Comparada a Lorena Robledo, Ali era una criatura de pecho en lo que a ser estudiosa se refería. Durante toda su vida estudiantil, es decir, primaria, secundaria y ahora universitaria, indiscutiblemente Lorena había sido primera de la clase, mejor promedio y abanderada. Era inteligente por demás y una perfeccionista nata, por lo cual, en sus parámetros, una nota inferior a diez no estaba dentro de las posibilidades. Como así tampoco cometer errores al tocar la viola, instrumento que tocaba desde los cuatro años y cada vez mejor.
Fue en el instituto de música al cual iba desde pequeña donde conoció a Ali, y las dos congeniaron de forma casi inmediata. Sus padres las dejaban a ambas un rato antes de sus clases y allí, en la sala de espera, niñas ambas de apenas ocho años, comenzaron a hablar, a jugar, a intercambiarse vestidos de muñecas y luego a combinar sus instrumentos y sus voces. Hicieron juntas la secundaria y juntas también ingresaron a la universidad para la carrera de música, cada una en su especialización. Estudiaban juntas sin molestarse, compartiendo un café o un termo de mate, en un silencio que jamás era incómodo.
Lorena salía de la biblioteca cuando recibió un whatsapp.
Dónde estás?? Ya terminé la práctica. - Ali, 15.42hs.
Saliendo de la biblio. Te espero en la puerta. - Lorena, 15.43hs.
Cuando vio aparecer a Ali caminando por el campus, Lorena fue hacia ella y, sin detenerse, siguieron caminando juntas hacia las paradas de colectivos.
—¿Y, cómo salió esta vez?
—Me costó un poco, las variaciones a media canción me cuestan, me exigen bastante. Pero si sigo practicando, creo que llego bien para el final—. Ali sonreía lánguidamente—. Te tengo que contar, no sabés lo que pasó...
Antes de que pudiera comenzar a decir nada, Ali sintió que la tomaban fuertemente del brazo y la giraban violentamente, para verse enfrentada a una molesta e imponente Mora Rein.
—¿Qué te pensás que estás haciendo? —la espetó Mora, echando chispas por los ojos.
—Pero qué mierda te pasa? ¡Estoy caminando, tarada!
Lorena miró de una a la otra en completa confusión, jamás había cruzado palabra con Mora en su vida, no tenían nada que ver una con la otra, y creía que Ali tampoco.
—Hablo de qué estás haciendo con Nico. A ver si te queda claro: vos, lejos de él. Nico es mío, está por ser mi novio, y no te quiero ver cerca de él.
—¿Qué decís? ¿De qué hablás?— Ally no entendió qué le reclamaba.
—Te la explico bien fácil, para que entiendas, comelibros—. Mora hablaba tranquila pero amenazante—. Nico es mío. No le hablás, no te le acercás, mucho menos hacés trabajos prácticos con él. Te veo cerca de él y te vas a arrepentir—. Y sin dejarla responder, la soltó y se fue caminando, meneando el culo como una leona.
Ali se frotó el brazo por donde Mora la había agarrado y la miró irse, sintiendo como la ira comenzaba a formarse en la boca de su estómago e iba subiendo hacia su pecho. Apretó los puños y estaba por salir atrás de Mora cuando la voz de Lorena la trajo a la realidad.
—¿Pero qué fue eso? Ali, ¿estás bien?
Ali respiró profundo y la ira desapareció tan rápido como había llegado. Comenzó a caminar con Lorena nuevamente.
—No sé qué se le cruzó a esta loca...
—¿Se refiere a Nico Viggiano?
—Sí, al mismo —Ali suspiró y se detuvo al llegar a la parada del colectivo—. Creo que está enojada porque el trabajo de Historia de la Música lo hice con él, bah, yo lo hice, pero lo presenté a nombre suyo también. Y hoy fue a escucharme cantar.
Lorena abrió los ojos sorprendida.
—¿Cómo? No, querida, detalles —pidió, y se rió—. ¿Estas cofraternizando con los chicos populares ahora?
Ali lanzó una carcajada y la golpeó amistosamente en el hombro.
—¿Me estás diciendo que no soy una chica popular?
Ambas rieron sonoramente, y comenzaron a moverse de forma exagerada imitando los movimientos felinos de Mora. Llegaron así a la parada.
—Ahora que te saqué esa mirada de asesina serial, contame bien cómo es que hiciste un práctico con Nico, y que fue a escucharte cantar —pidió Lorena—. Y sé rápida, que en cualquier momento viene el colectivo.
Ali le contó del mensaje de whatsapp que había recibido a la madrugada, del encuentro en la fotocopiadora y cómo, en un arranque de generosidad poco habitual en ella, sumó a Nico a su trabajo, ganándole un diez sin que él moviese un dedo.
—¿Y es cierto que estuvo en tu práctica?
—Sí, pero fue raro porque yo no sabía que él estaba ahí. No estuvo durante las dos primeras canciones, estoy segura—. Ali hizo memoria—. Recién en la tercera yo le di la espalda a la puerta. No sé cuándo habrá entrado, pero poco después que terminé lo escuché aclararse la garganta, como si hubiese llorado—. Alise sonrojó recordando la mirada de Nico.
Lorena conocía a su amiga demasiado bien para pasar ese detalle por alto.
—¿Qué pasó? Algo pasó, te pusiste colorada, a mí no me ocultes nada.
—Fue su cara... Su mirada. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Me miraba... No sé cómo explicártelo. Como si fuese la primera vez que me veía y fuese algo bueno. Por primera vez me dijo Alina en lugar de Mercán—. Sonrió al recordar el tono de la voz de Nico—. Me dijo que cantaba como los dioses y que escucharme había sido un regalo para él—. Pese a sí misma, volvió a sonreír.
Lorena vio que el 63, su colectivo, doblaba por la esquina, pero ni siquiera hizo ademán de levantar la mano para frenarlo, y dejó que pasara de largo. Miró a su amiga, calibrándola, mientras los ojos verdes de ésta se perdían en los árboles del frente, soñando despierta, murmurando una canción por lo bajo.
—Pero la que te parió... —dijo de pronto Lorena, dándose cuenta. Ally la miró interrogativamente—. Te gusta Viggiano.
—No, nena, nada que ver... —Ali sonó tan poco convincente que no se lo creyó ni ella misma. Miró a Lorena con desesperación en los ojos y le confesó—. Sí... me gusta Viggiano. Hace rato... lo vengo negando, porque no me puede gustar ese tarado, pero... sí me gusta.
—¿Y por qué no me dijiste nada antes?
—Porque... ¡estamos hablando de Nico Viggiano! No quiero ser otra más de la cantidad de boludas que andan mirándolo con los ojitos empañados de amor sólo porque está bueno. Pero qué se yo... más allá de que es lindo no lo voy a negar, hay algo de él que me atrae. Igual...—Sacudió una mano como si espantara moscas—. Ya se me va a pasar. Creo que es solamente porque hace mucho que no estoy con nadie. Pero esto no irá más allá.
Lorena la conocía mejor que nadie, mejor que la señora Mercán inclusive. Esa sonrisa semipermanente, ese brillo en los ojos, la cancioncita que volvía a murmurar... Desde Damián no la veía así. Había estado con otros chicos, salido con un par, pero esto... Si no se cuidaba, a Nico no le costaría nada obtener algo de Ali.