rojos en diferentes lugares, un gran circulo verde sobre la escuela y otro punto de color azul en una plaza.
— De acuerdo, los puntos rojos son los mensajes enviados en la ciudad, luego la escuela y el azul, es donde pude localizar en tiempo real el celular, antes que se perdiera la conexión — explicó paloma, con total serenidad y cierta emoción en sus manos al señalar.
— Oh, ese es el parque de Barranco — dijo Corni al acercarse a la pantalla y levantó su cabeza hacia Kayle, quien tenía una pequeña sonrisa — Ni lo pienses.
— No pienses mal — dijo kayle — de hecho, no quiero que el fantasma vaya. Pero, me contestó — agregó con su celular en mano.
— ¿Qué te dijo? — preguntó curioso Bruno.
— °"Una sonrisa cuesta menos que la electricidad, pero da mucha luz. Y yo, doy mucha luz para ofrecer." — leyó ella desde su celular y volteo a Corni — lamentablemente parece que si va a ir la fiesta luces.
— Entonces, preparemos una trampa — dijo Theo.
— No, claro que no — respondió molesta la castaña de pecas — Hace mucho que no tengo una cita con Jack, no pienso dejar que ustedes arruinen el momento.
— Corni — susurro Andrew — ¿crees que nos importa? No pienso perder una oportunidad como esta.
— Todos debemos ir — dijo Theo.
— Yo no puedo — negó abruptamente Bruno, estaba con la cabeza baja — no es un buen momento como para decirles a mis padres que saldré a una fiesta.
— Bueno — empezó Talia, llamando la atención de los demás — mientras llegué a casa antes de las cinco, estaré bien.
— La fiesta empieza a las siete — dijo corni con una sonrisa que se agrandó con cada palabra — ¡Tan, tan! no podrán ir
— ¿Quienes sí pueden ir? — soltó Theo al alzar su brazo al aire.
Tras su pregunta, los dos gemelos y kayle alzaron el brazo.
— "Tan, tan" decidido — se burló el pelirrojo, viendo con gracia la molestia de su amiga.
Fue así como el plan "encontrar al fantasma" inició. Bruno y Talia se encargaron de mandar indirectas a los últimos mensajes del fantasma avisando que irían a la fiesta, mientras los otros cinco se preparaban para la fiesta.
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Por otro lado, Nicolas caminaba hacia el estacionamiento con un archivero cuando se detuvo a ver hacia el estacionamiento de profesores. Un grupo de docentes hablaba con una mala expresión.
Dio un respingo y se acercó.
— ¿¡Qué hubo!? — gritó al acercarse al grupo.
Ellos no estaban felices, demacrados y con una sensación de cólera, el castaño dio un paso atrás manteniendo su sonrisa.
— Parece que fueron atropellados por un camión y lo único que queda es su cara hecha vómito
— Debe ser divertido para ti, que tienes tu oficina propia — dijo uno de los profesores al rascar su frente — ese criminal no deja de pintar el jardín o destruir la sala de profesores, al final la directora nos culpa a nosotros por no poner llave a la puerta.
— Creí que entró por las ventanas.
— Dile eso a ella — dijo otro, para terminar apoyado sobre un carro — Ahora no solo nos apura con tener que leer miles de libros solo por un examen, también quiere que revisemos cada esquina de la escuela — se quejó a punto de gritar — Ya no tengo tiempo para visitar a mis padres, estoy harto. A veces pienso en irme
— Es que tú decidiste no tener hijos — comentó en son de burla el mas viejo — mis hijos necesitan dinero.
— Si, si es muy duro trabajar aquí — acertó Nicolás, sopesando la conversación — Pero es una buena paga.
Los profesores se detuvieron, voltearon al castaño y detuvieron una leve risa.
— Ahora que lo pienso, Nicolas aunque tienes cuatro años aquí, sigues siendo inocente — comentó uno de ellos entre risas. Mientras el segundo volteaba alrededor — te lo diría, pero eres muy honesto y
— Yo se lo diré — interrumpió el otro y se acercó a él — Los padres se preocupan mucho por las notas de sus hijos, en especial esos niños que no pueden pasar de año.
— Ah eso — siseó Nicolas al alejar el brazo de su compañero — Ya lo sabía, pero … yo no tengo ganancia por eso.
Lo dijo con mucha confianza, con una gran sonrisa mientras se alejaba de ambos hombres con una indescriptible expresión entre la tristeza y cólera.
Por los siguientes días antes del viernes, los adolescentes prepararon una trampa. No era tan elaborada, pero tenía potencial, estaban desesperados, tenían que encontrar una forma rápida y fuerte para detenerlo. Por eso, aunque no querían, terminaban sus días escondidos en la bodega.
— No, no, no y no — se quejó Corni al interrumpir una explicación de kayle en la pizarra con un par de grietas — si hacen una fogata llamaran la atención, y Jack, ya dijo que quería hacer una fogata.
— Todos van a la fiesta luces para hacer fogatas. Ese es el punto de la fiesta — explicó Theo, un poco enojado.
— Entonces, ¿qué quieres que hagamos? — preguntó kayle.
— Caminen — respondio ella — caminen hasta que encuentren a un idiota con esa mascara que dijo Arthur y vayan en negro, para que nadie los reconozca.
Kayle estando delante de todos, volteo lentamente a cada uno, Bruno ni Talia se encontraban pero eso no significaba que habían dejado atrás su apoyo. Ellos debían mandar miles de mensajes al fantasma, avisando que irían a la fiesta y amenazando con todo el poder de los cinco adinerados.
Por lo que, cuando Talía envió una sola foto de una respuesta del fantasma al chat grupal, todo parecía más claro.
« Soy la única luz que guiara su pobre conocimiento »
— Bueno, no importa que hagamos, parece que está muy confiado — dijo Theo.
— Andrew, pídele a tu hacker que vaya a la fiesta — ordenó kayle desde su lugar apoyada en uno de los armarios casi rotos — Lo inundaremos de mensajes para que él pueda buscar en qué celular son enviados, así podremos buscarlo.
— Oye, no me digas que hacer, psycho — habló con firmeza Andrew, con un claro desagrado.
— De acuerdo, intentémoslo — interrumpió Theo al levantarse de la mesa y caminar hacia la pizarra — tendremos que comprar walkie talkie, vistan en negro y usemos códigos para hablar. Y si ven a un tipo de sombrero y traje blanco, que parece mago
— ¿Has vuelto a ver al detective Conan? — intervino Arthur, con una larga sonrisa bromista.
— salió una nueva temporada — respondió él y volteo a corni — tu encargate de alejar a tu grupo.
— Ni siquiera me lo debes decir.
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En la noche, en una fina cabaña de una de las urbanizaciones más codiciadas. Javier, el padre de Theo, entregó una de las dos copas de vino tinto a Gabriella, instalada cómodamente sobre un sofá.
Ambos amantes se veían cómplices, como si fueran dos niños de primaria ocultando una travesura. ¿Pero cuánto tiempo llevaban con ese juego? ocultos de sus familias y trabajos, parecían enamorados en ese hermoso momento.
No era necesario que hablaran, sus cuerpos se habían acostumbrado a moverse solos y sus manos viajaban donde querían. Sin alguna clase de repudio, iniciaron su noche en un acalorado y lento beso lleno de pasión, sabiendo que terminarían su velada con una sola pregunta sin respuesta.
"¿Era necesario decirlo?"