Justo cuando Asher sintió que estaba al borde de aceptar su destino, un cambio sutil en el ambiente atrajo su atención. El aire se volvió más denso, y un silencio inquietante se extendió sobre la escena. La naturaleza misma parece contener la respiración, anticipando un cambio catastrófico.
Asher levanta la vista, secándose las lágrimas, y nota una tensión inexplicable que se extiende por el horizonte. Es un presagio de algo inminente, algo más allá de su comprensión. Sus sentidos, agudizados por las adversidades de sus vidas pasadas, percibieron un peligro desconocido pero abrumadoramente poderoso.
Una voz poderosa sonó retumbando en todo el planeta.
—Seres inferiores, regocíjense el joven maestro del gran imperio Xian ha decidido hacer de este planeta su dominio, normalmente nosotros destruiríamos cada forma de vida antes de ocupar el planeta, pero el joven maestro en su infinita misericordia ha decidido darles una hora para que evacuen el planeta ,¿No creen que el joven maestro es un verdadero santo? —Dijo el hombre con un ferviente entusiasmo, similar al de un fanático extremo de una secta religiosa.
Si alguien escuchara tal declaración, definitivamente pensaría que unos dementes se escaparon del manicomio para jugar una broma. Incluso Asher podría pensar lo mismo, pero...
«No ... no puede ser» un sudor frío inundó al infinitamente triste Asher.
«El Imperio Xian...», murmura, con un tono de voz que apenas es un susurro. El nombre evoca recuerdos de una de sus vidas pasadas, donde había oído hablar de este imperio sin escrúpulos y su sed insaciable de conquista y destrucción.
Mientras la voz del Imperio Xian retumbaba a través del planeta, una serie de recuerdos fragmentados y dolorosos emergían en la mente atormentada de Asher. No eran recuerdos de estudios o erudición, sino visiones fugaces y terroríficas que había atestiguado en sus múltiples vidas.
«cenizas... solo cenizas», murmuraba Asher en su interior, recordando un mundo arrasado que había visto en una vida anterior. En esa existencia, había sido un vagabundo en un planeta conquistado por el Imperio Xian, testigo de la destrucción y el sufrimiento. Los relatos de terror y dominación no eran meras historias, sino realidades crudas que había presenciado.
Asher recordó haber vagado por las ruinas de una civilización aniquilada, el olor a carne quemada y esperanzas destruidas impregnando cada paso. Recordaba las siluetas de las naves del imperio oscureciendo los cielos, y cómo la desesperación se apoderaba de la gente al ver esos heraldos de la destrucción. Los guerreros del imperio, implacables y brutales, no dejaban nada a su paso más que ruinas y lágrimas.
La devastación no era solo física, sino también espiritual. El imperio no solo buscaba controlar los cuerpos, sino también quebrar las voluntades. En su marcha implacable, todo lo que consideraban inferior era aplastado bajo su poderío.
Esa vida había terminado en tragedia, como todas las demás, pero le había dado a Asher una visión directa de la crueldad y el poder del Imperio Xian. Ahora, enfrentando la inminente amenaza sobre su propio mundo, esas memorias le proporcionaban una comprensión sombría de lo que estaba en juego.
«No solo es una lucha por la supervivencia», pensó Asher, sintiendo la pesadez de su maldición y el peso de la culpa. «Es una batalla contra un enemigo que no conoce la misericordia.»
El imperio, que estaba conformado por seres malignos de una diversidad de razas inteligentes, nunca tuvieron reparos en tomar bajo su ala a cualquier ser poderoso que tuviera el deseo de conquista.
Dentro de sus filas habían individuos de diversas clases. Ya sean magos, guerreros o artistas marciales, mientras tuvieran una fuerza decente todos fueron aceptados.
Nacida de una secta Marcial, el imperio Xian había hecho como su único objetivo la conquista, por lo que luego de haber dominado por completo el planeta en dónde se originaron, decidieron extender sus garras hacia las estrellas.
Fue de esta manera que se embarcaron en arcas profundas impulsadas por magia y Ki, para adentrarse en las profundidades del espacio. Pronto, con su inconmensurable poder, conquistaron gran cantidad de planetas, saqueando y asesinando a sus pobladores.
«No ... No puedo ser tan desgraciado, ¿verdad?» pensó Asher, agarrándose el cabello, como si se hubiera vuelto loco.
«Si, quizás solo están mintiéndonos, si eso debe ser» pensó Asher tratando de aferrarse a lo último de su esperanza.
Pero entonces... una poderosa aura descendió sobre él haciéndole sentir una intensa presión. El dolor invadió su cuerpo haciendo que se derrumbara mientras una bocanada de sangre salía de su boca. Poco después el aura se retiró y la voz anterior se volvió a escuchar en todo el planeta.
—Seres inferiores, esta es una pequeña muestra de nuestro poder, si son lastimados por este nivel de fuerza no son dignos de sobrevivir.
Asher se limpió la sangre de la boca mientras se levantaba con piernas temblorosas.
—No... por favor tiene que ser mentira— dijo mientras la preocupación por su madre y su hermana ocupó todos sus pensamientos.
La presencia opresiva del Imperio se hacía cada vez más palpable, como si una mano gigante estuviera cerrándose alrededor del mundo. Asher se puso de pie, sus ojos reflejan una mezcla de determinación y miedo. Sabe que este no es solo su problema; ahora, todo el planeta está en peligro.
Él corrió de regreso, ahora que su suerte ya había afectado a todos los habitantes del planeta, no tenía ningún motivo para mantenerse lejos de ellas.
Mientras corría se maldijo así mismo por traer la desgracia a su familia.
«Alguien como yo no debería existir, ¿Por qué no morí antes? ¿Por qué no morí antes?» los pensamientos negativos inundaban su mente, recriminándose y maldiciéndose a sí mismo.
Cuando al fin llegó cerca de su casa vio a su madre y su hermana. Ellas parecían muy preocupadas mientras buscaban algo con desesperación.
En cuanto lo vieron el alivio inundó su rostro y corrieron.
— Asher — gritaron mientras se abalanzaban hacia él.
— Madre, hermana — Al ver sus rostros preocupado Asher se derrumbó y cayó en sus brazos mientras lloraba.
—Lo sien...siento todo es mi culpa ¡ahh! ¡ahh!— sollozo soltando todo el dolor que sentía al decir esas palabras.
—No Asher, somos nosotros los que no fuimos lo suficientemente fuertes para luchar contra tu destino — dijo Miri con voz solemne.
—¿Lo saben? — preguntó Asher con sorpresa.
—Si, madre me lo acaba de revelar, padre le dejó una carta en dónde le explicaba todo.
—Entonces, ¿por qué? ¿Por qué me tratan tan bien? ¿Por qué no me abandonaron? La razón por la que padre se fue también es mi culpa. ¿No ven que solo he traído desgracias a esta familia? Entonces, ¿por qué me siguen mirando con esos ojos? ¿Por qué? — gritó Asher, su voz desgarrándose con cada palabra, incapaz de comprender el amor incondicional que brillaba en los ojos de su familia.
—El rol de una Madre siempre fue darle todo el amor a su hijo, aun así, nunca tuviste la oportunidad de tener una a tu lado, tu padre sabía eso y quiso que conocieras lo que era tener una familia al menos está vez— dijo con voz serena, cargada de un amor incondicional que desafiaba toda lógica.
— !Pero, esta elección solo les traerá la muerte, como pueden abandonar esta clase de vida solo por mí! — gritó Asher, su angustia era palpable en cada una de sus palabras.
—No debes preocuparte por nosotros ya hemos aceptado este destino y aunque nuestra vida se acabe antes de lo previsto, la vida no se trata de cuánto tiempo vives, sino de que tan bien viviste y te puedo asegurar que vivir contigo fue lo mejor que nos pudo haber pasado.
—¡AAAAHHHHH, AAAAHHHHH! — Los alaridos de Asher se intensificaron, hundiéndose en su agonía emocional mientras abrazaba a su familia con todas sus fuerzas.
—Asher sé que el camino que te espera es el más oscuro y espinoso que jamás haya existido, aun así espero que recuerdes estos momentos y los conviertas en tu fuerza, estoy segura que si no te rindes, lograras encontrar otra familia que te quiera tanto como nosotras — dijo Ters con lágrimas en los ojos.
—Adiós, hermanito cuídate mucho, no olvides que no estás solo, llevas un pedazo de nosotras contigo —dijo, tratando de sonreír a través de las lágrimas.
Mientras Asher se sumerge en el abrazo de su familia, el peso de sus decisiones y la realidad de su maldición lo abruman. Se siente como si cada lágrima derramada fuera una pieza de su alma rota. El tiempo parece detenerse en este momento de unión y dolor compartido, como si el mundo exterior ya no existiera para ellos.
En ese momento el tiempo de una hora al fin se terminó y la poderosa aura volvió a caer sobre ellos.
Mientras la fuerza de un artista marcial en su pico empezó, a desgarrarlos poco a poco, ellos continuaron abrazándose, hasta que sus cuerpos ya no pudieron más y su conciencia se desvaneció.
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—Asher.
Luego de qué su mente se sumiera en la oscuridad, el escuchó una voz.
Él sólo había escuchado esa voz en una ocasión, aun así, le fue muy fácil reconocerla.
—¿Padre? —respondió Asher algo perplejo.
—Si me escuchas está vez significa que has muerto. Se que probablemente tu alma ahora esta siendo abrumada por la culpa y seguramente te estarás recriminando por nuestro sacrificio, pero nada de eso importa, pronto reencarnaremos y tendremos nuevamente la oportunidad de tener una familia y vivir felices.
—Tu mejor que nadie debes entender que las almas son inmortales, lo único que nos pasa al morir es que abandonamos nuestro cuerpo y regresamos al purgatorio dónde nos transformamos y somos limpiadas de cualquier recuerdo. Pero tu caso es diferente, creo que tú alma no puede entrar al purgatorio por lo que eres capaz de conservar los recuerdos de tus vidas pasadas.
—Éste hecho por sí sólo es un don increíble, pero lamentablemente, tu suerte y los atributos de tu alma tenían que ser tan malos.
Está información era la confirmación de algo que Asher ya sospechaba, pero aun así él aún albergaba una diminuta esperanza de que algo pudiera cambiar.
— Pero no todo está perdido, Asher. Déjame contarte una antigua historia que quizás te ofrezca alguna perspectiva — comenzó Arslan, su voz resonando en la conciencia de Asher.
— Según los registros de mi familia, hace muchos años, en un rincón olvidado del universo, vivió un monje perteneciente a una secta dedicada a la adoración de una diosa de la suerte. Este hombre, devoto en extremo, dedicó toda su existencia a seguir las enseñanzas de su deidad.
Asher sintió un leve interés, como si esta historia pudiera desvelar algo importante.
—Un día —prosiguió Arslan—, el monje se aventuró solo a las montañas en busca de una meditación profunda, con la esperanza de alcanzar la iluminación. Pasó un mes sin regresar, y sus hermanos de fe, preocupados, lo buscaron sin descanso durante siete días... pero no encontraron rastro alguno de él.
— Grande fue su sorpresa cuando un año después el monje regresó a la secta. Su semblante estaba transformado, irradiando una serenidad y un propósito renovados mientras les decía a todos, que su Diosa le había hablado para enseñarle un estilo de meditación para aumentar su conexión con ella.
— Reveló a sus hermanos que durante su aislamiento, había recibido una visión de su diosa, quien le enseñó un estilo único de meditación. Esta práctica, según él, tenía el poder de incrementar su conexión con la suerte divina.
—Los otros miembros de la secta eran escépticos, pero aun así no cuestionaron su afirmación. Entonces el monje pidió permiso para recluirse en aislamiento solitario, para practicar el estilo de meditación de la Diosa.
—Los años pasaron, pero incluso después de 5 años el monje aún no había salido de su confinamiento y los miembros de la secta empezaron a preocuparse, pero como todos los integrantes de la secta, eran practicantes marciales que habían templado sus cuerpos y almas, sus vidas eran mucho más largas que las de las personas promedio, por lo que aún era razonable hacer periodos de confinamientos de unos pocos años.
—Aun así, cuando pasaron más de 20 años sin que el monje saliera, todos creyeron que había muerto, por lo que se dirigieron a su residencia para recuperar su cuerpo. Pero en cuanto entraron vieron que el monje estaba en excelente estado de salud, inmerso en su meditación. Desde entonces, cada varios años ellos volverían a ver al monje para verificar su condición.
—Así pasaron más de 200 años desde el inicio de su reclusión, sorprendiendo a todos los integrantes de la secta. Cuando pasaron 250 años, al fin salió de su confinamiento.
—Aunque ya era un anciano, decidió embarcarse en un viaje para propagar las enseñanzas de su Diosa, haciéndose pronto conocido en todo el mundo, debido a que donde sea que fuera, las personas que se acercarán a él serían bendecidos con una suerte celestial.
—El antepasado de nuestra familia era escéptico a estos rumores, pero aun así decidió verificarlo por sí mismo. Después de un largo viaje al fin pudo reunirse con el monje y al examinar su alma con la técnica de la familia, descubrió que la suerte de este sujeto había alcanzado los 77 puntos llegando el nivel de un "Semidios de la suerte".
—Sorprendido, él le pregunto cómo había logrado está hazaña, a lo cual el monje, le explicó que lo había logrado gracias a su método de meditación.
—El monje había extendido su método de meditación sin ninguna clase de restricción, por lo cual ya era sumamente conocido, haciendo que múltiples personas, trataron de practicar el método de meditación, pero pronto se darían cuenta de un gran problema. La técnica de hecho permitía aumentar su suerte, pero tenía grandes limitaciones.
—El primer problema que enfrentaban los practicantes era, la inmensa cantidad de tiempo que se debe utilizar para obtener resultados, por lo que eran realmente pocos los que estaban dispuestos a permanecer tiempo practicándola.
—El segundo problema era que parecía tener un límite en cuanta suerte se podía obtener, es decir que habían personas que podían aumentar su suerte en solo unos 9 o 10 puntos antes de quedarse estancados sin poder avanzar más.
— Incluso los más talentosos en el uso de esta técnica de meditación, solo habían podido aumentar su suerte en 19 puntos.
— Pronto se hizo evidente, que no había nadie tan talentoso cómo ese monje y que despreciar tanto tiempo no valía la pena. Por lo tanto, siempre tachamos a esta técnica como inútil. Pero quizás pueda ayudarte a liberarte de las cadenas de tu desgracia.
—De hecho, para cualquier persona común esta técnica no es más que una pérdida de tiempo, ya que la suerte que se obtiene se pierde en el momento en que su alma es reformada en el purgatorio, pero tu caso es diferente, tu alma nunca es reformada por lo que te será muy útil.
—Esta técnica y todos los conocimientos de mi familia son mi último regalo para ti hijo. Aun así, esto no será suficiente para cambiar tu destino.
—Debes esforzarte para fortalecerte y convertir todo el conocimiento en sabiduría. Aprende, entrena, endurece tu voluntad y recuerda que solo con mucho esfuerzo lograrás superar tu destino.
—Se dice que el acero más fuerte es el que se templa en el fuego más intenso. Así, hijo mío deja de temer y huir de tu destino y enfréntalo, debido a que este te forjara para enfrentar desafíos que otros no podrían ni imaginar.
—Eso era todo lo que quería transmitirte, Adiós hijo mío, te deseo la mejor de las suertes.
Con esas palabras lo último del recuerdo dejado por el alma de Arslan se desvaneció, dejando en silencio nuevamente la conciencia de Asher.
Mientras escuchaba todo lo que le transmitía, Asher comprendió cuan grande era su padre, él no solo había intercambiado su suerte, también le había entregado todo lo que tenía sabiendo que probablemente terminaría así.
Era cierto que Asher había sufrido mucho más que su padre, pero nunca lo había hecho voluntariamente. En cambió su padre había abandonado una vida perfecta, sólo para darle una pequeña oportunidad para romper con su horrible destino.
«Quiero ser como él» pensó mientras la admiración surgía de él» Un deseo empezó a crecer en su interior como un volcán a punto de erupcionar.
«Madre, padre, hermana, gracias por todo lo que me enseñaron y por su sacrificio, juro que no me rendiré»
Una voluntad de acero surgió mientras su alma se precipitaba a su siguiente vida. Esta vez, ya no deseaba su muerte y no tenía miedo.
Por primera vez en toda su existencia estaba ansioso de enfrentarse a su destino.