-Con la reacción de René ahorita que tiene conciencia y lucidez, creo que será imposible que terminen con los gringos. –dice Adelina.
- ¿Y quién dijo que los queremos terminar? –dice Romaia. –debe de haber alguna otra solución, porque si la venganza de la Condesa nos une bajo el régimen de: "Hasta que la muerte nos separe", entonces será imposible terminarlos y tal vez ese poder no lo tengamos nosotros, tal vez esté compartido, nosotras tampoco podamos ser infieles y ellos no tengan el poder de terminarnos. –dice Romaia.
-Yo creo que sí les afecta a las mujeres y a los hombres por igual, yo tengo unos amigos que son pareja y ella era de las más infieles que conozco, y digo que era porque le ponía el cuerno a su esposo con quien se le antojara, pero desde que empezó todo esto, ahora la veo que a cada rato habla por el teléfono de la oficina o de algún teléfono público con él, que también está trabajando en otro lado y apenas saliendo de trabajar se va a su casa, dejando plantados a varios hombres que la pretendían, incluso a uno que yo sabía muy bien que era su amante. –dice Leticia.
-Se me ocurre hacer un experimento para saber cómo salvamos a sus novios por correspondencia de esto. –dice Soledad. –Mañana no verás a René; Pamela.
El muchacho se aferró a la chica como si de ello dependiera su vida.
-Tranquilos, que tan solo será un experimento, no se verán, pero podrán hablarse por teléfono las veces que quieran, no todo el día claro está, solamente lo necesario para saber si René conserva la lucidez mental, aunque no la vea, tan solo escuchándola. –dice Soledad. -También le pediré a Emma que haga lo mismo con Mickey.
- ¡Nosotras no podemos esperar a que hagan sus experimentos, mientras nuestros novios están muriendo! –dice Belinda. - ¡Tenemos que tomar un avión de inmediato!
- ¡Uff, si se pudiera! –dice Leticia. –No hay vuelos a ningún lado porque no hay pilotos y ahora comprendo porqué, al parecer el síndrome no es tan bueno para los matrimonios en los cuales el esposo trabaja fuera, ya sea de chofer, de piloto o de marino, las embarcaciones en todos los muelles de Veracruz y me imagino que de otros puertos, no pueden partir porque no hay marineros disponibles, necesito que hagas ese experimento lo antes posible Soledad, porque si esto sigue así, pronto habrá desabasto por falta de transporte y nuestra sociedad colapsará.
- ¡Pues tendremos que irnos en la Caribe! –dice Romaia. - ¡Aunque nos tardemos una semana en llegar!
- ¡Como si tuvieras mucha gasolina, escuincla! Además, ni hay, a mí me queda tan solo medio tanque en la Combi y desde hace una semana no he podido cargar. –dice Adelina.
-Eso es parte del problema muchachas, ya empezó el desabasto por la venganza de la Condesa, que al llevarse el pecado de la infidelidad provocó el síndrome de los muertos vivientes, que por ende hace que los hombres no se quieran o no se puedan alejar de sus mujeres y lo mismo a ellas, que, aunque no andan como idiotas por no ver a sus hombres, también buscan estar cerca de ellos; ¿Quién sabe? Tal vez nosotras seamos más fuertes y tengan que pasar varios días para que empecemos a mostrar los síntomas, pero como les platiqué de mi amiga, ella tampoco pudo seguir siéndole infiel a su esposo y busca estar más tiempo con él.
-Lo bueno es que yo no tengo novio, ni esposo, ni nada, porque la verdad que no me gustaría tenerlo todo el tiempo pegado conmigo, imagínense, yo que tengo que estar moviéndome constantemente por todo el estado por mi trabajo; ¡No me dejaría trabajar! –dice Leticia.
-Observo algo raro en su comportamiento muchachas y por lo mismo se tendrán que ir a dormir.
Dice Soledad y antes de que Belinda; Carolina; Romaia y Érika alcanzaran a protestar, les aplicó un hechizo de sueño, diciendo.
- ¡Sosténgalas porque se van a caer!
Y las demás pensionadas las atraparon antes de que se desmayaran, para llevarlas cargando a sus habitaciones.
- ¡Ya es hora de que te vayas a tu casa Pamela! Y despídanse bien que mañana y tal vez pasado, no se van a ver. –dice Adelina.
- ¿Estarás bien amor? –le pregunta Pamela a René, mientras lo abrazaba.
-Trataré de estarlo, si me empiezo a sentir mal te hablaré, tú no lo hagas, trataré de aguantarme extrañándote por lo menos hasta las 5 de la tarde y a esa hora te hablaré. –le dice René mostrando tristeza, pero con entereza.
- ¡Yo quien sabe si aguante hasta esa hora sin verte y sin escuchar tu voz! Pero te aseguro que haré mi mejor esfuerzo esperando tu llamada. –dice Pamela, también mostrando entereza, pero con furia.
- ¿Y qué va a pasar con las muchachas? –le pregunta Adelina a Soledad.
-Dame un par de días para ver los resultados de nuestro experimento, pero presiento que no les tendré buenas noticias. –dice Soledad, despareciendo por una puerta mágica.