Después de una semana viajando hacia el Norte, Shanex, Leanorah y Bardisen llegaron a su primer destino, una pequeña ciudad a la que, supuestamente, el Jeval estaba mandando sus tropas para saquear y secuestrar a sus ciudadanos. Bardisen detuvo el carro que conducía en la entrada, y Leanorah y Shanex se bajaron enseguida.
—Por fin hemos llegado —exclamó la chica, estirando su cuerpo para desentumecerlo.
—Que raro —exclamó el héroe mirando hacia la ciudad, llamando la atención de la maga y Bardisen.
—¿Qué ocurre? —preguntó el guerrero, bajando del carruaje y colocándose al lado de sus compañeros.
—Este sitio no parece un lugar que esté siendo atacado constantemente.
Shanex comenzó a caminar hacia el interior de la ciudad para comprobar que no se estuviera equivocando, todo el mundo en ese lugar parecía no tener ningún tipo de problema, y lo demostraban con una sonrisa de oreja a oreja, cuanto más avanzaban por la ciudad, más seguros estaban de que algo extraño pasaba, hasta que finalmente, Leanorah decidió detener a uno de los habitantes para preguntarle si los rumores que habían escuchado acerca de ese lugar siendo constantemente atacado eran ciertos.
—Lo que os han contado es cierto, esta ciudad solía ser atacada día tras días por los lacayos del Jeval, pero eso ya es cosa del pasado, hace cosa de tres días, el héroe y sus compañeros vinieron y se hicieron cargo de todo —contestó el hombre al que la maga le había preguntado, convencido de lo que estaba diciendo.
—¿Cómo que el héroe y sus compañeros? Sí esos somos nosotros —preguntó Shanex, extrañado por la contestación que les había dado, inmediatamente, el hombre comenzó a mirarlo con el ceño fruncido como si lo que hubiera dicho el chico hubiera sido algo de muy mal gusto.
—Me tengo que ir, pero te daré un consejo, ten cuidado a quién le dices esas mentiras, podrías acabar muy mal —dijo el hombre de forma amenazante, marchándose sin dar tiempo al chico a poder contestar nada.
Con su misión en esa ciudad acabada antes de comenzar, los chicos compraron provisiones para ir a su próximo destino, y a continuación se montaron en su carruaje y partieron rumbo hacia el Oeste; mientras se alejaban de la ciudad, Shanex la miraba de forma melancólica como si hubiera pasado en ella toda su vida.
—¿Qué te pasa? —preguntó Leanorah, al darse cuenta de que Shanex no se encontraba con el mejor estado de ánimo.
—Nada, solo me preguntaba quiénes serían las personas que salvaron a todos en ese lugar —contestó el chico, apartando la vista para dirigirla hacia su compañera—. Me preocupan, están yendo por ahí diciendo que son el héroe y sus compañeros, no puedo imaginarme que les pasará si el Jeval los descubre y va personalmente a acabar con ellos.
—En ese caso se lo tendrían merecido, ir por ahí diciendo que eres el héroe y no esperar que te ataquen los monstruos es como poner la mano en el fuego y esperar no quemarte —contestó Bardisen, intentando que su amigo dejara de preocuparse por las represalias que pudieran sufrir unas personas que se dedicaban a usurpar la identidad del héroe, a su parecer, para aprovecharse de la gente gracias a que las tropas del Jeval no eran tan poderosas como el mismo.
—Vamos Bardisen, no seas así, seguro que tienen un buen motivo para hacerlo ¿Y si ellos también son el héroe y sus compañeros? —preguntó la chica, siendo esa la única cosa que se le ocurría para poder defender a los usurpadores.
—¿Insinúas que hay más de un héroe?¿Entonces qué tendría de especial serlo? —preguntó el guerrero, convencido de lo que había dicho Leanorah era una tontería.
—Si hay más de un héroe hay más posibilidades de que alguien acabe con el Jeval y salve el mundo —contestó la chica, defendiendo su hipótesis.
—Si hay más de un héroe ¿Por qué me estoy molestando en hacer esto? Podría simplemente dejarle el trabajo a los demás y vivir pacíficamente en un pueblo lejos de Lakkonia —pensó Shanex en alto.
—Lo siento Shanex, olvida lo que he dicho, seguro que son solo unos aprovechados que buscan fama y dinero fácil —admitió la maga, intentando hacer sentir mejor al héroe—. Pero, eso de vivir lejos de Lakkonia no suena tan mal, podría librarme de todas las responsabilidades y del título de duquesa de Grinoire.
—¿Tanto odias ser la heredera del Ducado? —preguntó Bardisen, quien por su estatus social no era capaz de comprender por qué alguien querría dejar un puesto tan importante y convertirse en un Don nadie como él.
—No es que lo odie, pero, siempre he tenido que medir mis formas y atender con cautela mis responsabilidades, las cuales solo aumentarán en cuanto herede el título ¿Quién sabe? Tal vez esta sea la última vez que pueda viajar tan lejos, y ni siquiera se puede decir que sea un viaje divertido o alegre —contestó la chica, mientras miraba el paisaje—. Esto, no me mal entendáis, me lo paso muy bien con vosotros y eso, pero, estamos viajando para proteger el mundo y derrotar al Jeval, ni de cerca es mi viaje ideal —justificó a continuación, intentando que sus amigos no creyeran que no quería estar con ellos en ese momento.
—¿Y cuál sería tu viaje ideal? —preguntó Shanex, para intentar hacer que ese viaje fuera más parecido al que la chica había soñado tener.
—No sé, para empezar, supongo que me gustaría que Morgja estuviera aquí —contestó la chica, con una sonrisa, mientras Shanex fruncía el ceño por escuchar el nombre del hijo del mercader.
—Me sorprende que sigas queriendo estar con él a pesar de todo lo que te ha hecho —comentó Shanex, de forma agresiva por la aversión que tenía hacia Morgja.
—Pues para mí no es una sorpresa —añadió Bardisen—. Morgja me cae bien y me ha ayudado mucho, es cierto que nunca sabes por dónde te va a salir o qué está pensando pero se puede confiar en él.
—Confiar en él es lo que la ha llevado a ser engañada tres veces, una con su amiga y otra con su hermana —exclamó el héroe, utilizando lo que había dicho Bardisen a su favor para hacer ver a Leanorah que no merecía la pena estar con el hijo del mercader.
—Es cierto que no me importaría seguir saliendo con él, pero no sé por qué tienes que sacar ese tema, yo solo he dicho que querría que Morgja estuviera con nosotros —contestó la chica, haciendo ver con su expresión que estaba enfadada por lo que el héroe había dicho—. Morgja siempre ha estado con nosotros, puede que como novio no fuera el mejor, pero siempre ha sido un buen amigo y ha estado allí cuando se lo necesitaba ¿Puedes decir tú lo mismo? —echó en cara, haciendo sentir culpable a Shanex.
—Bueno, es cierto, pero, yo...Yo tenía que entrenar para ser un héroe y…
—¿Y qué? Puede que tu entrenamiento fuera complicado y tomara mucho más tiempo que el mío o el de Bardisen, pero nunca podrá compararse a lo que Morgja tuvo que soportar, y aún así él pudo hacer lo que tú no.
A pesar de que Leanorah se refería a estar en los momentos en los que se lo necesitaba, Shanex no pudo evitar pensar que la chica se estaba refiriendo a pedirle salir y conseguir ser su novio, finalmente, el chico no pudo soportar más esa conversación y saltó del carruaje para escapar de esa situación.
—He oído algo, voy a ver si hay algún problema, vosotros seguid sin mí, os alcanzaré enseguida —mintió el chico, mientras se adentraba en el bosque, intentando que sus amigos no lo siguieran.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Leanorah, sin darse cuenta de lo que había pasado realmente para que el chico se pusiera de ese modo y creyéndose por completo que de verdad había escuchado algo.
—Esperar, seguro que volverá en cuanto se le enfríe la cabeza, digo, en cuanto compruebe que no hay ningún problema en el bosque —contestó Bardisen, deteniendo el carruaje y moviéndose a la parte de atrás para continuar hablando con Leanorah—. ¿Morgja siempre ha estado allí cuando se lo necesitaba? —preguntó Bardisen, al no recordar ningún momento en el que hubiera necesitado seriamente a su amigo.
—Bueno, es una forma de hablar, realmente no ha salvado nuestras vidas o algo así, pero, está lo de tu graduación en la academia militar, o las muchas veces que me ayudó con la magia —contestó la chica, enumerando unos cuantos ejemplos de las veces que Morgja había estado allí para ella.
—¿Te ayudó con la magia? —preguntó el guerrero extrañado.
—Puede que no sea capaz de conjurar hechizos o canalizar habilidades, pero sabe muchas cosas que yo desconocía en ese momento, y puede que incluso ahora.
—Bueno, también fue el que nos reunió, sin él yo jamás hubiera podido ser vuestro amigo, y mucho menos estar en este viaje con vosotros.
—¿Ves? Lo odiemos o lo queramos, Morgja ha formado una parte muy importante de nuestras vidas, lo mínimo sería que él estuviera aquí con nosotros ¿No crees? —preguntó la maga, emocionándose por lo que estaba diciendo.
—Pero Morgja no puede conjurar hechizos o canalizar habilidades, da igual lo mucho que queramos que esté con nosotros, en el fondo solo sería un estorbo, y podría hacernos perder una batalla importante, y eso es algo que no podemos permitirnos.
—Lo sé, pero...Supongo que solo lo echo de menos, hace ya una semana que no lo veo y no puedo evitar preguntarme qué estará haciendo en este momento.
—No te preocupes por él, es un tío muy capaz y listo, fijo que ya ha solucionado su probl...Esto, se ha quedado buena tarde ¿No? —preguntó el guerrero, cambiando drásticamente de tema, dándose cuenta que comentarle la situación de Morgja solo haría que se preocupara más que por simplemente no saber lo que estaba haciendo.
—¿Qué ibas a decir?¿¡Morgja está en problemas!?¿¡Desde cuando!?¿¡Por qué no me lo habéis dicho!? —preguntó la maga, poniéndose más histérica y nerviosa con cada pregunta que hacía.
—Verás, el día que salimos de Lakkonia, Morgja me mencionó que sus padres lo echaron de casa, así que cuando nos fuimos estaba desempleado y sin hogar, pero, es Morgja, no debes preocuparte por él solo por eso, como he dicho, seguro que ya lo ha solucionado —contestó el chico, intentando que su amiga se calmara, pero siendo incapaz; aunque solo porque en ese momento había pasado de estar preocupada a estar enfadada.
—Esos cerdos ¿Cómo pueden hacerle eso a su hijo?¿En cuanto deja de serles útil van y lo abandonan? Cuando vuelva a Lakkonia me aseguraré de darles su merecido con creces, voy a convertir su vida en un infierno como ellos han hecho con la de Morgja —exclamó la chica, por culpa del enfado, al principio Bardisen pensó que su amiga estaba exagerando, pero, debido a su puesto en la nobleza, no le parecía exagerado pensar que la chica podría arruinar la vida de unos mercaderes, por muy ricos y famosos que fueran.