Domingo.
Día 29.
Ciertamente, Levi comprendía la situación actual, pero no podía evitar sentirse feliz en ese momento. David accedió a ser cargado en su espalda después de haber pasado un tiempo de pie en una clínica veterinaria y eso era lo que mantenía a Levi contento.
El poco tiempo que pasaban juntos en privado lo utilizaban para conversar; en esa ocasión, escuchar la respiración tranquila y algunos pequeños quejidos fue interesante para Levi. Una nueva forma de conocer a David, mientras este dormía.
Ahora se dirigía al restaurante donde trabaja en el servicio de car-wash para invitarle el desayuno; en lo que esperaba a que todas sus mascotas fuesen vacunadas y aumentar las posibilidades de adopción. Según lo que él sabía, David tenía que ir a la casa de Lucas por su medicina y esa era la situación que Levi comprendía, la razón por la que David estuviese tan cansado.
No era por desconfianza, pero a Levi le costaba aceptar de que Lucas fuese todo lo que le explicó esa mañana al reunirse. Recordar que ese mismo hombre los había ayudado a todos a reencontrarse; era difícil imaginarlo como un homicida, aunque no imposible si tomaba en cuenta su forma de analizar la situación y a las personas.
—David —lo llamó con dulzura, besándole una y otra vez la mejilla con la mayor suavidad que podía—. Despierta, dormilón, ya es hora de desayunar.
—Levi, en público, no —murmuró somnoliento, entreabriendo los ojos para encontrarse su sonrisa—. ¿Qué sucede? —Soltó con suaves risas al recibir más besos por su mejilla.
—Estamos seguros y nadie te va a lastimar si estoy aquí; solo quiero besarte un poco más. —Presionó con más fuerza sus labios en la mejilla del contrario, sintiendo las manos de David alrededor de sus hombros—. Todo estará bien, ¿de acuerdo?
Levi no se explicaba el porqué David se ponía tan suave después de tomar una siesta. Lo único que él hizo fue corresponder a su abrazo, sintiendo que David estaba ocultando su rostro contra el hombro de Levi.
Fue un poco escalofriante reconocer que la primera vez que se mantuvieron tanto tiempo abrazados, como en la actualidad, fue después de escuchar a David llorar hasta el cansancio luego de haber despertado en aquella clínica.
Las palabras de Lucas habían permanecido al lado de Levi durante esas horas de espera; luego de ser informado del infarto, después de unos minutos tan tensos sin saber nada de David y encontrarlo desorientado al despertar. David pudo haber desaparecido en ese lugar; ahora que estaba juntos, a punto de disfrutar un desayuno, Levi agradeció cada segundo de vida.
—Tienes que comer un poco, ¿sí? —Exclamó con suavidad cerca de su oído. David asintió despacio, sin querer quitarse aún de su lugar—. Vamos a recuperar esos kilitos que te hacen faltan, ¿bien?
—Buenos días, retoños —saludó Rubén, bastante alegre al ver la pequeña escena y a David, con más color que antes—. ¿Qué van a desayunar?
—¿De qué tiene antojo el bebé? —Consultó risueño, recordando que unas pastillas que le recetaron le daba bastante hambre de cosas poco usuales—. Perdón, solo fue una broma —se disculpó al verlo avergonzado por la pregunta—. Ya, ya, perdón, David. —Terminó dándole un beso en la frente.
—Quiero una hamburguesa —respondió en voz baja, recargándose de su hombro en lo que veía el menú—. Esta se ve rica. —Señaló una de las fotografías—. Pediré esta y una Coca-Cola con vainilla, por favor.
—¿Y tú? —Volvió la mirada en Levi, quien seguía viendo asombrado lo que pidió David—. ¿Qué te sirvo?
—Un vaso con agua —respondió seguro, esbozando una sonrisa burlona—. Siento que David no se terminará esa hamburguesa, así que, de ahí comemos los dos.
—Ya les traigo las bebidas.
Una vez que Rubén se marchó David se volvió a acomodar, aferrándose del brazo de Levi y buscando a quedarse dormido nuevamente, cosa que él evitó o el resto del día David se pondría de muy mal humor.
—Levi...
—¿Qué pasa? —Preguntó en voz baja, de la misma forma en que David lo llamó.
—Quiero cometer una locura —expresó titubeante, sintiendo que sus ojos se humedecían lentamente—. Lucas me dijo que no estaría en casa por la mañana y... puede que oculte algo en su habitación.
—¿Evidencia, tal vez?
—Las pocas veces que solía ir con mis padres me prohibía entrar a su cuarto; incluso cuando me quedé con él, nunca vi su habitación con la puerta abierta o sin seguro.
—Sí, realmente, es una locura.
—Pero... si encuentro alguna pequeña cosa que pueda ayudar a mi papá, entonces habrá valido la pena lo que nos encontremos.
Ver la determinación de David en ese momento trasladaba a Levi a su misma realidad, la cual era peligrosa y solitaria. Por supuesto, lo poco que sabían era que Lucas no buscaba a David, solo a Benjamín; pero nada le aseguraba en ese instante que, de encontrarse algún problema, Lucas no trataría de atacar a David también.
Decirlo con esa facilidad era como si ambos estuviesen en una escena de acción; sin embargo, estaban en la vida real y cualquier pequeño error podría causar graves consecuencias.
David no parecía comprender eso, era como si ignorase la información recibida. No era ningún héroe, ni un habilidoso personaje de combate; es más, Levi estaba preocupado de que desease aventurarse teniendo un pie roto y disponiendo de muy poca movilidad.
—Está bien, vayamos —aceptó sonriente, viéndolo cambiar de una expresión tensa a una más calmada—. Primero, comamos.
Cuando la comida llegó David la agradeció bastante con cada bocado que daba, saboreando contento una gran hamburguesa. A pesar de que, al principio, no se veía tan animado por comer eso era diferente en el momento actual. Casi se podía decir que el olor entrante le abrió le apetito de inmediato.
Levi tomaba algunas papas del entorno, sujetándolas con fuerza para evitar que David se diese cuenta que estaba temblando. Lo mejor que pudo hacer fue sonreír cada vez que sus miradas se encontraban y comentar algún detalle gracioso por la forma tan voraz en que David se comía la hamburguesa.
Ninguno de los dos era un héroe, pero Levi no se arrepentía de esa decisión que tomó. De cualquier forma, iba a proteger a David y lo vería sanar a su ritmo, después de que encontrase la evidencia necesaria para atrapar a Lucas; porque ambos eran un equipo y Levi estaba, indiscutiblemente, enamorado de David.
[. . .]
Esther y Benjamín acababan de regresar de misa, siendo la primera vez que David no asistía con ellos. Lo primero que hicieron fue separarse al cuarto y la cocina, respectivamente; mientras Benjamín continuaba trabajando, Esther fue a cambiarse y refrescarse un poco en el baño.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvieron la casa solo para ellos; pero ninguno de los dos pensó en quedarse junto al otro. Benjamín estaba seguro que Esther querría estar sola o era eso, lo que ella le hizo notar por los últimos días. En cambio, Esther no quería acercarse a Benjamín por haber ocultado cosas que eran importantes y ella estaba más que segura que seguía ocultando más.
Las gotas caían lentamente una a una por el grifo de la pequeña tina, mientras Esther se sumergía un poco más de lo que le permitía el espacio. En general, no era la mejor casa que pudiese tener el vecindario, pero tuvo su momento especial para ella.
Benjamín, David y Esther se mudaron después de haber vivido tan cerca de Lucas; prácticamente, pasaron un par de años viviendo con él hasta que Benjamín decidió que necesitaban su propio hogar. El primer día Esther pensó en lo acogedor que era el lugar y lo mucho que podrían disfrutar en familia; esa misma noche, Benjamín llegó con un David asustado, llorando desconsoladamente con una voz afónica y solo cuando Esther lo cargó, él consiguió calmarse entre sus brazos.
Nunca comprendió qué había ocurrido, tampoco al ser llamada para atestiguar la desaparición del alcalde –al igual que Benjamín– y un posible homicidio de una persona tan cercana a la familia de su esposo.
En ese momento, recordó un extraño comportamiento en su hermano mayor y también en David en aquel entonces. Antes de que ella llegase al tribunal Benjamín le aconsejó decir todo lo que había notado en Lucas días antes; tanto lo malo como lo bueno, porque del resto se encargaría el juez y ella había notado un comportamiento inapropiado más que uno decente.
Esther nunca se imaginó que eso levantaría una orden de restricción en contra de su propio hermano y esa tarde, después de salir, Lucas le dirigió la mirada por última vez y con mucha decepción por lo que provocó. Esther había olvidado que en ese país, la palabra de todos valía por igual y la suya dijo demasiado de Lucas.
Si Benjamín le hubiese explicado todo desde un principio, no habría dicho nada acerca de su hermano con tal de protegerlo, con tal de no haber visto esa molestia en su mirada. Esther sintió que le había fallado a Lucas.
Sin embargo, solo contar con la presencia de Benjamín y David le otorgaron muchos años de felicidad, los que ahora se convertirían en dolor. Esther se sintió egoísta, deseando volver a los primeros años en esa pequeña casa, cuando la tina parecía ser suficientemente espaciosa para ella, a los días, donde Benjamín sonreía con más frecuencia.
—Benjamín... —Susurró despacio, manteniendo la vista centrada en sus rodillas.
Su matrimonio se había roto sin siquiera haberse dado cuenta de en qué segundo se formó la primera grieta. La voz de su conciencia iluminó esa revelación, una que no podía estar tan errada, ni alejada de la verdad.
No era por la ausencia del coito. No era por las mentiras en el trabajo, ni la forma de esconder secretos. Nada de lo que, normalmente, se veía en un declive entraba en ese matrimonio.
David. Recordar el primer día en que llegaron fue suficiente para darse cuenta que ahí comenzó a fracturarse. Benjamín, solo estaba en casa por David y solo bastó prestar atención a los pequeños detalles. La necesidad de regresar con él, de renovar con extrema puntualidad la orden de restricción, de traerlo desesperadamente a casa; los monitoreos de cada visita que hacia Lucas y hasta el de temer porque el mismo David tuviese que quedarse con él.
Una vez más, Benjamín le estaba ocultando algo de vital importancia y lo peor, para Esther, es que la única respuesta que le ofrecía a sus preguntas era paciencia.
—Benjamín, tenemos que hablar...
Esther se acomodó la bata de baño mientras avanzaba hacia la cocina al no escuchar ningún sonido en el comedor, ni siquiera el del ventilador de la laptop. Tuvo cuidado al caminar, ya que estaba chorreando agua por todo el suelo; porque ya no podía esperar más.
David podría regresar en cualquier momento y perdería su oportunidad de hablar con Benjamín; para su sorpresa, no había nadie en casa.
Esther se acercó a la mesa encontrándose con todas las hojas esparcidas en desorden. Habían muchas marcas con colores fluorescentes encerrando valores y señalando notas que Benjamín se dejó a sí mismo; la mayoría de sus recordatorios eran incomprensibles para Esther. No comprendió algunas de las cosas que estaban escritas, ni el porqué había garabateado en las esquinas.
Pegada a la laptop había un pequeño papel con el nombre de Esther escrito en mayúsculas. Al tomarlo y desdoblarlo se encontró con un pequeño mensaje, no menor a dos renglones.
❝Iré por David.
Nos vemos más tarde❞.
Dejando caer el papel, este hizo contacto con el agua del suelo absorbiendo todo lo que cayese encima suyo; las gotas que caían desde la punta del cabello de Esther y las lágrimas que brotaban de sus ojos.
El teléfono estaba frente a ella, siendo completamente capaz de llamar a Lucas y preguntar si Benjamín había llegado, incluso si David estaba en casa en ese momento.
Nada le impedía realizar esa llamada, a excepción de la mirada de su hermano y su comportamiento después de esa tarde. Esther tuvo un muy mal presentimiento al no tener nada en mente más que la idea de haber causado suficiente dolor en la vida de su hermano. Ya no volvería a interferir.
[. . .]
Una corazonada le indicó a Levi que las cosas no estaban bien, esto desde que vieron el auto de Lucas estacionado frente al restaurante sin ninguna señal de él por los alrededores.
David estaba seguro que tendrían poco menos de una hora para entrar a la casa y revisar en su habitación; porque lo único que conocía de su tío era que atendía llamadas a partir del mediodía, por lo que ahora estaría almorzando para llegar a su hogar después de ello.
Las cosas se complicaron al llegar a la residencial y no aceptar que entrasen sin algún tipo de identificación. Levi dejó su identidad, mientras David les entregó su carnet de estudiante. Los guardias no estaban convencido, pero fue una hora el tiempo que les dieron para entrar y salir de esa casa, o ellos llegarían a sacarlos de ser necesario.
Una hora. Era una señal para Levi que dentro de esa hora algo ocurriría; ante ello trató conseguir calma porque, en caso de que David se pusiese nervioso, alguien debía estar tranquilo para enfrentar la situación. Sin embargo, sus piernas le estaban temblando cuando llegaron a la casa y una necesidad de fumar lo invadió cuando se bajaron del auto.
Levi abrió sigilosamente la puerta, evitando el mayor sonido que pudiese provocar algún rechinido. Aunque la casa estuviese sola no podían confiar abiertamente a esa posibilidad.
—Ahí están mis pastillas —susurró David, señalando la bolsa de papel que descasaba sobre la mesa cercana al sofá unipersonal—. Primero iremos a su habitación, después las recogemos.
—¿Podrás subir las escaleras? —Consultó en voz baja, viéndolo dirigirse al inicio de las mismas—. Te llevaré en mi espalda.
Ambos se sintieron diferentes dentro de la casa. Será porque no había pasado mucho desde su primer beso juntos, la noche de películas con todos y la primera vez que David conoció sus recuerdos bloqueados.
Había un gran abismo separando gratos recuerdos con una verdad oscura y ellos parecían tambalearse al caminar por un lazo entre ambas cosas. La tensión que se había formado mantenía cada sentido en alerta, más los de Levi al prepararse mentalmente para cualquier inconveniente.
—Oh, dulce Señor —exclamó David cuando Levi abrió la puerta del cuarto.
Los dos se sorprendieron de que Lucas durmiese en un lugar como ese. Su habitación era espaciosa, mucho más que la sala y la cocina unidas. La cama de Lucas era matrimonial con un estilo victoriano, por lo tanto, había un par de cortinas colgando para cubrir ese espacio.
Había tanto por ver, pero muy poco tiempo para revisar cada artículo. Lucas dormía como un rey o eso daba a entender por sus lujosas posesiones; a David le hubiese gustado haber conocido el cuarto cuando no conocía nada, porque hubiese bromeado con su tío e incluso, habría tomado la siesta en esa cama que a simple vista se veía cómoda.
Desde el inicio estaban seguros que sería complicado encontrar alguna evidencia; pero al verse dentro de la habitación no contaron con todo el espacio que debían explorar. De cada extremo había una puerta, si tenían suerte, una sería el baño y podrían descartarlo en la búsqueda.
Levi dejó a David en el suelo, cerca de la cama y frente a la mesita de noche para comenzar a buscar entre sus cosas; en cambio, Levi decidió ir a lo que parecía un ropero, aunque bien podría ser una pequeña habitación para toda su ropa.
«Una hora no nos ajustará para abarcar toda su habitación». Pensó angustiado, abriendo la primera gaveta. «Incluso aquí tiene guardado libros».
En alguna película David vio que los sospechosos guardaban cosas entre las páginas, hasta crean libros huecos para ocultar mejor algún objeto. Esto no ocurrió con Lucas, pues eran libros comunes y corrientes, y para la desgracia de David, la trama era muy erótica.
—David —alzó un poco la voz, al verlo espantarse con lo que leyó—. Procura no concentrarte en lo que dice, solo en buscar alguna llave o algo que esté fuera de lugar.
—Lo siento, no pude evitarlo —murmuró bajo, colocando los libros a su lado para revisar el fondo de la gaveta—. ¿Encontraste algo?
—No... Más bien estoy buscando mi humildad, porque Lucas me está pegando muy duro en la pobreza con toda esta ropa.
—Ah, no creas que no me siento así —suspiró junto con Levi, al ver todo lo que él poseía—. Me pregunto si, en verdad, se puede ganar tanto solo por un local de ropa. Ni siquiera conocía la tienda hasta que Paris me mostró.
—No lo sé, solo sé que aquí no tiene nada y eso que ya revisé dos veces. —Al golpear las paredes, tampoco encontró ningún ruido hueco—. Voy a revisar este cuarto.
David no encontró nada en la primera gaveta, pero al intentar abrir la última fue en vano, estaba trancada. Una sensación de alegría y temor invadió su cuerpo; en parte podría ser una evidencia y por la misma razón, era inquietante. Lucas estaba ocultando algo.
—Levi, Levi —llamó apresurado, consiguiendo que volviese la mirada en él—. Ayúdame a abrir aquí.
—Espera, ya no sigas forcejeando o te irás con todo y gaveta —lo regañó, avanzando rápidamente para mantener firme la mesita en lo que David halaba—. Vamos, con más fuerza.
—No... No se abre —gruñó, luego de colocar el pie para hacer más fuerza—. ¡Ábrete!
Ambos se tambalearon cuando David no pudo seguir halando. No importó lo mucho que trato de sacarla, lo que estuviese atascado parecía imposible de quitar.
Levi se reincorporó fijando su mirada en David y notar que él estaba bastante desesperado por encontrar algún objeto valioso; solo desvió la mirada fuera de la ventana para darle un momento de reponerse.
Si continuaban de esa forma no llegarían a encontrar nada. Necesitaban un plan y más que solo una hora para darle la vuelta entera a la habitación.
—Levi...
Tuvo un problema al escuchar el resto, porque en ese instante su corazón se había acelerado con gran temor. David continuó llamándolo con un poco más de claridad en cada intento por conseguir su atención; hasta que, finalmente, consiguió que Levi volviese la mirada en él al escucharlo hablar muy alto.
—Hay algo debajo de la cama —informó sonriente—. Se ve que hay muchas cajas escondidas. Ven a ayudarme.
La saliva pasó por su garganta con dificultad porque tenía que decirle lo que acababa de ver fuera de la ventana. Cuando creyó que había mantenido la calma, lo único que pudo hacer fue sentarse a su lado y tomarlo por los brazos.
—David... nos engañó —titubeó un poco, consiguiendo que David ampliase la mirada con sorpresa—. Lucas no está en el restaurante, está afuera... en el patio, en su piscina —explicó con un poco más de calma.
David se cubrió la boca evitando gritar, solo pudo emitir un leve sonido que no expresaba lo asustado que se encontraba al escuchar esa noticia. Ahora, tendrían que ser más silenciosos que antes o serían atrapados.
—Tenemos que salir de aquí antes de que nos encuentre...
—¡Lucas! —Escucharon la voz de Rubén en la parte de abajo, poco después abrió la puerta principal—. Lucas, te traje el almuerzo, ¿en dónde estás?
—Maldición —Levi expresó a media voz. Los nervios lo estaban traicionando justo cuando más necesitaba mantener la calma—. Quédate aquí, mientras reviso afuera y pienso en cómo saldremos de esta casa... Quédate aquí, ¿sí?
—Voy... Voy a revisar alguna de las cajas —exclamó tartamudo, consiguiendo la valentía de poder observarlo a los ojos—. No te acerques mucho a ellos, ¿bien?
—Todo va a estar bien —prometió dándole un beso en la mejilla, antes de abrazarlo—. Lo lograremos.
[. . .]
Lucas observaba la luz distorsionarse bajo el agua, ahí donde se encontraba, la temperatura resultaba muy fría aunque estuviese haciendo un buen sol. Poco a poco dejaba escapar las burbujas y pronto necesitaría subir por oxígeno.
Alguna vez le dijeron que, después de un gran infierno, una persona llegaba a morir tranquila si la muerte resultase por ahogamiento. De todas las formas en que pudo pensar para terminar con su vida fue esa la que menos le llamó la atención. Por alguna razón, Lucas deseaba ahorcarse ese día, quería terminar con su vida por la sofocante caricia de una soga y algo le decía que sería honorable terminar de esa forma.
No pudo volver a sentir esa necesidad después de pasar cada día siendo vigilado por Rubén, incluso hoy en día, seguía él continuaba llegando para verificar que todo estuviese bien. Todo lo estaba. Simplemente, ser salvado espantó todo encanto por el suicidio y fue extraño, porque Lucas estaba seguro de su deseo por morir.
A pesar de que David fue una de las personas que lo incitaban a continuar, Rubén superaba un peldaño más grande en esa lista de prioridades; aun así, Lucas sintió que faltaba algo por resolver en su vida. Al pensar en Benjamín, pareció rellenar ese vacío en esa lista mental. Los dos tenían un asunto pendiente y esperaba la oportunidad para terminar con ese único problema.
Independientemente de, si lo resolvía o no, Lucas sintió que seguiría viviendo muchos años más sin volver a sentir ese, peculiar, deseo de suicidarse con la mayor paz del mundo, siento ahorcado hasta que su cuerpo presentase un efecto de péndulo después de quedarse inmóvil para siempre.
Aun ahora, había una única persona en ese retorcido mundo por la que valía la pena vivir. Además de sí mismo.
—Unos cinco segundos más y me hubiese lanzado. —Rubén no se veía muy contento cuando lo vio acercarse hacia él—. ¿Te sientes bien, Lucas? —Cambió su actitud del comienzo para transmitirle una genuina preocupación—. Mejor sal de ahí y ven a almorzar conmigo.
—Quédate un ratito más —pidió con una ronca voz, bastante profunda y encantadora—. El agua está rica —comentó una vez más cerca, tomándolo de la muñeca para sumergir la mano de Rubén en el agua—. Podemos olvidar la comida y chapotear un poco por aquí.
—Tengo que regresar a trabajar —objetó entre risas sintiendo que Lucas estaba halando demasiado—. Si tanto quieres jugar, ¿por qué no me haces lo de la última vez?
—¿Cómo te explico que eso me causó un pequeño problema? —Cerró un ojo en lo que torcía una sonrisa—. Ah... Tanto con Gustavo, como con los muchachos.
—¿Qué pasó? —Amplió la mirada asombrado.
—Rubén, no te me hagas el inocente —pidió riéndose, pero él no parecía comprender qué había ocurrido—. A la mañana siguiente, después de que estuviésemos jugando con ese sofá, Gustavo creyó que te había cogido y no solo él, también el chico que le gustaba Natalia me habló muy avergonzado porque escuchó el escándalo que armaste con ese sofá vibrador.
—¡No te creo! —Expresó ruborizado, llevándose las manos a la boca—. ¡¿Y qué le dijiste a mi osito?!
—Pues, que solo estábamos jugando con eso.
—Ay, no, pobrecito.
—Pobrecito yo, no me jodás, que tu osito casi me da un puñetazo si no le hubiese mostrado que el sofá vibraba, porque no me estaba creyendo la historia.
—¡Qué pena! Debiste decirme que estaba haciendo mucho ruido —volvió a reprenderlo, frunciendo ligeramente los labios—. Ahora me voy a escuchar mejor para evitarme estos malentendidos... ¡Ay, no, de verdad me siento mal por eso!
—¿Aún quieres jugar? —Preguntó con malicia, recibiendo un chapoteo en el rostro por parte de Rubén.
—Al menos, estás lo suficientemente bien para bromear de esa forma.
Rubén tuvo que inclinarse para alcanzar su frente y besarla por un largo tiempo, antes de ser atrapado por Lucas. Un brazo lo mantenía unido a él y el otro se apoyaba del borde para poder alcanzarlo.
Lucas cerró los ojos, disfrutando de ese momento tan especial con su mejor amigo, su compañía era especial. El primer y único hombre con el que podría recorrer el mundo entero, para vivir cada experiencia que se les presentase en su camino. Si Rubén estaba ahí, todo tenía un agradable olor a pan recién horneado, era el olor de tener un hogar al cual regresar.
[. . .]
Un poco más. Las manos de David no podían mantener el agarre con tanta fuerza y solo faltaba un poco más para sentir que cundiría al pánico.
Las cajas que encontró contenían varios álbumes de recuerdos, algunos no podían ser abiertos sin la combinación del candado; pero los que estaban a su disposición causaron un desbordamiento de emociones atrapadas, más que de recuerdos al ver las fotografías y reconocer el espanto.
Una obra de teatro, un primer día en la escuela; salir de viaje, ir al parque, caminar cerca de los juegos. Habían fotografías que David recordaba al lado de sus padres, pero no con la presencia de Lucas en su entorno. Lo que insinuó en que su tío estuvo muy cerca de él sin el consentimiento de sus padres y lo que mostraba las fotografías era un acercamiento con cada escenario.
David tuvo que tomar una pausa al ver los objetos de una forma borrosa. Estaba sintiéndose mareado, casi a punto de regresar la hamburguesa o de perder el calor de su cuerpo.
Si llevaba alguno de esos álbumes podría tener mejores respuestas por parte de sus padres; pero habían tantos que no era capaz de concentrarse en cuál de ellos sería la mejor opción. Tal vez, llevarse la caja entera seria la mejor opción porque, además de sus fotografías, Lucas había conservado los juguetes que tuvo en su niñez y eso era demasiado escalofriante para David.
La siguiente caja parecía estar llena de recortes de periódico. Lo primero que le llamó la atención a David fue el álbum de fotos, encontrándose con un Lucas mucho más joven que el actual.
David ahogó un grito por la sorpresa de encontrarse a su tía Margaret al lado de Lucas; lo sorprendente fue ver una replica casi exacta de su tía del otro lado. Ese debía ser Aylen, su tío; lo que fue sorprendente porque su tía nunca había mencionado tener un mellizo.
Era complicado diferenciarlos en las siguientes fotografías, ya que Aylen usaba el mismo largo de cabello que Margaret y ambos no se separaban de Lucas en las siguientes fotografías. Encontró a Esther en algunas fotos y a verías personas que desconocía. Rubén no había cambiado nada, se veía igual, incluso ahora, parecía más joven de lo que se mostraba en las fotografías.
Hubo un momento donde Benjamín y Lucas se conocieron, al menos, las fotos indicaban que tuvieron un primer acercamiento en la boda de Esther y Benjamín. Mientras más avanzaba en el pasado se percató que Lucas era un gran bufón, pasándola sonriente y haciendo alguna clase de payasada.
David encontró algo que no se esperaba, ni siquiera era útil para la investigación secreta del homicidio.
Lucas se había casado con su tía, ya que hubo una fotografía de su boda y la de su beso. Las siguientes mostraban a un Lucas no tan feliz en su entorno; en ese momento, David estaba dudando de que fuese Margaret, a pesar de que estaba en vestido, su rostro se veía diferente a lo que conocía de su tía.
Hubo una gran confusión en ese instante. Quien debía ser Aylen, estaba presente de igual forma luciendo un elegante traje y acompañando a su hermana; eran sus rostros los que hacía dudar a David de quién se había casado con Lucas.
Aylen, pudo haber sido quien consiguió casarse con él si pensaba en el año de la boda; contando con la historia del país y lo que él mismo Lucas le había contado. No hubiese sido celebrado la boda de dos varones, ni bien visto o recibido por la sociedad. Viendo que eran mellizos, cualquier podría confundirlos de esa forma y David se quedó con ese pensamiento.
Lucas no estaba feliz por casarse, eso era una evidencia para poder asesinar a su esposo. Ahora, solo tendría que ir con su tía para escuchar lo que ocurrió en esa boda, incluso con su padre al ver que él también estuvo presente ese día. La pregunta ahora, sería saber por qué asesinó a Aylen.
❝Hoy te vi, de nuevo, cruzando la calle hacia ese mismo bar en donde te vi por primera vez.
Supongo que estuviste esperando mi carta, porque este es un juego muy divertido entre nosotros y quiero creer que estás tan impaciente por verme como yo lo estoy, por presentarme.
Bueno, señor Knight, tendrás que esperar un poco más.
Por favor, solo espera un poco más❞.
Lo único que David tuvo que hacer para obtener una posible respuesta fue dar vuelta a la siguiente página, dejando caer una carta. Ahora, con solo leer el mensaje escrito, todo daba a entender que Lucas tuvo o estuvo por tener un amante, y quién mejor candidato que su vecino.
Si él no sabía que Aylen había logrado casarse con Lucas, significaba que muy pocas supieron de esa boda y a ojos de cualquiera, Lucas pudo continuar una vida como si estuviese soltero. Habían dos personas a las que debía interrogar y eso era una buena señal para él.
Mientras David continuaba leyendo las pequeñas cartas que encontraba a medida pasaba las páginas, Aylen, la chihuahua, estaba despertando de su siesta en la pequeña habitación que estaba dentro de la alcoba de Lucas.
Ella aún no estaba tan acostumbrada a su nuevo hogar; pero Lucas había conseguido que aprendiese a utilizar la pequeña puerta para salir y entrar cuando quisiera. Una vez que se estiró fuera de su habitación escuchó el sonido de movimiento dentro de la recamara de Lucas, insinuando que era él movió la cola mientras caminaba para jugar un poco.
La pobre chihuahua se asustó con la presencia de David y él, con la de Aylen. La operación fue frustrada cuando comenzó a chillar aterrada, dejándose caer en el suelo al sentirse indefensa.
—¡Aylen! —Gritó Lucas, saliendo lo más rápido que pudo de la piscina para acudir a su rescate—. ¡Rubén, quédate abajo!
Levi regresó al cuarto, encontrándose conque David intentaba calmarla y que dejase de chillar, consiguiendo el efecto contrario. A Aylen ya no parecía agradarle los adolescentes si su joven vida fue arruinada por un grupo de ellos.
—Déjala ahí, tenemos que irnos antes de que Lucas suba.
Levi estimaba que tenían unos minutos para esconderse en el ropero, al menos, hasta que Lucas les diese la espalda y pudiesen salir de la habitación a un nuevo escondite, pasando de esa forma hasta conseguir salir de la casa.
Cuando David se aferró de la espalda de Levi sintió que Lucas se daría cuenta de que alguien estaba en su casa por todo el desorden que dejó con las cajas. Por el momento, la única prioridad era esconderse e incluso esa, se vio saboteada.
Levi empalideció al ver el ropero estremecerse, escuchando un gran golpe como si un bate se hubiese caído contra el suelo. David tuvo que sacudirlo por los hombros, evitando hablar para no ser escuchado, consiguiendo solo de esa forma que Levi saliese fuera de la habitación en el momento que Lucas entraba por el ropero.
—¡Lucas, ¿qué está pasando?! —Rubén estaba preocupado por la situación, quedándose frente a la puerta por cualquier emergencia.
—Aylen —llamó con calma, acercándose con cuidado hacia ella para tomarla en sus brazos—. Chiquita linda, tranquila, soy yo —exclamó con dulzura, consiguiendo que ella abriese los ojos—. Ya estoy aquí, Aylen, tranquila.
Lucas, por fuera, estaba manteniendo la calma solo para no asustarla y más al sentir que su corazón estaba muy acelerado, así como su respiración.
Efectivamente, Lucas llevaba consigo un bate, bastante descuidado y maltratado. Salió con lentitud de su habitación para encontrarse con la puerta de la alcoba de David abierta y meciéndose un poco. Rubén subió las escaleras encontrándose a Lucas para el final.
—Quédate afuera con ella, por favor —pidió con un tono muy pesado de voz, por lo que Rubén solo accedió a cargarla y bajar rápido—. Si alguien intenta salir... grita y me encargaré.
Entre tanto, Levi y David estaba escondidos en un ropero más convencional, cubriendo sus bocas para evitar el más mínimo ruido. Ninguno de los dos comprendía cómo pudo salir del ropero si Levi lo había revisado, ni siquiera había alguna pared falsa. Técnicamente, Lucas había salido de la nada sin dar algún aviso de que entraría; fue como si hiciese ruido a propósito para asustarlos y por supuesto que lo había conseguido.
Levi fue el primero en calmarse lo suficiente para atraer a David entre sus brazos y cubrir sus oídos. Esta situación no le convenía nada; solo con sentir su cuerpo temblando estaba confirmado que David estaba asustado.
—No te tengo nada guardado en esas cajas, ¿lo sabías? —Escucharon el nuevo tono de Lucas y sus cuerpos se tensaron en ese momento—. Tal parece que estabas buscando algo prohibido, ¿no?
David pudo ver a través de una pequeña ranura a Lucas sosteniendo uno de los álbumes con seguro; lo peor fue descubrir que Lucas estaba observándolo fijamente.
—Esta es la primera vez que te sorprendo en mi cuarto y veo que no pudiste salir a tiempo —exclamó entre risas, las cuales sonaban como una extrema burla hacia ellos—. ¿Tanto te asusté?
Los dos brincaron cuando Lucas chocó contra la entrada del ropero, segundos después escucharon un débil clic. David estuvo a punto de gritar, pero solo consiguió golpear la madera, esperando que pudiesen salir de ahí.
—Te voy a dar un consejo, para que no creas que soy malo —susurró cerca de la entrada—. Cúbrete la cabeza. Vamos, solo sigue mi consejo y cúbrete la cabeza... cinco... cuatro... tres...
David gritó cuando Lucas tiró contra el suelo el ropero al llegar a cero. Sus cuerpos rebotaron en el interior, pero al haber aceptado ese consejo no tuvieron ningún golpe en la cabeza.
A ese punto, David estaba llorando sin importar si su tío lo escuchaba o no; eso ya no importaba si conseguía terminar con toda esa pesadilla, la que estaba comenzando en ese segundo.
Ambos sintieron un gran peso hundiendo la delgada pared, poco después y por las mismas ranuras se filtró el agua que chorreaba Lucas del cabello. Él estaba sentado encima de ellos, tratando de ver lo que había cazado.
—¿Ya no seguirás gritando? —Se rio por un momento—. ¡Vaya, creí que seguirías! Bueno, al terminar yo seré quien se está divirtiendo con esto, porque es mi casa y acabas de allanar mi propiedad.
De los dos era Levi quien sufría más el aplastamiento, después de que Lucas terminase recostándose para acercar su boca y susurrar:
—¿Cuánto crees que podrás aguantar allí? —Los dos ampliaron la mirada al encontrarse con uno de los ojos de Lucas, mirando a David desde arriba—. ¿Esto es lo que querías? ¿Que te torturase de esta forma? No es muy sano de tu parte buscar esta clase de peligro, ni siquiera sabes lo que quieres realmente y yo, ya estoy bien encabronado.
Levi suspiró, respirando con más libertad cuando Lucas los dejó solos y eso no servía de mucho si la única salida que disponían estaba bloqueada. No demoraron mucho en escucharlo regresar, estampando la mano contra la madera más delgada.
—Me voy a calmar y te dejaré salir, después hablaremos de todo lo que tenemos pendiente, pero te voy a dejar claro una sola cosa antes... —Una vez más dejó caer todo su peso encima de ellos, con la intención de acercarse—. No te metas con mi perra o te dejaré encerrado allí hasta que no puedas vivir en ningún otro lugar más que en este ropero, y te juro que lo haré, Benjamín.
—¡Lucas! —Gritó Rubén, levantándolo de inmediato de su lugar—. ¡Benjamín está aquí!
Lucas se sorprendió. No permitió quedarse mucho tiempo anonadado cuando arrancó la falsa pared del ropero, ahogando un grito al ver quienes se encontraban ahí. Los dos se encogieron asustados y temblorosos, manteniéndose abrazados mientras lloraban agitados por la experiencia que vivieron.
Los pasos por las escaleras no alertó a Lucas porque se encontraba en una clase de trance, observando al par de adolescentes llorando como si hubiesen estado a punto de ser asesinados.
—Lucas...
Al escuchar la voz de Benjamín reaccionó violentamente, asustando a Rubén cuando Lucas lo suspendió chocándolo contra la pared. David pudo levantarse lo suficienta para gritarle a Lucas:
—¡No lo hagas! ¡Por favor, no lo mates!
—¡¿Qué le dijiste?! —Benjamín estaba estremeciéndose, siendo arrastrado a lo largo de la pared—. ¡Dímelo ahora, Benjamín!
—La verdad... —Respondió con dificultad, tratando de empujar a Lucas tanto con las manos como con las piernas—. No puedo respirar, Lucas... Suéltame, no puedo...
—¡Ya basta, por favor!
Lucas desvió la atención hacia David, el que trataba con todas sus fuerzas detenerlo. Sus manos no cerraban muy bien, pero eso no importaba si conseguía que Lucas soltase a su padre con cada golpe que le daba; no podía ver con claridad por sus lágrimas, pero si eso conseguía que Lucas se detuviera seguiría llorando hasta que no quedase una gota más.
Benjamín recibió su segundo aire, a pesar de que Lucas mantenía sus manos en su cuello, podía respirar mejor que antes. No entendía lo que había ocurrido, pero estaba seguro que había sido suficiente para enfurecerlo de una forma sorprendente.
—Levi, sácalo de la casa —ordenó con una suave, pero robusta voz.
Cuando sus miradas se encontraron Levi estaba maldiciendo haber sido traicionado por sus nervios en el último segundo. Acababan de experimentar un horror que mantenía sus piernas temblando con solo saber que Lucas estaba viéndolo fijamente.
Ya no podía caber en su cabeza alguna duda después de ello. Lucas, realmente, había asesinado a alguien y de no hacer algo pronto ellos podrían ser los siguientes.
—¡Llevátelo! —Le gritó con fuerza.
—¡No, Levi, bájame! —David mantuvo la mirada en Benjamín, volviendo a sentir las lágrimas caer de sus ojos—. ¡Lucas, no, por favor! ¡No lo hagas, por favor!
David se aferró de su camisa al sentir que estaba llegando a su límite establecido. El corazón bombeaba con una terrible fuerza, haciéndole sentir que no era el único que estaba aterrado por lo que veía.
A pesar de que Levi lo había cargado corriendo hacia el frente, David podría ver lo que dejaban atrás y la escena se estaba grabando con una terrible lentitud en su mente. Nunca podría olvidar a su tío suspendiendo a Benjamín a lo más alto que alcanzara.
—¡Papá! ¡Papá!
Rubén cerró la puerta, impidiendo que él conociese el resto de la historia. David no podía creer que Dios fuese capaz de abandonarlo cuando lo necesitaba; fue incluso aún más doloroso pensar que sería la última vez que volvería a ver a su padre.