Finalmente el día en el que se decidiría si contratarían a Morgja o no había llegado; la reunión iba a ser a las doce, pero César llegó a las once y media para ver a Morgja; el chico todavía estaba dormido, u, aunque César quería despertarlo, sabía que acercarse a él supondría un ataque preventivo por parte de Morgja.
Fue entonces cuando César tuvo una idea y bajó a recepción para hablar con Elfle, la chica estaba leyendo un libro distinto al de la noche anterior, aun así tenía las mejillas sonrojadas.
—No puedo concentrarme —pensó la posadera, colocando el libro cerrado sobre la mesa; Elfle no podía parar de pensar en la vergüenza que le había hecho pasar Morgja, y eso hacía que le hirviera la sangre.
—Elfle ¿Tienes un cubo? —preguntó César, después de llegar a gran velocidad.
—Mira en el armario de las herramientas.
El guardia entró a la taberna tan rápido como había llegado a recepción, y de nuevo salió de allí corriendo con el cubo en las manos; Elfle no podía evitar preguntarse qué era lo que estaba haciendo, después de un par de minutos, escuchó un ruido fuerte en el piso de arriba y fue a comprobar qué había ocurrido.
César estaba tirado en el suelo con Morgja apoyando el pie entre sus omoplatos y retorciéndole el brazo derecho mientras trataba de desplazárselo hacia el lado opuesto.
Al principio, Elfle se preocupó por el estado del guardia, el cuál estaba gritando mientras Morgja parecía querer dislocarle el brazo, pero enseguida se percató de que tanto Morgja, como el suelo y la cama estaban empapados.
—¡Morgja, para, soy César! —gritó el guardia, asumiendo que el chico todavía no se había fijado en ese detalle.
—Sé perfectamente quién eres —contestó el chico, manteniendo su sonrisa habitual a pesar de la situación.
—¡Elfle, haz que!...¡Aah!...¡Pare! —gritó César de nuevo, esta vez fijándose en que la posadera estaba allí.
Elfle se acercó y se puso de cuclillas para que el guardia viera mejor su rostro; la chica estaba claramente enfadada y lo miraba como si fuera escoria.
—¿Sabes a quien le toca arreglar el desastre que has montado? —preguntó la chica, mirando aún más enfadada al guardia.
—L-lo siento, tenía que despertar a Morgja…¡Aah aah!...Para la reunión —justificó César, mientras seguía sufriendo la llave de Morgja.
—Él no puede ir, no pertenece al pueblo —informó, haciendo que el guardia se quedara sin palabras antes de que Morgja le tirara del brazo con mayor fuerza—. Me voy a la reunión, seca todo, si vuelvo y todo sigue igual se lo diré a Maber —dijo, antes de irse por la puerta, dejando a los dos chicos solos.
La reunión iba a ser en el ayuntamiento, en una gran sala con filas de mesas y sillas a distintas niveles y un atril para hablar delante de todo; para cuando Elfle llegó a la reunión todos los pueblerinos con derecho a voto estaban allí.
Elfle se sentó al lado de Wilna y comenzó a esperar a que todo empezara. El alcalde estaba delante del atril junto a Maber, ambos estaban discutiendo sobre algo que ponía en unos papeles apoyados en el atril; al terminar la discusión, Maber hizo sonar una campana que llevaba encima para llamar la atención de los presentes.
—Bienvenidos una vez más a la reunión semanal del pueblo, veo que todos habéis leído la circular acerca del punto extraordinario, bien, empecemos entonces —dijo el alcalde, levantando la voz lo máximo que podía para que se lo escuchara en todo la sala—. Primer punto del…
El alcalde fue interrumpido por Maber, la secretaria le susurró algo al oído y este se echó los dedos a los ojos para frotarlos.
—¿Alguien ha visto a César? —preguntó el hombre, con un tono que claramente denotaba cansancio y que no era la primera vez que algo así ocurría.
—Está ocupado con unos monstruos, vendrá en cuanto termine —mintió Elfle, para que no se enteraran del incidente y Maber se enfadara con el guardia.
—¿Monstruos? Voy a ayudarlo —dijo Taley, levantándose de su asiento lo más rápido que podía.
—No, quiero decir, me dijo que podía encargarse él —volvió a mentir la chica para que la guardia no descubriera su primera mentira.
—¿Y le has creído? Dudo bastante que alguien en esta sala se quede tranquilo sabiendo que hay monstruos en el pueblo —afirmó la mujer, volviendo a intentar irse, pero siendo interrumpida por Elfle, quien se puso en su camino.
—Son tres goblins, estoy segura de que César puede con ellos, tienes que confiar más en él —informó la maga, dando más detalles a su mentira.
—¿Me pides que confíe en que puede con tres goblins cuando hace un mes me vino llorando por uno?
—César —exclamó Maber, decepcionada por la noticia.
—¿Po-por qué no lo mencionaste en tus informes? —preguntó Elfle, abrumada por las respuestas que le estaba dando la guardia.
—No me pareció importante, y no quería hundir más la reputación de César —contestó la guardia, ocultando el hecho de que César le suplicara que no se lo contara a nadie.
—Tienes razón, puede que César tenga unas aptitudes atroces para ser el guardia del pueblo, pero sigue siendo el capitán de la guardia, y si no permitís que haga este tipo de cosas, nunca será digno de su puesto, así que sentémonos y continuemos la reunión —comunicó la posadera en un último intento de evitar que descubrieran su mentira.
—Sólo esta vez, si falla no volveré a hacerte caso.
Taley volvió a sentarse en su sitio, y el alcalde reanudó la reunión, empezando por lo que denominaba "recuento de incidentes".
—Como siempre, empezamos por el Domingo después de la reunión, no hubo incidentes ¿Bright? —preguntó el alcalde, haciendo que todos miraran a la cazadora; la mujer estaba de brazos cruzados y apoyaba los pies sobre la mesa.
—¿Domingo? Si no recuerdo mal, cinco goblins, un kobold, tres escorpiones gigantes y una lamia —afirmó la mujer, mientras se cuestionaba si se había acordado de todo.
—Bien, Lunes, un grupo de tres bandidos atacó, Taley se deshizo de ellos sin tocar la campana, como siempre hemos saqueado los cadáveres y tirado los cuerpos en una de las grietas —informó de nuevo el alcalde, antes de proceder a pasarle la palabra a Bright.
—Un goblin, seguramente superviviente del grupo del Domingo, eso es todo.
—Vale, Martes, por la madrugada atacaron diez goblins, y por la tarde una mantícora; Taley se deshizo de ambos ataques, en el caso del ataque de la tarde porque César hizo sonar la campana.
El alcalde y Bright continuaron haciendo su recuento de incidentes, todos eran bastante comunes hasta que llegaron al Viernes.
—El Viernes hubo un asalto de quince sátiros, Taley hizo sonar la campana —comentó el alcalde, haciendo que todos los pueblerinos confirmaran sus sospechas de que no había sido una acción de César o un error—. Taley mató a diez de ellos, entonces llegó César y ambos fueron capturados.
Toda la sala se quedó en completo silencio, a pesar de que podían ver que todo había salido bien, no podían evitar preguntarse qué había pasado.
—Por suerte, un forastero que llegó ese mismo día evitó el ataque y ayudó a nuestros guardias de manera desinteresada —explicó, dando los detalles de manera que Morgja quedara de la mejor forma posible.
—¿Es el que iba cubierto de sangre por la calle? —preguntó el hombre que hablaba con Reginleo el día anterior.
—Es lo más probable, a menos que alguien más haya ido cubierto de sangre por la calle ese día —contestó el alcalde.
—No me gusta, alguien que hace esa clase de cosas no puede ser bueno —comentó el hombre.
—Eso lo hizo porque no tenía otra ropa —indicó Wilna, tratando de defender a Morgja.
—Osea, que es un muerto de hambre —afirmó el hombre, cogiéndole más asco al chico.
—No, tenía dinero para pagar el alojamiento en la posada, además, le dí ropa así que…
—Así que aceptó la caridad de alguien, eso lo hace ver más como un muerto de hambre —interrumpió el hombre, aprovechando el intento de defensa de Wilna.
—¿¡Gosl, quieres callarte!? —gritó un hombre delgado de la misma estatura que el hombre al que le gritaba.
—¿¡Vas a obligarme tú abraza-lechugas!?
De nuevo, Maber hizo sonar la campana, esta vez para detener el principio de la discusión de los dos hombres.
—Gosl, Farl, dejad las discusiones para después de la reunión —ordenó el alcalde, para poder continuar la reunión—. Prosigamos, Sábado tampoco tiene ningún incidente ¿Algo que añadir?
—Me topé con un monstruo desconocido, pero consiguió librarse de mí, nada más que añadir de momento —indicó la cazadora, permitiendo que el alcalde procediera a dar los datos del Domingo por la madrugada; al igual que el Sábado no había incidentes y Bright no había ido a cazar en todo el día, finalizando así el "recuento de incidentes".
—Bright, infórmanos si hay novedades acerca de ese monstruo —pidió el alcalde, antes de pasar al siguiente punto—. Dicho esto, hablemos de lo que hemos venido, la…
—¡Perdón por el retraso! —gritó César, irrumpiendo en la habitación a toda velocidad.
—No es culpa tuya haber nacido así —contestó Gosl para meterse con el guardia.
—Vaya, si es Gosl, por ese olor y peso había jurado que un cerdo lo sustituía —comentó el guardia, haciendo que Farl se riera a carcajadas y Maber echara una pequeña risa que pudo disimular con facilidad.
—Serás…
—No te preocupes, llegas justo a tiempo para el punto importante del día —informó el alcalde, interrumpiendo a Gosl para que no empezara a discutir con César.
César se sentó al lado de Elfle, enseguida la chica le explicó mediante susurros lo que les había dicho al resto y le preguntó al guardia si se había encargado del estropicio que había montado, recibiendo una respuesta afirmativa por parte del chico. Mientras, el alcalde estaba dando toda la información acerca del motivo que los retenía en la reunión, en el instante en el que mencionó la contratación de un nuevo guardia los pueblerinos se posicionaron en dos bandos, aún sin escuchar la opinión de los que iban a hablar, ya fuera a favor o en contra.
—Siempre igual, al menos esperad al momento de votar para posicionaros —exclamó Maber, molesta por el usual comportamiento de sus vecinos y amigos.
—Ya hemos tenido esta reunión anteriormente, no hace falta otro guardia, con Taley y César nos llega y nos sobra —comentó Gosl, defendiendo su decisión de no contratar a un guardia.
—¿Cómo nos va a llegar si un desconocido tuvo que salvarlos? —rebatió Farl, apoyando contratar a Morgja.
—Eso fue un caso aislado, y si hubiera un problema Bright nos hubiera protegido, en última instancia tendríamos la magia de Elfle y Reginrah —dijo el ranchero, manteniéndose firme en su decisión.
—Quitando a Bright ¿En serio crees que Elfle y Reginrah puedan usar magia en combate? —preguntó el granjero, llevando la conversación hacia donde quería.
—Claro, se les da bien la magia, no puede ser muy complicado que la apliquen en un combate, menos todavía si el enemigo no se lo espera —justificó Gosl.
—Elfle ¿Crees que serías capaz? —preguntó Farl directamente a la chica.
—La verdad es que no, puede que sea buena con la magia, pero todavía soy una principiante y no creo tener las agallas para pelear, y menos todavía matar a alguien o algo —informó la posadera, dándole la razón a Farl.
—Eso solo lo dice porque ella quiere contratar al chico —aseguró Gosl, intentando evitar que los que estaban en su bando se fueran al de Farl.
—No, lo digo porque es la verdad, yo ni siquiera quiero que contraten a Morgja —contestó la chica, enfadándose al recordar el incidente de la noche anterior.
—¿¡Cómo que no quieres que lo contraten!? —preguntó César, sorprendido por la noticia—. ¿¡Por qué!?
—Ayer me hizo una pregunta muy indecente, seguro que si sigue por aquí continuará acosándome de esa forma.
El tema de conversación de la reunión cambió drásticamente, todos los pueblerinos dejaron de lado sus diferencias y su odio y se acercaron a toda velocidad a la posadera para preguntarle qué era lo que había ocurrido.
—Me preguntó —dijo, entrecortándose y poniéndose roja por recordar la pregunta—. ¿Qué se mete seca y dura y se saca flácida y mojada?
—¿Es una pregunta indecente? —cuestionó el alcalde, pensando en la respuesta.
—A mí me parece un acertijo —añadió Maber.
—Son espaguetis ¿No? —preguntó Gosl, inseguro de su respuesta.
—¿Cómo van a ser los espaguetis? La pregunta es en femenino y singular —criticó Farl, intentando hacer ver a su rival como un idiota.
—Creo que es la pasta —dijo Wilna, tras pensar un rato en la respuesta.
Los pueblerinos comenzaron a discutir entre ellos por culpa de la respuesta al acertijo de Morgja, y cuanto más se alargaba la discusión más respuestas aparecían y más avergonzada se sentía Elfle por darse cuenta de que solo había sido una pregunta indecente porque a ella se le había ocurrido la respuesta que se le había ocurrido.
—¿Podemos dejarlo ya? Estamos en una reunión —aclaró la posadera, tratando de cesar la discusión, roja como un tomate.
—¡Es verdad! La reunión —exclamaron todos al mismo tiempo, volviendo a sus respectivos asientos.
—Volviendo a lo de contratar a Morgja como guardia ¿Taley qué vas a votar? —preguntó el alcalde, confiando en que la respuesta de la guardia haría que todos o casi todos se decantaran por su lado.
—¿No debería ser anónimo? —preguntó la mujer, buscando librarse de tener que contestar.
—Sabes tan bien como todos que lo de votar de forma anónima es algo que no haremos nunca, deja de intentar forzarlo en todas las votaciones para evitar decir lo que quieres —contestó el alcalde.
—Voy a votar a favor de contratarlo —respondió la mujer, resignada, sorprendiendo a la mayoría de los habitantes de la sala.
La respuesta de la guardia fue decisiva, inmediatamente después de darla casi todos habían elegido contratar a Morgja, siendo los únicos que se mantenían en el bando opositor Gosl, Bright y Elfle, esta última por mantener la dignidad.
—Bien, pues parece que tenemos…
—¡Alto! —interrumpió Bright, poniéndose en pie mientras daba un manotazo contra la mesa para llamar la atención de todos—. No pienso dejar que lo contratéis.
—Ya se ha votado, debes respetar la elección de la mayoría —informó el alcalde, negándose a cambiar la votación solo porque la cazadora se negara a aceptar el resultado.
—Ese chico al que intentáis meter de guardia es un monstruo, no pienso quedarme quieta mientras cometéis un error tan grave.
—¿Y por qué te has quedado callada hasta ahora? —preguntó Taley, poniéndose en pie para ir hasta la cazadora.
—No esperaba que todos cambiaran de opinión solo porque fuera contraria a la tuya.
—No han cambiado de opinión para contentarme, lo han hecho porque soy la protectora de Maran, si considero que necesito ayuda es porque de verdad la necesito.
—Si de verdad necesitas ayuda es que eres más inútil de lo que esperaba —criticó Bright, mirando a Taley con prepotencia—. Yo hago mi trabajo y me ocupo de los monstruos del bosque, si crees que lo que haces es difícil imagina si no me encargara de ellos.
—¿Cómo te atreves a llamarme inútil? —preguntó la guardia—. Mantengo este pueblo a salvo, el único motivo por el que necesito ayuda es porque tengo que dormir en algún momento.
—Eso no te exime de ser una inútil, yo también duermo y ningún monstruo ha entrado al pueblo por el bosque desde que me encargo de protegerlo —justificó la cazadora, enfadando aún más a Taley.
—En mi vigilancia tampoco ha entrado nadie.
—El otro día casi lo hacen unos sátiros, si tienes que dejar la seguridad del pueblo en manos de un monstruo sería mejor disolver la guardia y dejarme a mí la protección de Maran.
—¡Ni hablar!¡La protección de Maran es mi deber!
—¿Por qué iba a ser tu deber? No eres ni del pueblo.
Taley cerró el puño con fuerza por culpa del comentario de Bright, al principio pudo contener la rabia, pero, tras un rato, no pudo evitar darle un puñetazo en la cara a la cazadora, tirándola al suelo y haciendo que se llevara la silla por delante y moviera la mesa hacia la derecha.
—Levántate, vamos a zanjar este asunto fuera, te voy a demostrar lo inútil que soy —exclamó la guardia, comenzando a caminar hacia la salida, dando por hecho que Bright aceptaba su desafío.