Chapter 9 - CAPITULO 9: MI AMADO PERRO

En casa había muchas reglas.

Y los valores morales, aunque, cuestionables, en realidad siempre tuvieron dos caras.

Y creo firmemente que hasta ahora, sigue siendo así. Detrás de cada acto, hay un porque?

Si mal no recuerdo, yo cursaba segundo o tercer grado de primaria.

En este tiempo yo ya viajaba desde un lado de la ciudad a otro, para ir a la escuela en camión.

Por la calle principal por donde pasaba.

Un día, descubrí en una casa, un cachorro de pastor alemán.

Si tenía trastes, pero nunca le vi agua o comida, el cachorro siempre estaba acostadito.

La tierra se acumulaba en sus trastecitos.

Como yo, siempre llevaba lonche a la escuela, cuando pasaba en la mañana, le dejaba un poco.

El resto se lo dejaba al salir de la escuela.

Se hizo costumbre ver al cachorro cada día.

Mi enojo, al ver esos trastes resecos, sin gota de agua ni comida.

Me hizo tomar un día una decisión, me robe al perrito.

La casa tenía un barandal alto, debajo tenía tapado, así que, no podía sacarlo.

Recuerdo que, pasaba por ahí un señor, me preguntó, lo que estaba haciendo.

Le platique lo que pasaba con el perrito.

Me ayudo a sacarlo de la casa.

Prometí cuidarlo.

Cuando lo llevaba en el camino, dado que yo no era muy grande, me canse.

Entonces me puse a buscar en un bote de basura.

Había muchos cables rotos, los uní e hice con ellos un lazo.

Fue más fácil llevar al cachorro a casa.

Pero, faltaba lo más importante, que el perro fuera aceptado.

Mi padre no quería animales en casa, ya lo había sentenciado.

Como hacía unos dos meses que había llevado a un cachorro, por descuido de todos o falta de costumbre, me baje de la cama, sin checar.

Pisé la patita del perrito y se la quebré.

El cachorrito lloraba mucho, mi padre enojado, se lo llevo a tirar lejos de casa.

Sentí mucha culpa.

Mi madre se puso muy seria al verme llegar, me advirtió que no pasaría nada bueno.

Me arriesgue, no podía dejar al perrito.

La primera comida de mi perro: un huevo estrellado.

Así, esperamos la hora de llegada de mi padre.

Cuando llego, ninguna de las 3 se atrevió a decir nada, hasta mi hermanito guardo silencio y eso que era el más emocionado.

Cuando mi padre descubrió al perrito, junto al refrigerador, lo miro, cuestiono de donde había salido.

Fue entonces que mi madre me miro.

Yo fui a verlo, con la cabeza agachada, esperando que me pegara por desobedecer, después de lo que había pasado con el otro cachorrito.

Hubo un silencio.

Pero mi padre, aunque fuera muy duro, no lo era del todo.

Me dijo que terminara de comer, porque, me iba a pegar.

Lo vi agarrar un trastecito donde le habíamos puesto agua, le pregunto a mi madre si ya había comido.

Y abrió el refrigerador, trozo tortillas y las puso a remojar en el agua.

Se sentó a comer.

Si me pego, pero, no de inmediato.

Aunque, estuviera enojado, también ayudo a cuidar del perro, al que llamó: PEOPLE