De cierta forma el bullicio de la gente en el bar era agradable, todos estaban comiendo y bebiendo. El cantinero estaba limpiando los vasos con su trapo humedecido, pasaba de uno en uno los vasos sucios mientras sus clientes disfrutaban de la cerveza y de la comida que él había preparado y que con gusto había hecho. La luz alumbraba suavemente dicho lugar y las estrellas cubrían de una forma alegre la noche traicionera que cubría las tierras de Edén.
Los hijos de mesero ayudaban en el bar y de vez en cuando platicaban con los clientes, las historias volaban mientras que las risas eran diluidas con la cerveza y el alcohol. Algunas veces se escuchaban unas canciones resonar, pero aquella noche era bastante peculiar, no había leyendas, cuentos o historias de fantasía y fantasmas, el tema principal era el discurso que Verum había dado ese mismo día. En todas las mesas se hablaba de lo mismo y el cantinero prestaba suma atención a lo que estaban platicando.
––Pueda ser que lo que ella dijo sea cierto.
––Juró protegernos, además… Diligitis se puso de su parte, eso es razón más que suficiente para creer que la causa por la que está luchando pueda ser válida.
––Bueno, tiene razón. Las princesas huyeron, además… jamás había odio tal profecía––Se volteó––. ¿Qué opinas de esa profecía Hendrek?
El cantinero alzó una cera, seguía lavando los vasos con su trapo.
––Bueno, para ser honesto no había odio de tal profecía. Más sin embargo ella sola acabó con los soldados de élite y estamos hablando que cada uno de esos soldados valía por cien de los comunes. Así que creo que no tengo motivos para no creerle.
––He de decir que esa muchacha es muy hermosa––El joven bebió un poco de cerveza.
––Es un hada, era obvio que sería hermosa.
––Es la mujer más bella que he visto.
––La belleza no compra al pueblo.
––No, pero si me compró a mí.
––Ni sueñes en que un bombón como ella te va a echar la mirada.
––Quizá lo haga en mis sueños.
––También me pregunto ¿a qué se refería con que la sangre baña al trono real?
––Bueno––Hendrek llenó una taza con cerveza y la puso en el mostrador, luego se apoyó en el mismo. El viento ululaba fuera del local––, debemos recordar que hay secretos que se nos han ocultado y se ha rumoreado que la corona ha hecho cosas catastróficas, baños de sangre y cosas peores.
––Quizá ella nos lleve hacia un lugar mejor. Este mundo es horrible. Esta vida no es fácil
––Igualmente ¿de qué sirve que la vida sea fácil? Eso lo haría menos interesante ¿no crees?
––Quizá.
––Yo voy a creer en ella. Los soldados pasean a sus anchas y nunca nos han dañado.
––Igualmente es peligrosa, ya viste lo que le hizo a la capital.
––Supongo que era necesario.
––Pero muchas personas murieron, era gente inocente.
––Eso lo sé. Pero… Es mucho peor lo que dijo Diligitis de la princesa Cristal y alguien tan noble como él no diría una falsedad de tan alto calibre.
––Yo dudo de ella.
––Yo opino lo mismo, quizá quiera hacer un bien, pero eso no quita el hecho de que haya asesinado a miles de inocentes.
––Tienes razón, pero ahora ella ha jurado protegernos a capa y espada, que las sombras de sus alas nos iban a proteger.
––Es difícil el decir verdaderamente lo que nos va a deparar nuestro destino a manos de ella.
––Bueno, por algo se dice que es mejor estar en manos de un demonio que en su camino.
––Quizá tengas razón, pero de momento lo que nos depara es muy incierto.
––Yo temo que haya dicho que las princesas son el enemigo. Una guerra contra tres naciones es imposible de ganar.
––No les declaró la guerra a las princesas como tal, pero al ponerlas de enemigas puede generar una mala reacción.
––Ella las derrotó una vez, seguro podría volver a hacerlo. Yo confío en ella.
Hendrek observó con una mirada perdida a sus clientes, sus pensamientos se movían y trataba de dar con respuestas acertadas a lo que había estado escuchando.
––Supongo que tendremos que esperar a ver que nos depara el destino. Espero por los Dioses que ese destino no sea uno horrible.