Chapter 15 - Rastros

Día 3 de Endo, año 912 de la era Suran

La gente de Silacus corría por todas partes, acabando las últimas preparaciones bajo la inminente caída del diluvio anual de Goran, anunciado por los amenazantes cúmulos grises que ocultaban a la vista todo rastro del cielo. Alrededor del gremio de mercenarios, específicamente, los empleados, ajetreados con los preparativos para recibir a los cazadores la que pronto estarían de vuelta, pasaron por alto al discreto niño que, inquieto, esperaba a un lado por lo mismo que los empleados. La espera no tomó mucho más tiempo, ya que no mucho después se escuchó el traqueteo de una carreta cargada y el alboroto de la gente que veía la carga. No tardaron en llegar al gremio, el olor a sangre rodeando el desfile, y al momento que se detuvieron empezaron a descargar los cuerpos de las carretas. El muchacho no tenía nada que hacer ahí realmente, pero con resolución se coló entre los agotados soldados y cazadores y echó un vistazo a la carga. Hizo una mueca al ver que había también bastantes cadáveres de personas, probablemente de cazadores y soldados caídos, pero hizo un esfuerzo por ignorarlos y se enfocó en los cuerpos de los lobos que cargaban en dirección del almacén del gremio para desmantelar.

Eran enormes, superaban fácilmente la altura promedio de un niño de 7 años, y llevaban heridas tanto de espada como de flechas. Se maravilló especialmente cuando vio el hermoso blanco plateado del lobo más grande de todos, una belleza manchada de muerte, pero ese tampoco tenía lo que buscaba, y siguió mirando. Contó 9 cuerpos en total, y ninguno coincidía con la descripción que había recibido de su hermana pequeña; esto probablemente significaba buenas noticias para la niña, pero el joven decidió preguntar, sólo por si acaso. Se volvió hacia uno de los cazadores con la expresión más amigable que encontró.

– Disculpe, ¿Fueron esos todos los lobos que cazaron?

– ¿Eh...? Ah, sí, casi todos. Un par de ellos que cayeron al río fueron arrastrados por la corriente y no pudimos encontrarlos, y otro más logró escapar con un par de cachorros, pero por lo demás fueron todos los que encontramos. ¿Por qué? ¿Interesado en la cacería?

– Ah, sí, es solo que me pareció que eran muy pocos. ¿Así de grande es la manada promedio?

– Bueno, tengo entendido que estos eran algo así como una variación más fuerte de los lobos normales, pero entiendo que ésta era una manada que ya estaba debilitada en números, y que se asentaron en la zona después de migrar de su territorio original, así que eran pocos para empezar.

– Ah, ya veo. De casualidad, ¿Sabe usted como se veían los que cayeron al río o el que huyó?

– ¿Ah? ¿Porqué te interesa algo como eso?

– Eso... Es pura curiosidad, nunca había visto lobos tan grandes, y pensé que talvez tenían algo diferente...

– Eh, bueno, aparte de su tamaño y físico superior, no son muy diferentes. De los que cayeron al río, uno era casi del todo negro, con manchas blancas aquí y allá; la otra era una loba joven blanca, lucía similar a ese de ahí. –señaló al lobo blanco plateado que resaltaba entre los demás.

– ¿Qué hay del otro?

El cazador ya se disponía a cargar un cuerpo humano cuando se volvió ligeramente.– Ni idea, casi nadie lo vio. Un par de cazadores dieron un rodeo para invadir el nido en busca de cachorros, y lo siguiente que supimos es que sólo uno volvió, aterrado y con el brazo inútil. No quisimos preguntarle mucho al respecto, pero podrías intentarlo tú.

– Claro, ¿Dónde lo encuentro?

– Debería haber sido llevado al área de tratamiento del gremio, la primera puerta a la izquierda del mostrador.

– De acuerdo, iré a buscarlo. ¡Muchas gracias!

– No hay problema, niño. Si te interesa, búscame en el gremio, podría enseñarte un par de cosas, si te interesa el oficio.

Pero el niño ya había empezado a correr y no prestó atención a las últimas palabras del cazador. Buscó al cazador herido dentro del edificio, atravesando con dificultades el flujo de personas que trataban de arrastrarlo. Lo encontró en la puerta que el cazador amigable señaló, sentado en el suelo, el brazo izquierdo vendado pero contando, inútil, en su costado, y en compañía de más de una docena de otros heridos. El niño se acercó con cuidado, vuelto un manojo de nervios. Sólo cuando el herido lo miró con cansancio y presionó silenciosamente se atrevió él a hablar.

– D-disculpe, señor, pero escuché que usted encontró un lobo algo especial durante la caza, y, bueno, me gustaría escuchar más sobre eso... S-si no le importa...

El cazador miró fijamente al niño, tratando de encontrar cualquier indicio de que fuera algún tipo de broma, pero al ver que el niño era completamente serio, suspiró.

– Honestamente no quiero hablar de eso, pero sé que evitar el tema no impedirá que tenga pesadillas de todos modos... Supongo que debería aclarar cómo llegué a encontrarlo, primero. Jerreth y yo nos separamos del resto de soldados y mercenarios poco después de llegar al río, bajo órdenes de encontrar su guarida mientras el resto entretenía a la mayoría de los lobos; acabábamos de matar a uno de ellos cuando un aullido algo lejano que se escuchaba desde río arriba nos tomó por sorpresa, porque las comunicaciones en un momento como ese sólo podía significar que nos habían descubierto, y en temor a que fueran muchos para poder manejarlos, fuimos enviados por un rodeo para encontrar el nido. No fue muy difícil hallarlo, y dentro había realmente una loba con un par de cachorros. No fue gran labor matarla y dejar inconscientes a los cachorros, pero en el momento que salí,vi directamente cómo un lobo se arrojaba a una velocidad imposible y le arrancaba la garganta. Apenas tuve tiempo para dejar caer el cuerpo de la loba y sacar mi daga, y al menos fue suficiente para evitar un golpe fatal, y sin embargo aún se las arregló para arruinar mi brazo. Cayó a unos metros detrás de mí y no me atreví a perderlo de vista, y fue entonces que pude verlo con claridad; tenía el pelaje gris, casi plateado, con un collar de pelaje negro que se extendía hasta su barriga, y por un momento pude haber jurado que el negro trataba de consumir el resto, y se extendía muy lentamente, pero lo realmente aterrador para mí fueron sus ojos. Ojos azules fríos como el lago durante Novan y que aún dejaban ver la ira que hervía por debajo, aquellos no eran los ojos de una bestia, y por encima de todo, había emociones allí. Pena, tristeza, furia, determinación, fue abrumador, y no pude más que huir. Más tarde volví con el resto del grupo y me enteré de que realmente hubo una emboscada, y que la mitad de los miembros cayó en batalla contra los lobos y fue ahí que caí en la cuenta de que el lobo sólo quería salvar a los cachorros; yo era ya el único explorador vivo, y no logré encontrar rastro del que huyó, así que acabamos la expedición ahí. Aún puedo ver esa mirada cada vez que cierro los ojos; no sé si podría volver a cazar aún si mi brazo sanara milagrosamente.

El silencio invadió el salón al instante que el relato acabó, y sólo se escuchaba los ronquidos de los demás pacientes y el constante bullicio del exterior; el cazador no tenía más que decir y el niño no tenía palabras para describir lo que sentía. Finalmente, murmuró un agradecimiento y corrió fuera del gremio. El cazador lo vio partir con una mirada extraña en sus ojos, recordando el relato que provocó todo este lío y que en su momento nadie se tragó. Ahora, quizá él podìa hacerlo.

El niño escapó del gremio a grandes zancadas y esquivó hábilmente a los transeúntes en su camino, se dirigió directamente a su casa y buscó al desastre de niña que lloraba desconsolada desde que se enteró de que iban a cazar a los lobos. A decir verdad, lo de ir a revisar los cadáveres había sido en parte un favor para su hermana, para confirmar si el "amable lobo" del que se había hecho amiga había sobrevivido o no. Afortunadamente, ninguno coincidía con el patrón gris claro con una mancha de color negro con forma de collar en el pecho del que su hermana le había hablado, y obtuvo el testimonio de que el mismo escapó con un par de cachorros, así que le podía dar buenas noticias a su hermana.

– Lena, estoy de vuelta.

– ¡Arion! –Lena saltó en sus brazos en cuanto escuchó su voz, y presionó su rostro en el pecho de su hermano.– ¿Estaba... estaba él... ahí? –El temblor en su voz revelaba el temor por la respuesta.

– No te preocupes, ninguno de ellos parecía ser tu amigo.

– Eso es... qué alivio...– dijo entre sollozos y con la voz temblorosa.

– De hecho, hablé con los cazadores, y me dijeron que dos cayeron al río y no saben si sobrevivieron, y uno de ellos logró escapar con los dos cachorros que la manada criaba. La descripción del que huyó concuerda con la que me diste, y por lo que me dijeron... Fue muy listo y muy valiente, así que no tienes que preocuparte por él. Estará bien.

La niña gradualmente dejó de sollozar y miró así hermano; su expresión segura habría tenido más impacto sin los ojos rojos, las mejillas húmedas y la nariz llena de mocos,

– ¡Ya sabía yo que no podía ser de otra forma! Alguien tan amable en inteligente, no caería tan fácilmente...

El muchacho se sorprendió por el repentino cambio de ánimo de su hermana, pero lo asimiló rápidamente y le devolvió sus dudas.

– ¿Porqué tanta confianza en él de repente? ¿No estabas llorando de ansiedad hace un momento?

– Nunca dejé de confiar en que le iría bien, pero no saber nada me inquietaba. Sabes, yo... Yo fui al bosque por la tarde. Tenía curiosidad por el montón de gente que salía, pero nunca los alcancé, y entonces casi chocó con Nok, pero él me esquivó y choco contra un árbol. Fue casi divertido...

– Espera, tú saliste del pueblo? En qué momen— ah, cuando fui al aserradero a mediodía. –ambos eran mellizos de 8 años, pero cada uno atendía a sus propias clases para aprender diferentes oficios.– ¿Y a qué te refieres con "Nok"?

La niña asintió y continuó.– así lo llamé, ya que lo conocí cuando me salvó de la oscuridad de la noche! –Arion suprimió las ganas de comentar el sentido poético de su hermana y siguió escuchando.– me preocupó verlo tan ansioso, y no dejaba de mirar constantemente hacia el interior del bosque, y entonces se agachó y me subió en su espalda, y entendí que algo ocurría en el bosque y él me quería sacar. Fue algo tan maravilloso, sentir el viento contra mi cara y su pelaje tan suave debajo de mí, no creo que pueda olvidarlo nunca. Me cargó corriendo hasta la entrada del pueblo y se marchó; no fue hasta que volví y escuché a los adultos a escondidas que entendí porqué quería sacarme del bosque.

El muchacho no podía creer fácilmente las palabras de su hermana, que siguió divagando sobre su supuesto amigo canino, pero el relato del cazador la apoyaba; además, él tenía su propia experiencia. Recordó por un momento el coro de aullidos que había escuchado varios meses atrás, enterado ahora de la manada responsable, y la pena que transmitía. ¿Quién sabe? podría ser el mismo, y la intuición le decía, sin ninguna prueba, que así era. Siguió consolando a la pequeña, aunque honestamente, ya no parecía ser necesario.

"Una noche pacífica, eh?" Pensó el muchacho. "Una fría, oscura pero gentil noche de Novan, quizá es una poética pero adecuada descripción para este nuevo amigo. Espero por Sonnin poder conocerlo alguna vez."

***

Las nubes se arremolinaban en el cielo, preparándose para derramar varios meses de lluvia de golpe. Las primeras gotas de lluvia golpeaban el agua que fluía sin descanso, golpeaban la tierra seca, golpeaban los troncos sedientos, y golpeaban la frente y espalda de la joven loba que corría, exhausta, bordeando el cauce del río en dirección opuesta a la corriente. Recordó el costado, herido por una flecha, de su compañera justo después de ser empujada por la misma, el esfuerzo inútil por alcanzar la orilla, el agotamiento por tratar de resistir la corriente, y lo siguiente que supo fue que estaba tosiendo agua en una orilla desconocida. Necesitaba volver con la manada, su líder aún estaba luchando; no sabía cuánto tiempo había pasado, pero ya caía la oscuridad, y no tenía idea de si su hermano había logrado salvar a la líder y sus cachorros. Estaba desesperada.

Cuando la lluvia empezó seriamente a bañar la tierra, la loba vio algo que le llamó la atención un poco más adelante; un lobo yacía inconsciente ahí, con la mitad inferior del cuerpo aún bajo el agua. Tenía peculiares patrones de blanco en medio del negro, y la loba lo reconoció como uno de los miembros de su manada, específicamente el compañero de caza de su hermano. Lo terminó de sacar del agua, y entonces pudo ver que estaba cubierto de moretones y cortes, y le faltaba media oreja. La loba no sabía cómo hacerle recuperar la consciencia, pero intentó despertarlo de todos modos, y afortunadamente despertó poco después, tosiendo agua al igual que ella previamente. Ambos se reconocieron y coincidieron en su prisa por confirmar el bienestar del resto de la manada, y así, después de descansar brevemente, continuó la pareja río arriba.

Hacía horas al que había caído la noche cuando se aproximaron por fin al sitio de la batalla, pero por mucho que buscaron, no encontraron más que el desorden de la lucha y las cicatrices en el entorno. No había cuerpos de ningún bando, y la sangre había sido lavada por el aguacero, pero ambos sabían ya cómo había acabado; el lobo había acabado en el río por pura casualidad y suerte, por luchar muy cerca de la orilla y después de ser arrojado a la fuerza por uno de los cazadores cuyo brazo tenía prensado en sus mandíbulas; recordaba muy bien, sin embargo, que la mayoría de los lobos que habían luchado ya habían sido asesinados para entonces, y los tres que quedaban, líder incluído, eran abrumadoramente superados en número. No había forma de que hubieran sobrevivido.

La naturaleza no les permitía sentir demasiada pena, dada la importancia de la supervivencia, y así ambos sobrevivientes de la masacre se enfocaron en la única incertidumbre que quedaba: la vida de los cachorros y el paradero de su guardián. Si consideraban que debía ir hacia el interior del bosque, debería mantenerse cerca del flujo de agua que constituía la principal corriente que alimentaba la región; al menos eso es lo que creían.

Buscando ese delgado rayo de luz, la pareja retomó el curso río arriba, con la esperanza de que el cauce eventualmente los guiara a su destino.

***

Estimado Bassil,

Espero que tu retiro haya progresado favorablemente, y no tengo la intención de irrumpir en el, pero la información que te presento es bastante peculiar, y quizá sólo tú puedas atender la situación.

Verás, probablemente no lo sepas, pero he estado viviendo en el pueblo mercenario de Silacus desde hace algunos años, estudiando las apariciones frecuentes de magram en su interior y su mágica prosperidad de la vida, y he tenido resultados, pero eso no es lo que importa ahora. Aconteció que una serie de eventos llevó al descubrimiento de una manada de lobos eckans en las cercanías de la aldea, y los líderes de Silacus prontamente organizaron una expedición que casi exitosamente erradicó a la manada, pero hay algunos detalles que me preocupan y en los que me gustaría pedir tu atención. En primer lugar, una raza que se ha ocultado por siglos no aparecería en proximidades humanas de la nada, y su número era extrañamente bajo, lo que me sugiere que algo debe haberlos expulsado. En segundo lugar, la existencia de un particular individuo en esa manada con la inteligencia y emociones suficientes para ayudar a una niña perdida en el bosque a regresar a casa, y hacerlo hacerlo dos veces; en tercer lugar, la existencia de sobrevivientes de esa manada: hubo dos adultos de paradero desconocido que cayeron al río, y el individuo ya mencionado escapó con dos cachorros que la manada criaba en ese momento; no sé lo suficiente sobre estos lobos, y temo que fueran los últimos de su raza. Sabes que mi poder es conocimiento, así que no tengo la habilidad de hacer un seguimiento de este caso, pero si realmente te has retirado a algún lugar de Lishva, como me has hecho creer todo este tiempo, sólo puedo confiar en que tengas la capacidad e interés de asegurar la supervivencia de una especie tan escasa y especial, y evaluar la existencia de un individuo tan aparentemente maravilloso como este.

Mis más sinceros respetos,

Lanus Kaydan

Escrito el 7 de Endo, año 912 de la era Suran.