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Chapter 23 - La reunión de la corte del remanente

La tarde caía suavemente entre las nubes y se hacía un ligero espacio en el suelo. El castillo se teñía de aquél naranja y el sentimiento de la tranquilidad recorría los pasillos del palacio en el que las sirvientas solían frecuentar.

Verum jugaba con sus cabellos, se los arremolinaba y dejaba que su piel fuera acariciada por los rayos del sol, su mirada estaba en el suelo y desprendía cierta aura de tristeza, aunque para su gracia, Diligitis y Jen no se llegaban a enterar. Sus espadas chocaban entre las hierbas y el sudor en la frente de ambos se sacudía con cada movimiento que realizaban.

El entrenamiento era primordial y ellos habían entablado una amistad y compañerismo único si así podía llegar a llamarse, los dos solían estar muy juntos y compartían varios momentos al día, no le extrañaba incluso a Verum que estos se conocieran perfectamente en el arte de la espada y era quizá por eso que la relajaba el verlos. Ella no tenía el mínimo interés en aprender el arte de la espada ya que no llegaba a tener la misma inspiración ilustrada de elegancia a la hora de luchar, sabía incluso que no lo necesitaba, pronto, no necesitaría nada. Temía de cierta manera, observaba sus manos y recordaba viejos tiempos.

Las espadas de ambos volvieron a sonar, los metales chirriaban entre el viento y polvo que eran sacudidos con fuerza entre aquél baile que las espadas estaban organizando mientras eran guiadas por las manos de ambos.

––Mi señora.

Volvió en sí, su mirada se puso en alto y sus ojos voltearon hacia la sirvienta quien con una sonrisa la observaba alegremente, sus orejas se sacudían junto con su cola de manera alegre y desprendía de su semblante un aura de tranquilidad que tenía intenciones de contagiarla.

––¿Qué sucede Ilu?

––Lord Cid ha llegado, está en la sala principal.

––S… sí, dile que venga.

Ilu hizo una reverencia y se retiró. Verum se alegró de que hubiera más personal en el palacio, las cosas empezaban a mejorar y podía ver que las sirvientas nuevas llegaban por voluntad propia.

Jen dio un giro entre la estocada de Diligitis y giró su arma en contra de este mismo, haciendo que ambas chocaran nuevamente, puso su mano en el suelo y dio un salto hacia atrás, más sin embargo Diligitis ya contaba con eso y tras lograr cubrir el ataque de Jen se lanzó con una carga fuerte en contra de su hoja, provocando que Jen saliera disparado hacia atrás, levantando polvo y tierra que se salía violentamente de su seno.

––Veo que disfrutas de verlos entrenar.

Verum volteó su mirada.

––Buenas sean las tardes Verum.

––Buenas tardes Lord Cid.

––¡Verum!

Laili corrió, salió de del umbral de la puerta y se lanzó hacia ella, atacándola con un abrazo que sorprendió a la misma Verum.

––Laili.

La niña se aferraba a ella con fuerza y parecía haberle cogido cariño, sacudía sus caderas alegremente y su cola parecía tener una cierta armonía con ella.

––Laili, sé más respetuosa con la señorita Verum.

Laili le devolvió una mirada bastante infantil a su tío mientras aún se aferraba a la cintura de Verum.

––Ella no es un juguete.

––Pero yo la quiero mucho y estoy segura de que ella no está molesta por eso–– Volteó su mirada hacia ella y la contempló con aquella inocencia que recordaba a Verum sus días de niñez–– ¿Verdad?

Verum cambió su semblante y dedicó una mirada para ella como si de su madre se tratara. Acarició su cabeza suavemente con aquellas finas manos y la observó con amor y ternura.

––Ves, ella no le molesta.

Verum se agachó y se puso a la misma altura que la pequeña.

––Laili, tu tío y yo tenemos que hablar de unos asuntos muy importantes ¿Por qué no le dices a una de las sirvientas que te prepare un delicioso helado? Está haciendo un poco de calor y creo que te encantaría un buen tazón ¿no?

––¿Puedo?

––No veo por qué no. Solamente trata de no molestarnos Laili, Verum y yo vamos a estar ocupados.

Laili corrió hacia su tío y lo abrazó fuertemente.

––Si te portas bien prometo comprarte un juego para tu consola.

Laili fue hacia el umbral de la puerta, Verum llamó a una de una de las sirvientas para que la escoltara a la niña hasta la cocina.

––Cuanta energía tiene.

––Si, ella no suele ver el mundo con la malicia que realmente tiene… y pienso mantener esa inocencia que recuperó lo más que se pueda.

Verum lo observó confusa, Se acercó hacia Lord Cid y lo contemplo con aquellos ojos que cargaba.

––¿A qué se refiere?

Sus ojos serenos penetraban entre la mirada confusa que cargaba Verum, podía incluso notar que ese día en específico no se sentía bien.

––Todo a su tiempo Verum, hay cosas que es mejor mantener lejos entre nosotros, le recuerdo que mi llegada hasta este lugar es para hablar de asuntos gubernamentales, no familiares.

––Lo lamento, no debí preguntar algo así.

Verum desvió su mirada hacia una de las puertas lejanas. Sus ojos reconocieron fácilmente a Asvid, quien estaba en los brazos de un joven de buen parecer. Estaban abrazados y este le hizo entrega de lo que parecía ser una caja envuelta en unas telas celestes, el almuerzo pensó Verum. Asvid se despidió de aquél joven con un beso en la boca y los ojos de Verum repararon en los labios de ambos.

––No, me disculpo por mi… ––Observó a Verum con detenimiento, parecía perdida––, crudeza.

El joven salió de la parte trasera del castillo mientras que Verum acariciaba suavemente sus labrios con sus dedos.

Lord Cid observó dicha escena y Verum de forma casi instintiva lo observó aún con sus dedos en sus labios.

––Creo que es hora de hacer la reunión.

Verum seguía en un estado casi paralelo, parecía que estaba en un plano diferente y cuando volvió en si observó a Lord Cid, se sentía extraña y un poco tonta en cierta medida.

––B… bueno, pase a la sala de la reunión Lord Cid.

Ella llamó a unos guardias para que lo escoltaran hasta la sala en donde iban a platicar. Llamó a Diligits y Jen y les hizo limpiarse para que fueran a la sala, estos se retiraron hacia los baños con los que contaba el castillo.

Verum se retiró hacia la sala, trataba de desviar sus pensamientos hacia otros lugares y quería concentrarse en lo que tenían que hacer, Celgris había prometido que iba a llegar a dicha reunión y eso también la tenía preocupada ya que no quería que él se involucrara en unos asuntos tan peligrosos, lo quería como un padre y no podría permitirse que lo mataran por culpa de ella, por lo que sabía en lo más profundo de su corazón que debía de irlo apartando lentamente de todas sus reuniones y de ser necesario, negarle la entrada a Edén.

Pasó por el pasillo, las sombras que ella proyectaba jugaban a seguirla mientras pasaba por cada ventana hasta que llegó a la sala del trono, ella misma iba a escoltar a Celgris hasta el salón que fue destinado para su discusión.

Se sentó en el trono y reparó sus ojos en las muñecas que subían por los engranajes, la corte de los pecados estaba detrás de ella. El aura de la corte se había vuelto costumbre y apenas sentía escalofríos, suponía que se había acostumbrado a sentir auras tan intensas y quería en un futuro seguir probándolas, sabía que aún podía explotar su capacidad ilusoria. Revisó su muñeca en donde tenía la marca que le habían hecho al invocar a la corte de los pecados al liberarlas de los cuatro sellos que las mantenían encerradas. La mariposa había perdido dos alas y ella sabía lo que pasaría cuando el insecto quedara sin sus bellas alas.

Observó de reojo a las duquesas que estaba a su izquierda y no pudo evitar sentir remordimiento, dolor y tristeza.

––Como hay dolor en el mundo–– Observó a las muñecas––. No… siempre ha existido el dolor en el mundo, siempre hubo niñas que fueron violadas, niños muriendo de hambre, hombres esclavizados y torturados, enfermedades, hambrunas y tempestades.

Las muñecas hacían sonar sus engranajes y mezclaban su sonido con el del viento y los pájaros.

––¿Por qué los Dioses que crearon este mundo lo hicieron con tanto dolor?

Recordó entonces la maldición de los humanos.

––Si tan solo la primera humana no se hubiera convertido en la primera bruja, quizá el futuro de los humanos y de las hadas hubiera sido diferente–– Jugaba con sus pulgares––. Pero qué estupidez, esos son cuentos de hadas, no puedo seguir creyendo en cosas que son cuentos solamente, por más que muchos lo crean, por mucho que se afirme, no puedo pensar en esas cosas cuando hay problemas más importantes.

Volvió a observar a las duquesas, sus máscaras cubrían sus verdaderos rostros y emociones.

––Muy pronto, las voy a liberar de su sufrimiento, al igual que a todas las personas de este planeta… voy a evitar que A…

La puerta se abrió y Celgris entró acompañado de dos soldados. La imagen era impactante, Verum estaba elegantemente sentada y a su lado, había ocho duquesas a su derecha y ocho a su izquierda. Sus risas impactaron entre el lugar y Celgris se asustó, no quería dar un paso y pese a que Lord Cid le había enviado secretamente unas cartas poniéndole al tanto de la situación, era más polarizarte el verlas tan cerca. Su energía era de plano maligna y densa, pero… había algo extraño que él no podía comprender.

––Mi señora, el maestre Celgris ha llegado.

Su cortesía fue excelsa y se retiró con su compañero de la sala del trono.

Verum cambió su semblante, estaba feliz de verlo y fue por eso que no pudo evitar el sacar sus alas y abalanzarse hacia él para darle un abrazo con bastante fuerza, la suficiente para hacerle retroceder por el impacto.

Su sonrisa infantil despertó viejos recuerdos en Celgris, aunque tras observar nuevamente al frente sintió miedo al ver a esas doncellas con máscaras, sentía que lo observaban con malicia y quería que dejaran la sala lo más rápido posible.

––Vamos a la sala, están esperándonos.

––S… si, vamos Verum.

Al estar cerca de Verum pudo percibir un olor diferente en ella, no le despertaba mucho interés, pero pareció un tanto curioso el que tuviera una enorme gama de perfumes.

Salieron de la sala del trono, las puertas fueron cerradas por dos soldados y estos mismos les dieron un saludo respetuoso mientras ellos emprendían su camino hacia el lugar en donde estaban los demás.

Las luces jugaban con ellos y Celgris prefería no decir mucho al respecto, se había enterado de lo que Verum había hecho en Havila y pensaba que eso traería consecuencias, aunque quizá los misterios que ella misma había dejado para con las princesas la mantendría a salvo.

––Es esta sala.

La puerta de madera relucía con los colores del atardecer y dejaba que la manija brillara ante la luz proyectada por los ventanales que hacían de juego. Verum abrió delicadamente la puerta e hizo pasar a Celgris. Se sorprendió al ver a Lord Cid, sus ojos color dorado penetraban entre el lugar y su elegante forma de vestir era coronada por una cola que se pavoneaba entorno a él, podría quizá tener una edad de veinticinco, quizá un poco más, aunque él sabía que muchas personas no tenían la edad que aparentaban ya que Verum parecía una joven de diecinueve años, hermosa y jovial, aunque para las edades que solían vivir las reinas hada, ella era la más joven ya que no llegaba siquiera a los cien años de vida.

––Señor Celgris–– Su voz era dulce pero firme, elegante en muchos aspectos––. Es un placer conocerlo por fin.

Se levantó de su asiento y le dio la mano con cortesía.

––Lady Verum me ha hablado mucho de usted y las historias sobre su hazaña en la guerra se han contado de generación en generación. Me siento honrado de tener la presencia del héroe de la gran guerra de hace mil años.

––El placer es mío Lord Cid, me siento alegre de que podamos conocernos por fin. Aunque por su puño y letra pude ver que usted era algo similar a lo que me imaginé, su elegancia y ética es digna de un Lord.

Berlis tomó asiento nuevamente mientras Verum observaba apoyada en el marco de la puerta. Diligitis y Jen entraron perfumados con las mejores fragancias y Verum aprovechó para tomar asiento. Los planos estaban en la mesa central y dejaban ver de forma perfecta toda la estructura de los dirigibles.

El sol entraba por la ventana e iluminaba con su hermoso naranja mientras que por las nubes los tonos morados dejaban ver sus vestiduras que se mezclaban entre el cielo. Verum contempló los cielos nuevamente y puso su mente a divagar.

Lord Cid tomó los planos y los observó con cierto detenimiento y quedó sorprendido, hacía muchos años que no había escuchado de los dirigibles ya que a según palabras de su padre, todos los intentos habían acabado en desastres y en lo que fue una de las escenas más más duras de ver en la historia de Faernes "La catástrofe del día de los muertos".

––Estos planos son muy distintos de los originales.

––¿Puedo verlos?

Lord Cid le entregó a Diligitis los planos para que este los viera.

Verum seguía perdida en la ventana, parecía estar un poco distante de los presentes y eso lo notó Berlis ya que podía ver que ella siempre jugaba con sus pulgares cuando estaba impaciente o tenía algo en mente que le daba vueltas.

––Los mejoraron, parece que las estructuras internas fueron cambiadas radicalmente y… usan energía nuclear, cañones para ser más exacto.

––¿Qué pretendían con ponerles energía nuclear?

––Estaban planeando desaparecer Edén–– Se volteó hacia Verum––. Ellos, iban a matar a todos los ciudadanos de la capital.

––Si, por eso no podía permitirlo.

Lord Cid tomó asiento, ellas tenían planeado matar incluso a su sobrina, ya que al detonar esas armas desaparecerían Edén con un ataque en masa.

––Pero… ¿No era Verum el objetivo de ellas?

––Si, pero para matarme están dispuestas a todo, incluso a matar a inocentes en el proceso.

––¿Qué vamos a hacer?

––Es muy probable que incluso la nación de Cus llame a los Shookiris para poner las tropas a marchar contra nuestras ciudades y eso es un problema bastante grabe, si queremos claro, tomar Cus.

Verum se levantó.

––No vamos a tomar Cus aún, lo más sabio es tomar Havila.

––Personalmente–– Diligitis tomó una taza de té––, los Shookiris son un problema que debemos tomar en cuenta, pueden representar un peligro potencial.

––En mis tiempos como prostituta pude oír hablar de ellos, pero, no me importó mucho ya que honestamente no puse mucho mis pies en Cus.

Observó a Jen y Diligitis, Lord Cid incluso; ellos podrían tener información sobre ellos.

––¿Qué saben sobre ellos?

Jen se encogió de hombros.

––Bueno… ellos son los encargados de dirigir el ejército de la nación de Cus y después de la princesa ellos son los más importantes. Son tres hermanos, dos hombres y una mujer y se dice que sus espadas son una reliquia que se usó en la guerra de hace mil años.

––Celgris ¿Sabes algo al respecto?

El anciano acarició su barba, humo salía de su pipa y danzaba entre la sala, desapareciendo como lo hace la neblina con el llamado del sol.

––Esas espadas las robaron, fueron forjadas con los corazones de los antiguos colosos, o bueno, sus cadáveres.

––¿Qué fue lo que pasó? Esas espadas han dado mucho que hablar en la nobleza.

––Bueno… eso pasó cuando la guerra iba a terminar, si bien recuerdo… íbamos a despertar al último espíritu… Pero, con el acuerdo del tratado de paz de los reinos sagrados y las que por ese entonces eran las casas grandes de los humanos, se decidió que debían de conservarlas. Los reyes de aquél entonces las robaron y las conservaron.

—Si se avecina una guerra…

—Ellas no han hecho una declaración aún.

—Correcto— Lord Cid se reclinó en su asiento— Pero aún con Edén teniendo el ejército más grande con… ¿cinco millones de soldados era? Lo que sea. No podremos ganar contra tres naciones. Verum, estos planos son inútiles porque nosotros no tenemos muchos recursos para producirlos en masa, el hierro está en Helster, el oro en Havila y nos terminaron de cerrar y vetar de todos los comercios. La Moneda de Edén se ha desplomado como las aves en una cacería, la gente está asustada ya que no saben si les faltaría la comida. Antes exportábamos comida y demás productos, crecimos gracias a la venta en masa hacia otras naciones.

—Ellas todavía no nos han declarado la guerra.

—No, pero ellas saben que preservar la paz no es seguro. Si les declaramos la guerra… nos aplastarán. Tres contra uno.

Diligits tomó los planos.

—No enviaré a mis hombres a la muerte para pudrirse en trincheras y guerras en campo abierto.

—¿Campo abierto?

—Edén no tiene tantas llanuras como Havila, si los invadimos nos harán trizas. Nos van a atacar de todos los lados posibles y para nuestra mala suerte la capital está muy cerca del agua. Nos destruirán por cielo, mar y tierra.

—¿Y si nos declaran la guerra?

—Recurriríamos a las guerrillas, desde la gran guerra funcionaba.

—Si, pero… — Todos se voltearon hacia Celgris—. Funcionó ya que llevaban a las hadas a los bosques para cazarlas, y el cebo eran niños y niñas que las hadas masacraban en el campo de batalla.

La crudeza con la que Celgris habló dejó a todos en silencio, eso había sido borrado de los libros que hablaban de la gloriosa guerra ganada contra las hadas.

—¿Infantes?

—Cuando ya no había suficientes soldados mandaron a los niños y las niñas de entre diez a quince años, lo sé ya que liberamos un lugar en el que las hadas los tenían prisioneros. Violaban a las niñas e incluso los niños hasta el hartazgo y a los niños los mataban también de agotamiento, cuando se cansaban de los infantes o no les eran útiles se los daban a las sirenas para que los devoraran vivos. La guerra es cruel, las hadas cambiaron con el tiempo, pero… nada borra lo que la Corte de las Rosas hizo en su momento. El declarar abierta la caza de humanos fue una de las cosas más terribles que hicieron.

—¿Qué hay de las hadas Verum? No han muerto y siguen vivas, pero ¿saben que estás viva?

—Lo más probable es que sepan que algo está pasando, pero no el qué, no creo que tengan espías ya que los humanos ya no son de su importancia y creo que no tomarán parte de una guerra. La población de ellas no puede expandirse más lejos de lo que el árbol las deja por lo que ir a una segunda guerra y convertirla en una guerra mundial sería un suicidio. Podemos estar tranquilos.

Diligitis la observó y recordó sus palabras, aquellas que había pronunciado hace ya bastante y la juzgó en silencio, todavía no comprendía el cerrojo que ella manejaba en su mente y no podía descifrar todo ya que su mismo semblante era engañoso.

—Debemos destruir a sus naciones desde dentro. Es mejor apegarnos al plan.

—Verum, no estamos en los periodos de hace más de ochocientos años para jugar al juego de tronos.

—No vamos a jugarlo. Vamos a espectarlo.

—¿Cómo?

—Diligitis… —Tomó un sorbo de té y dejó que la fragancia del mismo la envolviera.

—¿Qué tan ciertos son los rumores de la princesa Cristal?

Lord Cid cerró su puño y observó a Verum.

—Quiero saber si es verdad que ella folla niños y niñas como lo hacen soldados con las prostitutas.

—Mi señora, creo que eso es un tema delicado y no debería de…

—Diligitis— Se levantó suavemente y caminó hasta él, tomándolo por los hombros—. No importa que tan oscura sea la verdad, la quiero.

Tomó asiento y contempló a todos los presentes, Lord Cid volteó su mirada, Diligits lo observó seriamente y luego devolvió su mirada a Verum quien, contempló también a Lord Cid.

—Desde hace más de quinientos años se creó una red de prostitución infantil, todo aquél que pudiera costear a una esclava o esclavo sexual podría adquirirlo y los niños y niñas empezaron a sumar mucho valor, pero… no fue sino hasta hace unas décadas que adquirió la mayor fuerza.

—¿Cuál es el lugar más peligroso Verum?

—¿A qué se refiere Lord Cid?

—La calle está llena de peligros: ladrones, asesinos, violadores, estafadores… lo que su mente quiera ilustrar. Pero sabe que existen.

—¿Y eso que tiene que ver?

—¿Dónde es más vulnerable?

Verum se quedó en silencio.

—Nadie hará nunca nada, porque no se puede. Lo que planea es muy complejo y nadie se unirá a su causa.

Verum tomó asiento y observó la ventana, el sudor recorría su frente y sus pensamientos se movían entre la cuerda que había erigido para ella.

—Entonces no podremos usar eso para hacer que caiga Helster, para eso debemos esperar más.

—Diligitis, participaste o viste alguna vez el harem de la princesa Cristal.

Diligitis tragó saliva y se acomodó su smoking.

—Participado nunca, pero… verlo. Ella tiene muchos niños y niñas, algunos con amputaciones hechas por ella, niñas con trajes sexuales, todos perdidos y deseos de acostarse con ella.

—Un niño no…

—No sé qué hace exactamente, pero, ella les lava el cerebro y les hace ver que todo eso está bien.

—Bueno, ese es un asunto el cual escapa de nuestras manos, aunque esperaremos cualquier fisura para atacar, pronto la presión en las ciudades las quebrará desde dentro. Celgris ¿Qué sabes de las princesas? ¿Alguna novedad?

El hombre rascó su barba.

—Ellas se reunieron hace unos días para hablar de lo que harían.

—¿Y…?

—Mantienen la idea de usar los dirigibles, aunque ahora temen por que haya espías en todas las naciones, por lo que muy probablemente manden a los propios a Edén. También hablaron de que empezarían a buscar información sobre la corte de los pecados y que se volverán a reunir para discutir más sobre esos asuntos.

Verum observó los planos, sabía que había una manera de poder sacarles su uso y no tenía intención de hacerse con la idea de que desperdició su tiempo en la corte de los pecados para poder obtenerlos, sabía que había una manera de descifrar ese cerrojo y poder hacer caer las naciones. Si bien no había una guerra, ella sabía que con la estrategia correcta se podía ganar una, pero si quería jugar sus cartas debía hacerlo de la manera más inteligente posible, no podía permitirse un margen de error. Las personas de Edén empezaban a verla como una Diosa y debía de certificar su promesa, debía probar que las palabras que ella profesaba no eran arrastradas por el viento y que los cimientos de su trabajo estaban bien fundamentados.

Se veía a ella misma en un enorme tablero de ajedrez mientras que los pétalos rojos caían a su alrededor y los planetas se lucían de fondo ¿Era posible ganar una partida arreglada para que ella perdiera? ¿Estaba amañado dicho juego? Sus rivales no solo eran las princesas, las agujas del reloj avanzaban implacables en su contra y debía ganarse a la población de las naciones vecinas, tenía que matar a los Shookiris ya que no la dejarían andar libremente por Cus para tumbar la nación.

¿Cómo haría para volcar todo a su favor?

Observó nuevamente la ventana.

—Lord Cid ¿sabes quién pueda fabricarnos estos dirigibles?

El hombre se inclinó pensativo y frunció el ceño, revisaba entre los espacios de su mente todo aquél que conociera.

—La verdad hay todavía fábricas, pero, deberíamos encontrar el nombre de las personas que las manejan ya que actualmente los lores que eran encargados huyeron hacia las demás naciones.

—Bien, el golpe psicológico que ellas recibieron puede que sea el suficiente como para dejarnos actuar, deberían de empezar por espías ya que es lo más seguro a lo que pueden apelar sin hacer un ataque a gran escala, además ellas deben seguir creyendo que tengo un ejército de sombras, aunque eso no puedo mantenerlo por siempre, si llegan a descifrar el enigma… bueno, perderíamos un elemento muy importante.

—¿Planeas construir los dirigibles de guerra?

—En pequeña escala para usarlos en puntos específicos.

Se volteó hacia Diligitis y lo miró con aquellos ojos que desprendían de ella su decisión.

—Conozco esa mirada mi señora… ¿Qué desea?

—Necesitamos espías en Cus y Havila para poder obtener información sobre las princesas y los Shookiris.

—De los Shookiris no hay mucha información que puedan sacar. Lo que puedo decirle mi señora es que hay rumores sobre la hermana.

—¿Y esos son?

Tomó un poco de té y galletas mientras escuchaba atenta.

—Sencillo, para la nobleza es un rumor, pero… para el selecto grupo del cual yo soy partícipe, se sabe que la hermana, Aeris, tiene inclinación hacia las mujeres, le gusta conseguir a jovencitas lindas y tener relaciones en el palacio, de los otros dos no puedo decir mucho, los conocí bastante poco, pero a uno le gusta mucho practicar caligrafía y arquería y bueno… al otro le agrada bastante el montar a caballo. Pero ella, si bien recuerdo nunca tuvo gusto por los hombres.

Verum solo se limitó a sonreír, sabía que los Shookiris serían un problema a gran escala si no podía manejarlos.

—Muy bien, supongo que debemos empezar a llevar a cabo todo, lo primordial es el espionaje, pero lo más probable es que ellas estén planeando alguna otra cosa en nuestra contra. Por el momento es mejor que no pensemos en más y mantengamos todo por estas instancias, ya luego nos reuniremos para poder seguir. Mantendremos nuestras operaciones al margen y esperaremos el movimiento de las princesas, con más habilidad que suerte podremos sacarles ventaja.

Diligitis se levantó de manera elegante, más, sin embargo, Verum lo detuvo con sus manos, tomando su ropa levemente.

—Diles a los espías que vas a mandar que empiecen a esparcir la leyenda que gira en torno a mí, ya que pronto… todas las naciones me darán su devoción.

Se volteó hacia donde estaba Celgris.

—Celgris, está anocheciendo. ¿Por qué no se queda a dormir en el castillo? Tenemos aposentos más que necesarios para que usted pase cómodo y mis criadas pueden ayudarlo, además, esta noche será muy fría.

El siguiente capítulo sale el 14 de Marzo. Feliz día del amor y la amistad