Ya era domingo 25 de Julio de 1982, aunque ya muy pocas personas tomaban en cuenta las fechas, para eso ya Timothy; Nathan y Gregory, habían sido trasladados por medio de una puerta mágica hacia Veracruz, para que reforzaran la defensa del fuerte Román, estuvieran a salvo y más seguros y para que se mantuvieran lúcidos y consientes, ya que desde que se interrumpió el servicio telefónico, se hizo imposible llevar a las muchachas cada dos o tres días con ellos; Los novios de Belinda y Carolina, uno en Argentina y el otro en Canadá, no habían sobrevivido a los primeros brotes de violencia en sus ciudades, siendo eso lo que ayudó a tomar la decisión de llevarse a los Verch, al fuerte de combate en Veracruz, donde residía la más poderosa de sus aliadas, la mulata de Córdoba.
-Ya casi se termina Julio y los ataques del matriarcado han disminuido. –dice Adelina.
-Tal vez ya la mayoría se mataron entre ellas. –dice Leticia.
-No sé si me gustaría que eso esté sucediendo, pero no, para mí que hay otra cosa, no lo sé, tal vez sus líderes se concientizaron y se dieron cuenta que esta guerra nadie la iba a ganar. –dice Soledad pensativa.
Y en otro lado, en el Fuerte Barrancas en Florida.
-Parece que tenemos una mensajera.
Le dice William Verch a Norman Hardman, al ver a una militante del ejercito enemigo que los mantenía sitiados en aquel fuerte militar, al que se habían trasladado con sus familias, antes de que cayeran las instalaciones del templo mormón, su resistencia era fuerte y podrían soportar así muchos meses, ya que tenían bien surtidas sus bodegas de suministros, reforzadas con las técnicas de conservación de la cultura mormona, además de la ayuda de Soledad, que les llevaba lo necesario a través de las puertas mágicas, además de que se había convertido en el único medio de comunicación entre los aliados de Veracruz; Puerto Arturo; Houston; Córdoba; Boca del Rio, etc., convirtiéndose así en la única líder de la resistencia contra el matriarcado, ejército que se había formado compuesto de grupos de mujeres solteras cuando se agotaron los hombres solteros de todo el mundo, que al parecer seguían dándose las mismas estadísticas de 7 a 1, ya que contando a las parejas que el matriarcado tenia, concentradas en zonas habitacionales que más parecían campos de concentración, el número se mantenía igual, por cada afortunado hombre que había sobrevivido al apocalipsis siendo rescatado oportunamente por aquel matriarcado, había 5 o 6 mujeres solteras.
-Espero que no vengan con su estúpida oferta de cambiar a uno de nuestros hijos por víveres y medicinas.
Dice Emma Verch, que se mantenía en el puesto de vigilancia al igual que Michelle, junto a Norman.
-Yo iré. –dice William.
- ¡No cariño mío, eso nunca! Si lo que quieren son hombres para reforzar su credo. –dice Emma. –Mejor espérate aquí y que los francotiradores nos cubran.
- ¡Iremos! –dice Michelle, poniéndole un dedo en los labios a Norman. –Ustedes nos cubren amorcito.
Y así, el par de temerarias mujeres fue al encuentro de aquella jovencita mensajera, que aunque vestía con ropas masculinas parecía saludable y bien alimentada, pero se veía más asustada que enojada, las mujeres se acercaron y ella sin levantar la cabeza, les dio un sobre cerrado, tamaño carta.
- ¿Eso es todo? –le pregunta Michelle a la niña tomando el sobre.
La niña hizo por irse, pero Emma la tomó por un hombro.
- ¿Estás bien amiguita? A ver; ¿Dime porque no quieres mirarme?
La niña, de apenas unos 10 años era rubia y de ojos azules, común en las niñas de aquellas regiones, pero esta se miraba de un alto estrato social, bueno, al menos antes de que la sociedad colapsara, la miró, pero no pudo decirle nada porque su voz se le quebró, estallando en llanto.
- ¡Ya tranquila! –le dice Michelle. –Vendrás con nosotras donde ya no estarás tan triste.
La niña no quería irse, pero negaba repetidamente con la cabeza, haciendo el intento de regresar al bosque de donde había salido.
- ¡Anda dime cómo te llamas! –le dice Michelle tiernamente, tratando de tranquilizarla.
- ¡Es que no quiero irme, pero allá está mi hermanita! –dice la niña ya con la voz quebrada en llanto.
- ¿Dónde la tienen mi cielo, dime dónde? –le pregunta Michelle abrazándola.
Y en eso, se escuchó movimiento en el bosque, entre disparos y maldiciones de grupos combatiendo, las mujeres no perdieron el tiempo y tomando a la pequeña regresaron a su cuartel, la pequeña intentaba zafarse para regresar a la oscuridad del bosque sin lograrlo, hasta que un conocido grupo de asalto perteneciente a sus fuerzas, regresaba con una pequeña de unos 6 años en brazos, era la hermanita de la niña mensajera, que al verla, corrió para tomarla entre sus brazos en un movimiento de protección, todavía sin confiar en aquellas personas, todavía sin saber que con ellas si estaría a salvo.
-Al revisar el perímetro para asegurarlo, nos topamos con un grupo de matriarcas que huyeron, pero la dejaron llorando en el bosque.
Le dice una de las mujeres del grupo de asalto, militar entrenada por profesión, ya que era una de las oficiales asignadas a aquel fuerte antes de que empezara el apocalipsis.