-Ni modo Adelina, no puedo tener a tu hijo deshabilitado con un hechizo de sueño permanentemente, aunque no entran a su habitación para nada y no se darán cuenta, tenemos que avisarles a las muchachas. –dice Soledad.
-Si amiga, además tenemos que decirle a Roma y a Érika de que sus novios los Verch, también están enfermos.
Dice Adelina tomando el teléfono para hablar con los papás de Pamela, para pedirles que la mandaran o la pasaran a dejar a la mansión.
-Muchachas.
Dice Adelina, ya encabezando la reunión con sus 10 inquilinas y Pamela de invitada.
-Algo grave nos va a decir porque no nos dijo escuinclas. -Le dice Belinda a Pamela.
-Platicando con la señora Soledad, llegamos a la conclusión de que en realidad no ganamos la batalla contra la Condesa, siendo la consecuencia de su victoria el síndrome de los muertos vivientes, que esta semana, según los noticieros, ya afecta a la mitad de los veracruzanos y rápidamente se extiende por todo el mundo. –dice Adelina.
-El caos es general y ya. –dice Soledad como tomando una resolución. –Tú sígueles explicando Adelina, que a lo peor tenemos que adelantarlo; ¡Ven Pamela! Acompáñame por favor.
Soledad tomó de la mano a la chica y se la llevó al segundo piso, y aunque Adelina trató de seguir hablando con las muchachas, la voz se le quebró y el llanto no la dejó hablar.
- ¿Qué pasa, doña Adelina?
Se le acerca Érika al ver que la recia mujer no podía hablar.
Arriba Soledad tampoco tuvo el valor de darle un discurso previo a Pamela, y solo abrió la puerta para que entrara al cuarto de René.
-Pero; ¿Qué hace René aquí? ¡Se supone que debe de estar en Houston! ¿Le pasa algo? ¡René, mi vida, despierta! Dime; ¿Estás bien? ¡Dime Soledad! ¿Se encuentra bien?
Preguntas y exclamaciones que se escucharon en toda la casa, provocando que las demás subieran a ver qué era lo que sucedía allá; Romaia y Érika, se quedaron con Adelina.
- ¡Tranquila hija, él está bien, tan solo está dormido! Pero tuve que ir a Houston por él, porque también le pasa lo mismo que al novio de Marbella. –dice Soledad.
- ¿Pero porque no me lo habían dicho? Yo como idiota marcándole todos los días y a cada rato a la fraternidad sin poder contactarlo.
-Apenas llegamos ayer por la mañana cuando todavía estaban todas en la escuela, el martes pasado le hablaron a Adelina los encargados de la fraternidad donde vive, avisándole de lo que pasaba y yo me ofrecí a ir a visitarlo a través de una puerta mágica para saber cómo estaba, y pude darme cuenta que varios de los muchachos que viven en la fraternidad estaban igual que él, sin poder hacer nada por él, ni por ellos, me lo traje en avión.
- ¿Le dieron un calmante o por qué no se despierta? ¡René, mi vida! Despierta por favor. –dice Pamela moviéndolo de los hombros para despertarlo.
Las demás chicas estaban consternadas con lo que sucedía, y ya Adelina; Romaia y Érika habían subido.
Lo tengo dormido bajo un hechizo de sueño, pero si quieres lo despierto. –le pregunta Soledad.
Pamela lo pensó durante unos momentos y mirando a las demás, tristemente dijo.
- ¡Yo que más quisiera, pero pienso que si lo despiertas! Se va a comportar como un muerto viviente, así como le pasó al novio de Marbella, mejor no, prefiero verlo dormidito así y cuidarlo así, que verlo como idiota detrás de mí.
- ¡Despiértalo Soledad, tengo una teoría al respecto! –dice Romaia.
- ¿Qué teoría muchacha? –pregunta Adelina.
-Despiértenlo y se las digo. –dice Romaia. –O más bien, en lo que se despierta se las digo.
- ¡No podemos jugar así con el estado mental de mi hijo!
-Tranquila Adelina, sé que podemos confiar en ella, lo despertaré porque estoy seguro que esta niña con un alma antigua a bordo, sabe algo que nosotras aún no.
Dice Soledad y René abrió los ojos, por unos segundos no se movió, ni dijo nada mientras todas lo miraban a la expectativa, de repente se sentó sin mirar a nadie, sus movimientos eran automáticos, volteó hacia la ventana y comenzó a demostrar extrañeza en sus gestos.
-Pamela.
Dijo y comenzó a voltear lentamente la cabeza hasta que su mirada se topó con la de ella.
- ¡Pamela!
Volvió a decir mostrando una expresión y una sonrisa se empezó a dibujar en su rostro, la chica lo miraba entre feliz y preocupada.
- ¡Si soy yo mi amor, tu novia! ¿Te sientes bien?
- ¡Salgamos y dejémoslos solos! –dice Romaia rompiendo el silencio de los demás.
- ¡Nada de que solos! –dice Adelina. - ¡Si ya me di cuenta que de menso no tiene nada!
- ¡Vamos Adelina! Los muchachos estarán bien, no te preocupes, vamos a irnos todos para allá abajo y les dejamos la puerta abierta.
Le dice Soledad; René y Pamela no participaban en el diálogo porque toda su atención era entre ellos, el muchacho parecía recobrar la conciencia rápidamente y decidieron dejarlos solos unos minutos, mientras todas bajaban al comedor.
- ¡Ella es la cura! –dice Romaia. –Me di cuenta cuando fuimos a plaza Mocambo que había señores con sus mujeres y sus hijos haciendo las compras, y no actuaban como robots o muertos vivientes, también observé en el novio de Ana Lee, cuando lo sacaron de la escuela, que él tan solo quería estar cerca de ella, y desde que vinieron sus padres aquí la otra noche por él, que se había quedado parado en la calle sin quererse ir, además de la mañana que llegó a la escuela, pues no lo han dejado verla, ni estar cerca de ella, me dijo su hermana que ya lo tenían hasta con sueros porque no hace ni el intento por comer, que solo pronuncia el nombre de Ana Lee, les aseguro que por eso ese muchacho se está muriendo ahora, porque no los han dejado estar juntos, por eso a los señores que vi de compras en plaza Mocambo se comportan normales, porque están junto a sus esposas, o novias o que se yo.
- ¡Tengo que ir a ver a Manuel! –dice Ana Lee al escucharla. - ¡Por favor doña Adelina! Sáqueme un permiso con sus papás, porque si por mi culpa está así y yo soy la cura, entonces tengo que estar con él.
En eso René y Pamela bajaban por la escalera, se veían contentos y tranquilos, y aunque el muchacho no había recuperado aún la jovialidad que lo caracterizaba, la lucidez parecía regresar a su mirada y a sus movimientos.
- ¡Hola jefa, hola chamacas! –dice René al pasar junto a ellas.
-Vamos al jardín, doña Adelina, entre otras cosas de las que platicamos, se acordó del Queco y lo quiere ver. –dice Pamela hablándole bajito.
-Esto es mucho más grave de lo que parece. –dice Soledad.
- ¡No es tan malo! –dice Érika. –Si la cura del síndrome de los muertos vivientes es estar cerca de sus mujeres, no le veo la gravedad.
- ¡Esa es mi teoría, doña Adelina, por eso los señores que vimos con sus señoras, haciendo sus compras en el centro comercial no tenían el síndrome de los muertos vivientes, precisamente porque estaban con su pareja! –dice Romaia.
-Si los muchachos que vemos deambulando por ahí es porque no están con sus novias; ¿Entonces los que no están afectados por el síndrome es porque no tienen novia? –pregunta Belinda Castillo.
-No tienen novia, son solteros o simplemente los acababa de mandar su mujer a comprar cigarros a la tienda, lo grave del asunto es que, si René necesita estar cerca de Pamela para no actuar como muerto viviente, ya no podrá irse a estudiar a otra ciudad. -dice Soledad.
-Podemos dar por hecho que si algún muchacho no tiene novia y es soltero si lo puede hacer. –dice doña Adelina.
Romaia se quedó pensativa unos segundos y dijo:
-Ya mis papás me hablaron anoche y ellos están bien, lo que refuerza mi teoría de que a las parejas de esposos no les afecta el síndrome, les pregunté por mi hermano y me dijeron que tampoco tenía síntomas, tal vez es porque no tiene novia, entonces, como nosotras si tenemos novio; ¡Tenemos que hablarles a Nathan y a Gregory, Érika! Es probable que como no hemos estado cerca de ellos, y ni nos conocen no tengan el síndrome, ojalá y sea así; ¡Doña Adelina! Tendrá que permitirnos hacer una llamada de larga distancia, para saber cómo están nuestros novios por correspondencia.
Adelina resopló desanimada al escuchar la petición de las chicas.
-Me temo que ellos también tienen los síntomas, ya su madre, la señora Emma Verch habló conmigo al respecto y dice que 3 de sus hijos tienen los síntomas.
Romaia y Érika se miraron angustiadas.
-Tranquilas muchachas, yo sé que todas ustedes están preocupadas por lo mismo, pero ahora necesitamos elaborar un nuevo plan, ahora que ya conocemos el problema y parte de la solución, entonces nos pondremos de acuerdo para arreglarlo lo mejor que podamos, tenemos la teoría de que la cercanía con la novia o la esposa inhibe los síntomas del síndrome, entonces Adelina, tendrás que hablar ahora mismo con los padres del novio de Marbella para comprobar si estando cerca de ella, se recupera como se recuperó tu hijo con Pamela, ya son las nueve de la noche y por ahora no podemos hacer nada por sus novios por correspondencia, pero les prometo que mañana a primera hora, aunque sea sábado, le cobraré un favor a una amiga que trabaja en Teléfonos de México, para que libere la línea telefónica de esta casa y podamos hacer todas las llamadas de larga distancia que queramos, también necesitaremos a Leticia, porque si tenemos una solución temporal para el síndrome de los muertos vivientes; ¿Entonces quién mejor que ella para divulgar la noticia? Nosotras tenemos que salir con Anita, a ustedes les toca vigilar a Pamela y a René para que no se quieran beber toda la cura completa, y como no tienen tarea de la escuela, entonces la tarea que tienen que hacer es: hacer una lista de todas las causas posibles que impiden que un hombre sea afectado por el síndrome de los muertos vivientes.
Dice Soledad, y a los pocos minutos ya estaban saliendo en la Combi con rumbo a la casa de Manuel, el novio de Ana Lee, las muchachas se quedaron deliberando angustiadas, pero elaborando un nuevo plan, con la esperanza de que todo se iba a arreglar.
Y en efecto, en casa de Manuel del Villar, el novio de Ana Lee Erensweight, al muchacho tan solo le bastó un poco más de media hora de estar junto a la chica que lo tenía tomado de las manos, para recuperar la lucidez, apenas lo suficiente para que recuperara también el apetito y cenara bien, sus padres estaban asombrados de los resultados del experimento que les habían propuesto, que aceptaron todos los consejos que les dieron Soledad y Adelina, para encontrar la manera de que su hijo volviera a la normalidad, poco antes de las 11 de la noche, se retiraron acordando que al otro día llevarían a su hijo a la mansión, para que pasara unas horas en el jardín con Marbella y sus compañeras, como procedimiento improvisado del plan que aún no preparaban, para erradicar la maldición que les había dejado la venganza de la condesa de Malibrán.
Cuando llegaron a la mansión Román; Pamela ya se había ido con sus padres, y Adelina encontró a René en la cocina haciéndose un sándwich de varios pisos, para contrarrestar el hambre retrasada que traía.
- ¿Cómo te sientes hijo? -le pregunta Adelina.
- ¡Yo muy bien jefa! Y no te preocupes que ya Pamelita me explicó muy bien lo que me sucede.
Le contesta René y sin decir más, tomó su sándwich y subió a su habitación, no sin antes darle un pequeño jalón de cabello a Belinda, que protestó sin enojarse.