Red nunca se había sentido tan mal luego de matar, menos cuando sus víctimas eran bestias salvajes como los gnolls, pero algo sucedía, algo que se escapaba de sus habilidades.
Luego de sentir la voz de Seradriel cayó en un sueño del que no podía despertar, y así estuvo varios días, repitiendo en su mente acongojada la visión de un mal indescriptible, un ser que le parecía tan familiar pero que nunca había visto, la silueta de un hombre joven, en apariencia débil, ataviado con ropas verde toxico, de una cara que no podía distinguir, y cabellos blancos, tan largos que tocaban abultadamente el suelo. Era como verse a un espejo, un espejo que le mostraba algo completamente diferente a su reflejo, entonces el espacio se volvía oscuro y desde aquella figura maligna comenzaban a abrirse innumerables ojos que parecían llenar toda su mente.
Despertó, cuando después de toda una vida, comenzó a tener miedo, miedo a ser débil.
Lo primero que vio al abrir los ojos fueron los luminosos ojos de Seradriel, estaba junto a él, y se vio muy feliz al ver que despertaba. Le pareció tan misteriosamente bella, a pesar de no ser humana.
-Seras- le dijo, acortando su nombre;- qué paso, dónde estoy-.
-En mi casa- respondió una voz ronca e imponente, venía detrás de la Elfa.
Aún confundido se sentó en la cama donde había estado durmiendo, y vio al hombre que le había contestado su pregunta.
-no seas grosero Mork- intervino Seradriel;- él es, mi compañero, vivo con él, tu salvaste mi pueblo, lo menos que podía hacer era cuidar de ti-.
-¿compañero?-preguntó Red, más preocupado de la relación del gigante grisáceo con su nueva amiga.
-Su marido- dijo Mork en un tono severo;- y ahora que estas mejor puedes irte-.
-Eso no es preciso, pero da igual, no te echaremos de aquí, nos salvaste a todos, esta también es mi casa y eres mi invitado-.
Mork cruzó los brazos y refunfuño a voz baja.
-Nunca me había sentido tan mal luego de una pelea-.
-es normal, algo nos trae a Xera, no es algo natural, lo sé, tardaras en adecuarte a este mundo, estaré aquí para ayudarte, cuando te sientas mejor tendremos una conversación con el anciano del pueblo, él te explicara mejor que yo todo lo que necesites saber-.
Redhand escuchó y no escuchó al mismo tiempo, volvió a recostarse y pensó: "está casada...".
No pudo mantenerse despierto y volvió a dormir, a pesar de no querer estar en aquella pesadilla, como si su cuerpo estuviera devastado por el esfuerzo que tan solo le daba respirar.
***
Ya era de noche y una suave lluvia hacia ruido en el tejado.
Seradriel estaba viendo por la ventana que daba al patio, como si sintiera nostalgia a cada gota. Red la vio cuando por fin pudo despertar. Pero quien lo recibió esta vez fue Mork, poniendo su mano en el hombro del asesino.
-Ha estado pendiente de ti por varios días, le dejaste una buena impresión- le dijo el gigante que tampoco parecía del todo humano, Red medía a lo poco un metro noventa pero Mork se encumbraba por sobre los dos metros, su piel era gris y tenía tatuajes tribales en su rostro y brazos, de su quijada asomaban algunas espinas que le daban el aspecto de un monstruo;-yo también te agradezco, solo no habría podido con los gnolls, pero a los aldeanos tendrás que ganártelos, te temen, esos ojos tuyos no son normales-.
-no lo son, y hacen bien en temerme, son pocos los que en mi vida no me han temido, y han salido heridos, todo cuanto me rodea es peligroso, letal-.
-me he enfrentado ante el mal viéndolo a los ojos- se incorporó Seras al notar la conversación;-tu a mí no me das miedo, por el contrario, todo Zurvarat es afortunado de tenerte aquí, dales tiempo y te querrán como lo hicieron conmigo y Mork-.
-Tu Mork, ¿tampoco eres de acá?-.
-Del norte, en Ciudad Foro, provengo de los interiores de la Montaña Ardiente, soy medio orco, medio humano- Mork apretó fuertemente el hombro de Red esta vez;- Seradriel es mi compañera, como ella dijo, mi esposa, como yo te dije, solo quítale los ojos de encima y nos llevaremos bien-.
-trataré- rio Redhand poniéndose de pie;-¿hay comida?