Morgja y César caminaban sin prisa hacia la posada, el guardia, a pesar de ir menos cargado, iba varios metros por detrás, agotado por llevar el baúl toda la distancia hasta la plaza.
—¿Cómo puedes estar cansado? —criticó Morgja, retrocediendo para ponerse al lado de César.
—Tú no llevas una armadura —justificó el guardia, insinuando que ese era el motivo por el que estaba tan cansado.
—¿Qué hacíais antes de que llegara Taley? —preguntó Morgja, intentando que César no se diera cuenta de que lo estaba considerando un guardia inútil.
—Déjame pensar, Taley llegó hace dos Inviernos, creo que era Enero, en ese momento todavía éramos 6 guardias, y antes de eso eran todavía más —contestó el chico, poniéndose melancólico al recordar lo que había pasado hacía casi año y medio—. Perdona, no quiero hablar de eso.
—Entiendo —respondió Morgja, pensando en el asunto y enlazándolo al motivo por el que los habitantes de Maran no querían contratar a un tercer guardia—. Oye César ¿Y tu casco? —preguntó, cambiando de tema y haciendo que el guardia se diera cuenta de que no lo llevaba puesto.
—No está —exclamó César, echándose las manos a la cabeza—. Si Maber me ve sin él me echará una bronca ¿Sabes dónde está?
—Probablemente en casa de Wilna, entraste con él y saliste sin él —contestó el chico, asumiendo que se lo había quitado en algún momento mientras ayudaba a la mujer—. Dame ese baúl y ve a buscarlo —dijo, dejando los dos baúles que llevaba en el suelo.
—¿En serio?¡Gracias, te debo una! —exclamó el chico de nuevo, esta vez alegre, mientras se quitaba el baúl de la espalda y se lo entregaba a Morgja. César fue corriendo de vuelta a casa de Wilna y Morgja reinició el camino a la posada, llevando los tres baúles al mismo tiempo.
—¿Deberme una? Este chico es idiota —pensó Morgja, mientras caminaba tranquilamente hacia su destino. El chico llegó a la posada un rato después. En la recepción esperaba Elfle como cuando se fue, la chica estaba leyendo un libro negro con letras doradas, su rostro estaba rojo y parecía ponerse más colorado a medida que avanzaba en su lectura.
—¿Qué lees? —preguntó el chico, dejando los baúles en el suelo y acercándose al mostrador, intentando divisar el título del libro; en el momento en el que se acercó, Elfle pegó un pequeño brinco que hizo que la silla empezara a caerse hacia atrás—. Cuidado, podrías hacerte daño —indicó, después de sujetar la silla para que Elfle no se hiciera daño.
—Gracias —respondió la chica, con el corazón acelerado por el susto que le había metido Morgja.
—De nada, ahora dime ¿Qué estás leyendo? —preguntó de nuevo, esta vez viendo que el título del libro era "Maldito monstruo".
—Nada, es solo, esto, una novela aburrida, nada que pueda interesarte —contestó la posadera, alterada por la pregunta de Morgja.
—Parecías bastante metida en ella ¿De qué va?
—Po-podría explicártelo, pero, es un libro para gente muy lista, no lo entenderías —volvió a contestar, en esta ocasión, usando la excusa que le daba al resto de pueblerinos cada vez que le preguntaban por uno de los libros que leía.
—Inténtalo, a lo mejor me quedo con algo.
La respuesta de Morgja dejó sin palabras a la posadera, normalmente todos desistían en el contenido del libro cada vez que mencionaba que estaba destinado a gente inteligente.
—Mi-mira, hagamos un trato, si eres capaz de hacerme una pregunta que no pueda responder, te cuento lo que quieras acerca del libro —propuso la chica, confiada en que alguien con los estudios de Morgja no podría preguntarle nada que no pudiera contestar—. Solo tienes una pregunta y no puede ser nada personal, es decir, solo preguntas que aparezcan en libros destinados al público —añadió a continuación, al darse cuenta de que Morgja podía hacerle preguntas acerca de su vida para ganar fácilmente.
—¿No deberías hacerme tú las preguntas?
—¿Es esa tu pregunta?
—De acuerdo, pensaré algo.
Morgja se quedó callado un rato, pensando en qué podía preguntarle a la chica, cuanto más tardaba en formular su pregunta más nerviosa se ponía Elfle por culpa de sus propios pensamientos minando su autoestima y sobrevalorando las capacidades del chico.
—No has dicho nada sobre ello, así que puedo preguntarte de qué trata el libro —afirmó el chico, haciendo que Elfle se diera cuenta de que Morgja tenía razón y su corazón comenzara a latir muy deprisa por culpa del miedo—. Bueno ¿Qué se mete dura y seca y se saca flácida y mojada? —preguntó, ignorando el preguntarle directamente por el libro. Elfle se relajó en cuanto escuchó la pregunta, y comenzó a pensar en la respuesta, tardando menos de medio minuto en darse cuenta de qué era, inmediatamente se puso más roja que cuando leía el libro y miró a Morgja con ira.
—Lo sabías desde el principio, solo jugabas conmigo, eres un imbécil, no pienso responder a eso.
Elfle le lanzó el libro a la cara y se levantó del mostrador para ir a la taberna. Morgja se agachó para coger el libro y lo abrió en una página al azar.
—Sí que es aburrida —pensó el chico en alto después de leer un trozo; a continuación dejó el libro sobre la mesa y fue a recoger los baúles para llevarlos a su habitación.
Al mismo tiempo, Shanex había regresado con Leanorah y Bardisen, y como motivo de la puesta del sol, decidieron acampar; ¨Bardisen cocinaba mientras Leanorah montaba las tiendas de campaña y Shanex había ido a por leña por si acaso se les agotaba la que había conseguido previamente. Cuando los tres terminaron sus tareas se sentaron alrededor de la hoguera y comenzaron a comer el estofado que había preparado el guerrero.
—¿Por qué no puedo cocinar así? —preguntó Leanorah, envidiando lo bien que sabía la comida comparada con la que había preparado ella en el pasado.
—Es cuestión de práctica, en la academia militar teníamos turnos para hacer la comida —contestó Bardisen, quitándole importancia a su talento para la cocina.
—Aún así , es increíble lo que has hecho con tan poca cosa, es mejor que lo que solía comer en casa.
—Bueno, me alegra que mi comida sea mejor que la de los nobles —exclamó el guerrero a modo de broma.
Entonces el silencio se hizo, ninguno de los tres miembros del grupo estaba dispuesto a decir nada; Shanex porque aún no se había recuperado de lo que había pasado horas atrás, Bardisen porque tenía la sensación de que si decía algo acabarían hablando de Morgja y Leanorah porque estaba demasiado ocupada pensando en como mejorar en la cocina. Tras un rato pensando en lo que decir, los chicos terminaron de comer.
—¿Cómo fue tu año en Borelis? —preguntó Shanex, cansado del silencio que se había formado entre los tres. Borelis era un gran bosque muy lejos de Lakkonia, conocido por ser el lugar de nacimiento del Jeval en distintas épocas, era también el segundo lugar más peligroso del mundo.
—La verdad es que sigo temblando cuando pienso en ese lugar —contestó Bardisen, asustado solo por mencionar el nombre del bosque—. Aquel sitio estaba lleno de monstruos, apenas tenía tiempo para dormir, comer o beber.
—Estarás exagerando —preguntó Leanorah, asustándose solo de pensar en lo que les estaba contando su amigo.
—Bueno, un poco, sí que me pasé días enteros sin dormir, comer o beber, pero no era constantemente, eso sí, no exagero al decir que ese sitio se ha ganado de verdad el puesto de segundo lugar más peligroso del mundo, yo no hubiera sobrevivido si no fuera por…
Bardisen se quedó callado al darse cuenta de que iba a iniciar de nuevo una conversación acerca de Morgja.
—¿Si no fuera por? —preguntó Leanorah, intentando que el chico terminara lo que iba a decir.
—No, por nada, no es importante —respondió el guerrero, buscando no iniciar la conversación.
—Vamos dilo, cobarde —fomentó Shanex mientras reía, provocando que Bardisen lo mirara con el ceño fruncido.
—Este tío es imbécil —pensó el guerrero, al ver como su amigo lo intentaba incitar a comenzar una conversación sobre algo que no le gustaría—. Morgja, él me explicó muchas cosas para sobrevivir allí —dijo, pasando de esforzarse en mantenerse callado, e inmediatamente vio como la expresión de sus compañeros cambiaba drásticamente, la de Shanex por una de disconformidad y la de Leanorah por una de felicidad.
—Así que Morgja te ayudó ¿Eh? —preguntaron los dos compañeros de Bardisen al mismo tiempo, cada uno con un tono acorde a sus sentimientos en ese momento.
—Eso he dicho, me dio consejos de supervivencia además de detalles sobre el comportamiento de los distintos monstruos con los que me podría encontrar —explicó, sin entrar en mucho detalle—. Aunque eran bastante menos agresivos de lo que me dijo que serían —añadió, dudando del motivo por el que había ocurrido eso.
—Fijo que se equivocó —mencionó Shanex, en un disimulado intento de dejar quedar mal al hijo del mercader.
—Yo creo que te dijo que iban a ser más peligrosos para que te esperaras lo peor y no te tomaras a la ligera ese lugar —refutó la maga, confiada en que Morgja tendría un buen motivo para haberle dicho que los monstruos serían más agresivos.
—¿Qué pasa?¿Morgja no puede equivocarse? —preguntó Shanex de forma hostil.
—Claro que puede, yo no he dicho lo contrario —contestó la maga.
—Pero enseguida buscas una excusa para defenderlo —comentó el héroe, molestándose todavía más por el asunto.
—Yo no…¿Por qué siempre te pones así cuando hablamos de Morgja?
—No lo sé ¿Por qué te pones tú siempre de esa forma?
—No hay quien te aguante —exclamó Leanorah, levantándose para irse y no tener que aguantar al héroe.
Mientras la maga se alejaba, Shanex observaba la hoguera al mismo tiempo que Bardisen lo juzgaba con la mirada por la forma en la que se había comportado.
—¿Qué? —preguntó el héroe, al percibir la mirada de su amigo.
—Menuda forma de tratar a la chica que te gusta —respondió el guerrero sin cortarse un pelo.
—¿Qué dices? No me gusta Norah.
—Ah, entiendo, entonces sólo estás enfadado con Morgja sin ningún motivo.
—¡Ey! Tengo un buen motivo para estar enfadado con él, engañó tres veces a Norah —mencionó el héroe, molesto por el comentario de Bardisen.
—Solo te molesta porque estás celoso de él y enamorado de ella —afirmó Bardisen, seguro de lo que decía—. Al único al que engañas es a ti, aunque probablemente ni eso.
—¡Vale!¡Lo admito! Me gusta Norah ¿Algún problema?
—¿Yo? Ninguno, el único que tiene un problema eres tú.
—No tengo ningún problema.
—Diría que enfadarse como un niño pequeño cuando alguien nombra a una persona es un problema, Norah es a la que han engañado y se lo toma mejor que tú —indicó el guerrero.
—Eso es porque Norah es idiota, en serio ¿Qué es lo que ve en él? —preguntó Shanex retóricamente.
—Bueno, eso es algo que solo puede responder ella, aunque puedo imaginarlo, Morgja tiene muchas cualidades.
—Yo también —añadió el héroe, sintiéndose atacado por el comentario que acababa de hacer su amigo.
—Ya, pero siempre habrá una diferencia entre tú y él.
—¿De qué se trata?
—Él le confesó lo que sentía y le pidió salir.
—¿Crees que si le digo lo que siento cambiará algo? —preguntó Shanex, bajando el tono con el que hablaba.
—Sé que si no lo haces no cambiará nada —contestó Bardisen con seguridad y seriedad.
—Voy a decírselo —dijo el héroe, levantándose convencido y con decisión; Shanex fue a la tienda de Leanorah a confesarse, y en el momento en el que llegó a la entrada de esta se paralizó por completo—. ¿Y qué le digo? —pensó al darse cuenta de que nunca había hecho algo como eso y ni siquiera había pensado lo que decir, a continuación se alejó de la entrada y comenzó a caminar cerca de la tienda de la chica, mientras pensaba en lo que decirle y simulaba en su cabeza lo que pasaría.
Cuando por fin se decidió, se acercó a la entrada de la tienda de nuevo. La luz de la lámpara de aceite de la chica todavía estaba encendida, así que lo más probable era que la maga estuviera despierta; Shanex tomó aire y se asomó, apartando la tela de la entrada para comprobar si de verdad estaba despierta o si se había quedado dormida con la luz encendida. Leanorah se encontraba en posición fetal, su cara estaba roja y todas las partes de su cuerpo que no estaban cubiertas por su camisón, brillaban por culpa del sudor que había en ellas, la chica respiraba de forma acelerada mientras mantenía la mano derecha entre sus piernas y con la mano izquierda levantaba algo la parte delantera de la falda del camisón. Shanex se quedó paralizado de nuevo, en un instante, que a pesar de no durar más de tres segundos, parecía eterno, entrando en sí en el momento en el que la chica, víctima de la pasión y el desenfreno en el que estaba inmersa, gimió el nombre de su ex-novio; en cuanto Shanex escuchó el "Morgja" tan apasionado de la chica a la que amaba, sintió un pinchazo en el pecho seguido por una molestia en el corazón que no cesaba, después de que los tres segundos terminaran, Shanex se largó y volvió a sentarse con Bardisen delante de la hoguera, con la molestia en su pecho haciéndole recordar lo que había presenciado y empeorando cuanto más seguía pensando en ello.
—¿Qué tal te ha ido? —preguntó el guerrero, temiéndose lo peor por la expresión que tenía su amigo.
—Estaba dormida —mintió el chico.