"Gracias."-Al recibir la comida, el pequeño asustó a la monja, su voz demasiado apagada para asimilar a la de un infante. La falta de sueño en sus pequeños ojos con una terrible malnutrición dejaba en claro los problemas que tendría en el futuro.
"¡Tu primera palabra!"-Con una cálida sonrisa, le acarició la mejilla y llamó la atención de las monjas que vigilaban a los niños.
El pequeño miró a las tres monjas, sin comprender.
"Gracias."-Al volver a hablar logró emocionar a las mujeres. Ahora una de ellas tomándole en sus brazos.
"Otra bendición para este orfanato".-La más anciana, la que tenía los ojos verdes apagados, se arrodilló y le peinó el cabello."-Vamos, come con tu hermana y luego a clases."
Le ayudó a encontrar el camino con su mano en la espalda para sentarlo junto a la chica. Ella, a diferencia que él, era mucho más recluida, tenía que estar junto a él para hacer cualquier cosa, incluso comer.
El hombre forastero flotaba en el aire de la ventana, un cuaderno anotando todo, su cuerpo transparente y las leyes de gravedad ignorando cada aspecto de su cuerpo. Volvió a la habitación superior cuidando no hacer ruido, ahí, su compañera estaba respirando cansada mientras un gran monto de dibujos detallados estaban a sus pies, algunos brillando y otros oscurecidos. La capa de transparencia se rompió en un fuerte crujido dejando algunos cristales azules huyendo del cuerpo del hombre, el sonido alertando a la mujer de su llegada.
"Ya nos queda poco."-El hombre dejó el cuaderno en una mesa a momentos de pudrirse.
Se sentó y miró al cielo nublado.
"Este orfanato, es bastante pobre."
Miró al gran cerezo que estaba en el jardín, viviendo como nunca.
"Deben haber sido @:@ňðøň@ðøș en el ataque de los ðę/øňıøș".-La anciana, hablando mucho más lento, era la que les enseñaba lenguaje a los niño. La podían escuchar por la triste calidad de las paredes."-La aldea en la costa perdió a todos sus niños."
La lograba escuchar abajo de ellos, se balanceó en su silla pensando. Los pasos cambiaron y se dirigieron al jardín, salió invisible para seguir al trío.
La mujer se sentó en la banca mirando al gran cerezo del orfanato, sus hojas no tenían verde ni frutos, sólo las ramas adornado las pocas flores que sobrevivían el frío del invierno, muy diferente a los cerezos que estaban en el sector rico.
"Este árbol se llama cerezo, es un regalo de las familias nobles por nuestro servicio."-La anciana mayor sentó a ambos niños a sus lados, retirando un libro de sus bolsillos.
Con sus delgados y malnutridos dedos, pasó las hojas para leerles. Se puso unos lentes hechos con madera y unos focos muy mal hechos, de tan mala calidad, que el hombre estaba seguro que a pesar de ayudarle a leer, estaban empeorando su visión.
"Los cerezos son la insignia de las *@/8)8@ș ;ø:) ęș en el reino, hermosos en primavera y ę#þø8"øș en el invierno, son los protectores de los palacios reales en nuestra nación. El primer rey, el gran hombre que unió el continente usaba el fruto del cerezo en sus ęș"7&øș y desde entonces ha sido usado como símbolo para las alianzas que buscan el bien de todas las naciones."-De su bolsillo, la anciana mayor retiró dos frutos de cerezo, bien conservados con el tiempo, dejando cada uno en las manos de sus dos huérfanos. Le era difícil entender el idioma por completo a pesar de pasar los últimos tres meses como estudiante, necesitaba robar libros."-Destruir o maltratar un cerezo es signo de traición a la +@4/ø;î@ del continente y será castigado con 10) @ 58-@_øș por cada rama destruida, 100 si el tronco ha sido maltratado y con la /7ę45ę si el cerezo llegase a /ø484."
Ambos niños no reaccionaron a las partes usadas para asustar a los mayores, aún así, siguió leyendo.
Él por el otro lado, miró las palabras interesado, estaba recostado flotando sin problema. Un rostro incomodo en sus rostro apareció cuando lentamente sus manos se hacían cada vez más visibles, incluso, estaba descendiendo un poco. Uno de los niños se giró para no ver nada, pero el gesto era más que suficiente.
"Los frutos de un cerezo pueden ser consumidos por cualquier ciudadano de la nación, deben comerse todo y entregar los restos de la semilla a cualquier miembro de la armada cercana, si por alguna razón, un árbol de cerezo llegase a crecer en territorio no noble deberá ser retirado de la zona y transportado a territorio noble."-Pasando las páginas, veía como los niños observaban las palabras a la vez que las leía.-"Si un árbol de cerezo llegase a crecer hasta su /@ $8/ø 3#0)3;&ø4 en territorio no noble sin permiso de la nobleza, deberá ser transportado con cuidado y el responsable deberá presentarse a la Corte para su 3=3"7"8ø;."
Leyó la primera parte del libro sin lograr alguna reacción en los pequeños, a cambio, el niño terminó el fruto y le dejó la semilla en sus dedos. La anciana sonrió al gesto y lo guardó en una bolsa atada a su cintura.
Al ver a a la niña, se había comido su fruto pero le dio la semilla a su hermano, quien terminó entregándola a la monja. El trío abandonó el jardín dejando al hombre invisible flotando sólo, él se acercó al cerezo y lo miró interesado.
"El símbolo es un cerezo."-Ubicando sus duras manos en el tronco, el hombre cerró sus ojos, luego, lo retiró sonriendo.-"Hm."
Volvió a su habitación y sonrió.
"Te dije que venir a un orfanato sería muy conveniente."-Volviendo a hablar el idioma de su nación el hombre volvió a ser visible. Se sentó en su escritorio mientras practicaba su escritura, el crujir soltando polvo al primer piso de la cocina.
"La anciana mayor piensa de esos niños genios, mostrar inteligencia anormal en niños de su edad hará que muchos se emocionen."-Terminó otro dibujo y miró la espalda de su compañero, su cabello gris devuelta a su cabeza.
"Aún así, dejarlos solos en su propia habitación de esa forma no es para nada bueno."-Anotando algo con el lápiz que había hecho, continuó hablando.-"10 niños murieron por falta de comida y frío, las propias monjas tienen falta de nutrición. Las ropas comunes solo protegen el torso, pero siento que algo está mal, algo externo. No sólo tienen el segundo piso cerrado, la ala norte pocas veces es visitada, no puedo ir por la distancia pero casi nadie está en esos lugares, al menos, nadíe ha salido."
La mujer forastera miró al techo aburrida mientras suspiraba.
"¿Extrañas a los demás?."-Sabiendo lo que pensaba, el hombre terminó las palabras que había copiado del libro, su duda sobre el orfanato lanzada a un pozo.
"Me encantaría ver sus rostros cuando te vean con tu nueva apariencia, perder tu rostro con el hechizo te bajará varios niveles de popularidad."-Sonriendo pensando en sus antiguos camaradas.-"Toda esa mercancía a la basura."
"Algún día volveremos, no podemos dejarles pensar que estamos muertos, el Dragon Anciano no va impedirles viajar aquí, al menos, no debería."-Viendo el árbol de cerezo por los agujeros de la ventana, algunos niños corriendo mientras reían.-"Pero, este continente está en muy mala condición."
"Parece que es bastante dividido, me gustaría haber conocido al rey cereza."-Leyendo un papel que tenía oculto, debajo de sus ropas.
"Quizás era muy noble, o un tiránico, unir a todo un continente es muy difícil."-Pasando a otra hoja, continuó escribiendo, el idioma era muy diferente al suyo, pero con tiempo lo podría dominar.
"¿Crees que serán elegidos para la nobleza?"
"Quién sabe, al actuar como niños tímidos les puede ayudar, pero, si la nobleza quiere a uno solo de ellos, se negarán."-Terminado su propia historia, miró el papel orgulloso.- "Si es que siquiera se puedan negar."
Silencio.
"Cuando hagamos ese hechizo, ¿No podemos volver a nuestras formas originales?"-La forastera comía un trozo de pan que habían robado de un carruaje.
Silencio nuevamente.
"La magia de transmutación de los elfos altos es de un solo camino, si quisiéramos volver, tendríamos que usar una gran cantidad de magia para recuperar el tamaño de nuestras fuentes originales, será imposible aquí."-Dejó de escribir y se apoyó en la silla. Su camisa tenía los tres primeros botones sin abrochar y sus mangas estaban remangadas, anormalmente limpias a pesar de estar rodeados de suciedad.
Una explicación que no pareció gustarle a la mujer.
"¿Has practicado el entrenamiento que te recomendé?"-Jugando con la silla, el militar combatía contra el balance.
"Sí sí."-Dándole la espalda y comenzando a dormir, la mujer se despidió, su respiración cambiando a la de alguien durmiendo, o alguien fingiendo dormir.
El militante miró la espalda de su compañera y desvió su mirada al cerezo, una mirada de melancolía en sus ojos, combatiendo con una cansada, suspirando para eliminar que esas emociones pudieran mostrarse en su rostro.
"Tendremos que cuidar hablar nuestro idioma, usar magia tendrá que ser solamente en nuestro tiempo privado."-Mirando el atardecer, respiró saltando a su cama.-"Que fastidio."
Se cubrió con la sábana y miró al techo pensando, el silencio del sector pobre a su lado.
"¿Recuerdas el día que nos conocimos?"-La joven voz de la mujer habló en la oscuridad de la habitación, el aire de su aliento saliendo por la ventana.
Él sabía que no había dormido, nadie podía saber como duerme ella, salvo él.
"Cuando me raptaron, estabas esperando en la habitación."-La voz del forastero era mucho más calmada que la rápida y atenta de ella."-En esos tiempos no pude ayudarte."
"No, mucho después, cuando me diste mi nombre."-La mujer se dio una vuelta para ver los ojos grises brillar en la oscuridad."-¿Recuerdas? Esa historia y la corona de rosas."
"Ah, ¿Cuándo te di el chocolate?"-El joven adulto interrumpió una risa mientras seguía viendo el techo.-"Lo comiste con tanto miedo que se estaba por derretir en los dedos."
La risa del hombre hizo que la mujer sonriera, el sonido de la madera crujiendo a su lado.
"¿Recuerdas cuando me ayudaste a dormir?."-La mujer levantó las sábanas y se recostó en el hombro de su compañero.-"No podía separarme de ti."
El militante de otra nación asintió mientras el frío de su lado derecho se disminuía, la mujer abrazando su torso.
Ciertamente, si alguno de los dos tenía frío, podrían usar magia para calentar su cuerpo.
Pero ambos se sentían mejor durmiendo acompañados.
"Siempre despertaba contigo a mi lado, luego, no podías separarte."-El militante sonrió, abrazando a su compañera con su brazo.
"Ahora, nuestro nuevo inicio, podremos tener la vida que perdimos.-"Abrazando el frío cuerpo de su amigo, cerró sus ojos.-"¿Seguirás siendo el de siempre?"
"¿Alguna vez dejé de serlo?"
La mujer sonrió y quedó en silencio.
Ambos jóvenes pudiendo dormir con mucha más calma por el otro, o al menos ambos querían creer eso.
Le tomó tiempo cerrar sus ojos al mayor de ellos, una gota de sudor cayendo a su mejilla. El color de su cabello más apagado de lo que ya era.
.
Para el próximo día terminó de escribir lo que había practicado y miró por la ventana a la anciana mayor observando el cerezo, su mandíbula temblando pero no por el frio. Bajó de su escritorio y miró a su compañera durmiendo en su cama, ningún rastro de querer despertar.
Por la ventana de la habitación mostró su cabeza, pero, algo le llamó la atención, el niño que había venido del carruaje era dirigido por una monja que estaba violando sus reglas de reclusión con los nuevos niños, algo que había leído en el texto de reglas. Una monja en educación no podía acercarse a uno de los niños nuevos sin supervisión de las mayores, muchas renunciaban y en varios casos raptaban a los niños por temor a que alguien horrible les adopte.
La mano del pequeño fue sujetada por la mujer y lo dirigió a un baño diferente al que usaban para los niños, era el privado de las monjas. Rara vez veía a las mujeres dirigirse a esa ubicación salvo en las noches, entraron y la mujer le hizo sentarse. La monja le retiró las ropas y le enjuagó el cabello, dejando una duda en el rostro del forastero.
No usaban jabón, quizás eran muy pobres para ello o ni siquiera sabían que existía, el agua era fría y tenían que ser limpiados con un calcetín. Aún así, el niño siempre destacaba por que nunca gritaba o hacía berrinches.
"¿Quieres mucho a tu hermana?"-La monja estaba usando su traje de baño y estaba sentada limpiando el castaño cabello del niño, mucho más oscuro al del joven adulto que los veía con desconfianza.
El hombre miró con duda, reconociendo los pasos.
"Hm."-Aguantando los escalofríos del frío, el niño miró al suelo.
"¿Qué le pasó a tu familia?"-Pasando el calcetín mojado por sus hombros y brazos, la mujer continuó.
"Goblin."-El pequeño estaba mirando al suelo mientras la monja le limpiaba el cuerpo.
Desde el primer día, la anciana mayor era quien les bañaba los cuerpos a esos niños, pero si estaba en luto, ¿Qué se debía hacer?
¿Quién habrá muerto para empezar? Debió haber sido algún niño importante, este orfanato separaba a los niños en una clasificación que aún le faltaba por averiguar. Los dedos de la mujer, ahora descalzos del calcetín, tocaron la privacidad del pequeño, los movió hacia arriba y abajo y puso su otra mano en el pecho del pequeño.
El hombre se acercó por instinto.
La monja tomó el brazo del niño debido a su intento de huir y lo forzó contra la pared, el sonido de la madera crujiendo por la acción.
"Deja."-El pequeño intentó salir del agarre pero aún era un niño.
La mujer lamió la mejilla del pequeño y le hizo cambiar su actitud, endureció su mandíbula y apretó los dientes.
"Quítale esas manos de encima."-La voz del hombre apareció de la nada y hizo a la monja levantar sus ojos sorprendida, su espalda enfriándose, sintiendo más frio de lo que jamás había sentido.
La mirada del niño estaba llena de miedo y sorpresa como lo esperaba, pero unos fuertes ojos la miraban con asco y rencor desde la esquina de su visión. Alguien que no se suponía debía estar aquí, ni en el orfanato ni en Neris. La imagen del niño se deformó frente a sus ojos, bultos deformados para tratar de formar la imagen de un lobo amenazando con morderla, la mujer cayó al suelo asustada. El lobo creciendo un cuello y pelaje moviéndose por la respiración del niño, una mordida la hizo gritar y empujar al pequeño lejos de ella. La sangre cayendo al suelo surgiendo de una mandíbula rota, ahora la boca canina anormalmente formando una sonrisa, los ojos amarillos ahora surgiendo en cada pared, el sonido de la mandibula del lobo rompiendose en cada célula de su cuerpo. Se tocó su mejilla para gritar al sentir el dolor de la mordida, la sangre ya siendo una mínima preocupación.
La anciana mayor abrió la puerta rápidamente y se encontró al niño en la esquina de la habitación, sentado y tratando de alejarse con la sangre en sus dientes. Tenía el calcetín en una de sus manos y la monja estaba en el suelo conteniendo la sangre de su mejilla, en la esquina contraria.
"Monja tocar."-La monja vio que el niño no tenía heridas, él fue quien las hizo.-"Querer violar."
La inesperada palabra que ella pensó que él no podría conocer, miró a la otra sorprendida y su traje de baño suelto. Las demás monjas ayudaron a la anciana mayor para proseguir con el tratamiento, duda en sus ojos. El hombre se calmó, todos entrando a la habitación para darle el mensaje de su retiro, voló hacia afuera y pensó a sus adentros.
Mirando su mano cubierta de sangre, los restos de la piel de la joven aún en su palma. El hielo ya derretido.
El sonido de un carruaje sonó a lo lejos, se puso de pie despertando a su compañera.
"Desactiva tu magia."-Con la simple orden, la mujer hizo que las rocas moviéndose a su alrededor cayeran al suelo, ambos miraron por la ventana.
"Así que era verdad".-La mujer se arrodilló para ver al niño mejor.
La anciana mayor vio a los niños encontrados por el soldado, una calle más lejos del orfanato. Los niños se habrían escapando fuera de su alcance de no ser por el hombre.
"Anciana mayor."-El soldado tomó el brazo del niño con fuerza y no le dio oportunidad para escapar.-"¿Es este el niño que mencionó en su carta?"
La mujer dio una reverencia al soldado y se puso de pie.
"Sí señor."-La mujer veía la mirada distante del niño.-"Una... de mis monjas intentó abusar de él.
"Así que decidió irse... "- El soldado vio al niño y su voz parecía emocionada, una risa corta prosiguiendo.
Humor en una situación tensa.
"La familia Jayu ha leído su carta pero aún no han tomado la & 3#8"8ó;, los 8;'3#5-4ª; para ver si serán - 74&8;3#."-El hombre no soltó a los niños y le vio la distancia en la mirada.
El hombre se despidió de las monjas y entró al carruaje sentándose a un lado de la monja estudiante, ahora viendo a ambos niños tomados de la mano por la anciana mayor. El soldado miró hacía arriba y ambos forasteros se escondieron.
"Cuando su majestad tenga la respuesta vendré a entregarla, si algo como lo de hoy vuelve a ocurrir, el orfanato tendrá que ser 8;'3ș58-@&ø.-"La puerta se cerró y el carruaje desapareció por la calle principal.
Volvieron a su habitación y pensaron a sus adentros.
"Ese soldado, nobleza.-"Volviendo a su escritorio, miró el diccionario que estaba escribiendo con lo que aprendía.
"Pensar que este orfanato estaba relacionado con ella, prestarles un cerezo debe significar algo muy importante en ese caso."-Volviendo a practicar su magia elevando más rocas, la mujer masticaba un trozo de carne, de donde habría podido sacar ese tipo de comida, el hombre no tenia idea.
Tomó el lápiz de la madera y lo convirtió en un daga, la cambió a una varita y luego a un lápiz de nuevo.
Pensando a sus adentros.