Hace un rato ya que Dominieck y yo nos encontramos despiertos debido a que desde tempranas horas de la mañana habíamos empezado a caminar buscando rodear el lago y dirigirnos por aquella circunstancia hasta la otra horilla desde donde se podía llegar a observar la cabaña en la distancia, luego de haber tenido un inicio de mañana, bueno... bastante diferente.
Eran más o menos las cinco y media de la mañana cuando todo inicio, como era de esperarse yo me encontraba dormida sobre aquella placida cama, hasta que la inusual presencia de alguien trepando hacia mi lado izquierdo a aquellas horas me despertó, tras tal individuo mover abruptamente aquel lecho.
Dominieck se había echado a un lado en aquella superficie luego de estar cansado de que yo le ignorase toda aquella noche, por lo que en un acto de rebeldía aquel se negó a obedecer mi pedido sin pena ni vergüenza y se colocó sobre aquella como si fuera absolutamente dueño y señor de todo aquello.
Como se esperaba en vista de que ya se lo había advertido intente hacerlo salir de la cama de todas las maneras que se me ocurrían, pero aquel ni se inmutaba para nada le importaba por lo que para aquel momento nuestra discusión se volvió algo incesante.
Palabras iban y venían en un constante juego en el cual retarnos era esencial y en el cual no había ni ganadores o perdedores sino dos almas incomprendidas queriendo intentar salvarse o cuanto mucho aceptarse.
A medida que el tiempo pasaba las palabras se volvieron actos y con ello los actos trajeron consecuencias, actos que yo más que nada evitaba realizar debido a que Dominieck al igual que la noche anterior llevaba su torso descubierto, mientras que yo por otro lado bueno... era precisamente mucha ropa la que llevaba cubriendo mi desnudez haciendo que sin dudas aquella situación se volviera algo más que complicada.
Pasado un tiempo ya cansada de la actitud de aquel repliqué sin haber pensado quizás lo suficiente — eres demasiado molesto, lo sabes — intentando devolverle en aquellas en una medida algunas de las palabras que aquel en su momento a usado en mi contra.
Para ser honesta dije aquello sin tener en mente que tales palabras acarrearían consecuencias mayores en contra de mi propia persona por lo que sin esperarlo aquello provoco una reacción en Dominieck de modo que notando mi descuido tras guiar sus ojos en mi dirección aquel me sostuvo hábilmente de las muñecas y me llevo de espalda contra la cama sin hacer esfuerzo alguno.
Una vez allí con cual risa maliciosa y pecaminosamente hambrienta, pero no precisamente de algo comestible, sino que su interés iba dirigido hacia otra cosa, aquel me observaba, con sus ojos contemplaba mi figura a toda sus anchas debido a que una vez aquel se dio la vuelta para capturarme consigo también se llevó las sábanas dejándome aún más expuesta ante su inquietante mirada.
— Puedo llegar a ser mucho más molesto aun, eso te lo aseguro — y no muy bien dijo aquello, aquel se revelo, pues vencerme para aquel era algo sumamente sencillo hablando de comparaciones físicas claro está.
Por más que yo pataleaba no podía liberarme, aquel había realizado en contra de mis manos el ajuste perfecto pues era tal su destreza que a pesar de sujetarme con una sola mano como en reiteradas ocasiones lo hizo mientras nos encontrábamos sobre aquella cama que aquel sin dudas me demostró que podía mantenerme prisionera contra aquella sin mucha dificultad.
— ¿Qué piensas hacer? — replique al verle a los ojos.
— Algo muy, muy malo — como si se tratase de un experto aquel se hizo por entre mis piernas, en medio de ellas formo un espacio y desde allí empezó su tarea no muy bien se acomodó.
Ante su actuar pensé lo peor, e imaginé que sin dudas mi pesadilla se haría realidad, pensé que aquel intentaría tomar mi cuerpo a la fuerza como todos los alfas en este mundo suelen hacer, tras lidiar este dilema de poderes intentando medir cuál de los dos era el más fuerte, pero no, eso no ocurrió.
En ese momento no había nada que yo pudiese hacer así que sin tener posibilidad lo deje actuar, como pude tome paciencia e intente descubrir que era lo que pretendía hacer, lo que sin dudas me hizo pasmar una vez me hice consciente de su pensar.
Sin yo poder hacer nada simplemente observarle mientras intentaba mantener la calma, vi cuando aquel llevo sus manos hasta mis costillas y como si nada estuviera pasando empezó a hacerme cosquillas como cual niño alegre reflejando un brillo único en sus ojos.
Por algunos segundos estuvimos envueltos en aquel momento tan alegre y lleno dulzura entre los dos, de modo que nuestras risas se podían fácilmente escuchar con facilidad fuera de la niebla o al menos eso presumo; por alguna razón aquella imagen me hacía sentir extraña ya que, aunque finalmente me encontraba en casa se me hacía algo difícil de aceptar que precisamente aquella parte de mi sin dudas la compartía con aquel hombre que sin dudas es ante todo mi polo opuesto.
Así pasaron los minutos mientras ambos embobados nos admirábamos perplejos el uno del otro hasta saciarnos y arrebatarnos de nuestras mentes hasta la más mínima duda y con ello dejar completamente enmarcado cada rasgo de nuestros rostros en nuestros ojos quemados como a cincel en los cuales no había forma alguna de que aquellos fueran borrados.
Entre uno y otro las caricias dulces y placidas surgieron como si no fuéramos capaces de controlarnos, lo peor era que lo hacíamos en igualdad de circunstancias tanto sus dedos conocían mi cuerpo como mis manos descubrían los detalles de su tan bien contorneado y varonil rostro mientras que de vez en cuando se perdían en su recorrido hacia su pecho, espalda y brazos.
Así lo hicimos por un tiempo a medida que el cielo empezaba a clarear y la luz de la mañana empezaba a escabullirse con inteligencia y propiedad por las ventanas arrebatando consigo la oscuridad en la que aquella recamará aún se mantenía y en la cual la pequeña lampará sobre la mesilla de noche en el rincón contrario era la uncia que proporcionaba algo de luz para la tranquilidad de nuestros ojos, hasta que Dominieck replico.
— Vamos date un baño y vístete, quiero mostrarte algo que sé que te sorprenderá.
— Y tiene que ser ahora, la verdad estoy muy a gusto aquí.
— Pues sí, tiene que ser ahora, así que jovencita levántese de la cama que ya es tarde y tenemos poco tiempo.
Cualquiera en su sano juicio habría dejado aquellas palabras entre nosotros dos pasar tranquilamente para no crear malos entendidos, pero, la sorpresa sobrevino en mi aún más cuando aquel sin previo aviso acerco su cara hasta la mía y abandonando con suma dulzura un beso contra la punta de mi nariz y otro contra mi cuello allí me dejo completamente helada al tiempo que buscaba incorporarse.
De aquella cama tal hombre se levantó y por un momento desde donde se encontraba me observo con tal vehemencia que era incluso palpable a mi piel el sentir como aquel me desnudaba sin antes siquiera colocar un dedo sobre mí y una vez satisfecho al ver mi piel tiritar ante el desconocimiento de lo que podría ocurrir que aquel tomando su mochila en mano de aquella recamara se alejó y así lo vi salir de allí dejándome sola a mi merced.
Una vez aquel salió, los colores se me subieron al rostro de eso no me cabe duda y ligado esto a todas las incesantes emociones que batallaban en mi cabeza el caos se formó.
Por un lado, me sentía muy feliz, por el otro quería pelear, por un lado, parecía una colegiala enamorada haciendo berrinches y alguno que otro sollozo de alegría pues no sabía cómo actuar y bueno, por el otro simplemente quería torturarle con mis propias manos, en pocas palabras la incongruencia se había fijado en mí.
Entre mis pensamientos y las dudas en su contra el mal humor no tardo en aparecer pues era sumamente inusual, extraño y algo precipitado su actuar, pues mirándole como se ha comportado conmigo desde el inicio hasta ahora la verdad se me hacía algo difícil para aceptar que aquel podría tener emociones significativas para con los demás que no solamente fueran enfocadas en su persona y bienestar, aun mas en el ganar, ganar que es en lo que mayormente se basa su vida.
— Y si solo está jugando conmigo — me cuestione ante aquella pregunta pues me encontraba pensando quizás la peor de las respuestas imaginando así que todo a fin de cuentas se había vuelto probablemente parte de algún plan malévolo que aquel tendría en contra mía, lo que no sería nada de extrañar pues ya ha sucedido otras veces, en la cual aquel solo quería endulzarme para doblegar mi ser antes de finalmente atacar.
Así el tiempo paso y finalmente emprendimos aquella caminata rumbo a tal lugar a lo que yo por, sobre todo como tenía aquella pequeña espinita en mi alma le seguí, pero manteniendo completamente mis reservas, por lo que durante todo aquel camino guardé completo silencio y me mantuve lo más alerta posible.
Una vez llegamos Dominieck saco de un arbusto cercano varias tiras de algunas flores diminutas en un color blanco que allí se encontraban ante aquellas no pude evitar sentir algo de nostalgia porque al observarlas pude notar que se trataban de alguna que otro velo de novia, unas pequeñas florecillas con las que la abuela solía adornar la casa, por lo que ya incomoda luego de mirarlas dije a Dominieck
— ¿Qué hacemos aquí?
— Ya te dije, quiero mostrarte algo — y pasado algunos segundos más aquel volvió a recalcar — Qué bueno, llegamos justo a tiempo.