Los habitantes de Maran se colocaron alrededor de las dos mujeres, a pesar de que en la reunión solo se encontraban los representantes de cada familia, se había corrido la voz y en ese momento la mayoría del pueblo se había enterado de la pelea y estaba allí esperando a que todo empezara.
Taley comenzó a quitarse la armadura para tener una pelea justa contra Bright.
—Déjatela puesta —interrumpió la cazadora, llamando la atención de Taley.
—¿Qué sentido tiene que pelee con armadura? Me ralentizaría —puso como excusa la guardia.
—Mejor que te ralentice y te proteja a que caigas del primer golpe, es más, deberías ponerte el casco —sugirió la mujer, irritando todavía más a su rival.
Taley ignoró por completo la sugerencia de Bright y continuó quitándose la armadura; debajo de ella la guardia llevaba ropa simple y corta que dejaba ver sus brazos y piernas tonificadas por la exigencia de su trabajo y llevar la armadura casi todo el día.
—Al menos déjate los guanteletes puesto, así puede que me hagas algo —volvió a sugerir la cazadora, siendo ignorada de nuevo.
Las dos mujeres se pusieron en posición mientras los habitantes de Maran gritaban entusiasmados y hacían apuestas, la mayoría a favor de Bright por su tamaño y la confianza que tenía en que ganaría a Taley con facilidad.
—¿No deberíamos parar esto? —preguntó Maber al alcalde al darse cuenta de que ninguna de las dos se iba a echar atrás.
—Deberíamos, pero solo aumentaría las tensiones entre ellas —teorizó el alcalde.
—¿Más que pelearse? Sabes que la que pierda no se quedará contenta con el resultado.
—Dejando que se peleen al menos una quedará contenta.
—Me da igual lo que digas, voy a parar esto —comunicó la mujer, alejándose del alcalde.
—Suerte encontrando a alguien que lo haga —dijo el hombre sin quitar la vista de las mujeres y al mismo tiempo sin percatarse de que su secretaria se había ido para buscar a César entre el público.
La pelea comenzó y Taley intentó aproximarse a la cazadora; esta, gracias a su estatura tenía mayor alcance y podía golpearla donde ella ni siquiera podría alcanzarla. La guardia dio un paso, provocando que Bright lanzara un directo hacia su cabeza; Taley intentó esquivarlo moviéndose hacia la derecha, pero casi al instante recibió un gancho de izquierda que la tumbó en el acto.
—Te dije que te pusieras el casco —comentó la cazadora, agachándose para observar el rostro de la guardia; el golpe le había dejado la mejilla hinchada y un poco de sangre salía de la comisura de sus labios.
Bright volvió a reincorporarse y se dio la vuelta para ir a hablar con el alcalde y exigirle que no contratara a Morgja.
Al mismo tiempo, Maber había localizado a César y estaba yendo hacia él; el chico estaba alejado de la multitud reteniendo a los niños para que no fueran a ver la pelea, que suponía iba a ser demasiado brutal para ellos y tampoco querían que imitaran lo que vieran.
—¿Por qué? —preguntó Amara al guardia con tono de queja mientras el resto de niños miraban a César con tristeza.
—No deberíais ver esa clase de cosas ¿Vosotros queréis a Taley? —preguntó el chico. Los niños asintieron sincronizadamente al instante—. ¿Verdad que no os gustaría verla lastimada? —volvió a preguntar recibiendo una respuesta negativa igual de sincronizada—. Pues si no os gustaría verla lastimada, menos os gustará ver como la lastiman y no poder hacer nada para ayudarla, eso es mil veces peor —aseguró, poniendo más tristes a los niños.
—César tienes que pararlas —pidió Maber al acercarse lo suficiente al chico para que la escuchara.
—¿Yo? Creo que te equivocas de persona, puede que sea guardia, pero si me meto entre esas dos me darán una paliza y continuarán peleándose.
—Pero eres el único que se metería entre esas dos, Reginleo no parece querer meterse, bueno, ni él ni nadie.
—Y yo te digo que tampoco lo voy a hacer —repitió el guardia para que Maber dejara de intentar convencerlo—. Niños, id a jugar a mi casa, tengo que hablar con Maber en privado —ordenó, buscando impedir que la mujer los usara para convencerlo.
—¿No quieres ayudar a Taley? —preguntaron todos los niños al unísono, dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo y lo que César pretendía.
—No es que no quiera, es que no puedo, soy mucho más débil que ella y Bright me supera todavía más, ahora id a jugar y no os preocupéis.
Los niños se fueron tristes y decepcionados por la contestación de César, mientras que Maber se mantuvo quieta delante de él.
—César, por favor —pidió la mujer, comenzando a hacer pucheros para que el chico aceptara.
—Vamos, ya no tienes edad para hacer eso —exclamó el guardia negándose de nuevo; Maber comenzó a llorar, preocupándolo enseguida—. No llores, entiéndelo, no puedo, esto...
—¡Me has llamado vieja! —sollozó la mujer, intentando hacer ver a César que no lloraba porque se hubiera negado a detener la pelea.
—¡Perdón! No era mi intención...Cálmate, yo...Pararé la pelea.
—¿En serio? —preguntó la secretaria deteniendo su llanto.
—Lo intentaré.
Maber se precipitó a abrazar a César con una sonrisa que no mostraba que hacia menos de un minuto había estado llorando.
Por otro lado, en el momento en el que Bright se acercó al alcalde, Taley se puso en pie y llamó a la cazadora; la mujer frunció el ceño y se acercó de nuevo a su contrincante.
—Deberías haberte quedado en el suelo.
—Ese va a ser el único golpe que encaje, lástima que haya sido por pura suerte.
Bright volvió a lanzar un puñetazo directo hacia su rival, Taley aprovechó para agarrarle la muñeca y antes de que la cazadora se diera cuenta tenía la espalda en el suelo. El público vitoreó a la guardia, momento en el que la mujer colocó el brazo de Bright entre sus piernas y se tumbó en el suelo para colocarlas encima de la cazadora.
—Ríndete —exigió la guardia, comenzando a tirar del brazo de Bright hacia ella.
Bright no dijo nada y comenzó a hacer fuerza con el brazo en la dirección contraria a Taley, al principio parecía en vano, pero poco a poco la cazadora estaba levantando a su contrincante del suelo; en el momento en el que la distanció lo suficiente, la precipitó contra él, la fuerza del golpe no fue bastante para hacer que la guardia le soltara el brazo, sin embargo, sí le facilitó poder levantarla un par de veces más y golpearla de nuevo contra el suelo usando cada vez más fuerza. Taley le soltó finalmente el brazo a Bright y la cazadora se puso en pie.
—¿Vas a quedarte en el suelo o voy a tener que seguir? —preguntó Bright, con la esperanza de que Taley se rindiera y no hacerle más daño.
—No puedo rendirme —dijo Taley, intentando ponerse en pie.
—Tampoco puedes ganar, ya te lo he dicho, eres una inútil, todos los guardias lo sois, es mejor que lo dejéis.
—¡No! —gritó Taley de nuevo—. Es mi deber proteger Maran.
—Te repites, no es tu deber.
Bright golpeó de nuevo a la guardia en la cara, dejándola otra vez en el suelo; inmediatamente Taley comenzó a levantarse nuevamente, solo para recibir un puñetazo más de Bright.
La guardia parecía haber sido noqueada y Bright intentó volver a hablar con el alcalde.
—Esto...Aún no ha terminado —dijo Taley, volviéndose a poner en pie.
—¿¡Por qué no te rindes y te quedas en el suelo! —gritó la cazadora, perdiendo la compostura.
—No puedo...Permitir que disuelvas la guardia —contestó la mujer, agotada—. Tengo que proteger Maran.
—¿Cómo vas a hacerlo? Mírate, ni siquiera puedes mantenerte en pie —indicó, señalando con el dedo a las piernas de la mujer, las cuales estaban temblando y no cedían únicamente por la fuerza de voluntad de la guardia.
—Tengo que hacerlo.
—¿¡Por qué!?¿¡Qué es lo que te obliga!?
—Es mi gente —contestó Taley, comenzando a llorar sin darse cuenta. Bright fue corriendo de vuelta hacia la guardia, preparando su puño para golpear a la mujer; en el momento en el que se puso a una distancia adecuada le dio un puñetazo en la cara lo suficiente fuerte como para que Taley diera una voltereta en el aíre.
—¡No me hagas reír! —gritó la cazadora enfadada—. ¡Tú no eres de Maran! —vociferó a continuación, levantando por los pelos a la guardia para mostrarle los rostros de los habitantes de Maran que estaban mirando la pelea; todos miraban culpables hacia un lado para no observar lo que estaba ocurriendo en ese momento—. ¡Mira a tu gente!¡Nadie hace nada por ayudarte y solo apartan la vista!
—Vamos a cambiar eso ¿No?
Bright se giró hacia el lugar del que provenía la voz, Morgja estaba delante de ella con su sonrisa habitual.
—¿Qué...
Antes de que Bright terminara de hablar el chico le dio un puñetazo en la cara; la mujer soltó el pelo de Taley y la guardia cayó a plomo al suelo.
—Parece que te he golpeado muy flojo, perdona, no estoy acostumbrado a contenerme —comentó Morgja, dando varios pasos hacia atrás para alejarse de Taley y Bright.
—¡Te voy a matar maldito monstruo!
Bright sucumbió a las provocaciones de Morgja y se alejó de Taley para cumplir con su amenaza, mientras lo hacía, César y Maber se aproximaron a la guardia para socorrerla.
Bright golpeaba con furia hacia Morgja, pero el chico evitaba todos los golpes como si supiera de donde iban a ir antes de que la mujer los efectuara.
—Mira, me he cansado de esquivar, dame un descanso y hacemos un intercambio de golpes, ya sabes, tú me pegas, yo te pego y acabas humillada en el suelo —comunicó Morgja, infravalorando a Bright. A pesar de que el chico le había pedido un momento de descanso, la cazadora no se lo concedió y le dio un puñetazo en la cara con todas sus fuerzas, el golpe desvió la cabeza de Morgja hacia la izquierda—. Bueno, esperaba un poco más de tiempo, pero es igual, mi turno —dijo, volviendo a orientar la cabeza hacia la cazadora, mostrando que el golpe no le había borrado la sonrisa, el chico abrió la mano y juntó los dedos para darle un palmada debajo del esternón, la mujer quedó de rodillas y le costaba respirar, aún así trató de volver a ponerse en pie.
—Maldito...
—Se suponía que tenías que quedar en el suelo, en fin, iba a ser un intercambio, pero visto que no me concediste mi descanso tomaré mi turno de nuevo.
Morgja dio un puñetazo a Bright obligándola a apoyarse sobre sus manos y continuó con una patada en el estómago; de nuevo Bright estaba con la espalda en el suelo. La mujer, a diferencia de Taley en su momento, se veía tan superada por su rival que se había rendido y no pretendía levantarse de nuevo. Fue en ese momento en el que la pelea terminó y dio comienzo una paliza; Morgja se puso encima de Bright y sin borrar la sonrisa de su rostro comenzó a darle puñetazos en la cara. Enseguida, los golpes hicieron que Bright perdiera el conocimiento, y al mismo tiempo, mientras observaba cómo los habitantes de Maran iban a detener al chico y a socorrer a la cazadora, Taley también se desmayó.