Mi padre quiso tener un hogar, un buen hogar.
Cuando eran muy jóvenes, en el umbral de la mayoría de edad.
Conoció a mi madre, un año mayor que él.
Era una mujer hermosa, aún lo es.
Mi padre siempre fue muy apuesto, no sé si cuando se conocieron él tenía barba.
Pero, en la mayoría del tiempo se la conservaba, era una barba de candado muy bien cuidada.
Era muy guapo.
Quisiera decir que aún lo es.
Tengo muchos años sin verlo.
A mis 40.
Tengo un poco más de media vida sin verlo.
Pasaron muchas cosas para que esto pasara.
Fueron jóvenes contra la tormenta.
Vivieron en casa de mi abuela, de su bisabuela, donde podían.
Pronto serían padres, esperando el nacimiento de su primera hija.
Con muchas dificultades y con el apoyo de mis abuelos maternos, se pudo pagar el hospital y vestir a mi hermana mayor.
Como padres, es el fruto de su amor, su primera esperanza nacida de la unión de los dos.
Con muchas carencias por pasar.
Mi abuelo materno decidió ayudarlos.
Consiguió una oportunidad en PEMEX para mi padre, el cuál, se esforzó mucho para llegar a quedarse con la planta.
Es un arduo trabajo en los que, tienes que ir todos los días, pero, no todos los días te dan trabajo.
Y no a todos.
Entre más labores sepas, mayor es la oportunidad de que tengas días de trabajo.
Más larga se hace la espera de juntar 7 años para entrar a la lista de espera de una planta.
Es decir, trabajar 2555 días.
Complicado el asunto si consideras que, había meses en los que sí mucho, a algunos les daban una semana o menos.
Juntar todos estos días, quitaría las ganas a cualquiera.
Esto, alguna vez lo tuvo que hacer mi abuelo, quien, en su juventud, no tuvo a alguien que lo ayudara a entrar.
Se aventuró a lavar pipas, su constancia, le dio la oportunidad.
Pese a todo, siguieron adelante.
Con trabajitos extras.
Creo que fue la época más feliz como pareja.
Luego de un segundo embarazo.
Las cosas cambiaron.
Mi padre consideró que era justo que un varón llegara a su hogar, mas, la suerte tenía otra cosa en mente.
No fue agradable el tiempo en que se enteró que tendría otra mujer en el hogar. Sinceramente no tengo muchos recuerdos de mi infancia.
Recuerdos vagos que, entre todos, me narran una niñez que no fue buena.
Mis primeros recuerdos, tratan de algunas veces en que se enojaba con nosotras, nos sacaba de la casa con lo puesto, si nos iba bien, nos dejaba llevarnos unas cosas.
Lo que recuerdo muy bien, era el silencio.
Nunca me gustó el silencio.
Me daba ansiedad, siempre que había silencio, era que se avecinaba algo malo.