Nota del autor: Esto más que todo es como un comercial jsjsj, Faernes va apasar a tener una publicación mensual xq ya entré a la universidad, espero comprendan. La verdad no esperaba que tantas personas leyeran esto por lo que les agradezco de corazón y por eso, se va a lanzar una nueva portada próximamente por lo que me gustaría regalar unas dos copias firmadas, pero todavía no sé que actividad puedo realizar. También me gustaría saber que opinan sobre la historia y que les gustaría ver más adelante ya que si bien ya todos los arcos y el final ya están pensados nunca cae mal el saber la opinion del público. Los quiero mucho y les agradezco nuevamente, sin ustedes la publicación de Faernes no sería posible. Si gustan también proximamente vamos a formar una comunidad por lo que si quieren formar parte de ella le pueden escribir a mi hermana quien fue la que hizo la portada. El instagram de ella es ese, por si gustan formar parte del discord "hatade_uwu"
Posdata: Se les agradece la paciencia UwU y éxitos este nuevo año
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La noche era bastante tranquila y las estrellas adornaban los cielos aprovechando que las nubes estaban lejos mientras que los copos caían suavemente, adornando y cubriendo el techo del castillo de cristal.
Las puertas principales se abrieron lentamente, las lunas iluminaban desde lo alto e imponían sus rayos por las tierras, revelando sombras y una de esas era peculiarmente la que estaba en la estrada del castillo. El viento trinaba de copa en copa, silbando suavemente. El hombre estaba encapuchado, tapando parte de su rostro con las telas que lo envolvían y dándole un aura un tanto siniestra, su sombra se expandía y crecía con cada paso que daba y la luz de las lunas lo acompañaban a sus espaldas.
La princesa Cristal se notó emocionada, su semblante había cambiado y sus ojos brillaron con una sonrisa bastante peculiar, una que no mostraba frecuentemente al público y solo se reservaba para aquellos momentos.
––Bienvenido. Tenía varios meses de no verte.
El sujeto caminó levemente, siendo alumbrado por las luces del castillo, algunas sirvientas lo observaban y platicaban entre ellas. Aquellos susurros volaban con mensajes incomprendidos y realmente a él no le interesaban las palabras que ellas pudieran estar soltando de sus labios.
––He estado… esperando.
El hombre se quitó su capucha, sus orejas se elevaron por lo alto, su smoking era elegante, de color blanco que jugaban a tono con su cabello grisáceo, su monóculo estaba colocado de forma culta y su sonrisa se enmarcaba de lado a lado, sus ojos negros penetraban con bastante tranquilidad y su cola se movía a su espalda.
––Buena noche sea para usted mi princesa–– Su voz era tranquila, relajada y serena, mostrando cierta confianza––. Acudí a su llamado de la forma más rápida que pude. El catálogo se nos está quedando un tanto incompleto ya de momento no hay tanto movimiento en el país, pero, aun así, me esforcé en hacerlo lo mejor posible.
La princesa hacía sacudir mientras que su sonrisa se contemplaba con bastante sencillez, no podía ocultarla ya que su cuerpo hablaba por ella.
––Hacía mucho que no daba un viaje hasta el castillo de las diez torres negras, es igual de acogedor.
––Mis sirvientas mantienen todo en su sitio, no era de extrañar que fuera hermoso.
Tomó el catálogo y con bastante ambición empezó a ojearlo. La portada no tenía ninguna imagen y solo el blanco era lo que predominaba entre sus primeras páginas.
––Entonces… este catálogo está incompleto.
El hombre titubeo un poco, parecía un poco preocupado.
––No es necesario que esté completo, le aseguro que la mercancía es de muy buena calidad.
La princesa lo observó de reojo mientras que con sus lentes de mano que por alguna razón la hacían lucir más intimidante contemplaba las hojas, su mirada parecía escudriñar con fuerza a las personas cada vez que usaba dicho artilugio.
––Este me gusta.
Siguió pasando las páginas mientras que escudriñaba cada fotografía que había en este.
––Tiene un lindo color, el color crema se ve tentador hasta cierto punto. Este también me gusta, me vendría bien tener uno de estos. El último lo tuve que desechar hace unos meses, una de mis sirvientas lo tiró a los perros para que lo mordieran hasta que se cansaran.
––Me esforcé en darle lo mejor que había. Sabe que la mayor calidad siempre está a su disposición mi reina.
Cristal observó nuevamente al hombre, el frio se palpaba en el aire y su cola se enroscaba como una serpiente en derredor a su cuerpo.
––Aunque como había dicho se ha vuelto un trabajo un poco más difícil de realizar los últimos meses.
Pasó a la siguiente página y observó una foto que la dejó perpleja.
––¿Y esto? ¿Qué es?
––¿A qué se refiere?
La princesa volteó el catálogo y mostró al hombre la foto que la había sorprendido.
––¿Esto es de máxima calidad?
El hombre inspeccionó mejor las especificaciones que estaban al pie de la imagen, leyéndolas y prestando suma atención a lo escrito.
––Mis disculpas, quizá una hoja de un catálogo inferior se coló por error.
Estaba confuso ya que no solía cometer errores de tal calibre, menos si era llevar dicho catálogo a la princesa.
La princesa se sentía molesta e insultada hasta cierto punto, esperaba llamarlo cada cierto tiempo como si de una droga se tratara y no le gustaba que sus productos fueran defectuosos.
––Está enferma.
––Mi reina, solamente es ciega. Igualmente me disculpo.
La princesa volvió a tomar el catálogo.
––No me gusta comprarlos en esos estados.
El hombre hizo una reverencia, sabía que había sido error suyo ya que el catálogo lo había armado a las apuradas la noche anterior, no había dado en el clavo aquella vez y si no tenía cuidado podría salir de ahí con una severa advertencia y podría hasta perder su trabajo.
––Se bien que no le gusta comprar niños enfermos o con discapacidades.
––Si, no me agrada en lo absoluto. Este producto es de muy baja calidad para el calibre del catálogo––Lo observó seriamente––. Espero que este error no se vuelva a repetir.
––Se lo prometo.
Observó la última página del catálogo y pudo hallar algo que despertó sumo interés en ella.
––¿Ellos son hermanos? ––Le mostró el catálogo.
––S… si, la mayor tiene siete años y el menor tiene cinco.
––Me gusta el color de sus cabellos y sus ojos azules, es bastante raro ver a dos hermanos albinos con esos ojos tan hermosos… … Los quiero.
El hombre sudaba y se limpió levemente su sudor.
––Claro mi princesa. Los tendrá en dos semanas.
––¿Son vírgenes?
––Desde luego.
La princesa dio una mueca.
––Entonces supongo que me podré divertir un tiempo, los últimos los tuve hace medio año. Supongo que será divertido forzarlos, cuanto más inocentes y pequeños son, más maleables son sus mentes.
Le devolvió el catálogo con delicadeza, el hombre sacó un lapicero de su smoking y empezó a escribir cerca de la foto de los hermanos para que esto fuera una señal de que la princesa los quería y también para empezar a asegurarse de que le llegarían en el plazo acordado.
––¿Siempre los matará cuando cumplan doce?
––Tengo planes para ellos dos, descuida.
El hombre se devolvió, dándole la espalda a la princesa y a las sirvientas que lo observaban entre las luces que alumbraban el castillo.
––No dejo de preguntarme algo ¿Sabe que en cualquier momento puedo delatar sus actos? ¿Por qué está siempre tan tranquila?
La princesa se recostó en el trono, adoptando una postura que era hasta erótica mientras que apoyaba su cabeza en su mano derecha. Su cola se pavoneaba para ella.
––¿Enserio? –– Su tono era sarcástico y hasta sínico en muchos aspectos de la palabra––. Y… ¿A quién crees que le van a creer?
El hombre se volteó mientras ella solo se limitó a observarlo, penetrando su alma con aquellos ojos rubí.
––Tiene razón, me disculpo mi princesa.
––Solo una cosa más…
El hombre siguió su camino hacia la salida.
––Yo te recomiendo que tengas cuidado, la próxima vez que abras tu boca podrás perder algo más que tu trabajo––La dulzura en su voz no hizo sino helarle la sangre al hombre.
Con pasos acompasados se retiró de la sala del trono, volviendo a colocar su capucha que encubría su identidad, sabía que tendría que hacer un viaje largo hacia el lugar en el que vivían esos hermanos para poder pagar a sus padres por ellos dos, pero así tendría a su princesa feliz por un tiempo.
Una sirvienta se acercó, luego de que las puertas del castillo se cerraran, sus vestidos se sacudían y sus pechos daban leves movimientos ante su andar, su cabello negro se sacudía sobre sus hombros y sus orejas resaltaban entre su traje de forma hasta divertida.
––Mi señora.
––¿Qué sucede Ruet?
––Le recuerdo que mañana debe de estar en el estadio Zari para dar su mensaje anual antes de la final del balón pie, es muy importante que la princesa haga acto de presencia y tenga contacto con el pueblo.
Cristal la observó con una sonrisa.
––Desde luego, no creas que lo tengo inadvertido. Solamente que me emocioné de más, siempre me sucede cuando me traen el catálogo–– Aferró con fuerzas sus manos al trono––. No puedo esperar a que me traigan a esas bellezas.
La noticia de la sirvienta no hizo sino recordarle algo, tenía que escribir unas cartas para las demás princesas. Tenían que reunirse, pero, ella tenía un plan que estaba segura de que no iba a fallar…
Las gotas caían de las nubes y se precipitaban hacia la tierra, el sonido de la lluvia era reconfortante, las aves se bañaban y sacudían sus plumajes, el agua caía del cielo y danzaba de flor en flor, de hoja en hoja.
Las gotas se abalanzaban y resbalaban sobre los techos y se hacían lugar en el suelo, los charcos se creaban en la tierra, algunos animales dormían mientras que algunas hadas aprovechaban para salir a jugar, otras como de costumbre llevaban a cabo sus labores las cuales eran dadas desde su nacimiento. Las librerías estaban abiertas mientras que las brumas suaves se paseaban por sus anchas en las calles que se teñían como si de acuarela se trataba cuando las luces de los postes encendían su furor.
Para suerte de Elga no existían autos y las calles eran caminos de tierra bien hechos y cuidados en los que las hadas caminaban, otras preferían volar. Los locales de café estaban abiertos y la fragancia de las flores inundaban su nariz con la misma facilidad con la que se le quitaría un dulce a un niño. Su paraguas goteaba y el frio no azotaba, pero si hacía presencia entre las brumas para avisar de que no podían olvidarse de su omnipresencia. Las ropas de Elga eran más gruesas aquella mañana, llevaba una camisa de telas finas de mangas largas con vuelos que le llegaba por las rodillas, un abrigo que llegaba por la cintura, zapatillas gruesas que tenían debajo unas medias largas hasta sus muslos y claramente, las flores características en su cabello naranja que brillaba ante las luces que alumbraban las casas y los lugares de trabajo. Algunas hadas la saludaban, otras simplemente la pasaban inadvertida.
Revisó su muñeca izquierda la cual llevaba un brazalete de metal e hizo un movimiento un tanto brusco, tratando de maniobrar para evitar que su paraguas se callera. Del brazalete salió una pequeña pantalla holográfica que recorría la mitad de su antebrazo. Con su mano derecha desbloqueó la pantalla y revisó la hora, eran las seis y cincuenta y cinco de la mañana, estaba bastante cerca del hospital y llegaría a tiempo para ver a Tera y Calai. Dio un respiro bastante hondo, la mañana estaba tranquila y la lluvia no hacía sino ordenar más sus pensamientos y relajar su mente, el olor a tierra mojada era exquisito y le gustaba ver todo el lugar bajo las nubes que lloraban hacia ellas las gotas.
Observó a su derecha y entre algunos arbustos había unos animales que contempló con asco, eran negruzcos y parecían gusanos con rostros humanos, sus manos eran muy pequeñas, hacía un ruido apenas audible, extraño y parecían haber salido de la mente de un escritor de terror bastante perturbado.
Continuó avanzando, evitando los charcos de agua para no mojar sus zapatos y llegar por error a ensuciarse las medias, ya que a sus ojos no existía nada más incómodo y frustrante que tener las medias húmedas y tener que caminar con eso hasta quitárselas, podría incluso contraer una gripe por causa de la humedad y no gustaba de pasar en casa enferma.
El camino húmedo ensuciaba las suelas de sus zapatos y algunas de las hadas las pisaban por error, otras estaban sentadas en bancas apartadas de la lluvia mientras degustaban de café y esto hizo que quisiera comprar uno.
––Quizá cuando vuelva del hospital, la lluvia no creo que pare en un buen tiempo.
Al llegar al hospital la puerta corrediza se abrió suavemente, dejando entrar la ventilación producto de los aires acondicionados que tenían instalados en las partes más altas. El color blanco de la estructura creaba una sensación falsa de tranquilidad, ya que en los hospitales es en donde más se llega a sufrir, es en aquellos lugares en donde muchas personas padecían y Elga tenía recuerdos muy malos de hace trescientos años, lo cual creaba en ella una idea un tanto tétrica de los hospitales, aunque el negar la importancia de los mismos era estúpido.
Fue a la recepción y como ya se le había hecho costumbre preguntó por Calai y Tera. El hada de la recepción empezó a imprimir la pegatina de visitante, la computadora con pantalla holográfica dejaba entre ver la cantidad de informes que ella estaba procesando, más no distrajo a Elga.
––Iu el kiat er.
Extendió la pegatina hacia ella y Elga la tomó con delicadeza.
––Eig sin
Inclinó su cabeza y se retiró a la sala en donde estaban Calai y Terra.
––Eig sin iru––Respondió la recepcionista con alegría.
Algunas de las salas tenían a hadas que se habían roto alguna extremidad, otras tenían alguna enfermedad como la gripe, la fiebre de las sirenas, otras enfermedades que eran suaves y de las cuales no quería acordarse, aunque otras tenían las enfermedades venéreas que muchas de las sirenas, hadas y humanos de la ciudad del sol tenían y esto a Elga la asustaba, le daba pena y tristeza ver a muchas de las hadas en ese estado, pero también sabía que toda acción tenía una respuesta y el que fuera negativa o positiva dependía del que hiciera dicha acción.
Tomó el ascensor y fue directamente al piso cinco, era la tercera vez que las cambiaban de lugar, pero con la recuperación de Tera y la próxima recuperación de Calai debían de ponerse manos a la obra para que mejoraran de la forma más óptima posible.
Mientras estaba en el ascensor no pudo evitar pensar en ellas. Sabía que Tera no era un problema a gran escala, pero Calai… ella era algo que rompía toda la lógica, los nacimientos humanos habían sido prácticamente imposibles desde hace unos cien años y desde hace trescientos años había iniciado esa peculiar situación. Había analizado miles de partos y había visto muchos. Todos… con los mismos resultados.
Se acarició el vientre mientras observaba el suelo con una mirada perdida. Su paraguas goteaba y las gotas rompían el suave silencio que se había creado en dicho lugar.
Sabía hasta cierto punto que algo había malo en Calai, esa magia que destilaba solo la podían destilar los demonios, ya que la magia negra cambiaba de aura cuando la portadora estaba viva y solo conocía a un ser que en vida pudo utilizar dicha aura demoníaca. El hada que había nacido bajo la profecía más había sido arrebatada por los cielos. Verum era la única que había registrado tener la suficiente capacidad para poder liberar aquellas cantidades tan inconmensurables de magia y aquella aura tan peculiar, ya que ella misma, o por lo menos hasta donde las leyendas rezaban, había reducido una montaña en el desierto a solo cenizas, se contaba que la cantidad de magia que ella había liberado no se había visto nunca y… las descripciones de esa aura eran exactamente las mismas que ella había sentido al ver y sellar temporalmente los pulsos de aura en Calai.
La entrada del ascensor se abrió y el clásico sonido de sus puertas al abrirse retumbaron por sus oídos, esos cascabeles eran divertidos y su sonido para ella lo eran más. Con la elegancia que la caracterizaba al caminar continuó hasta llegar a la sala en donde se ubicaban esas niñas. La pegatina relucía ante las luces mientras que las gotas de lluvia impactaban en las ventanas, las brumas jugaban por los suelos y desde esa altura podía ver al árbol madre, sus copas eran hermosas y al ser el árbol más alto de todos, era muy simple el reconocerlo de todos los lados posibles.
Abrió suavemente la puerta, no sabía si estaban despiertas o dormidas, pero en el estado en el que estaba Tera era muy probable que estuviera despierta, Calai sin embargo… era difícil. Las hadas que la atendían aseguraban de que ella podía morir en cualquier momento y eso la tenía preocupada.
Para su sorpresa, al entrar dio conque Tera estaba despierta. Estaba sentada en la cama y tenía un plato de frutas peladas las cuales le habían dado para que ella empezara a mejorarse y a lo que su vista alcanzaba, eran frutas muy suaves para que pudiera digerirlas con facilidad.
––Buenos días Tera.
Tera le devolvió el saludo con una sonrisa, masticaba alegremente las frutas y parecía hasta agradarle el sabor de las mismas.
––Noto que hoy estás mejor.
Terminó de tragar con la ayuda del vaso con agua que tenía a su derecha.
––Si, Me he sentido mejor.
––¿Cómo sigue tu herida?
Revisó su pecho, las vendas que la cubrían estaban limpias y eran de un blanco hueso.
––Las hadas que me revisan mi herida dicen que tiene un buen color y no está infectada, así que… supongo que todo es gracias a su cuidado.
––Eso me alegra.
Elga volteó su mirada hacia Calai.
––Se va a morir ¿Verdad?
––No lo sé. Mi esperanza es que sobreviva, pero…No puedo asegurarlo.
Tera observó a Calai, estaba dormida y vendada casi a totalidad, sus ojos, brazos, pecho, piernas, manos… tenía vías en su cuerpo y respiraba de forma inconsistente, como si tuviera un único pulmón, pese a que los dos pulmones de ella funcionaban a la perfección.
––Ayer se negó a abrir los ojos.
––¿Porqué?
––Decía que le dolían y que solo era capaz de ver sus dedos cuando los acercaba, ya que todo lo demás lo veía borroso.
––Por lo menos puede escuchar, su cuerpo se está recuperando. Aunque ahora es igual que un polluelo recién salido del huevo.
Las máquinas sonaban mientras que la lluvia seguía avisando por la ventana que su presencia seguía y era de mucha importancia.
Tera observó a Elga, sus pensamientos estaban más en calma y podían fluir con mayor naturalidad, aquellos sentimientos que habían sido nublados por esos terribles acontecimientos. Observó sus manos y sus sábanas y recordaba lo que Elga le había dicho.
––Veo que aún sigues triste por tu caballo, es natural supongo.
––Si, fue un regalo de mi padre y conviví con Brisa desde que era pequeña.
Elga observó hacia la ventana, las nubes grises seguían jugando por los cielos y dejaban que las gotas cayeran hacia la tierra con fuerza, azotando a las plantas más débiles, catapultándose como balas hacia los pastos.
––Los seres queridos son difíciles de superar. La muerte, esa separación es algo a lo que nadie está preparado. El vacío que causa dicho ser en la vida cotidiana de una persona hace más estragos.
Tera dejaba escapar algunas lágrimas, recordaba momentos agradables que pasaba con Brisa, momentos en los que plasmaba sus emociones y que no quería soltar. Agradecía tanto a ese animal ya que su compañía terminaba valiendo su peso en oro.
––Es normal el llorar Tera y está bien el no reprimir dichas emociones…––Volteó su mirada hacia Calai y empezó a reflexionar un poco más sobre aquellas palabras.
Una gota de suero cayó, las máquinas seguían sonando, la lluvia… seguía cantando.
––Creo que es prudente el no decirle que creemos que lo que quemó a ese animal no fue otra sino Calai–– Pensaba mientras contemplaba en silencio el dolor que estaba manifestando Tera.
Tera se tapó su rostro con sus manos, nuevamente se había derrumbado sobre sus mismas emociones ya que estas eran demasiado fuertes como para querer ignorarlas.
Elga se acercó, sentándose en la cama, a un lado de ella y dándole un abrazo. Sabía que aquello la había golpeado y cuando le dijo esa noticia prefirió dejarla sola por un tiempo, no era prudente después de todo.
––Sé que aún duele. Lo lamento.
Tera removió las lágrimas de su rostro.
––Termina de comer las frutas, te vas a sentir mejor.
Le dio un beso en la frente, uno que trataba de consolar sus emociones, aunque ella más que nadie supiera que esos espacios a veces ni el tiempo mismo puede llenarlos.
Volvió a observar a Calai, esperaba quizá alguna reacción de la niña. Las doctoras le habían dicho que ella solía levantarse entre las seis y las siete y no le molestaba que lo hiciera llorando, aún no había recuperado su vista, aunque mínimo podía escuchar. Aquello era algo a favor, podía comunicarse con ella y ponerla al tanto de la situación en la que estaba.
Calai despertó de la misma forma. Empezó a dar leves sonidos de dolor que empezaron a escalar con forme sus lágrimas salían ya que, al parecer, sus ojos aún resentían con bastante fuerza las consecuencias que había heredado de aquella noche. Trataba de moverse, pero su cuerpo estaba muy débil como para poder hacerlo. El suero alimentaba el cuerpo de Calai que con gran voracidad consumía a una velocidad pasmosa todos los nutrientes que podía y habían descubierto que si no la alimentaban el cuerpo de ella era capaz de autodestruirse, por lo que era algo que sorprendía a Elga.
La niña seguía llorando y el dolor carcomía su cuerpo desde adentro, de no ser por las intervenciones que hacían por ella día a día, estaría muerta. Elga se sentó cerca de Calai y acarició su cabeza.
––¿¡Quién eres!?
––Soy Elga cariño.
––¿Elga?
Siguió acariciando a la niña con dulzura, no parecía importarle que su cabello estuviera desordenado y grasoso ya que las hadas no habían podido bañarla adecuadamente. Pese a todo, había escuchado que los baños era lo que más bajaba sus niveles de estrés y dolor.
––Me duelen mis ojos.
Elga removió con suavidad las vendas que llevaba Calai para cubrir su vista, no estaban manchadas de sangre y eso era un alivio, quizá la niña mejoraría antes de lo que ella esperaba puesto que las veces anteriores que había despertado lo hacía llorando lágrimas mezcladas con sangre.
––Todo va a estar bien pequeña.
Destapó con suavidad los ojos de Calai, ella los tenía cerrados y podía ver mejor sus pestañas color blanco, la vez anterior estaba más concentrada en sellar la magia que emanaba de ella y fue por eso que no prestó atención en su rostro de una forma más minuciosa. Sus pestañas parecían delicadas y tenía alrededor de sus ojos un color rojo bastante tenue, su cuerpo parecía estarse esforzando más de lo debido, pero esperaba que lograra salir adelante.
––Trata de abrir los ojos.
––Pero me duele el hacerlo.
––Lo sé, pero… debes volver a ver; tus ojos deben volver a acostumbrarse y aunque duela debes hacerlo.
Calai trató de hacer un esfuerzo, sentía que tenía crema en sus párpados ya que los sentía pesados y llegaba a tener punzadas leves en sus ojos. Al abrirlos, la luz del lugar la terminó cegando. Todo estaba borroso y no llegaba a distinguir nada más allá de ese blanco que estaba imperando como monarca.
––Sabía que podías hacerlo.
Los ojos comenzaron a dolerle, volteó su cabeza a su derecha y pudo ver una figura semejante a la de una humana, pero, todo estaba borroso al punto de que solo veía aquello como una enorme mancha borrosa.
––Me duelen mis ojos.
Parpadeó de forma consciente, sentía que necesitaba eso, pero aquello no hizo sino repetir el proceso y eso hizo que quisiera volver a cerrar su vista. Elga en cambio contemplaba sus ojos, el color completamente blanco la sorprendió ya que nunca había visto de forma directa sus ojos y le agradaba el ver cómo había varios tonos de blanco para resaltar su iris y evitar que la pupila no fuera vista, dándole una apariencia aterradora. Aunque le preocupaba el ver que su ojo izquierdo estaba teñido de una manera muy sutil; casi imperceptible, de rojo.
––Trata de que tus ojos vuelvan a acostumbrarse a la luz.
Tera la observó.
––No sabía que estabas capacitada para atender a pacientes ––Sus palabras aún arrastraban un poco de tristeza.
––Atendí a varias niñas, adolescentes y mujeres humanas de raza pura hace algunos siglos. Esto simplemente es una manera de poder inspeccionar que no haya nada fuera de lo normal.
Calai volteó lentamente su rostro hacia el de Tera.
––Tera.
––Calai, no te esfuerces mucho. ¿Cómo te sientes?
Calai volvió a parpadear.
––Me duele todo mi cuerpo–– Su voz era apenas audible.
Elga volvió a colocar con cuidado las vendas que había removido de los ojos de Calai.
––Pronto recobrarás la vista.
Calai se quedó en silencio unos momentos, escuchando el sonido de las maquinas que la mantenían con vida. Tras aquello reunió fuerzas de flaqueza, el hablar para ella era un esfuerzo y desconocía de sus razones, era como si algo le hubiera estado robando su energía de vida.
––¿Qué fue lo que me pasó?
Elga observó los suelos. El ventilador que estaba en techo movía sus aspas, las gotas de lluvia azotaban la ventada y el viento sacudía las copas de los árboles.
––¿Realmente quieres saber?
Calai asintió, en el fondo sabía que tenía que tener conciencia real de su estado ya que las hadas que la cuidaban no podían decirle nada, Elga les había dicho que por órdenes de Melisande era ella la que tenía que poner a la niña al tanto de la situación.
––Si.
Dio un suspiro y volvió su mirada a la niña.
––Está bien, supongo que es mejor no evitar más ese tema. Ustedes fueron atacadas, desconocemos a ciencia cierta lo que las atacó ya que cuando llegaron las hadas que las rescataron no pudieron ver nada más que fuego y cenizas. Por razones que escapan a mi entendimiento usaste magia y eso… bueno, tu cuerpo no recibió bien eso. Logramos salvar gran parte de tus órganos, pero muchos tuvieron quemaduras internas y… tu útero, a causa de las quemaduras internas quedó inservible.
Calai se quedó en silencio, Tera… solo se encogió de hombros mientras contemplaba con cierta tristeza las sábanas que la acogían suavemente.
––Mi útero… ¿para qué era útil? ––Calai sonaba confundida, trataba de asimilar lo que Elga le estaba diciendo.
––¿No sabes la función que tiene el útero en una mujer humana?
Tera observó a Elga, parecía estar igual de confundida que Calai.
––¿Las hadas tienen útero?
––Bueno, sí, pero nuestro útero es incapaz de concebir, tampoco tenemos ovarios o las trompas de Falopio.
––Pero, entonces ¿Cómo se reproducen? ¿No dan a luz?
––Como te había dicho, nosotras somos incapaces de albergar vida en nuestros úteros, por lo que el parto es desconocido para nosotras. En nuestro reino no hay un sexo masculino y realmente no es que a las hadas nos importe mucho. Las relaciones amorosas que ustedes manejan son extrañas para nosotras.
Se volteó hacia Calai nuevamente.
––Calai, el útero sirve para poder albergar la vida de tu especie, alberga la semilla del macho y esta germina en un ser vivo, lo que se conoce como parto. Tu útero… bueno, recibió quemaduras y quedó inservible, es incapaz de albergar vida por los daños que tuvo, además que se destruyeron tus trompas de Falopio.
––Eso… ¿es importante?
Elga se sorprendió, pensó que ella tendría un poco de educación sexual para saber siquiera el nombre de las partes internas de la mujer. No sabía que Calai desconocía completamente que era el útero y para qué servía.
––Las hadas, para poder revisar el tipo de daño tuvieron que meter mano, tuvieron que romper tu himen en el proceso.
––¿Himen?
Elga volvió a quedar sin palabras.
––Te lo explicaré en otro momento. La ventaja es que no tienes ningún tipo de cáncer uterino y tampoco quemaduras más lejos de dicho aparato, el quedar estéril fue el único percance, aunque…
Elga pareció perderse por unos momentos en sus pensamientos.
––¿Aunque?
Elga volvió en ella, se había quedado pensativa, sus recuerdos la golpearon y no creía conveniente el decirle sobre el parto y de las otras funciones del útero, aún estaba muy pequeña para saber sobre todas esas cosas y si el tiempo le daba más vida, podría experimentarlas por ella misma.
––No es nada. Tranquila.
Calai estaba confundida, no entendía nada de lo que Elga le había dicho y tampoco comprendía el significado de haber quedado estéril de por vida. Se sentía confundida, más sin embargo y tras oír aquellas palabras, pudo comprender que la mujer que había mostrado a ella los recuerdos de aquella noche no había mentido, le había quitado algo preciado y pese a que desconocía que era aquello, sabía que si continuaba usando eso que el hada había denominado como "magia" terminaría en las mismas condiciones en las que estaba.
––Entonces no dejaré que tomes nada más de mi cuerpo–– Entre sus pensamientos empezaba a tejer su idea.
El sufrir era algo que no estaba en sus planes y no quería volver a quedar en las mismas deplorables condiciones.
––Mañana voy a volver, vas a empezar a levantarte y de a poco empezarás a caminar, es importante que suceda en el menor tiempo posible, aunque comprendo que es un proceso lento.
Tera observó extrañada a Elga mientras que esta se levantada y se dirigía hacia la puerta.
––¿Por qué es tan importante que Calai se levante lo más rápido posible?
––Eso es simple–– Le devolvió una mirada marcada por un aburrimiento intenso–– La reina Melisande quiere verla…
"El próximo capítulo saldrá el 14 de Febrero y se titulará: La alianza de la corte de las cadenas"