«Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante».
El Alquimista, Paulo Coelho.
Por la noche Lucas llamó a los padres de David para informarles lo que se descubrió en la cita con el doctor; este le indicó que podría decirle a David lo ocurrido para hacerle entrar en razón de su condición. Lucas esperaba que pudiesen llegar a cenar para darle un poco de apoyo a David; sin embargo, se dio la sorpresa de que se encontraban sumamente agotados por el día. No asistirían.
Como era de esperarse, Lucas sería lo más directo e indiferente ante la situación para abordar el tema con su salud física y el psicólogo, porque según el último, David no respondió a muchas preguntas como para ayudarlo.
—¡David, ¿qué haces?! ¡No puedes volar! —Exclamó al verlo con la mitad del cuerpo fuera de la ventana—. ¡Entra ahora mismo!
—Lucas... —Cayó de espalda casi al instante, mostrándose muy pálido y débil.
—No estás actuando, ¿cierto? —Interrogó con un descenso de voz, antes de acercarse.
—Ya no puedo hacerlo... —Comenzó a sollozar. No tuvo de otra que cubrir su rostro.
—Vamos, pequeño estúpido, dime qué te pasó. —Con suavidad le habló mientras se sentaba en el suelo a su lado, dando pequeñas palmadas en su espalda cuando David se reincorporó—. No puedes seguir ocultándolo por siempre, algún día tendrías que sacarlo afuera.
—¿Acaso no conoces del respeto?
—¿A qué?
—Es algo mío... —Le dio la espalda para murmurar—. Con Dios.
Por unos segundos hubo silencio. David creyó que su tío se había ido del cuarto al no sentir las palmadas en su espalda, pero rápidamente se dio cuenta que no era así cuando sintió un golpe en la nuca. Antes de poder voltearse Lucas lo tumbó contra el suelo, lo giró bruscamente para que pudiesen verse fijamente. Lucas se miraba realmente serio.
—¿Lucas? —Titubeó ante la expresión de su tío.
—Por Dios, ¿has estado despierto en el tejado de tu casa todo este tiempo?
—Sí... —Murmuró.
—¿Acaso eres imbécil o algo parecido? Las respuestas no te caen así, David. —Se apartó para dejar que se reincorporase—. Si ya no puedes salir por esa o ninguna otra ventana es porque ya no quiere que lo hagas. ¡¿Es que nunca has visto Todopoderoso dos?! —Le gritó enojado.
—Por un momento fuiste serio...
—¡Hablo en serio! —Cogió una almohada para golpearlo—. Esa película te enseña algo que ni asistiendo a mil eucaristía podrías comprender. —En cada palabra no dudó en lo absoluto al agredirlo con golpes esponjosos.
—¡Deja de golpearme! —Intentó apoderarse de la almohada sin éxito alguno—. ¡Ya no sigas, esto es abuso!
—Escucha. —Suspiró con pesadez al dejar la almohada a un lado—. Por mucho que pidas, ores y todo eso, la manera en que trabaja Dios es complicada de entender, por eso ni le pido cosas. —David rodó los ojos ganándose una bofetada con la almohada—. Aun así, siempre te las da de una u otra forma, depende de ti el saber cómo reconocer sus señales especiales; porque bien, le puedes pedir unidad familiar y él te la dé tal como lo pediste o te dé la forma de cómo hacerlo por tu cuenta.
—Creí que eras ateo —murmuró, frotándose la mejilla impactada.
—No estamos hablando de mí, ni de mis creencias. Estamos hablando de ti y tu relación con el Dios en el que crees, al que le rezas y por quién estás de esta forma. —Se llevó la mano contra el pecho—. No vendré a decirte que eres un idiota por hacerlo, porque lo menos que necesitas ahora es que vengan a atacarte más de lo que tú mismo te haces.
Lucas observó atentamente a David, notando lo callado que se había quedado de repente. Era consciente de la imagen tan despreocupada que tenía su sobrino de él; sin embargo, alguien necesitaba hablar sin preocupación alguna con David y él estaba ahí para hacerlo.
—Encontrarás diferentes tipos de personas a lo largo de tu vida. De vez en cuando te harán sentir mal y se marcharán dejando un daño irreversible en ti; otras, por el contrario, te harán tan feliz que no entenderás por qué y lo único que necesitas es agradecer por ello. Algunas te dirán:
«Es imposible, mejor abandona el proyecto».
—De una forma tan sutil te harán abandonar todos tus sueños, ambiciones y metas. Serás la marioneta que manipulan. En cambio, otros podrían darte la sugerencia de:
«Será difícil, pero podemos lograrlo».
—Y tal vez fallen al final, y eso puede ser una señal para obtener experiencia y vencer en el siguiente obstáculo. —Durante un lapso de tiempo en silencio, Lucas continuó hablando al ver que David deseaba escuchar hasta el final—. Todo esto posiblemente es algo que ya sabías. Desde que naciste hasta este punto es probable que te repitan cientos de veces acerca de lo que pueden provocar otras personas en tu vida; pero quiero apostar a que nunca te han dicho cómo debes amarte a ti mismo y lidiar con tu propia persona. No te han enseñado lo esencial de la vida...
Lucas se sorprendió al sentir a David cayendo con lentitud para apoyarse en su hombro, recostando la cabeza. Le dedicó unos segundos para observar a David acomodarse, apoderándose de la almohada para abrazarla. Para Lucas, era la primera vez que David se comportaba de esa forma.
—No puedo decirte que te enfoques en el lado positivo de las cosas, porque no existe por separados —prosiguió con suavidad, flexionando el brazo para acariciarle la cabeza—. Habrán días muy malos que te nublarán, con lo que sentirás el peor temor en tu vida y... querrás huir de ello con el suicidio. En esos mismos días, aunque sea por unos segundos, encontrarás un momento de paz antes del próximo golpe.
—Últimamente, me he sentido atrapado en un laberinto —expresó a media voz—. ¿Algún día se detendrá esta sensación?
—Jamás lo hará y no por ello tienes que temer de ese laberinto; porque así de impredecible es la vida. Un día lo eres todo y a la mañana nada. No te diré que eres demasiado joven para sentir esto o que le eches ganas porque tienes mucho qué vivir; de hecho, estás en la etapa donde se acepta que te sientas como una tormenta embravecida.
—Pero... Lastimé a mis amigos por culpa de esto —balbuceó, aferrándose de la almohada—. No podría perdonarme por ello.
—Y ahí está el error que todos cometen, pero muy pocos aprenden a corregir. El actual tú no define al de ayer o al que solías ser a los seis años, o el que serás a los treinta. Si te sientes tan culpable, odiado y nauseabundo es porque no eres capaz de aceptar que te equivocaste, y que necesitas trabajar en ti mismo. Los miedos que dices ver en otros son los que tienes acerca de ti, es tu propio engaño y escapatoria para huir de tu propio compromiso.
—¿Tío Lucas... tienes la película que me mencionaste? —Consultó con suavidad, inclinando más la cabeza para dejar que su tío siguiese acariciando—. Me gustaría verla contigo.
—David, intenta despertar cada mañana dispuesto a ser la mejor persona que tú, y que nadie más, quisieras ser para ti, ¿entendido? —Apoyó su cabeza contra de su sobrino—. Veremos la película cuando venga la cena, pero hazme el favor de bañarte... Apestas a sudor.
[. . .]
A la mañana siguiente Lucas se fue a desayunar dejando que David descansara toda la mañana. Luego de que viesen la película abordaron el tema de su salud, lo cual impactó bastante a David con saber que podría estar en camino a una enfermedad crónica.
Una cosa que desconocía Lucas de camino al restaurante era que el pequeño grupo de amigos lo estaban esperando para interceptarlo e interrogarlo. Todo luego de que Levi comentase haber visto a David el día anterior.
—¿Estás seguro de que era David? —Preguntó Saúl—. Puede ser que lo extrañes tanto que te lo hayas imaginado.
—Fui fumador, no drogadicto —bufó ante el comentario—. Las alucinaciones solo podrían provocarse por situaciones extremas. Yo estaba bien tranquilo ayer trabajando, ni siquiera estaba pensando en él cuando lo vi.
—Papá Saúl, mira que delicioso se ve esta copa de helado —comentó Jonatán mientras le señalaba la imagen en el menú.
—Levi, tráele esa copa de helado a mi pequeña —ordenó autoritario para luego, bajar el tono de voz—. Por favor, Levi querido, que tiene antojo de helado.
—¿Qué? —Jonatán quedó asombrada ante la idea—. ¿En verdad el helado será como en la imagen?
—Sí —afirmó Levi con una amable sonrisa hacía Jonatán—. Aquí, todo lo hacen a mano, incluso toman las fotografías ellos mismos de los platillos para luego hacer los menús.
—Veré el precio. —La expresión de Jonatán decayó al verlo—. No tengo suficiente dinero...
—¡Mesero, mesero! —Saúl llamó a gritos.
—¡No! —Jonatán apoyó sus manos en el brazo del contrario—. Has estado gastando mucho en mí, papá Saúl. Por favor, ya no sigas derrochando tus ahorros en mí.
—No importa —titubeó observándola fijamente—. Seré el presidente, seré el presidente. —Cerró su mano en puño—. Haré de este país el más seguro, tolerante y armonioso de todos. Le daré mi dinero a quien sea y compraré lo que quieran.
—Toma —exclamó Levi entregándole una servilleta—. Ya estás por derrumbarte, señor presidente.
—¡Ella es un ángel! —Le arrebató de las manos el papel para cubrir su rostro al comenzar a llorar.
—¿Qué van a ordenar? —Apareció Rubén, quien se asombró al ver a Saúl llorar—. Levi, te recuerdo que tu descanso terminará en diez minutos. Te aconsejo aprovecharlos muy bien.
—Un Ice Cream Flower, por favor —pidió antes de entregarle el menú—. Gracias, señor O'Brien, pero no se preocupe; solo estamos esperando a alguien más.
—Ah, pero... —Jonatán se encogió apenada en su asiento. Ya era demasiado tarde para retirar la orden luego de que se fuera Rubén.
—No te preocupes —Levi habló de manera tranquila—. Está bien que te mimen de vez en cuando y más si es por Saúl. No debes sentirte mal por el dinero que se gaste, ¿de acuerdo?
—Sí. —Esbozó una pequeña sonrisa.
—¡Toma todo mi dinero si quieres! —Saúl la abrazó sin dudar—. Cielos, es tan suave.
—Te estás pasando —Levi exclamó algo burlón al ver tanto afecto.
—Es que, cuando pasas tiempo con ella, te lo juro por mi vida, ya no quieres separarte de Jonatán.
—Papá Saúl, me estás asfixiando...
—Disculpa, es que hasta hoy tuve el valor de abrazarte así y eres tan suave.
—¿Qué hay de tu novia? —Levi interrumpió de nuevo.
—Ella no se pone celosa, además de que ya se conocen y está de acuerdo conmigo en adoptarla... —Repentinamente bajó la mirada hacia las manos de Jonatán.
—¿Qué pasó?
—Ay, madre mía, Levi tienes que sentir esto. —Cogió la mano de Jonatán con la intención de que acariciase—. Son hiper mega suaves.
—Basta, deja de actuar así de extraño... —Por intentar separarlos, terminó tomando la mano de Jonatán.
—Ajá, te lo dije, nene. —Alzó una ceja al ver hecho su cometido.
—Jonatán, en verdad son muy suaves, jamás había sentido una piel así.
—Es que desde que estaba pequeña me acostumbré a usar cremas —admitió algo ruborizada de saber que se trató a sí misma como una chica con mayor fluidez que en el pasado—. Siempre he visto a mis familiares mujeres usarlas antes de asistir a cenas importantes o fiestas, pero yo quería lucir bonita desde mucho antes... —Susurró ante lo último.
—Eres una adolescente hermosa —Levi expresó con sinceridad, esbozando una pequeña sonrisa—. Desde el momento en que sabes quién eres en verdad, te hace ser bella.
—Aquí tienes cariño, disfruta —exclamó Rubén mientras dejaba la copa frente a Jonatán y se retiraba.
—Gracias... —Cubrió su rostro al sentir que las lágrimas estaban deslizándose por sus mejillas—. No puedo explicar cómo me siento ahora. —Observó a los dos chicos con una sonrisa—. Me siento más que feliz.
—¡Abrazo grupal! —Gritó tomándolos a los dos entre sus brazos.
—¡Saúl, suéltame! —Exigió Levi quien estaba sentado en el otro sofá—. ¡Harás que me embarre con el helado!
—Rubén, hoy sí acepto tu servicio de car-wash. Mientras como pueden hacerlo, ¿no? —Escuchó Levi aún atrapado en el abrazo.
—Saúl, Saúl, ya llegó el tío de David. Suéltame.
—¡Tío Lucas! —Sin consentimiento de los dos, Jonatán había logrado zafarse para correr hacia el adulto—. ¿Me recuerdas, tío Lucas?
—Disculpa, creo que me confundes con alguien más, yo no tengo sobrinos —afirmó, esperando que Jonatán dejase de obstruir su camino.
—No, no soy tu sobrino real, pero yo te llamaba así cuando ibas al cumpleaños de David. —Esbozó una amplia sonrisa—. ¡Soy Jonatán!
—¿Quién?... —Su confusión desapareció casi al instante—. ¡Oh, sí! La mejor amiga de David.
El consentimiento de Lucas al tratarla de ella hizo que Jonatán se alegrara, porque tuvo la idea de que David la estaba aceptando lentamente y también hablaba de su persona con el género indicado.
Jonatán tomó de la mano a Lucas para guiarlo hacia el lugar donde estaban los otros dos. Levi cambió de puesto para que los tres enfrentaran de cara al contrario, esperó primero a que Jonatán se sentara en medio de los dos y Levi ocupase la salida.
—Vaya, así que, aquí están los tres amigos de David —expresó con una pequeña sonrisa—. Tú debes ser Saúl, el último que me hacía falta conocer.
—Suponemos que no quiere perder su tiempo, como nosotros no estamos muy libres para tener una larga plática. —Levi lideró la conversación por el resto, solo con ver a Jonatán comenzando a comer y a Saúl intimidado por una persona aún más alta que él—. Ayer, David casi se desmaya en mis brazos, realmente, estamos muy preocupados por él y queríamos saber cómo se encuentra.
—Que adorable. —Lo primero que hizo Lucas fue coger un trozo de mango de la ensalada que llegó en poco tiempo—. Esconder tu verdadera preocupación metiendo al resto en lo mismo.
—Es en serio, todos lo estamos.
—David es un idiota. —Se tomó su tiempo en comer una cucharada—. Puedo comprender que tenga miedo por lo que pueda sucederle, pero debería comprender que no todo el mundo es como piensa que es. Ayer vimos una película muy interesante, conversamos un poco y supongo que, de aquí a que despierte, tendrá tiempo a solas para pensar las cosas.
—¿Podemos ayudarlo en algo? —Preguntó Saúl, un poco más estable de su aparente shock al ver a Lucas.
—No. —Lamió el jugo que escurría por sus dedos—. Por ahora no, porque quiero intentar algunas cosas antes.
—Pero nosotros también podríamos intervenir —Levi subió notablemente el tono de voz—. ¿David, está aceptando su ayuda?
—¿Por qué no pueden ser como ella? —Preguntó apuntando con la cuchara a Jonatán—. Solo se preocupa en escuchar y atragantarse de helado.
—Lo siento —habló en voz baja al ser mencionada, luego de tragar—. Cuando me pongo nerviosa, como mucho.
—Al menos yo, yo quiero saber qué piensa hacer usted. —Levi se levantó del sofá.
—¿Tan enamorado estás de él? —Interrogó indiferente ante la expresión de preocupación en Levi—. ¿Tanto por alguien que podría desaparecer de la noche a la mañana?
—Sí —exclamó sin dudar. Suspiró hondo para seguir hablando con calma—. Tiene razón en que es un idiota, pero es el idiota que yo más quiero en el planeta y quiero ayudarlo.
—No dude en lo que dice —añadió Saúl—. Desde el año pasado me habla de tantas cosas acerca de lo que ve en David y eso, jamás había pasado con ninguna de las parejas anteriores, es la primera vez, de hecho, en que me cuenta de quien le gusta sin tenerlo aún como pareja.
—David le vomitó encima —admitió Jonatán—. Levi corrió enyesado hacía la enfermería con él encima de su espalda. Todos nos preocupamos ese día, pero nunca lo abandonó en esas horas perdidas.
—¿Pueden comprender que tal vez no exista un final feliz? —Lucas los observó con seriedad al ver sus expectativas tan altas—. No quería llegar al extremo, pero David podría morir por alguna enfermedad crónica si no mejora pronto. A sus diecisiete años, estuvo tan cerca de sufrir un infarto y sigue sin estar exento de tenerlo.
—Cállese. —Levi aventó contra el suelo la cuchara que tenía Lucas en su mano. Ya estaba frustrado de verlo comer y de hablar tan fríamente—. Yo lo vi ese día en la enfermería... —Bajó la mirada al recordarlo— No me voy a rendir con tratar de hacer que se recupere. ¡¿Acaso cree que ya no me lo dijeron antes?! ¡La enfermera también me explicó lo que puede provocar la presión!
—¿Por qué no nos lo dijiste antes?... —Preguntó Jonatán con la voz quebrada.
—No quería que se alteraran de esa forma, mucho menos que David se deprimiera con la noticia... —Confesó sin poder verlos a la cara—. Aún estamos a tiempo, lo podemos ayudar y nada malo ocurrirá. Si David acepta la ayuda, se puede salvar.
—¿Qué tan fuerte eres, muchacho? —Lucas se inclinó para recoger el cubierto y limpiarlo con una servilleta—. Con lo poco que sé de ustedes estoy seguro que tienen sus propios problemas, de mayor o menor dificultad que David, pero sigue siendo el problema que los agobia día a día.
Levi se quedó inmóvil al escucharlo. Cuando Lucas terminó de limpiar el cubierto lo colocó a un lado del plato y fijó la mirada en Saúl.
—Por ejemplo, deduzco que Saúl tiene un problema de confianza, lo cual hizo dudar a David si tienes o no una sexualidad diferente; independientemente de lo que sea, proyectas tu propia desconfianza en tu relación al ocultarla. —Apoyó el codo sobre la mesa para sostenerse el mentón y balbucear—. El amor no se oculta, solo el sexo entre las sábanas y la lujuria en los pensamientos. Irónicamente, el amor hace menos ruido cuando menos personas saben del mismo; sin embargo, tú quieres mostrarlo y algo te lo impide. He ahí tu problema personal.
Lucas ladeó la cabeza haciendo reír por un momento a Jonatán, pero cuando sus miradas se encontraron se encogió en su lugar.
—¡Felicidades! Luego de una larga batalla llena de conflictos, dudas, disforia y comentarios has llegado a desenvolver a la señorita de tu interior; sin embargo, esto es a penas el comienzo de una larga trayectoria que atravesarás en cada aspecto de tu ser y la dificultad de los hechos dependerá de tu propia fuerza.
Levi se tensó al saber que era el próximo; lo cual lograba que sus brazos temblasen sin saber cómo este hombre podía ser capaz de decirlo tan claramente sin siquiera conocerlos. Lucas cerró los ojos, girando lentamente el cuello hasta dirigirse hacia Levi.
—Puedo sentir la nicotina en tu aliento, muchacho —susurró, haciéndolo tensarse—. El duelo por tu abuela te ha llevado a tanto, porque eres un hombre muy sensible. Te crees muy fuerte, capaz de ayudar a alguien como David y manejar tu vida. —Inhaló profundamente antes de suspirar, optando una voz holgazana—. Eres un híbrido que salta entre la dependencia e independencia, pero nunca se queda lo suficiente en un solo espacio por temor a ser capturado.
—Que profundo —exclamó Saúl por los tres ya que se habían quedado sorprendidos.
—¿Podemos ver a David? —Jonatán volvió en sí poco después—. ¡Quiero ayudarlo, es mi mejor amigo y él lo necesita!
—¿Están seguros? —Arqueó una ceja, antes de continuar con su ensalada.
—David no es una mala persona —respondió Saúl, cubriéndose los ojos ante la idea de que Lucas era capaz de ver su alma—. Si hay algo que pueda hacer para ayudarlo, quiero hacerlo.
—¿Te arrepentiste? —Interrogó a Levi, esbozando una sonrisa al verlo inmóvil—. ¿Qué tan profundo es ese sentimiento en tu interior, como para quebrarte en el intento? ¿Serías capaz de recuperarte de otro golpe?
—Se lo prometí —exclamó a media voz, cerrando los ojos con fuerza ante las primeras lágrimas—. Siempre y cuando David me permita ayudarlo, seré capaz de resistir todos los golpes; porque voy a confiar en él y confiaré en que nos ayudaremos mutuamente. —Abrió los ojos, centrando la mirada en sus amigos—. Podemos ayudarnos cuando lo necesitemos y justo ahora, David necesita ayuda.
—Dudo que se haya levantado de la cama, pero... —Lucas se levantó para acomodarse su bata favorita y amarrar el nudo—. Ustedes están aceptando sus propias consecuencias. ¡Rubén, empacame esto para llevar, por favor!