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Chapter 43 - Tenpecutli.

Soledad acudió a los 3 golpes que escuchó en la puerta mágica de su habitación en el fuerte Román, al cruzarla se encontró con Emma que le entregó el sobre que le había dado la pequeña del bosque, que en ese momento se encontraba ahí con su hermanita, mientras Brittany y un grupo de jovencitas que ya las habían bañado, les daban de comer.

- ¿Y quiénes son estos angelitos que andaban perdidos por ahí?

Le dice Soledad a la niña mensajera, que ya se veía más contenta que asustada.

-Son las que el matriarcado sacrificó para entregarnos este sobre, no tiene destinatario, ni tiene remitente, tan solo tiene escritos unos extraños símbolos, como si fuera una palabra escrita en lengua Apache o Cherokee, o que se yo, el caso es que nadie de aquí le pudo entender. –dice Emma.

La mulata tomó el sobre, lo revisó por todos lados de un simple vistazo, abriendo asombrada los ojos al abrir el sobre y leer la palabra que tenía escrita en un papel, en extraños símbolos que ella si supo leer.

"Tenpecutli"

Apenas lo leyó y salió de aquella habitación para dirigirse caminando hacia las reforzadas puertas del fuerte.

- ¡Que nadie me siga! Dice imperativamente a aquel grupo de mujeres que se preparaban a cubrirla en su camino, y que tuvieron que desistir de su intención, tan solo viéndola perderse en la oscuridad de aquel bosque que rodeaba al fuerte.

- ¡Ya sé que estás por aquí! –dice Soledad. – ¿No pretenderás que llegue hasta el matriarcado?

Y fue cuando la vio como una sombra en la oscuridad, ataviada con un elegante vestido blanco, de encajes y holanes, cabello oscuro muy largo, tan largo que le llegaba más allá de la cintura, portando un abanico también blanco, totalmente inútil para el frio de aquella madrugada, usó el abanico para tapar su rostro, solamente dejando a la vista aquel par de hermosos ojos negros.

-Ya decía yo que alguien debería estar atrás de todo esto, porque me extrañaba la repentina organización estratégica del matriarcado; ¡¿Ya déjate de cosas y dime que quieres?! –dice Soledad.

- ¡Qué amargada te has vuelto amiga! –le dice Tenpecutli. - ¡Mas de 200 años sin vernos y ni un abrazo ni nada!

Soledad todavía renuente, la dejó acercársele.

- ¡Ya Soledad, ya perdóname! Ya cambié y te aseguro que estoy arrepentida. –le dice la aparición a Soledad sin dejar de abrazarla. –Por eso te llamé para tratar de solucionar esto.

- ¡No creas que se me ha olvidado tu traición y que además tú eres la causante de todo esto! –dice Soledad.

- ¡Ahí sí que me perdonas amiga, pero la causante de todo esto eres tú! Si tan solo hubieras permitido que se llevara a todos lo que la invocaron esta vez, nada de esto hubiera sucedido. –dice Tenpecutli.

- ¡Tú no lo sabes Tenpecutli! Pero esta vez la lista negra se componía de cientos o tal vez miles de personas. –dice Soledad.

- ¿Qué importaba si fueran cientos o miles? Cualquier cosa era mejor que todo el mundo; ¡Ahora tienes que solucionarlo!

- ¡Soluciónalo tú! Tú que creaste a la Condesa y su maldición; ¡Por lo menos dime en qué consiste el perdón que solicita! –dice Soledad.

-Si yo sé que fue un gran error ayudar a esa mujer y se me salió de control; ¡Pero era tan malvada que no podía dejar de castigarla! Al principio la ayudé porque me conmovió su deseo de ser madre, pero se obsesionó tanto con su deseo, que se volvió loca, pero diabólicamente orate, al grado tal que la suma de todos sus pecados, ya ameritaba una maldición que a mí me tocó instalar, ahora nadie sabe cómo terminarla, porque la verdad que yo tampoco se en que consiste ese perdón, si no te aseguro que yo mismo lo solucionaría, debes de creerme, te aseguro que ya cambié, si no fuera así; ¿Por qué crees que tomé el control del matriarcado? Estas pobres mujeres se estaban matando entre ellas sin ser culpables. –dice Tenpecutli.  -Estoy tratando de solucionarlo, pero entre esta guerra y las afectaciones por el síndrome, se me está haciendo más difícil.

–Y lo peor es que no se solucionará hasta que sepamos cómo hacer que el Conde la perdone. –dice Soledad.

-Te aseguro que eso ni yo lo sé; ¡Te lo juro por mis hijos! y no tiene caso que la invoques de regreso, tan solo vendrá a burlarse de nosotras y de todo el mundo y tendrá que cumplir con su maldición de llevarse a los que la invocaron, sumando un enemigo más a esta guerra sin cuartel, yo te ofrezco negociar un alto al fuego con el matriarcado y mantenerlas tranquilas lo más que pueda, tu controla a los fortificados para que no se salgan de sus perímetros, en lo que trato de encontrar una solución con las líderes de este lado.

- ¡Perfecto! Nada más que me avisas cuando decidas echarme tu ejército encima.

Dice Soledad, ya despidiéndose de Tenpecutli, con un beso en la mejilla.

-Eso no sucederá amiga, te aseguro que ya cambié, ya lo veras. –dice la llorona, desvaneciéndose.

Soledad regresó al Fuerte Barrancas ya más tranquila y contenta, tanto, que hasta se le veía en la mirada.

- ¡Conseguí un cese al fuego!

Dice apenas entrando a las instalaciones, donde Emma y Michelle fueron las primeras en festejar la noticia.

- ¡Pero quien era esa mujer con la que hablabas! –pregunta Emma.

-Una amiga, más bien una guardiana de la humanidad que yo formé hace cientos de años, y me traicionó yéndose con el enemigo, pero me asegura que ya ha cambiado, veamos qué pasa.

Dice Soledad mientras a lo lejos, entre la oscuridad del bosque se escuchó el tétrico y escalofriante grito que todos conocemos.

- ¡AYYY MIS HIJOOOS! ¿DÒNDE ESTÀN MIS HIJOOOS?

- ¿Escuchaste eso? -pregunta Michelle asustada.

-Sí, no te preocupes, así saluda.

Dice Soledad dirigiéndose hacia el área del comedor, para desaparecer por la puerta mágica, claro, no sin antes despedirse de las hermanitas recién rescatadas del matriarcado.