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Chapter 52 - La docilidad de Dominieck

La verdad pensaba que este día no podía llegar a ser peor, grabe error lo admito me equivoque grandemente pues como si no hubiera sido suficiente con lo que supe de los abuelos y Dominieck, verlos allí en aquella cama sin vida y sin esencia aquello termino de quebrar mi alma de la peor manera.

Debido a la gran impresión me desmaye y poco tiempo después un poco más animada y tranquila independientemente de la situación me desperté, aunque me duela tengo que hacerle frente a la vida y de igual forma a la muerte de manera que yo soy consciente que no puedo echarme a morir llorando como había sucedido hace un tiempo atrás claro obviando lo de morir evidentemente.

Ya de nuevo consciente me lleve otra sorpresa más una de las tantas que imaginaba se descubrían tras la noticia de su muerte, pues la vida de los abuelos era un completo misterio incluso para quienes ellos conocían, sorpresa que descubrir tras encontrar a Dominieck una vez abandone la recamara en la cual me encontraba, en tanto solo me basto entrar una vez a la cocina tras Lyall haber abandonado hacia poco la residencia, que aquel sin dudas me comento tal caso.

Las preguntas de como se hizo aquel para entrar no tardaron en rondar por mi cabeza cuestión que de la misma forma casi de inmediato interrogue a aquel sujeto que se encontraba ante mí a lo que tal hombre luego de darme una respuesta intentando calmarme también me comento que en cuanto a cómo Lyall había ingresado era algo que debía de hacerme saber pero que ya no sería hoy sino mañana al despuntar el alba.

Tranquila una vez le escuche pensé que con la situación que veníamos presentando lo más correcto sería no pelear por lo que pensé que de la misma forma que lo más adecuado sería darle su espacio para que aquel asimilara lo sucedido.

La verdad hay que hacerla saber y es que Dominieck no es que ayuda mucho con la calma y la sumisión, ya que las cosas siempre se complican en más de una forma siempre que se encuentra en medio de las odiseas o en su defecto de mí, pues sin dudas aquel imagino que ama provocarme de todas las maneras posibles, cosa que no dudo que aquel completamente disfruta.

Así que eventualmente tras ordenarle que se fuera a duchar por el desastre que tenía sobre su ropa, encendí todas las lámparas que en el interior de la casa se encontraban obviando por un lado el cuarto de los abuelos al que me negaba rotundamente al menos por esta noche nuevamente a entrar.

Por tanto, una vez acabada aquella tarea de seguido me dispuse a preparar algunas cosas para cenar luego de mirar que era lo que teníamos a mano en la despensa, por lo que juntos poco tiempo después Dominieck y yo ingerimos aquellos alimentos en santa paz completamente en silencio, como si ante ambos se había llegado a instalar una enorme pared invisible, que nos impedía por mucho llegar al dialogo y aún más siquiera llegar a observarnos.

Ante todo, aquello los dos parecíamos unos completos extraños los cuales no querían tener conocimiento alguno del uno o del otro.

Pasado un rato luego de haber lavado cada uno de los elementos que utilice en aquella preparación, tome una taza de uno de los armarios cercanos a cuál una vez en mis manos no muy bien higienice y llene de chocolate caliente, humeante, aromático y sin dudas un manjar delicioso al paladar y así, dirigiéndome hasta el poche con ella en mano me dispuse al borde al lado izquierdo de la casa desde donde se permite a los ojos curiosos contemplar tanto el cielo como el lago.

Allí sola me acomode tomada por la misma paz que aquel lugar me proporciona, una vez para admirar aquella imagen como lo hacía en mi niñez.

Ante el semblante y la docilidad que aquello otorga a los que con emoción acogen la noche y se apropian de aquella con emoción como si fueran enteramente un solo ser y un solo espíritu, allí me quede contemplando como las sombras danzaban sobre la propia superficie del agua gracias a que la luna se encontraba en su punto máximo fija sobre aquel cuerpo sublime de agua dulce ante la cual anonada me quede y allí observándole me olvide prácticamente del mundo a mi alrededor.

La noche estaba fresca más de lo habitual debido a que aún nos encontrábamos rondando el pleno verano por lo que era algo inusual, la brisa fiel amante de las almas solitarias me envolvía en su abrigo como si yo le perteneciese y allí como si Dominieck conociera mis pensamientos en el momento más oportuno aquel apareció e inmediatamente ante el silencio, aquel no dudo en depositar sobre mis hombros una enorme frazada con la que intentaba cubrirme del viento.

— ¡Gracias! — replique una vez tras notarle.

— No hay de que pequeña, ahora bien, sabes que si te quedas mucho tiempo aquí te vas a resfriar y no queremos eso ¿Porque mejor no entras?

Ante aquel no pude evitar agachar la cabeza debido al bailoteo que mis emociones tenían en mi cabeza y que para aquel momento me jugaban seriamente en contra, por lo cual una vez desvié mi mirada de aquel por nueva vez retomando la vista anterior hacia el lago. indiqué con completa seguridad.

— Puede ser, pero, al menos de ocurrir sería algo que yo podría controlar a diferencia de cómo me siento ahora, la impotencia se ha hecho en mí y sin dudas eh de decir que se siente mucho peor lidiar con ella que con un simple resfriado.

Dominieck para aquel momento aún se encontraba de pie y de seguido tras escucharme aquel con paciencia se hizo a mi lado, con cautela se acomodó, como si ambos tuviéramos una relación estrecha y de antaño no dejando ni el más mínimo espacio entre ambos, por lo que junto a mi debajo de aquella manta a expensa del cielo estrellado por un rato más allí nos quedamos.

— No crees que me hace falta algo de espacio — repuse tras sentir su imponencia tan próxima a mí, pues sin dudas su enorme envergadura aun a pesar de estar sentado se podía ver alzar por encima de mi cabeza.

— Ya has tenido suficiente de tanta soledad, ahora toca que me hagas un espacio a mí en ti o mejor dicho en tu vida.

— Dominieck no empieces, no crees que con todo lo que has hecho estas exigiendo demasiado.

Aquel hombre por un momento se tornó serio por lo que tanto su voz y su mirada reflejaban con igual fuerza aquel sentimiento, Dominieck me miro como si quisiese desnudar mi alma inquieta y atormentada por lo que aquel por un momento se quedó en silencio y quieto, hasta que eventualmente con delicadeza llevo su mano izquierda hasta debajo de mi mentón y sosteniéndome de ella indico.

— No... Sabes considero que la verdad estoy pidiendo muy poco, ahora bien, quiero que entiendas que por el gran amor que mis padres te tenían y que tú les otorgaste a ellos en vida, ante la luna como testigo, yo te hago una promesa a ti Emma; su vida y sus sacrificios no serán en vano, por tanto, yo te digo a ti que no volverás a estar sola nunca más en este mundo nuevamente, no mientras yo viva.

Sus palabras me dejaron helada y era evidente de que me habían tomado con sorpresa, aquello tenía que ser un sueño y sin dudas pensé en pellizcarme para comprobarlo.

Ante aquello yo me quedé completamente quieta contemplándole, queriendo descubrir si en él había la más mínima muestra de mentira o engaño, pero no, su solo ser para aquel instante para sorpresa mía emanaba certeza y verdad.

Aquello era imposible e incluso parecía irreal, Dominieck diciendo aquello parecía más que nada parte de un gran dilema difícil de entender, por tanto, yo no comprendía para nada qué era lo que había sucedido por lo que aquel termino actuando de aquella manera razón de la cual estimo que Lyall y su visita tienen algo que ver, así que teniendo una misera idea de porque aquel presentaba tal cambio tan grande de actitud exclame mientras aun le observaba.

— Puedo preguntar qué fue lo que sucedió, porque actúas así de la nada ¿Qué fue lo que Lyall te dijo?

— Lamentablemente no es el momento de nosotros hablar de ello, así que a su momento te explicare todo con lujo de detalles, solo te pido tiempo, crees que me lo podrías otorgar — y ante su mirada triste e incomprensible mientras su mano aun sujetaba mi mentón asentí con la cabeza en confirmación a aquello.

Dominieck aquella noche tenía una forma de actuar evidentemente diferente tanto que incluso no parecía para nada ser el mismo hombre pues podría decir que por un momento le habían cambiado quizás el alma de lugar, por la tan evidente inusualidad de su conducta no pude evitar sentirme irónicamente más atraída que nunca; sí, me sentía atraída de aquel vil monstruo.

... ... ...

Pasado un rato tras la hora de dormir acercarse, Dominieck y yo nos levantamos, recogimos todo lo que gradualmente habíamos llevado y cerrando una vez la puerta que da acceso por la entrada principal yo fui y apagué cada una de las lámparas que se encontraban alrededor, salvo la de la habitación y ambos nos dirigimos hasta aquella recamara, donde una vez más empezó nuestra afamada contienda.

— ¿Qué? Como que te vas a quedar aquí, yo no pienso compartir la cama contigo — con sorpresa exclame aquello ante la proposición sugerida por tal sujeto.

— Emma ni que fuera nuestra primera vez, además no hay ningún otro lugar donde yo me pueda recostar para descansar en toda la casa, ante todo esta seria sin dudas, la única opción que tenemos. —

— No me importa, aquí no dormirás — así que sintiéndome indignada ante tal proposición me di la vuelta enojada pues, por más que lo intentase se me hacía casi imposible hacerme la más misera idea de dormir junto a aquel, ahora que me encuentro completamente consciente a diferencia de la noche anterior que por cosas de la vida no lo estaba y no tenía forma de aceptar.

La pena me carcomía junto a la esencia de la vergüenza misma haciéndome llegar incluso a pensar demasiado lejos por lo que las posibilidades de que el quisiera poner algún dedo por donde no se le hubiese yo permitido se encontraba latente en mi cabeza lo que me ponía ante todo sumamente nerviosa pues ante mis ojos yo le considero algo pervertido.

Y ya luego de mucho insistir de mala gana acepte que se quedase en la habitación porque a sinceridad no es nada agradable permanecer toda la noche despierto peleando sin descansar; si, acepte que se quedase, pero con la única posibilidad de que se acomodase en el piso de modo que tras tirar algunas sabanas en el suelo que extraje de uno de los armarios le improvise una cama para su disfrute.

— Emma no es justo para colmo es mi habitación y esa es mi cama — y de mala gana haciendo pucheros a final de cuentas, aunque no era lo que aquel quería allí lo vi acomodarse, mientras se cruzaba de brazos bastante indignado y dejándole allí me sumergí en el mundo de los sueños hasta llegada la madrugada de aquel nuevo día.