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Chapter 21 - Los sueños

La tarde empezaba a caer y el viento trinaba de copa en copa, el sol calentaba las tierras y teñía las nubes con sus colores pastel. El bullicio de la ciudad de la capital era el habitual y los autos pasaban de vez en vez, los autobuses resonaban de parada en parada y las personas vestían; algunas con trajes tradicionales y otras con unos más modernos. Si se llegaba a explorar la ciudad central se podría quedar la maravillosa imagen de lo tradicional mezclado con lo moderno, ya que había caminos bastante angostos en donde había casas de madera con puertas corredizas adornadas por algunos bambúes y árboles de cerezo, algunos riachuelos que atravesaban como pequeñas venas la capital, dejando que sus aguas ayudaran a algunas mujeres en las labores del hogar, quizá las lavadoras no las usaban mucho y preferían tirar por lo clásico.

El gran templo en el que vivía la princesa Sara se lucía en lo alto de una colina, las murallas tenían murallas internas y los cañones montados sobre rieles se lucían por toda la estructura, los árboles recorrían los innumerables jardines y las cascadas a pequeña escala resonaban mientras bajaban cuesta abajo por todo el lugar. La entrada al templo tenía un largo camino de rocas lisas con dos árboles de cerezo rojo que llegaban a medir más de diez metros y daban la bienvenida a la entrada y hacían entre los dos que los pétalos bajaran hasta los suelos y dejando que la luz anaranjada se tiñera de su color rojizo.

La princesa Sara se había levantado, la misma maldita pesadilla la volvió a atormentar, aquellas malditas risas y esas cosas que el hada había llevado la observaban en sus sueños y para cuando ella se daba cuenta, estaba encerrada en una gran perla de un collar, mientras toda la corte de los pecados la observaba ahogarse en la sangre que empezaba a llenar el espacio en donde ella se encontraba mientras esas cosas danzaban en derredor a ella.

Estaba cansada y su respiración era agitada, sudaba frio y los escalofríos le llegaban a la cal de los huesos, sacudiendo sus nervios de formas violentas. Su cuerpo temblaba y aún podía oírlas cantar y reírse, eran sonidos mudos que golpeaban súbitamente su cabeza y solo ella podía oír, subían silenciosamente, pero de manera prominente aumentaban y luego bajaban para repetir el mismo proceso. Observó a su alrededor, las muñecas que ella tenía en su cuarto parecían observarla como lo hicieron las muñecas en aquel lugar. Sus miradas quietas parecían escudriñar su alma y podía casi oírlas hablar, susurrándole al oído una palabra "Culpable"

Sara observaba a su alrededor y podía sentir como hablaban entre ellas, pero… las muñecas no tienen vida ¿verdad? Las muñecas no pueden moverse. Quizá si podían tener vida, las muñecas de esa ciudad danzaban mientras masacraban a esa niña y también se movían al juzgarlas, incluso podían hablar y recordaba como notas musicales emanaban de sus bocas mientras la niña crucificada hablaba en aquellas palabras inentendibles.

––cállense…

Seguía observándolas, se sentía hipnotizada de cierta manera, aunque, se preguntaba para iniciar ¿Por qué tenía tantas muñecas? Ella ya no era una niña, ya era toda una mujer ya que incluso recordaba una aventura que tuvo con un soldado joven del cual se había sentido atraída, pero, aun así, seguía conservando esas malditas muñecas ¿Por qué? Quizá era porque muchas de esas muñecas se las había regalado su madre o su padre y eran un recuerdo de sus seres amados.

––¡Cállense!

Pese a todo, no había razón alguna para apegarse a esos sentimientos, quería deshacerse de ellas, no podía dejar que esas cosas tomaran parte de su vida, además… ella ya era adulta, esas muñecas no las necesitaba.

––¡CÁLLENSE!

Las muñecas parecieron dejar de observarla, parecía que sus gritos habían surtido efecto, las muñecas se habían callado, aunque ella no sabía por cuanto tiempo.

Una de las sirvientas entró al escuchar los gritos de su señora, corrió la puerta corrediza y preocupada entró con prisa.

––Mi señora ¿Qué le pasa?

Sara observó a la sirvienta, las manos le temblaban y su cara no dejaba ver lo mejor de ella, aquella situación la tenía fuera de sí y necesitaba frenar aquello de raíz. Ya había pensado aquello lo sufriente, la decisión estaba tomada y no pensaba dar marcha atrás.

––Quiero que hagas algo por mi––Su voz estaba cortada y temblaba un poco, la sirvienta podía ver el nerviosismo en su voz y desde que Sara había llegado no había dado signos de mejora.

La sirvienta recordó que desde lo ocurrido hace cinco días su señora había estado teniendo pesadillas, se levantaba en horas de la madrugada gritando y temblando y pasaba sus días con bastante nerviosismo y quizá miedo. Desde luego la estaban tratando, pero aquello era algo bastante complejo ya que ella se resistía y no quería hablar mucho de lo que había pasado.

––¿Qué desea mi señora?

Sara alzó su vista y señaló a todas las muñecas.

––Quiero que las quemes a todas, llévatelas de mi habitación ¡No quiero verlas en lo que me resta de vida, no quiero más muñecas en este lugar!

La criada le tomó la mano con delicadeza, las maderas crujieron levemente y el cantar de los pájaros revoloteó entre las ventanas.

––Como usted ordene. Ya mismo traeré a más de nosotras para deshacernos de sus muñecas.

––gracias… ….

––¿Le parece bien si le mando a preparar un baño? El agua le va a sentar de maravilla, Jaeri puede encargarse de todo eso.

––S… sí, pero primero saquen a esas cosas de mi habitación.

––De acuerdo.

La sirvienta salió de la habitación de su ama y se encaminó hacia la planta baja, los guardias la observaron y le hicieron un saludo con la cabeza, sus vestiduras elegantes eran iluminadas por el sol de la tarde y su calor era agradable.

Ella se sentía preocupada ¿Qué tenía esa hada que le pudo hacer tanto daño a su ama? Las demás princesas no habían presentado secuelas tan polémicas y era extraño para ella ya que cuando la habían recogido en aquél estado tan alarmante se había enterado que las otras princesas no presentaban secuelas de ese tipo, Cristal siquiera había dado señas de una secuela, así que… ¿Por qué? Ella no sabía lo que estaba pasando con suma exactitud, pero temía por lo que tenía esa hada… temía, por lo que esa cosa era capaz de hacer ya que ella no podía catalogar a esa hada como algo humano.

Al llegar a la planta baja fue a buscar ayuda de otras sirvientas para que se deshicieran de las muñecas que tenía su ama en su habitación.

De cierta manera, la oscuridad es hasta acogedora y tiene vívida calidez, aunque… a tu alrededor puedes sentir la brisa, el calor de lo que quizá es el sol. La melodía se mueve suavemente y las notas las puedes sentir envolviendo todo el lugar y disfrutas de todo lo que está pasado, el dolor después de todo se ha ido y ya puedes respirar más aliviada.

Puedes oler lo que son flores, es agradable y se mezcla tímidamente con todo lo que estás sintiendo. Es agradable ¿Verdad?

La oscuridad se disipó y Calai pudo ver lo que era una venda. Aquello era lo que la mantenía en una oscuridad permanente. La luz era bastante intensa, el sol brillaba con fuerza y tuvo que cubrirse y hacer un poco de sombra con sus manos ya que su vista no se había acostumbrado. Poco a poco pudo ver el lugar en donde estaba y sus ojos color armiño brillaron con el sol.

Calai estaba en un campo lleno de flores, aquello parecía no tener fin y había tal cantidad, que no se podía ver el césped. Observó detenidamente y contempló que tenía vestiduras blancas, era un vestido corto color blanco y todo aquello se le hizo bastante extraño. Por donde quiera que mirara, solo estaban esas flores que no llegaban a sobrepasar sus tobillos, eran sumamente cortas pero sus pétalos eran lo suficientemente grandes como para poder cubrir el suelo.

––¿Esto, es un sueño?

Mientras meditaba en todo aquello empezó a andar por aquellas tierras, las flores suavizaban sus pisadas y parecían besar la planta de sus pies ya que incluso el césped no parecía molestarla en lo más mínimo.

––¿Dónde estoy?

Alzó su vista, las nubes blancas pintaban el paisaje y jugueteaban las unas con las otras creando varias formas que ella observaba con curiosidad. Siguió andando con un poco de cautela, estaba un poco confundida, pero, aquel lugar era bastante tranquilo y sentía que podía llegar a perderse; quizá, lo mejor para ella. El aire era bastante fresco y hacía bastante desde que respiraba con tanta tranquilidad.

El viento mecía suavemente sus cabellos color nieve por sus hombros y los hacía danzar con un poco de desorden. Calai se preguntaba las razones de su estadía en aquel lugar, había pasado por muchas cosas, pero… ¿Cuáles eran esas cosas por las que ella había pasado? Su mente estaba borrosa y solo recordaba cosas bastante vagas y poco lúcidas en su mente, no lograba ver nada con claridad y eso hizo que se detuviera. Aquel lugar sin duda alguna la había sumergido en su trampa y no recordaba.

––¿Por qué estoy en este lugar?

Volvió a observar las flores. Todo por lo que había pasado estaba borroso y aquel lugar sin fin la confundía más.

Observó a su alrededor, el viento empezó a tornarse más frio más no llegaba a afectarla.

––¿Qué es este lugar? ¿Dónde estoy?

El silencio reinaba, solo el leve movimiento de las flores adornaba ese lugar y entretejía cual telas de araña con sus colores. Coronando celestialmente todo aquello.

––No sé, no es mío este sitio.

Calai se volteó hacia dónde provenía ese sonido, más al hacerlo solo pudo ver el millar de flores, aquel blanco inmaculado que cubría todo lo que ella podía ver.

––Pero… me alegra el no estar sola. Había estado esperando tu llegada.

Calai pudo sentir como alguien le acariciaba el mentón desde su espalda y aquella voz, sin duda alguna la había escuchado antes, pero… todo en su mente no esclarecía.

––¿Quién eres?

––Yo… yo soy Calai.

––¿Y quién es Calai?

Calai observó los suelos por unos momentos.

––Yo.

Las ropas de Calai se desprendieron, se destruyeron como los cubos de azúcar en el té y pasaron a ser arrastrados por el viento como pétalos y ella se sorprendió, observando a su alrededor. Aquella mujer la abrazó y la cubrió con sus bellas y grandes alas, las plumas danzaron hasta dar con los suelos y pudo sentir el calor que de ella emanaba… era cálido y se sentía agradable. Sus alas eran suaves como el pelaje de los zorros de dos colas.

––Te prometí protegerte y… ––Le dio un beso en la mejilla––. Fue exactamente lo que hice.

Las flores se mecían suavemente. Calai estaba desnuda e inmóvil en aquel campo.

––¿Protegerme? ¿De qué?

La mujer a sus espaldas empezó a acariciar su pecho derecho y fue moviendo su mano hasta poder sentir su corazón.

––Ahora somos una, podrás sentir todo lo que yo he sentido. Y mientras eso pase, todo aquél que te ponga una mano encima arderá. No permitiré que nadie te haga daño más que yo. Soy la única que puede dañarte… mi preciosa Calai.

Calai tenía los ojos perdidos, no entendía nada de lo que pasaba.

––¿Me hiciste daño? ¿No dijiste que me habías salvado?

La mujer empezó a bajar su mano por el torso de Calai.

––Si. Te salvé de una muerte segura, salvé tu miserable existencia. Mi pobre Calai, jamás permitiría que te hicieran daño. Aunque… como dije; solo yo puedo dañarte y por darte mi poder hay un precio a pagar. Aceptaste mis demandas y fue por eso, mi dulce y amada Calai… ––Siguió bajando su mano hasta que llegó a la parte baja de su estómago, cerca de su vulva––. Te quité algo muy, muy preciado… … algo que atesoraré por siempre.

Calai observó nuevamente los suelos, algo la había punzado. Sus ojos bajaron y se asustó, las flores eran esquirlas de vidrio, filosas y puntiagudas cual agujas y la sangre de sus pies empezó a manchar los suelos, bañando a las flores de vidrio, aquellas blancas, bellas y dañinas flores con su color rojizo y las demás al entrar en contacto con las flores manchadas de sangre adoptaron ese coloro con una rapidez tan increíble, que tornaron todo el inmaculado suelo de rojo.

Calai empezó a recordar todo, las bestias, el caballo, el fuego arrasando el bosque, Tera malherida y… ella orquestando aquella balada de muerte en la cual danzaban las almas que ella estaba matando.

Empezó a temblar y de su entrepierna empezó a salir sangre, ella no entendía nada y por el reflejo cristalino y ensangrentado de las esquirlas que yacían en el suelo pudo ver la cara de aquella Calai, mientras matada a esos seres.

Asustada dio unos pasos hacia atrás, punzando sus pies y haciendo que se mancharan más de sangre.

––Me pregunto ¿qué te quitaré la próxima vez? Quizá sea tu linda lengua, o quizá esos bellos ojos armiño. Tengo curiosidad por lo que te voy a arrebatar, aunque… cuando vuelvas a usar magia y tenga que robar algo… ––Se acercó a su oído––. No te voy a decir lo que será–– Bisbiseó con bastante suavidad e hizo que los nervios de la espalda de Calai recorrieran su cuerpo en tiempo récord, erizándole la piel.

––¿Qué me hiciste? ––Calai apenas podía hablar, el miedo la había invadido completamente y temblaba mientras escuchaba a ese ser hablar.

––Yo solo cumplí con la parte de mi trato. Ese es el precio por usar magia.

Volvió a ver su rostro, su ojo color rojo y todo el fuego que la rodeaba.

––¡No! ¡Esa no soy yo!

Empezó a llover y las gotas empezaban a remover la sangre, pero las flores se manchaban e impedían ser limpiadas. No querían dejar de desprender aquel color rojo que se teñía con más fuerza a medida que el agua trataba de limpiarlas.

––¿No? ¿Hasta cuándo vas a negarte? Esa eres tú, Calai.

Le dio un beso en la frente, el viento movía los cabellos de ambas y las plumas seguían cayendo de vez en vez.

––¡ESA NO SOY YO! ––Negaba con su cabeza tratando de convencerse a ella misma.

Calai siguió retrocediendo, su cuerpo se sentía liviano pero su cabeza pesada. Empezó a tambalearse mientras aquella mujer reía y la observaba siempre a las espaldas de la niña, cubriéndola con sus alas.

––¡ESA NO SOY Y…!

La frase no la puedes terminar, un dolor agudo recorre tu cuerpo y escupes sangre, saboreas el sabor del hierro que baila entre tu boca y sientes que pierdes la fuerza y caes, sin posibilidad de tener el control de tu cuerpo, te desplomas como cuando a una marioneta le cortan sus cuerdas. Tratas de gritar, pero tu voz no sale, solo las lágrimas corren por tu cara y bajas un poco tu mirada para ver lo que te acaba de dañar. Es bastante delgada, la sangre corre por tu cuerpo y te da miedo, aquella enorme aguja te está molestando, te perforó tu corazón y solo puedes sentir la impotencia que genera aquella situación. Caes sobre las esquirlas y estas atraviesan tu piel, el dolor se intensifica y dentro de tu cuerpo sientes algo ¿Es acaso que te duele la parte baja de tu estómago? No sabes siquiera que te pasa y poco a poco empiezas a perder la conciencia.

Mientras se nubla tu mente puedes ver a la mujer, su cara era la de un ángel, su cabello era hermoso, con un bello color blanco que acababa en sus puntas con un color rosado, su ojo derecho es azul y el izquierdo rosado, pero… no puedes ver bien sus pupilas.

––De la magia nunca te podrás librar. Y tampoco de mí.

Calai abrió los ojos, todo estaba borroso y solo podía ver un inminente negro. Respiró de manera un poco brusca y su pecho ardió con fuerza, le dolían sus pulmones y cuando el aire pasaba por sus fosas nasales lastimaba. Todo a su alrededor estaba bastante confuso, todo su cuerpo se había sumergido en sufrimiento y no podía moverse, sencillamente no respondía siquiera un músculo a su llamado por más que ella tratara de hacerlo. Sus ojos no llegaban a esclarecer, nada era visible y escuchaba sonidos de formas distorsionadas, similares a cuando se levantaba por la mañana y escuchaba el canto de algún pájaro.

Todo lo que su vista llegaba a ver eran manchas que por alguna extraña razón penetraban entre aquel negro y se pavoneaban ante sus ojos, algunas más luminosas que otras. No sabía dónde se encontraba, estaba confundida y se sentía mal en varios aspectos de la palabra. El aire que entraba en sus pulmones la molestaba, todo su cuerpo… la molestaba y le generaba bastante dolor.

Su nariz captó algo, era un aroma a flores, desconocía el tipo de las mismas, pero era agradable, quizá lo único bello entre aquel mar de dolor, malestar y conflictos que yacían en su cabeza y cuerpo. Un sonido se acercaba a ella, trataba de ver, pero era imposible, los sonidos se acercaban más a ella, su corazón empezó a latir rápidamente, aquello le generaba punzadas constantes en su cuerpo; cada latido era una punzada, como si una aguja se incrustara en su cuerpo.

Elga se acercó a la niña, había una silla al lado de su cama y ella procedió a sentarse.

––Por fin despertaste.

Calai escuchó algo, no sabía que era, pero parecía que le hablaban. Las palabras volaron confundidas a su oído y no podían esclarecer su mensaje.

––Pero estás muy malherida pequeña. Probablemente no entiendas nada de lo que está pasando y no creo que sea el momento adecuado para contarte todo lo que tuvieron que hacerte–– Se tocó su estómago mientras la observaba.

Calai se trató de voltear, cada respiración la quemaba por dentro.

––d… duele ––Su voz era apenas audible, no tenía siquiera la fuerza para poder hablar.

Elga la observó con ternura, se levantó y acarició su cabeza, sus cabellos color armiño estaban desalineados, aunque para satisfacción de Elga ya no tenían aquellas manchas sangrientas.

––Sé que te duele. Pero debes ser fuerte… te vas a recuperar.

Elga se sorprendió, las vendas que cubrían los ojos de Calai se estaban mojando y poco a poco pudo ver lágrimas escaparse. Incluso el acto de llorar era doloroso, los ojos de Calai ardieron cuando las lágrimas empezaron a salir.

––d… duele, duele mucho

El sonido de los pájaros resonaba entre todo el lugar, Tera se estaba dando un baño y la sorpresa de que su amiga había despertado le sería gratificante.

––Si tan solo existiera magia de curación… yo.

Se apartó de Calai y dejó su mano sobre su pecho, todos sus brazos estaban vendados al igual que sus piernas y la parte superior de su torso. Las máquinas resonaban, las bolsas estarían ahí, de no ser porque la sangre de Calai no era compatible con ningún tipo de sangre existente y las doctoras no quisieron arriesgarse. Elga caminó con rumbo al umbral de la puerta, el sol entraba por la ventana y la iluminaba calurosamente, envolviéndola como el abrazo de una madre y generando que sus alas brillaran ante aquella luz. Volvió a ver a la niña, le dolía verla en aquel estado, se volvió a acariciar su vientre y luego se retiró de la sala.

––Mañana volveré para verte.

Solo pude escuchar esa última frase ¿Quién vino a verme? ¿Quién fue la persona que me tocó? ¿Fue Tera? ¿Por qué no puedo ver nada? Me duele mucho mi cuerpo… No entiendo nada. ¿Dónde me encuentro? Trato de moverme y no puedo, me duelen mis brazos, mis piernas, incluso mis ojos. Alguien que me ayude, por favor. No quiero estar en este oscuro lugar, no quiero que me duela mi cuerpo y quiero ver a Tera ¿Por qué pasó esto? Trato de moverme y pedir ayuda, pero, mi voz no sale, no puedo producir sonidos audibles y mi cabeza… no sé siquiera como me siento… solo quiero ayuda. Tengo mucho miedo… no quiero estar sola, por favor, ayuda.

Nota del autor: No habrán más capítulos hasta el año que viene, el 14 de Enero vuelve la segunda saga de Faernes, hasta entonces, que pasen una feliz navidad y muy feliz año nuevo.

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