Con aquel ramillete en las manos, Dominieck llevando la cabeza agachada dio algunos pocos pasos y se acercó hasta la orilla del lago en completo silencio, una vez ante aquellas aguas aquel colocándose en cuclillas deposito sobre tal cuerpo sublime tales flores, en tanto que por un momento mirando como aquellas se alejaban, fijo las contemplo.
Yo por mi parte intentaba guardar por sobre todo la compostura así que mientras aquel llevaba a cabo tales actos yo me quede retirada por algunos cuantos pasos un tanto próxima al arbusto del cual Dominieck tomo el ramillete, con los brazos cruzados a nivel de mi pecho conteniéndome completamente todo rasgo de emoción.
— Alguna vez miraste el amanecer desde aquí con mis padres o quizás sola — cuestiono aquel con algo de serenidad mientras me daba por completo la espalda.
— Que yo recuerde no.
— Pues que bueno, esto será sin dudas algo memorable, espero que ante todo sea un secreto que al igual que yo puedas atesorar.
Por un momento aquel dirigió su vista hasta mi en tanto dejaba totalmente enmarcada en las esquinas de su boca una cálida sonrisa, expresión que se mantuvo durante todo el tiempo que aquel me contemplo antes de que con delicadeza tal hombre extendiera su mano derecha en mi dirección.
— Ven, acércate.
— ¿Para qué?
— Emma solo acércate, no es como que te valla a morder o hacer algo malo, sé que parezco rudo más un monstruo no soy.
Para que voy a decir que no si exactamente eso eh llegado a pensar de aquel en más de una ocasión, pues conociéndole, al otorgarle tal aceptación sabía que de por medio aquello no traería algo del todo bueno o por lo menos era lo que imaginaba, así que teniendo miedo de lo que aquel pudiera llegar a hacerme, rechace con completa intención su ayuda y sobre las rocas que a la horilla se encontraban empecé a caminar sola sin tener el suficiente cuidado.
Ya llevaba un pequeño trayecto recorrido cuando por ayuda de Dominieck me salve de caer por entre las rocas y hacerme en consecuencia bastante daño debido al musgo que crece sobre aquellas a causa de la humedad y que las vuelve un tanto resbaladizas.
Al verme resbalar aquel no tardo en acercarse y sujetándome por la cintura me ayudo a estabilizarme, con firmeza me sostuvo y por un momento nuevamente sus ojos y los míos se unieron en un inusual juego uno en cual nuestras almas, aunque en silencio revoloteaban por doquier.
— Vez, eso te pasa por testaruda — recalco aquel una vez manteniendo por sobre todo aquella sonrisa.
Lo peor era que él tenía razón pues la necesidad que siento de mantenerme alejada y luchar en su contra me obliga sin dudas a ser algo descuidada, lo que me conduce directo a situaciones bueno, precisamente de este estilo en las cuales, Dominieck termina siendo en todo caso el bueno de la película.
Una vez aquel sosteniéndome, con cuidado me guio hasta la zona en la cual tal hombre quería que yo me acomodase, aquel era un punto fijo frente a aquellas aguas sobre las mismas rocas en el cual según sus propias palabras debía de mantenerme completamente quieta para que pudiera contemplar lo que con emoción él quería mostrarme.
Una vez allí aquel poso sus manos sobre mis hombros queriendo asegurarse de que no me moviese de lugar ni un poco por lo que coloco una cada lado coloco a cada lado mientras el yacía posicionado un tanto hacia a la derecha siempre en el parte posterior alejado de mi persona por algunos pocos pasos y desde allí indico.
— Necesito que mires al cielo y por ende estes atenta, la vedad son solo algunos pocos diez segundos por lo que es algo muy fugaz y no quiero que por nada en el mundo te lo pierdas.
— Pero dime cual es el misterio, que es aquello que quieres que vea.
— No escatimes ansias y espera, solo faltan algunos pocos segundos más por lo que te aseguro que por tus propios ojos lo notaras.
De Dominieck para aquel instante salía un extraño sentimiento de tranquilidad que a medida que el tiempo corría aumentaba, en él no había tormento o desesperación, sino que simplemente se podía llegar a sentir una indudable tranquilidad.
Para aquel momento el cielo había empezado a clarear llevándose de a poco consigo las nubes y la oscuridad en la que el cielo se mantenía sumergido; el amanecer se acercaba más y más llevándose consigo todo rastro de tiniebla, aunque aún el sol no era capaz de emitir un fuerte destello con el cual se pudiese notar su total aparición en escena.
Yo me encontraba muy fija y curiosa por descubrir ya lo que ocurría, quería entender cuál era el enigma que giraba en torno a aquello, hasta que de la nada Dominieck replico — mira hacia el cielo sobre la cabaña allá totalmente en lo alto lo veras y desde ahí se extenderá.
Y tras escucharlo no pude evitar girar mi cabeza debido a que aquella sensación de desconfianza nuevamente arremetió contra mí, así que, mirándole fijamente en dirección a mi hombro derecho, lugar de donde podía observarle indique a aquel.
— Espero que esto no sea un juego más tuyo.
Dominieck al escucharme dirigió sus ojos en mi dirección su rostro no emitía rastro alguno de descontento a pesar de haberme escuchado decir aquellas palabras.
En cambio, la paz pesaba más en el para aquel momento que cualquier descontento o disgusto que quisiera arremeterlo por lo que aquel hombre notando mi inseguridad acorto la distancia que había entre los dos, me acomodó por completo contra su cuerpo y desde allí me abrazo rodeando mi cintura con ambos brazos.
— ¿Qué haces suéltame? No es necesario que me abraces así — replique mientras pataleaba queriendo soltarme de su agarre.
— Si es necesario, contigo es evidente que tengo que tomar medidas extremas, no puede ser que seas tan temerosa, ya te lo dije no te hare daño nunca a más lo volveré a hacer, eso te lo prometo.
— ¡Dominieck!
— Dominieck nada, solo quédate quieta un segundo y observa — y dirigiendo mi vista al frente aquello apareció justo en aquel segundo.
Sobre la casa una luz tenue dorada empezó a dejarse notar al principio pensaba que era probablemente el sol que comenzaba a emergí en el horizonte, pero su forma y movimiento no eran para nada normales.
Aquella primero apareció a mis ojos, se veía algo opaca y se asemejaba más bien aún rayo que viajaba en línea recta y luego se hizo más y más visible.
Aquella luz destellaba y a medida que los segundos corrían se hacía más y más brillante pero sorprendentemente aun a pesar de la fuerza con que se emitía aquella luz la tal no causaba malestar alguno a la vista.
Meramente en aquel punto resplandecía y a medida que empezaba a disminuir su intensidad aquella se extendía a todo lo ancho de aquella bóveda celeste haciendo que el lago y todo alrededor se cubriera por un momento de un brillo mágico y sumamente cálido, al tiempo que aquella dejaba detrás de si un rastro de color naranja y algo rojizo que se iba perdiendo en medio de la niebla que para aquel momento empezaba a elevarse como si se tratase de alguna nube intentaba cubrirle y por lo mismo, pensando que era el astro rey recalque ante aquel.
— Es hermoso, pero nada sorprendente, es solo el sol.
Dominieck confiado emitió una pequeña risa burlona porque ante todo aquel sabía que no tenía nada ver con lo que yo había dicho.
— No, no es el sol, inténtalo de nuevo.
— Pero si eh acertado, tiene que ser el sol.
— Pues te has equivocado, al sol le corresponde salir del estrecho que está detrás nuestro no desde el frente.
Y girándome sobre aquella misma superficie en dirección al arbusto anterior y la línea divisoria entre los árboles desde donde se puede ver el camino que rodea la niebla a todo alrededor dentro de aquel estrecho Dominieck replico.
— Hay lo tienes imponente como solo lo es el iniciando su travesía diaria — y mirando sorprendida en aquella dirección fue que puede notar como los hilos dorados que se escabullen por entre las nubes cuando el sol empieza a elevarse era que empezaban a hacerse notar.
— Pero como... ¡pero! — dije mientras permanecía perpleja y atónita porque ante todo era algo imposible.
No lo podía creer y menos entender el sol efectivamente estaba empezando a salir por aquel estrecho del bosque ósea por donde le correspondía más sin embargo yo estaba equivocada e incluso confundida con todo aquello.
— La misma pregunta me la hice yo en su momento, más sin embargo preferí guardar silencio y tomar esta imagen para mí, la razón de porque surge no la conozco, simplemente sucede y es sumamente relajante poder verlo.
— Eso significa que solías verlo seguido.
— Si incluso lo descubrí por casualidad, durante el año que viví aquí solía escaparme con frecuencia en la madrugada hiciera o no frio o incluso nevara pues estar de este lado del lago era muy reconfortante para mí.
Dominieck replico aquello mirándome a los ojos, mientras aquel me mantenía sujeta la impresión de haber visto aquello y buscar entender que era lo que sobre el cielo había brillado me había hecho evadir el presente por lo que no había notado que yo permanecía envuelta entre sus brazos.
Dominieck al ver cómo me había quedado perplejo queriendo hacerme volver a la realidad aquel dirigió su mano derecha hasta mi rostro y froto delicadamente la cara posterior de su gruesa mano contra mi mejilla.
— Sin dudas ante la luz de la mañana tu hermosura se intensifica tanto que puede dejar a cualquier hombre sin aliento.
Sus palabras hicieron que mi corazón se agitase y con ellos los nervios y el calor se me subieron de nuevo al rostro, pero esta vez, aunque lo intentase sabía que no iba a poder escapar.
Ante su voz me quede perpleja totalmente idiotizada, mi cuerpo no respondía y antes de que pudiera llegar a analizar aquel asunto Dominieck me miro con ojos de cachorro y ante mi pasividad tomo valor se acercó hasta mi llevando aquella misma mano con la que hacia un momento acariciaba mi mejilla hasta mi nuca y desde allí hizo que me acercara para devorar mis labios con tanta dulzura, deseo y pasión que no me quedo duda alguna de que aquel realmente me deseaba.
El rose de sus labios contra los míos se sentía tan puro, tan vivo, tan angelical que no había forma alguna de que yo me saciase de él, con cada acto de dulzura que el profesaba hacia mi yo me condenaba más a él pues sin dudas me estaba enamorando y precisamente de quien no debía.