El hecho de que Ali hubiese faltado a clase durante dos días seguidos tenía a Nico en un estado de tensión constante. El primer día no había querido admitírselo a sí mismo, pero para el segundo debió aceptar que estaba preocupado. No recordaba otro día en que Ali no hubiese asistido a clases, para él ella siempre estaba, llegaba a clase y Ali ya estaba sentada en el banco o esperaba fuera de la puerta junto a Lorena Robledo.
Robledo... seguramente ella sabría qué estaba pasando con Ali. Pero Nico no se decidía a acercarse para consultarle, sin denotar algún interés particular. Se imaginaba a Robledo preguntándole por qué quería saber de Ali... y ninguna respuesta casual ni convincente acudía a su mente.
La última vez que había visto a Ali había dejado una pésima imagen de sí mismo. No sólo la había tirado al piso junto a sus cosas, sino que se había hecho ver como un mujeriego insaciable, que sólo tocaba el bajo para atraer mujeres, cual si fuese una araña buscando presa. La mirada de desprecio que ella le había lanzado le había dolido. Realmente quería que ella pensara diferente sobre él, pero... ¿para qué? Una chica como Mercán nunca se fijaría en él. Una chica como ella buscaría a alguien responsable, centrado, que la llevara al cine y la devolviera a casa a las doce. Pero al mismo tiempo, había algo... había algo que le hacía pensar que tal vez Ali no fuera así del todo, que tal vez fuese ella distinta a lo que él pensaba... ¿No estaba siendo él también prejuicioso? ¿Por qué no podía ser él lo que Ali necesitara? Ella era lo que a él le hacía falta. Eso lo tenía claro.
Un ruido generalizado le hizo volver a la realidad y vio que todos sus compañeros estaban levantándose y guardando sus pertenencias. La clase había terminado, y él había pasado el tiempo divagando sin percatarse de nada. Por costumbre miró hacia donde Ali solía sentarse, sabiendo igual que ella no se encontraría, y vio a Lorena Robledo apoyada contra el banco, hablando con otra compañera. Se levantó con decisión y caminó hacia ella.
- ¿Robledo? —Nico le tocó el hombro suavemente y ella giró sorprendida—. ¿Puedo hablar con vos un segundo?
—Sí, claro—. Lorena se despidió de la otra chica, una rubia a la cual Nico no había notado jamás—. Decime.
—Eeeh... —Nico no sabía por dónde empezar—. ¿Sabés algo de Ali? De Mercán, digo.
Lorena lo miró con cierta extrañeza.
—Necesito hablar con ella... Por Historia de la Música—. Se le ocurrió de la nada y se felicitó a sí mismo.
—¿Por qué no le enviás un mensaje como una persona normal?
—Porque si está enferma o algo no quisiera molestarla. Por eso te pregunto a vos y en todo caso después le escribo.
Lorena lo miró dubitativa y luego lo tomó del brazo para llevarlo fuera del aula. Nico se dejó conducir como un niño.
—Te voy a decir porque no soy estúpida y me doy cuenta que Ali te importa, aunque trates de ocultarlo—. Nico abrió la boca para protestar, pero Lorena lo acalló levantando un dedo y continuó hablando—. Ali está pasando un momento familiar difícil, los padres se están divorciando y la situación es muy tensa. Le descubrieron una infidelidad al padre, Ali está con los hermanos, que son más chicos.
Nico se sintió inmediatamente identificado con la situación: siete años atrás, cuando tenía dieciséis, fue a él que le tocó encontrar a su padre saliendo de un hotel del brazo de una pelirroja infartante mientras le pellizcaba el culo. Le costaría años poder olvidar la mirada de total desconcierto cuando su padre se dio cuenta que quien lo miraba era nada más y nada menos que su propio hijo.
Sacudió la cabeza para espantar los recuerdos y miró a Lorena.
—Qué situación de mierda... Pasé algo similar hace unos años—. Se pasó la mano por el pelo—. Será mejor no molestarla entonces...
—Molestala—. Lorena le sonrió apenas—. Le va a venir bien poder pensar en otra cosa. Y no le vayas con una excusa tan triste como hablar de una materia...
—Me parece que te estás confundiendo... Ali no me importa... —Fue tan patético su intento de negarlo que Lorena no pudo más que reír.
Nico la miró nuevamente sorprendido y volvió a abrir la boca para protestar, pero Lorena se adelantó una vez más.
—¿Que cómo me di cuenta? —Ante el leve asentimiento que Nico le dio, Lorena sonrió—. Se te ve en los ojos cuando la mirás. Hacé las cosas bien y sé sincero. Tenés toda una reputación contra la cual pelear.
Y sin decir más, Lorena dio media vuelta y se alejó por el pasillo, con el estuche de la viola en una mano y dejando a Nico con mucho en qué pensar.
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Dos horas más tarde, Nico se encontraba en su casa, sentado en el amplio sillón, con los pies sobre la mesita ratona que adornaba el centro del living, una taza de café en una mano y el celular en la otra. Hacía media hora que tenía Whatsapp con el contacto de Ali abierto, pero no podía pensar en qué escribirle. Abrió por enésima vez la imagen de perfil y se acomodó sobre los almohadones a su espalda para admirarla.
La foto no era una selfie, y eso le gustaba. Alguien más la había sacado, mostraba una Ali leyendo un libro acodada en una mesa, el cabello recogido en un rodete flojo en la parte alta de la cabeza, dejando escapar algunos rulos rebeldes, los lentes de marco oscuro descansaban livianos a mitad del puente de la nariz. No era una foto pretenciosa ni en la que intentara destacar sus mejores atributos, y eso decía mucho de ella.
Bien, la inteligencia de Lorena Robledo no se aplicaba solamente a las cuestiones académicas, la seguridad con la que ella le habló no le había permitido siquiera armar algún tipo de defensa. Lo había leído como un libro abierto, como si llevara la inscripción "Me gusta Alina Mercán" tatuada en la frente. Qué patético era... No le había preguntado si Ali sabía algo o no, pero intuyó que Robledo no había dicho nada a su amiga. Por otro lado, lidiando con el divorcio de sus padres, suponía que Ali no tendría tiempo para nada más.
Volvió a mirar el celular y vio que Ali estaba en línea. Suspiró y comenzó a escribir con leves toques de sus dedos en la pantalla.
Hola, Mercán, ayer me devolvieron el trabajo de historia, supongo que querrás tenerlo. Volverás a clase? - Nico, 16:32hs.
Hola. Estoy con unos problemas familiares pero mañana volveré, no puedo seguir perdiendo clases. Te agradecería si me lo llevás.- Ali, 16.35hs.
Entiendo. Robledo me comentó. Pasé algo parecido hace unos años, contá conmigo si necesitás algo. - Nico, 16.36hs.
Gracias... sos un buen amigo. - Ali, 16.38hs.
Un momento... ¿Ali lo veía sólo como un amigo? La decepción se dibujó en su rostro, y agradeció que no hubiera nadie con él en ese momento para verlo. Seguía sin comprenderse a sí mismo, sin comprender lo que le pasaba con Ali, sin comprender lo que realmente quería. Había navegado por la vida sin plantearse demasiado las cosas, todo le venía fácil, y esta vez todo se había dado diferente. Generalmente las chicas venían hacia él. Nunca le había gustado realmente una chica por fuera de su físico... Había tenido un par de novias, pero no había durado demasiado, sólo seguía el protocolo que ellas exigían: salir al cine, a cenar, a bailar, un paseo por el centro comercial o el parque... Y al final, a la cama, que era el protocolo que él exigía, por lo único que salía con ellas y dejaba que lo llamaran "novio".
Mercán le provocaba otra cosa. Sí, quería acostarse con ella... Pero quería quedarse abrazándola después, quería perderse en su melena enrulada y conocer sus gustos: si prefería gatos o perros, su banda preferida, qué serie miraba en Netflix, si prefería el invierno o el verano, si amaba como él el olor a tierra mojada o no. Quería conocerla en detalles que nadie más que él podría saber, si estuvieran juntos: qué expresión tenía al dormir, si su piel era tan suave como él lo imaginaba, cuál era el rulo rebelde que siempre escapaba a su peinado, el color de su cepillo de dientes.
Nunca nadie le había provocado eso. Y no entendía porqué ella, y no otra. Tal vez se debiera simplemente a que Ali no era como cualquier otra.
Pero ella acababa de decirle que era "un buen amigo". Un buen amigo...
—Pasaje directo a la friendzone sin escalas —dijo para sí mismo.
—¿Quién te mandó a vos a la friendzone?
Nico no había escuchado entrar a su madre a la sala, que venía con dos almohadones en los brazos, los cuales dejó en un sillón al otro lado de la mesita.
—Nadie, mamá... Hablaba de un amigo—. Logan se levantó y guardó su celular en el bolsillo del pantalón.
—Sí, claro, y yo nací ayer—. Su madre se sentó en el sillón que él acababa de desocupar y palmeó el espacio al lado de ella, invitándolo a sentarse—. Sé bueno hoy conmigo y hacé de cuenta que soy tu mamá. Mostrame bien esa foto que estás viendo hace media hora y contame quién es.
Nico la miró incrédulo.
—¡Mamá! —exclamó, en tono mitad reto, mitad divertido.
Ella lo miró y levantó las manos en señal de defensa. Nico lanzó una carcajada, sacó el celular del bolsillo y, dejándose caer junto a su madre, le mostró la foto y comenzó a hablar.
—Se llama Alina Mercán, es compañera en la Universidad y es cantante lírica. Acaba de decirme que soy un buen amigo... Y yo creo que estoy enamorado de ella.