— Algo que de seguro te sorprenderá.
Dominieck comenzó a tirar de mi con insistencia, aparentemente no era nada de absoluto peligro, pero sin embargo yo tenía mis reservas — seguro que no hay nada que temer.
— Para nada, confía en mí.
Manteniéndome sumergida en el recelo que todo aquello provoca, por un instante me negué a su pedido unas cuantas veces más pues tenía miedo de llegar a ver algo que no fuera de mi justo agrado allí, pero Dominieck insistía e insistía como siempre él lo hacía, hasta que a final de cuentas logro convencerme y no tuve de otra más que aceptar.
Aquel tomo mis manos como si yo me tratase de algún pequeño niño que apenas empieza a dar sus primeros pasos y aun no tiene la suficiente confianza como para poder darlos por justa independencia, mientras que él se mantenía de espaldas guiándome hacia el interior de aquel lugar, sitio en el cual no muy bien ingrese me recibió con una inesperada compañía.
— ¡Que! — replique no muy bien vi de que se trataba todo aquel secreto, puesto que sobre el escritorio aun lado de la cama reposaba el ser más sublime que mis ojos habían llegado en algún momento a contemplar.
Ante nuestros ojos se encontraba un lobo y uno sorprendente, era un lobo blanco del cual de su cuerpo salían hilos de humo que se disipaban con el viento que, aunque suene algo irónico para aquel momento aparentaba tener una forma un tanto sólida y sus ojos desprendían un brillo un tanto parecido al de las estrellas mientras resplandecen estas sobre el cielo nocturno.
Allí sobre aquella superficie yacía aquel recostado observándonos fijamente con la cabeza en alto y sumamente atento con sus orejas alerta ante cualquier sonido que se escuchase en los alrededores.
— Así entonces se ve un lobo de nube — cuestione una vez buscando la aprobación de aquel ante tal interrogante.
— Si Emma, exactamente así se ven.
— Pero ¿Que hace aquí?
— No lo sé, me encuentro tan sorprendido como tú por su inesperada visita, así que aún no me eh atrevido a preguntarle qué es lo que desea.
— Te parece si yo lo hago.
Dominieck se quedó extrañado por la propuesta realizada, pero suponiendo de que no había nada que temer aquel indico — claro.
Mirándole tome un respiro y con cuidado di algunos pasos para acercarme a ella, no demasiado como para producir incomodidad en su ser más si lo suficiente como para que yo tuviese oportunidad de contemplar cada uno de sus rasgos.
Ante ella me posicione, con confianza me dispuse en su frente, pero antes de dirigirme hasta ella cuestione a Dominieck una vez más tras girar mi rostro en su dirección — Sabes si tiene nombre.
— Puedes llamarla Sëlwer.
Teniendo tal conocimiento de ello nuevamente giré mi cabeza en su dirección y dije esta vez ante ella — Hola Sëlwer, mi nombre es Emma, me alegra mucho poder conocerte, me podrías decir ¿Qué haces aquí? O sí necesitas ayuda pues nosotros en dado caso con mucho gusto lo podríamos hacer.
— Nosotros suena a mucha gente — Dominieck promulgo aquello con completa intención de molestar pues yo podía sentir tal intención venir de el a través de su voz.
— Cállate si no quieres que te golpe — indique ante aquel con algo de evidente molestia.
Sëlwer al escucharme en señal de respeto mirando la manera en la cual me exprese hacia ella, agacho la cabeza y eventualmente la elevo en respuesta a tal saludo, yo pensaba que con ello podría recibir una respuesta audible venir de su ser pues siendo lobos los tres al fin de cuentas lobos nos entenderíamos a la perfección.
El momento de recibir su respuesta llego, pero ante mi desconcierto no se manifestó de la manera esperada. Aquella loba tras incorporarse se acomodó sobre sus cuatro extremidades dejando notar ante mí su gran tamaño, por un momento sus ojos se perdieron en los míos y se consumieron como el abrazo de un viejo amigo.
Pasado unos segundos finalmente la vi actuar diferente y de la nada aquella miro hacia el techo, cerro sus ojos en tanto su ente corpóreo empezó a desvanecerse a medida que la brisa empezó a azotar desde el exterior hacia el interior de leve a más fuerte perdiéndola así ambos totalmente de la vista, su ser se esfumo de aquella recamara cerrándose aquellas ventanas detrás de sí, como si nunca ella se hubiera encontrado allí.
Al las ventanas chocar por la fuerza que se produjo tras su desaparición, desde el escritorio sobre el que aquella se encontraba cayó al suelo con algo de evidente violencia un viejo sobre de papel de un color crema aparentemente algo manchado por los años trascurridos, Dominieck y yo al notarlo no pudimos evitar observarnos el uno al otro mientras evidentes preguntas se anidaban en el aire.
Tras agacharme lo tome en mano y Dominieck no espero demasiado para acortar la distancia que nos dividía de inmediato, pues al igual que yo tenía mucha curiosidad al respecto de aquel objeto, por lo que a mi lado aquel se colocó y junto a mi inspecciono aquello con cuidado, mientras yo lo movía de lado a lado.
Gracias a aquello pudimos notar dos cosas importantes e igual de interesantes que hacían parte de aquel, en la cara posterior escrita con una letra clara bastante detallada y legible en un estilo clásico con un buen tamaño y proporción yacían escrito nuestros nombres, mientras que del otro lado del sobre escrito con la misma caligrafía esta vez algo notablemente más pequeña reposaba la inscripción de ''La familia es familia de aquí hasta la eternidad''.
Para mí en aquel momento era fácil de distinguir aquellos sutiles elementos con lo que cada una de las letras contaban de forma individual, características que parten de estilos de escrituras propios de cada persona, lo que me hacía sin dudas entender que aquellas hacían sido rectadas por el puno y letra del abuelo.
— Algo me dice que su aparición no fue una simple casualidad verdad Emma — indico Dominieck guardando sus reservas.
Y ante lo evidente conteste — es obvio que no.
Ante nuestros ojos aquel sobre quedo abierto dejando a la vista cada uno de los folios que en su interior yacían sutilmente acomodados, dando a entender con la cantidad que eran que esto se ponía aún más delicado aún todavía.
En un primer momento di algunas hojeadas queriendo ver por encima algunas de las partes que aquellas la conformaban por lo que pude llegar a leer algunas palabras que llamaron con mucho mi interés.
A diferencia de mi yo sabía que para aquel momento a mi alma había sobrevenido una necesidad enorme de descubrir todas aquellas palabras escritas las cuales habían sido redactadas con tan sumo cuidado por las manos aquel venerable hombre a quien en vida solía llamar abuelo, quería saciarme de ellas y hacerlas de mi entero conocimiento, pero había algo que me detenía.
La carta sin dudas era para los dos por lo mismo no podía simplemente dedicarme a leerla como si el no formara parte de este momento uno en el cual tanto el como yo éramos importante en la misma proporción.
Así que en respuesta a aquel sentimiento pregunte a tal sujeto— Quieres que la lea.
A Dominieck aparentemente le había encantado que por propiedad decisión yo le hubiera echo parte de aquel momento aun a pesar de las posibles palabras que dentro de aquella carta pudiesen llegar a ser dichas, de modo que aun sin importarle los efectos que aquellas pudieran llegar a tener sobre nosotros aquel indico.
— Aun a pesar de que tu boca saliera las peores noticias jamás recibidas, aun a pesar de que de ti sobre vengan palabras de odio o que tu boca lo que recalque sean simples palabras de miedo, escucharte es más valioso para mí como no tienes una idea, escucharte me hace recordar que estas a mi lado lo bastante cerca como para sacarme del abismo en el caso de yo sucumbir en él.
Sus ojos destellaban para aquel momento amor, amor puro e irremplazable y uno que sin dudas a pesar de lo que pudiese llegar a escuchar no podría ser arrebatado con facilidad.
En vueltos en aquel juego de miradas que el momento formo Dominieck y yo nos dirigimos hasta la cama en la cama en donde nos acomodamos, y allí empecé a leer aquellos párrafos con sumo cuidado.