Chapter 27 - Xiao Yue 1

Una serie de alarmas suena en mi cabeza mientras sigo avanzando por el camino árido de éste mundo alejado de todo, dos soles obscurecidos iluminan el cielo demostrando lo antiguo que es éste sistema solar.

Sin dificultad evado los disparos de energía que trataban de impactar mi armadura, sin dudas podría bloquearlos pero no pienso dejar que arruinen su último regalo.

La espada en mi mano derecha tiembla al mismo tiempo que aprieto el botón en su empuñadura, relámpagos de luz azul crepitan sobre la hoja y una leve vibración se vuelve audible.

En mi mano izquierda una lanza dorada vibra al recargar el proyectil del cañón de riel ubicado en uno de sus extremos, todo este armamento lo dejó él a bordo de su nave antes de abandonarme.

No, él no me abandonó, ellos me lo arrebataron, he visto cientos, tal vez miles de veces el último video transmitido antes de la explosión.

La resignación, la tristeza, la soledad que reflejaban sus ojos, jamás debí permitir que viniera solo aquí, la ira vuelve, se muy bien que no me deja pensar claramente pero no voy a retirarme, no ahora que estoy tan cerca de ese lugar.

Más enemigos disparan mientras sus campeones corren con sus espadas en alto intentando cortarme, no entienden lo inútiles que son sus acciones, en un respiro ya estoy frente al primero de ellos.

La espada de fase corta su cabeza por la mitad cauterizando la herida, con la lanza en alto disparo al siguiente y el proyectil acelerado a un medio de la velocidad de la luz pulveriza su cuerpo.

Incluso sus disparos son tan lentos que parecen ir a cámara lenta, lanzo mi espada al pecho de un tercer enemigo, con mi mano ahora libre sujeto el cráneo del cuarto de ellos y usando un poco de mi fuerza lo reviento como un globo.

Finalmente corro hacia los dos tiradores de la retaguardia, uno de ellos trata de correr pero no pienso dejar que sobreviva ninguno, corto uno de sus pies con la lanza y cae torpemente al suelo, no podrá huir ahora, extiendo mi mano derecha por detrás de mi espalda y la espada vuela hacia ella.

Divido en dos al otro tirador desde el hombro derecho hasta la cintura, limpio mi espada con un movimiento hacia el aire y me dirijo hacía el que está tirado en el suelo, antes de que pudiera decir algo, piso fuertemente su cabeza con mi pierna izquierda dejando un gran crater en el suelo.

Detrás de mi, cientos de cadáveres recubiertos con armaduras de cristal dorado bañan el suelo, desde que desembarque en éste planeta no han parado de venir por mí, intentos más que inútiles pero al menos sirven para aliviar la rabia y el dolor.

Su regalo está completamente manchado de sangre azul, el traje interior blanco de músculos sintéticos está salpicado, las placas plateadas están cubiertas con pedazos pegajosos de carne.

Ni siquiera se a cuántos he asesinado, mi equipo quedó atrás hace mucho mientras yo seguía acelerando mi paso pero finalmente he llegado, ante mi hay un gran crater tal vez tiene 20 kilómetros de diámetro y su superficie está casi completamente cristalizada por el calor de una gran explosión.

Aquí es donde él murió, una ola de rabia me invade nuevamente, tristeza y dolor como nunca antes he sentido, aún lo recuerdo, el día que sucedió, pude sentir su caída desde la otra punta de la galaxia.

Él jamás lo sintió de la misma manera que yo, el vínculo entre nosotros, tal vez se debe a que mis sentidos son muy superiores a los suyos pero desde que nos vimos a los ojos después de salir del Crisol lo he sentido, en cada momento de mi vida desde que fui ascendida a lo que soy ahora, desde que descarté mi mortalidad.

Jamás me sentí sola, porque lo sentía a mi lado, como si su mera existencia hiciera más cálido el universo, ambos éramos los únicos de nuestro tipo, no conozco el origen de éste vínculo, él no me dió todos los detalles del Oblivion porque sabía que no los entendería.

Ahora solo puedo sentir el frío vacío de la soledad, su calidez desapareció en un instante, al principio pensé que algo andaba mal con mi cuerpo, pero tras unos días lo que quedó de su flota llegó ante mí, con lágrimas en los ojos su primer capitán me entregó una unidad de memoria con su última voluntad.

Recuerdo aquel día que entró emocionado a mi camarote pidiendo muestras de sangre y óvulos, sentí que trabajaba en algo completamente fuera de mi entendimiento.

Y así era, el Oblivion y el Crisol, tecnología tan avanzada que no la entiendo del todo, combinó nuestro ADN, lo mejor de ambos y lo amplificó para poder inyectarlo en nuestros cuerpos.

El heredó mi fuerza y yo su sabiduría pero no solo eso, rompimos los límites del poder original, nos volvimos más poderosos y sabios que antes.

Al terminar el proceso ambos éramos algo muy superior a un ser humano, pero ahora estaba sola.

Los días siguientes fueron una tortura, tuve que dar aviso de su caída, y presentarme ante el consejo de la alianza, trataron de separar su flota pero me opuse y tras amenazarlos, los restos de la décimo octava se fusionaron con mi propia flota.

Dentro de su nave insignia la "Canción de Entropia" había una caja plateada con mi nombre, antes de partir le pedí que actualizara mi armadura y armas, era su última regalo para mí, me vestí con ellas y leí su carta de navegación para llegar aquí, quería ver con mis propios ojos el lugar.

Salgo del aturdimiento de los recuerdos, no es momento de pensar en el pasado, envío señales a la armadura y la mochila de mi espalda que contiene el reactor de poder comienza a trabajar con más potencia, la energía extra activa el sistema anti gravedad de la armadura y me elevó unos centímetros del suelo para luego volar directamente hacia el centro del cráter.

Desde aquí puedo ver los bordes del cráter, por un instante incluso puedo sentir su presencia a mi lado pero rápidamente la sensación se desvanece en el aire, dirijo mis manos hacia el casco de mi armadura y con un silbido mecánico lo retiro, fuertes ráfagas de aire me golpean el rostro y la baja concentración de oxígeno fuerza a mi organismo a compensar.

Tantos años juntos, reímos, luchamos, sangramos y lloramos, sabía que el moriría algún día, hemos vivido mucho más de lo que cualquier humano hubiera soñado jamás, pero, ni siquiera tengo un cuerpo que sepultar.

Las lágrimas se deslizan sigilosamente por mis mejillas, no puedo mostrar debilidad frente a los demás pero aquí no hay nadie, así que solo por un momento, me arrodillo en el suelo y lloro por él, mi amigo, mi compañero, aquel con quién compartí todo.

El siempre protegió a las personas, decía que no era un santo pero se preocupaba por ellos mucho más de lo que yo lo hice jamás, así que continuaré su legado, no soy él pero protegeré a cuántos pueda, cargaré su parte de la responsabilidad en mi espalda y terminaré ésta guerra, les enseñaré que matarlo fué su peor error.