Durante la batalla Élis estaba reflexionando acerca de los últimos eventos, recordando las palabras de su amiga Kuri, mientras le contaba sobre el talento de almas del rey de los elfos:
"Cuentan que era muy hábil para detectar traidores, podía detectar las habilidades de su enemigo con solo un vistazo e incluso podía comunicarse con los muertos"
"Pero se dice que tenía una habilidad aún más sorprendente, debido a la cuál era totalmente invencible en batalla, pero aún así murió antes de cumplir siquiera cien años en misteriosas circunstancias que nunca fueron dadas a conocer" el recuerdo de la voz de Kuri volvió a resonar en su cabeza.
«Estás habilidades no son mías, podría ser ...»
Una explicación se había estado formando en la cabeza de Élis.
Ella estaba segura que todas estas habilidades les pertenecían a sus compañeros, además ya sea el viento de Lían, los rayos de Aren o la gravedad de Drake ella no los estaba controlando, era como si varias entidades dentro de ella la usaran como medio para materializar dichas habilidades sin que ella interviniera.
Esto sumado al hecho de que podía escuchar las voces de sus amigos, le había hecho sentir que no estaba peleando sola.
«¿Están conmigo verdad?» se preguntó interiormente.
Élis sabía que los había escuchado. Al principio pensaba que estaba teniendo alguna clase de secuela, causado por el intenso trauma de tener a sus amigos muertos, pero ahora estaba empezando a pensar diferente.
—Nunca te abandonaríamos —le respondió la imponente voz de Einar.
—Cierto, además si dejáramos a una enana como tú sola, moriría en un instante —se burló Drake.
—Siempre ha sido el deber del guardián estar cerca al resto del equipo —añadió Aren, su voz cálida y protectora.
—Además queremos ver cómo le pateas el trasero —dijo Liam con una risa casi audible.
—No te olvides de darle uno bueno de mi parte —agregó Siena con una mezcla de dulzura y fuerza.
Escuchar a todos sus amigos hizo que los sentimientos de Élis se desbordaran, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa Einar le reprendió.
—Basta de charla, es hora de que te concentres, el enemigo está lejos de estar derrotado, si no permaneces alerta puedes morir en un instante.
—Si capitán— Respondió Élis mientras se limpiaba una lágrima que amenazaba con salir de su ojo. Ahora que sabia que todos estaban con ella, se sintió conmovida. En estos momentos su coraje ya había alcanzado su punto máximo, borrando los pensamientos negativos que la habían estado acechando.
«Lo derrotaré» sintiendo la fuerza de sus amigos, la confianza de Élis se disparo al cielo en un instante.
En el instante siguiente una sombra apareció delante de ella, el aura que emanaba se parecía a la de la parca misma. Si esta aura fuera dirigida a una persona normal no cabe duda que caería muerto sobre el suelo en cuestión de segundos. El entorno mismo parecía temblar bajo el peso de su ira.
La furia de Tian era inconmensurable. El aire a su alrededor vibraba con una intensidad que retumbaba como truenos lejanos, y la tierra temblaba bajo la presión de su Ki acumulado.
Élis ahora estaba más enfocada que nunca sus sentidos estaban despiertos y sus reflejos estaban listos para actuar en cualquier momento. Ella sabía que ahora mismo su enemigo dejaría su actitud de superioridad, para pelear con todas sus fuerzas.
De repente, el Ki de Tian se condensó sobre él, formando una espada de proporciones titánicas, que parecía estar forjada de pura energía destructiva. Con un solo golpe, la tierra bajo sus pies se fragmentó, enviando ondas sísmicas que desgarraron el suelo a lo largo de varios metros. Rocas saltaban en el aire, y profundas grietas se formaban bajo sus pies, como si la misma tierra intentara escapar del conflicto.
Élis, gracias al poder de Aren, vio el ataque venir y logró esquivarlo con gracia. Sin embargo, el impacto de la espada sobre el terreno dejó una cicatriz inmensa en la tierra, un abismo profundo que se extendía a lo largo del campo de batalla, como una herida que tardaría siglos en cicatrizar.
Pero Tian no se detuvo. Sabía que Élis lo esquivaría, y con un gesto de su mano, miles de espadas de Ki aparecieron en el aire, oscureciendo el cielo. Eran tantas que bloqueaban la luz del sol, sumiendo el campo en una penumbra inquietante. Las espadas titilaban con una energía letal que deformaba el aire a su alrededor, provocando vibraciones tan fuertes que las montañas a lo lejos comenzaron a desmoronarse, como si fueran castillos de arena barridos por el viento.
Con un movimiento violento de su mano, Tian lanzó las espadas hacia Élis. Parecía imposible escapar de ese asalto, pero ella, con su visión mejorada, pudo anticipar cada una de las trayectorias. Su cuerpo se movía como una sombra entre las espadas, que se estrellaban contra el suelo, levantando nubes de polvo y escombros a su alrededor. Las explosiones creaban cráteres, devastando el terreno como si un bombardeo masivo estuviera teniendo lugar.
Pero justo cuando esquivó el último ataque, un sentimiento de peligro la embargó desde su espalda. Inmediatamente se giró y pudo ver con el rabillo de su ojo como Tian se deslizaba por su punto ciego, lanzando un golpe a su cabeza.
«¡Muere!» Pensó Tian.
Pero Élis, con reflejos sobrehumanos, dobló su cuerpo hacia atrás en el último segundo, esquivando por milímetros el impacto. El aire mismo se cortó por la velocidad y fuerza del golpe, y la onda expansiva arrancó polvo y rocas del suelo. Sin inmutarse, Tian lanzó una lluvia de golpes, sus puños se convertían en sombras veloces que destrozaban el espacio a su alrededor. Sin embargo, cada golpe solo alcanzaba el vacío, mientras Élis se movía como un espectro, esquivando con precisión quirúrgica.
—¡AAAHH! —un alarido de dolor salió de la boca de Tian cuando un rayo lo golpeó por la espalda.
Élis había contraatacado, convocando los poderes de Aren. El cuerpo de Tian se desplomó pesadamente sobre el suelo, y en un instante, una tormenta de rayos lo golpeó sin piedad, envolviéndolo en un caos eléctrico. Los rayos caían sobre él como una lluvia implacable, dejando profundas marcas de quemaduras y escombros a su alrededor, mientras el terreno se fragmentaba por el impacto.
«¿Voy a perder?» por primera vez la posibilidad de una derrota pasó por la mente de Tian.
«No puedo perder, no contra ella»
El orgullo de Tian era tan grande como su poder, él no podía soportar la idea de la derrota. Él jamás había sido derrotado en una pelea uno versus uno contra un rival de su mismo nivel de fuerza. De hecho, las únicas derrotas que había sufrido habían sido cuando en su juventud había peleado imprudentemente contra oponentes que lo superaban por una clase.
Y aunque en ese entonces le dolió la derrota, las había aceptado por qué era natural que lo superaran.
Pero ahora, él era el superior en términos de fuerza pura. Podía sentir que su poder excedía al de Élis, y aun así, era él quien estaba siendo acorralado.
«¡Maldición! Tendré que quemar parte de mi esencia de sangre…» pensó, con una mezcla de furia y resignación.
Quemar la esencia de sangre era una de las técnicas que los artistas marciales de alto nivel podían usar. Al hacerlo ganarían un aumento de poder considerable durante un corto periodo de tiempo, pero aún así solo lo usaban en situaciones de vida o muerte, ya que hacerlo les traería un retroceso en su cultivo en el mejor de los casos y en el peor, podría llegar incluso hasta disminuir el talento innato para el cultivo.
Pero en esta situación tan peligrosa Tian no podía dudar.
Su Ki se volvió cada vez más espeso hasta el punto que parecía materializarse.
—¡Aléjate rápido! —advirtió la voz de Einar con urgencia.
Élis que había estado a punto de acercarse más a Tian para continuar con su ataque, golpeó con fuerza el suelo impulsándose hacia atrás rápidamente.
Pero...
—Boom— El sonido resonó como un trueno cuando Tian se abalanzó hacia ella, agrietando el suelo bajo sus pies. Las grietas serpenteaban hacia todas direcciones, extendiéndose por varios metros en todo el campo de batalla.
Con su visión mejorada, Élis pudo ver cómo Tian se movía hacia ella con una velocidad asombrosa, su figura distorsionada por la presión del Ki que lo envolvía. El suelo debajo de él se desmoronaba, dejando un rastro de destrucción mientras avanzaba, y cada paso que daba hacía que el terreno temblara y las rocas a su alrededor se hicieran añicos.
Élis intentó esquivar de inmediato, pero aunque pudo ver el ataque venir, su reacción fue apenas un segundo tarde, y su cuerpo no fue lo suficientemente rápido para evitarlo por completo.
El puño de Tian impactó de lleno en su estómago, y Élis fue lanzada hacia atrás como una muñeca de trapo. Un aliento ahogado escapó de sus labios mientras una ráfaga de sangre brotaba de su boca, salpicando el aire. Se retorcía en el vuelo, luchando por recuperar el aliento.
—¡Élis!— varias voces de preocupación se escucharon a la vez en su cabeza.
«Estoy bien no se preoc...» dijo Élis limpiándose la sangre de su boca, cuando una sensación de peligro la invadió.
Por instinto se movió rápidamente, pero aun así otro ataque de Tian la alcanzó rozando ligeramente su rostro mandándola nuevamente a volar.
Desesperada, usó su telequinesis para detenerse en el aire, frenando su caída con brusquedad y retirándose rápidamente, mientras jadeaba por el esfuerzo.
«Maldición si otro de esos ataques me alcanza estaré en graves problemas incluso si el poder de Liam me protege» pensó Élis mientras veía cómo Tian se alistaba para lanzar otro ataque. Además, no puedo golpearlo directamente o seré yo la que sufra daño» pensó interiormente.
—Ese no es precisamente el caso, es fácil reforzar con Ki partes del cuerpo que estén protegidas por huesos, pero si golpeas las partes blandas como estómago o cuello, él se llevará la peor parte. Además, también puedes usar ataques que utilizan la fuerza del oponente en su contra cómo...
Al instante siguiente una serie de imágenes aparecieron en la cabeza de Élis.
Élis no dudó y se movió tal como vio en su mente y con un movimiento ágil logro esquivar el puño de Tian, luego agarro su brazo, ubicándose debajo de él inclino su cuerpo usándolo cómo palanca. En un movimiento fluido, inclinó su peso y arrojó a Tian con fuerza brutal hacia el suelo.
—¡BOOM! —El impacto resonó como un trueno, y el terreno tembló violentamente cuando el cuerpo de Tian se estrelló contra la tierra, creando un cráter de decenas de metros de diámetro. El suelo se fragmentó en pedazos, esparciendo rocas y polvo por el aire como si un meteorito hubiera golpeado el lugar.
Tian escupió sangre mientras sentía como todos sus órganos se sacudían por la fuerza del impacto.
Einar, maestro en combate cuerpo a cuerpo, era un experto en técnicas de contraataque, capaz de usar la propia fuerza del enemigo para devolver el doble de daño. Durante años, había perfeccionado su estilo de lucha hasta despojarlo de cualquier movimiento innecesario, reduciendo su combate a la pura eficiencia.
Con su guía, Élis había alcanzado un nuevo nivel de habilidad, cada uno de sus movimientos fluía con precisión letal.
—¡Acabalo ahora Élis! — gritó Einar.
Élis se apresuró a seguir su orden, creando varios rayos y lanzándolos a Tian.
Pero un disco de dos pies que parecía estar formando de energía plateada, apareció en la espalda de Tian, bloqueando todos los ataques.
«Maldición si no hubiera usado mi escudo de Ki a tiempo hubiera sufrido varias heridas» pensó Tian mientras un sudor frío se escurría por su frente.
Luego se lanzó nuevamente al ataque tratando de acertar un puñetazo a la cabeza de Élis, pero la palma de la mano de Élis se movió rápidamente empujando su brazo hacia un lado, mientras giraba su cuerpo y golpeaba con el codo de su otro brazo el estómago de Tian.
La fuerza de ese contraataque le quitó todo el aire y hizo que Tian cayera de rodillas mientras escupía sangre.
Élis también se retiró agarrándose el brazo con el qué había golpeado a Tian.
«A pesar que no golpee ninguno de sus huesos, su protección es muy dura. De esta manera aunque el capitán me está ayudando, no podré causarle heridas muy severas.» Pensó, con su rostro tenso.
Tian se levantó, aunque su cuerpo ya había sufrido heridas internas, aún conservaba la mayor parte de su fuerza. No obstante, la herida en su pulmón, recibida al principio de la batalla, lo estaba limitando. Le costaba respirar, y la falta de aire afectaba su capacidad para recuperar fuerza con rapidez.
En este momento Tian parecía estar sumamente concentrado, ya no había rastro de su arrogancia anterior, ahora mismo su mente solo estaba profundamente concentrada en encontrar una forma de vencer a Élis.
A medida que el combate alcanzaba un nuevo clímax, dos escudos de Ki, similares al que había creado antes, se materializaron a los lados de Tian, flotando alrededor de sus brazos como satélites defensivos. Los escudos giraban lentamente, reforzando su protección.
Al mismo tiempo, varias espadas de energía comenzaron a formarse en el cielo sobre ellos. Las espadas, afiladas y letales, brillaban con un tono azulado mientras descendían como proyectiles hacia Élis.
Tian se lanzó con una determinación renovada, avanzando rápidamente hacia su oponente, mientras las espadas de Ki lo acompañaban en su ataque.
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Meír estaba asombrado en extremo, el había creído que después de su evolución, no había nadie que pudiera pelear de igual a igual con Tian, sin embargo la batalla que estaba vislumbrando en este momento le estaba demostrando lo contrario, pero lo que era aun más lo sorprendente era que incluso estaba perdiendo contra alguien de menor nivel que él.
«Es verdaderamente monstruosa, como puede esa Hume tener tantas habilidades, además su estilo de pelea es perfecto, propio de alguien que tiene al menos un siglo de experiencia, pero ella parece muy joven, no debería ser capaz de alcanzar este nivel ni aunque hubiera estado practicando desde que estaba en el vientre de su madre » pensó Meír mientras la preocupación empezó a crecer en su cabeza.
La duda y el desconcierto comenzaban a filtrarse en su mente, haciendo que reconsiderara todo lo que sabía. Los planes que había orquestado con tanta precisión ahora se sentían frágiles. Sabía que, si esa Hume vencía, sería una amenaza insuperable para sus objetivos.
«Tenemos que detenerla aquí o nuestros planes estarán arruinados, pero si trato de ayudar a Tian con lo orgulloso que es, lo más probable es que lo tome como una gran ofensa» pensó Meír apretando los dientes, sin poder encontrar una solución clara, mientras continuaba observando el combate.
Tian era mucho más fuerte de lo que creía.
Usaba hábilmente sus escudos de Ki para cubrirse de los ataques a distancia de Élis, a su vez se movía a velocidades de vértigo tratando de alcanzar a su rival mientras controlaba más de un centenar de espadas de Ki, con el fin de limitar sus rutas de escape.
Por su lado, la hume era aún más sorprendente, se movía con una gracia increíble, lanzando rayos mientras esquivaba todas las espadas de Ki. Además, ocasionalmente lanzaba pequeños objetos para bloquear o alterar la trayectoria de los ataques a corta distancia de Tian, mostrando una precisión perfecta.
A su vez parecía controlar el viento que la rodeaba para aumentar su velocidad y crear corrientes que empujaban a Tian, haciendo que sea difícil para él encontrar su equilibrio.
Por si fuera poco podía ver por las huellas de las pisadas de Tian, que también estaba manipulando la gravedad, aumentándola y disminuyéndola constantemente, por lo cual Tian tenía que graduar constantemente la fuerza que utilizaba para poder moverse eficientemente.
Y para terminar, su habilidad de pelea a corta distancia también era increíble, ya que todas las veces que Tian lograba alcanzarla, ella se las arreglaba para contraatacar, utilizando la fuerza de su oponente en su contra.
—Es un monstruo —murmuró Meír, incapaz de contener sus pensamientos.
Por primera vez en mucho tiempo se alegró de haber incluido a Tian, ya que sin él aquí no habría nadie que sea lo suficientemente fuerte para plantarle cara a esta Hume, haciendo que todos sus planes estén destinados al fracaso.
Si fuera cualquier otra persona peleando Meír podría brindarle su apoyo durante la batalla, pero el conocía muy bien lo orgulloso que era Tian, si el tratara de intervenir estaría ofendiéndolo gravemente.
«Solo me queda esperar que salga victorioso, pero sería aún mejor que ambos se destruyan mutuamente»
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«¿Por qué existes? Se supone que soy el ser más poderoso del universo, entonces ¿Por qué la raza más débil del universo puede superarme? ¿Por qué? Maldición» pensó Tian sin poder encontrar un sentido a lo que estaba sucediendo.
Tian no podía permitir la existencia de esta Hume que desafiaba todas sus creencias. Para él, que siempre había creído que era el ser más fuerte y con el mejor talento, la existencia de Élis era simplemente inconcebible.
Desde su nacimiento, las personas a su alrededor siempre habían proferido innumerables elogios, alabando constantemente su talento, diciendo siempre que era insuperable, por lo que él había desarrollado una arrogancia que llegaba hasta el límite de lo patológico.
«Tiene que morir, la mataré, definitivamente la mataré»
Mientras los pensamientos asesinos inundaban su mente su fuerza estaba llegando a su límite, pronto la fuerza que obtuvo al quemar su esencia de sangre se terminaría, lo cual alimentaba más su locura haciendo que sus movimientos sean cada vez más agresivos y frenéticos.
Pero por más que lo intentaba no podía dar un solo golpe limpio a Élis, por lo cual una ansiedad que nunca había sentido empezó a molestarle. Pero entonces...
—¡Aaahh! —El cuerpo de Élis se tensó y quedó paralizado por un instante.
Utilizar tantos poderes durante tanto tiempo le estaba empezando a pasar factura, causándole fuertes dolores acompañado de una sensación de debilidad.
Tian, con ojos desorbitados, no perdió tiempo. Inmediatamente, una lluvia de espadas de Ki se lanzó hacia Élis, desgarrando su carne y causando múltiples cortes en su cuerpo.
Élis voló tratando de escapar, pero el dolor intenso la había aturdido, por lo que no se dio cuenta que Tian había aprovechado este momento para moverse encima de ella, lanzando un poderoso golpe cargado con una cantidad descomunal de energia.
—¡ÉLISSSS! —5 gritos desesperados se escucharon en la cabeza de Élis cuando fue enviada a toda velocidad contra el suelo.
—¡Boom! — El impacto fue devastador. El suelo se estremeció con la fuerza del golpe, creando un cráter gigantesco mientras una nube de polvo se levantaba en el aire. El temblor recorrió el terreno como un eco de destrucción, dejando claro que el golpe había sido monumental.
«Se acabó» pensó Tian, junto con ese golpe se había agotado el efecto de quemar su esencia de sangre, por lo que cayó a un estado de debilidad, ahora mismo su fuerza no era ni una cuarta parte de su poder total.
Cada fibra de su ser estaba agotada. Su cuerpo dolía y el cansancio lo hacía tambalearse, pero la victoria estaba a su alcance. Jadeando, se permitió una risa entrecortada que pronto se convirtió en una carcajada maníaca.
—¡Jajaja! —El sonido era el de un hombre al borde de la locura. Después de varios segundos, recuperó algo de compostura y miró el cráter con una sonrisa demente.
—¡Ves eso maldita idiota, no hay forma de que alguien de la débil raza de los Humes pueda vencerme! —gritó Tian con júbilo.
Pero mientras veía cómo la nube de polvo se disipaba, una sensación extraña lo embargó, inmediatamente sus sentidos se agudizaron poniéndose en estado de alerta, pero fue muy tarde.
Una fuerza lo empujó hacia el cielo mandándolo a volar, hasta que al fin pudo estabilizarse a unos 100 metros de altura.
«¿Antigravedad?» pensó con incredulidad.
La antigravedad, la fuerza que desafiaba el mismo concepto de gravedad, era considerada por muchos como una habilidad de combate poco práctica. Sin embargo, aquellos que la habían enfrentado sabían lo letal que podía ser en las manos correctas.
Tian, incluso en su debilitado estado, podía soportar la gravedad con su físico fortalecido por Ki. Pero la antigravedad... eso era diferente. No tenía una base sólida contra la cual luchar. Solo su control de Ki le permitía volar en la dirección opuesta, evitando ser lanzado hacia el espacio.
Si no estuviera en un estado debilitado este poder no le supondría tanto problema, pero ahora mismo estaba usando toda su fuerza solo para mantenerse flotando en el mismo lugar.
En ese momento, la dirección de la fuerza cambió, atrayéndolo nuevamente hacia el suelo. Esto se sumó a su impulso, haciendo que se precipitara hacía el suelo a una velocidad alarmante.
Entonces la vio justo debajo de él.
Estaba de pie justo debajo de él, bañada en sangre, solo tenía uno de sus brazos, además había varios cortes en su cuerpo, muchos de ellos parecían lo suficientemente graves como para haber alcanzado sus órganos internos.
Uno de sus párpados estaba cerrado y chorreaba sangre, pero el otro ojo lo miraba con una intensidad aterradora.
Definitivamente parecía estar a un paso de la tumba, sin embargo, una determinación inquebrantable brillaba en ese ojo, hasta el punto de que causo que Tian sintiera, por primera vez en su vida, auténtico terror.
—No puede ser— susurró, su voz ahogada por el miedo que lo envolvía por completo.
Élis, tambaleándose, preparó el único puño que le quedaba. Ráfagas de viento y un rayo carmesí intenso se entrelazaban alrededor de su brazo, creando ráfagas que sacudían el entorno. La energía acumulada en ese puño era devastadora, y la forma de un uppercut perfecto tomó vida en el momento exacto en que Tian cayó sobre ella, golpeando su estómago.
La fuerza fue tal que sintió como si sus órganos internos se desgarraron y no pudo evitar lanzar una gran cantidad de sangre por la boca.
—¡AAAAAAAAHHHHHH! —gritó Tian justo antes que el golpe lo impactara, mandándolo a volar hasta que pudo ver el cielo por encima de la copa de los árboles que eran tan altos como montañas.
Su cuerpo finalmente impactó contra el suelo después de lo que parecieron eternos segundos de caída. Rebotó varias veces antes de quedar completamente inmóvil, como una muñeca rota.
Élis, por su parte, también cayó al suelo. Su cuerpo, agotado y devastado por el combate, no pudo más. La inconsciencia la envolvió antes de que pudiera comprobar si había salido victoriosa.
El campo quedó en un inquietante silencio. Era imposible saber si alguno de los dos seguía con vida.