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Chapter 61 - La despedida de la cabaña - IV

Sorpresas y más sorpresas se suman a esta caótica historia, lo que no debería ser valga la redundancia sorpresa para nosotros pues es lo que más ha relucido desde que ambos nos conocimos, por lo que ahora con la aparición de esta carta se adicionan nuevos problemas que, aunque no lo quiera aceptar es evidente que harán que el pasado vuelva a la luz a querer destruir el presente.

Al final de todo leer las últimas palabras que conformaban parte de aquella delicada carta hacía que sin dudas se formara una conmoción enorme en nuestros pensamientos, era ante todo como aquello me hacía sentir y era lógico comprender o incluso pensar que para quien tenía al lado sin dudas se sentiría mucho peor.

Casi de inmediato al apartar mis ojos de aquellos trozos de papel guie mis ojos hasta donde se encontraba Dominieck ya que quería verle a la cara pues necesitaba descubrir en él, que tanto de lo escrito le había afectado, pues saber de su padre ya muerto atreves de estas líneas estimo no fue lo más acertado y cómodo probablemente entendible.

Al verlo como se consumía por los incesantes pensamientos que sin dudas rondaban por su cabeza, como mantenía sus ojos fijos al frente algo humedecidos y su cuerpo yacía desganado prácticamente sin fuerzas al llevar mi mano hasta la parte superior de su hombro increpe a aquel.

— Estas bien — replique mientras mantenía una voz suave y algo apacible porque lo que menos quería era alimentar su malestar y que por ende terminara redireccionando sus emociones en mi dirección.

— Durante tantos años estuve pensando que ellos realmente se habían alejado por gusto de mí que yo solo era una carga más, pero es evidente dentro de lo que leíste que solo intentaban protegerme y eventualmente protegerte a ti de alguna manera, de que aún no lo sabemos y eso me aterra.

Dominieck para aquel momento se encontraba bastante afectado aquello, aunque era bueno había proporcionado un duro golpe contra su persona y había derribado algunos de los pensamientos destructivos y banales que él se había formado acerca de que sus padres no le querían cuando la realidad era otra.

El amor de Aerdmond y Sonn por su hijo era tan grande que incluso se vieron privados de estar con él en su día a día solo para que el tuviese una oportunidad en el mundo, aunque las razones aun no son evidentemente del todo claras y deduzco que no pasara mucho para que lo descubramos.

Aquel hombre en respuesta quizás a un impulso aparto mi mano de su hombro algo despacio, en medio de la suyas la acomodo y sobre ellas propicio algunas leves palmaditas mientras que de seguido replico mientras me miraba directo a los ojos y fingía formar una pequeña y algo desfigurada sonrisa.

— Iré un momento a fuera necesito tomar un poco de aire fresco — y besando mi frente con un semblante algo sombrío se puso de pie queriendo abandonar rápidamente aquella recamara.

Al verlo como se marchaba en cual grito desesperado grite a Dominieck quien se había acercado ya hasta la puerta.

— Espera.

Dominieck al escucharme se detuvo en seco mientras se mantenía en silencio esperando a la razón de porque le había detenido, pues porque conozco como se hago con sus propios pensamientos sabía que debía de poner un alto para evitar que ante todo se hiciera daño.

— No pienses hacer ninguna tontería, aunque no me guste la idea antes de hacerte daño te pido que me elijas a mí, déjame serte útil y mermar ese dolor sé que sientes y te atormenta.

Aun aquel así se mantuvo por nada en el mundo dirigió sus ojos en mi dirección en cambio aun manteniéndose así lo escuche replicar.

— No tienes nada que temer, volveré pronto sino, te otorgo permiso para que salgas a mi encuentro.

Así fue que sola y algo inquieta en aquella recamara me quede con los pensamientos totalmente revueltos me quede mirando aquellos trozos de papel que me hacían sentir, aunque feliz algo vacía porque, aunque evidentemente aquellas palabras venían de él, pues no eran él.

Una cosa era leerla y otra muy diferente era sentirme cerca de él y la abuela, por lo que mi cebro a pesar de los días transcurridos la verdad no se acostumbró a estar dentro de este lugar sin poder verlos, aunque mi cabeza me repite de manera constante que sin dudas ellos están allí de alguna u otra manera.

Estar debatiéndome de aquella manera me llevo a derramar varios cientos de lágrimas que me ahogaban mientras me hundían en el abismo de mi desdicha donde yo misma soy mi propio enemigo.

Así estuve bastante tiempo sumergiéndome en mi propia miseria, mientras observaba aquel cuarto plagado de recuerdos, de sueños, y de anhelos que alguna vez pensé compartir al igual que Dominieck con ellos pero que nunca pudimos lograr.

El tiempo transcurrió, la ansiedad tras haber liberado mi aquella pesada carga también se esfumo un poco con aquellas lagrimas que abandone dentro de aquella recamara, pero al estar allí, el miedo creció, pero esta vez no en mi dirección.

Por el transcurso de aquel tiempo me había olvidado por un momento de Dominieck y aunque suene egoísta para aquel instante me enfoque completamente en la cuna de mi dolor hasta que alguien ya conocido vino a llamar mi atención.

Para aquel momento aun me encontraba sentada en el borde de la cama cuando al ver por la ventana sentí una enorme curiosidad al ver una figura algo conocida quien desde el otro lado me observaba fijamente una vez guie mis ojos en aquella dirección.

Sëlwer se encontraba algo inquieta mirándome desde el exterior, cosa que podía notar al verla como movía sus ojos en dirección de mi lado izquierdo rumbo al lago, en tanto sus orejas permanecían firmes y puntiagudas hacia arriba, mientras que desde allí flanqueaba su cuerpo y se posicionaba como cual flecha derecha en aquella dirección.

Al notarla no pude evitar ponerme de pie y por ende acercarme lo más que podía hasta la venta y mientras la admiraba casi como si fuera algo enteramente comprensible moví mis labios en cual pregunta evidentemente audible — ¿Que sucede? Quieres que te siga.

Sëlwer al escucharme asintió con la cabeza de manera clara y antes de que pudiera preguntar alguna cosa más salió corriendo echando humo de allí, como era de esperarse yo también salí corriendo pues tenía suma curiosidad por descubrir que era lo que la mantenía tan alerta, aunque antes guarde las cartas que tenía en mano en aquel sobre el cual abandone por un momento sobre la cama y como pude una vez lista salí velozmente de allí desechando todos los obstáculos que se me cruzaban por el camino.

Al estar en el exterior la primera vez que me hice paso tras verla, tras no conocer cuál era su intención miré hacia todos lados buscando una respuesta de lo sucedido, pero nada; por un momento más al no encontrar nada que me sirviera como muestra de que buscaba, salí caminando a paso doble en dirección al lago queriendo aproximarme y justamente sobre una roca cerca a la orilla donde aquella se acomodó vi de que se trataba la razón fundamental por la que ella me llevo hasta aquel lugar.

Ante mi sorpresa Dominieck yacía adentrado a las aguas de aquel lago, había caminado hasta que el nivel de la misma se acercaba a eso de sus rodillas bastante concentrado en los juegos que su propia mente le dictaba y era tanto su desvanecimiento del presente que a pesar de hacer evidentemente algo de ruido al su alrededor aquel no me sintió llegar.

Al verlo allí tome algo de serenidad y de una forma más calmada yo camine en su búsqueda; esta vez con algo más de evidente confianza a la orilla me acerque y mirando en dirección derecha hacia donde se encontraba Sëlwer replique entre dientes — gracias por cuidarlo — y ante mí la dichosa loba nuevamente me observo y desde allí desapareció.

Por nueva vez dirigí mis ojos ante el cuerpo inerte de Dominieck que frente a mi permanecía inmóvil tanto que incluso por un momento aparentaba no tener vida, al aquel encontrase bien sumergido en su desdicha.

Al verlo así no podía simplemente quedarme quieta sin hacer nada y aunque me daba pesar mojarme entre en aquellas aguas, camine con cuidado y acercándome a Dominieck por su espalda con delicadeza lo rodee con mis brazos a modo de contención.

Aquel instantáneamente sellé el agarre que hice con mis manos al frente de su cuerpo reacciono y ante aquel movimiento la gran impresión reino en el por un momento.

— ¡Oh, Emma! Que haces aquí, cuando llegaste.

— Acabo de llegar nuestra intrépida amiga de nube ha pensado que lo correcto era que yo me acercase y me guio hasta aquí.

— Quien, Sëlwer...

Aquella pregunta escucharse salir de él se había sentido surgir algo tonta e irreal aparentemente su cerebro aun por la impresión no se había adaptado al presente y de aquella forma evidentemente lo demostró.

— Pues es claro que es ella, quien más podría ser.

Con una risa nerviosa aquel exclamo no muy bien me escucho terminar de replicar aquello.

— Perdón por la pregunta estoy algo distraído — ante mi presencia su voz cambio por nueva vez de una manera drástica, de la nada aquella se tornó algo apagada y con un evidente tono de que el llanto sin dudas pretendía salir de él, por lo que al verlo como se reprimía comprendí que nuestra forma de expresarnos nunca será parecida, mucho menos se asemejaran puesto que por un lado yo soy de no tenerle miedo a manifestar mis emociones y el bueno, es justo lo contrario.

— No tienes por qué disculparte, tu no has hecho nada malo, tú también mereces poder liberar tu alma de las cargas que la atormentan.

— No Emma, al contrario, durante todos estos años si eh echo cosas de las que no estoy para nada orgulloso y evidentemente pensar las cosas más horribles hacia mis padres sin dudas ha sido la peor de todas.

Al decir aquello aquel hombre llevo sus manos hasta donde se encontraban mis brazos y desde allí empezó a acaríciame en forma de zic zac llevando sus dedos contra mi piel varias veces desde atrás hacia adelante una y otra vez en tanto sus ojos nuevamente se perdían en el horizonte envueltos en sus penas y calamidades.

El Dominieck que conocía en aquel momento había desaparecido y había sido remplazado por un hombre en el cual el pesar era parte de todo en él, cosa que era evidente que en gran medida yo no podía soportar; lo que diré sonara algo horrible, pero sin dudas es la realidad estoy demasiado acostumbrada a ver ante mí a un hombre fuerte, aun hombre alegre y con un carácter indomable que verlo de esta manera me hace sentir débil y culpable.

Así que buscando sacarlo de su tormento propine contra su estómago en aquel momento que evidentemente no lo esperaba un golpe algo sorpresivo provocando que aquel volviese a la realidad con su temperamento algo malhumorado.

— Oye, que te pasa — reclamo con algo de evidente exigencia.

— Nada, solo necesito tu ayuda, pero no me pones atención.

— ¿Qué es lo que quieres? O mejor dicho que pretendes Emma.