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Chapter 55 - Amor naciente

El aroma que de Dominieck emanaba para aquel instante era sumamente placido y embriagante cosa que estimo su parte lobuna tenía algo que ver, pues nuestras segundas caras siempre tienen una respuesta que dar que no siempre va a acorde a nuestros requerimientos y eso incluye que de nuestra piel se llegue también a percibir un aroma algo diferente, cuando algo no les convence o cuando simplemente nos quieren llevar la contraria en algunos casos no en todos.

Por lo cual, solo me basto con percibir tal fragancia para que yo a fin de cuentas terminara sumergida en un mar cálido de pensamientos y emociones que, aunque bien hubiera podido batallar en contra de su vil atrevimiento a fin de cuentas no lo hice, pues en la manera que terminamos juntos se me hacía imposible para mi ejercer algún movimiento que nos orillase a que aquel beso llegara a su fin, ya que de alguna manera se las había ingeniado para vencer mi espíritu de lucha, lo peor de todo era que sin dudas tenía que admitir que me había gustado estar doblegada bajo su firme mando.

La delicadeza que aquel infringía con cada trazo que sus labios surcaban unidos a los míos o incluso la sutileza de cada uno de los toques que con sus dedos proporcionaba a mi piel me hacían desear irónicamente que aquel momento no terminase jamás.

Yo sorprendentemente quien decía y afirmaba que nunca sentiría nada por aquel hombre había caído en sus garras, cosa que sin dudas para aquel momento estaba disfrutando completamente y de una manera tal, que incluso me hacía sentir aún más viva que nunca.

Aquello estaba mal era lo que mi mente me repetía constantemente intentando luchar en contra de mis propias emociones durante todo el transcurso de aquel evento, pero mi alma y corazón insistían en todo lo contrario y alegaban constantemente que todo estaba bien pues la seguridad que me proporcionaba estar envuelta en los brazos de aquel lobo era irreal.

El tiempo paso y para sorpresa mía o de cualquiera a fin de cuentas termine rindiéndome ante tal hombre, por lo que ese beso de aquella mañana fue solo el primero de muchos que entre los dos surgieron durante los días siguientes en los cuales ambos estuvimos hospedados allí.

Durante aquel tiempo Dominieck se comportó muy caballeroso y respetaba por sobre manera mis decisiones y deseos, aunque eso no lo limitaba para cometer sus locuras y de paso llenar mi estadía allí de calma y felicidad, aunque no todo siempre es color de rosa.

Como hay momentos buenos, también los hay regulares y otros tantos horribles y fue precisamente que dos días después Dominieck me comento tras yo entrar al cuarto de los abuelos y encontrarlo totalmente vacío algo que sin dudas me impacto lo que me hizo comprender que sin dudas que toda esta historia aun no terminaba.

Aquel día inicio temprano para los dos y por mera curiosidad, quizás por instinto, o pongámosle como es, y simplemente ya yo no podía evitarlo más acción por la que al fin y al cabo termine arribando a la habitación de los abuelos la cual desde el día anterior había llamado frenéticamente mi atención, lugar al que no había vuelto a ingresar desde el día en el que llegamos y en el que, por la impresión, yo me desmaye.

Para dirigirme allí tuve que reunir bastante valor uno que no tenía pero que sin dudas necesitaba para poder enfrentarme de nuevo a aquella realidad, pues precisaba lo más pronto posible entrar allí y quitarme aquel peso que se había formado en mi alma, se lo debía a ellos y sin dudas yo misma me debía el poder intentarlo y vivir mi duelo como correspondía.

Como tenía previsto para aquel momento espere a que Dominieck saliese de la casa pues no quería que anduviera por allí y que por ende terminara viéndome llorar nuevamente y para ello tuve que esperar que transcurriese casi todo el día, pues aquel hombre lo que menos quería era estar precisamente lejos de mí.

La tarde había empezado a caer y por causalidad aquel me había comentado que iría a buscar algo de leña temprano a la horilla de la línea divisoria del otro lado del lago, pues había visto algunos troncos que eran perfectos para la chimenea de modo que espere a que aquel se decidiera y no muy bien lo contemple mientras partía que tras verlo un poco en la distancia me escabullí hasta la puerta de aquella recamara.

Una vez allí estreche entre mis manos el pomo de aquella puerta nerviosa y algo ansiosa, porque estaba precisamente ante lo que hacía tantas horas esperaba poder resolver y que sin dudas me atormentaba.

Antes de entrar tome un respiro, tranquilice mi mente para evitar que aquello me hiciera colapsar de nuevo y con paso firme y determinado tras abrir aquella puerta entre en aquella recama, mas no obstante me acerque instantáneamente hasta la cama.

Ante mis ojos la imagen incierta de algo que yo creía verdad se hacía polvo y humo al ver como aquella cama, la misma en la que había visto los cuerpos de los abuelos yacía totalmente vacía.

Al verla así, enojada, temerosa y llena de preguntas me acerqué hasta la cama y con rabia zarandeé las sábanas mientras infringía algunos cuantos golpes contra aquella superficie.

— No... no... pero ¿Dónde están? — cuestione con fuerza esta vez importándome poco quien me escuchase.

— Me preguntaba cuando finalmente te atreverías a entrar.

Replico una voz a la cual no le sorprendía para nada el verme allí por lo que aquella mantenía por sobre todo un tono visible de tristeza; Dominieck era quien había proclamado aquello mientras se mantenía observándome fijamente en tanto aún aquel se encontraba junto al marco de la puerta de entrada.

— Que bien, lo que faltaba, algo me dice que no eh sido lo suficientemente sigilosa — replique aquello mientras que una lagrima se escapaba de mis ojos y recorría mi mejilla de cuesta abajo, una la cual estoy casi segura de que no le otorgue permiso alguno de salida, pero que aun así se extendía libre en su recorrido.

— No Emma, tú has sabido ser sigilosa, más sin embargo yo sabía que en algún momento lo harías e ingresarías aquí y solo era cuestión de tiempo para que eso sucediese y hoy simplemente desde temprano habías estado actuando un poco rara y quise darte tiempo para ver qué era lo que pretendías, por lo que a fin de cuentas henos aquí.

—¡Espera! — grite de seguido algo asustada — en todo caso no quiero que pienses mal solo quería verlos así que todo esto es un completo mal entendido.

— Porque piensas que eh venido a reñirte cosa que no es así, solo quiero acompañarte y ayudarte a entender todo lo que ha sucedido.

— Piénsalo por un momento más, sería lógico que lo imaginases, me has encontrado infraganti como cual ladrón en la noche con las manos puestas en el delito, sería lo menos por lo que de yo estar en tu posición no tardaría en deducir.

— Pues lo haces mal, se lo mucho que los llegaste a amar y por lo mismo entiendo que no serias capaz de lastimarles.

Dominieck a pesar de todo se veía bastante tranquilo en su forma de actuar lo que me hacía presumir que de alguna manera él estaba involucrado en lo que sucedía, ya que en sus ojos se podía sentir salir algo de culpa sensación que sin dudas daba que sentir a mi corazón inquieto.

— Y bien … — replique ante aquel con algo de melancolía — si sabes algo al respecto de que ha sucedido Dominieck te lo pido con el corazón en las manos, házmelo saber mas no me atormentes más.

Aquel tras escucharme se retiró del marco de la puerta con las manos introducidas a cada lado de sus bolsillos, así aquel se acercó hasta mí y una vez en frente me miro directo a los ojos, al ver que mi pelo yacía suelto y algunos mechones se habían pegado a mi mejilla derecha, tras extraer su mano izquierda la llevo hasta mi cara para apartar aquellos de la misma y con la misma intención guio sus dedos hasta la parte trasera de mi oreja para así dejar mi rostro descubierto, antes de decir.

— Desearía tanto poder evitar esto, pero yo no mando ni en tus emociones ni en tu dolor y aunque desearía poder quedarme callado para evitarte tal sufrimiento, entiendo que ya es el momento de explicar el porqué los llegaste a ver sobre aquella superficie.

— Mi dolor ahora no importa solo dime la verdad ¿Dónde están? Porque si sus cuerpos estaban aquí ahora no se encuentran.

Dominieck aparto su mano de mi rostro y entrelazo sus dedos con los míos, con seguridad me sostuvo y mirándome desde allí replico — confías en mí.

— Si te digo que si confió en ti del todo estaría mintiendo, sabes que aún tengo mis reservas hacia a ti y es algo que no puedo evitar.

— Y no te culpo yo soy consciente y responsable de mis propias acciones, sé que eh obrado mal, pero por lo pronto te pregunto quiero estar seguro de que comprendes completamente que no quiero hacerte daño.

— Lo comprendo y lo aprecio.

— Entonces sígueme.

Dominieck y yo tras transcurrir unos pocos segundos salimos de la residencia luego de habernos desviado hasta la cocina desde donde tomamos una lampara junto a algunos cerillos, una vez en el exterior le seguí a aquel sin importar nada pues estaba segura de que estando a su lado nada me pasaría.

Así que tras abandonar la residencia tomamos camino hacia la parte izquierda de la casa y tras descender la pequeña colina en la que se mantiene en el alto aquella residencia nos acercamos hasta un montículo de piedra que al fondo de la misma se encontraba.

Allí las piedras a diferencia de los demás montículos que se esparcen por los alrededores de la propiedad, que ante todo son de diferentes tamaños y proporciónes, en cambio aquellos los de aquel costado yacían ordenados, dispuestos siguiendo un patrón establecido lo que daba la impresión de que los mismos habían sido dispuesto por alguien con anterioridad.

— ¿Que hacemos aquí Dominieck?

— Querías saber dónde estaban mis padres, pues aquí los tienes — y mirándome este guio su mano hasta el montículo de piedra sin ninguna expresión en su rostro — aquí Emma... justamente aquí, yacen sus cuerpos.

— No lo comprendo, pero como...

— Alguna vez mis padres te contaron la historia del lobo de las nubes.

— No y que tiene que ver eso con la realidad — replique algo molesta al ver como aquel pretendía iniciar a narra algo que probablemente sea solo una simple historia y nada más.

— Tiene mucho que ver y si me escuchas lo comprenderás todo.

— Comprender que...

— Pues lo que no comprendes tanto de la niebla y la relación de mis padres con este lugar.

— Entonces lo has averiguado — y asintiendo con la cabeza aquel miro, soltando mi mano aquel se acomodó sobre el borde de una de las rocas que conforman aquella pila de piedras antes de finalmente darle vida a tal historia con la que pretendía que yo entendiese toda aquella situación.