—¡Ah, está técnica de meditación es una porquería! — grito Asher frustrado.
—Que ese estúpido monje logró llegar a los 77 puntos de suerte en 250 años mi trasero, si eso fuera cierto entonces porque yo, que la he practicado por más de 400 años solo he podido subir mi suerte en 4 puntos— dijo Asher mientras examinaba su alma.
Esta ya era su vida número 136, aun así, su progreso de mejorar su suerte era extremadamente lento.
Aunque Asher a menudo le echaba toda la culpa a la técnica, solo lo hacía para desahogarse.
Él sabía que la culpa de todo lo tenía él y su horrible talento.
Mientras el maldecía, un hombre calvo de aspecto macabro lo miraba enojado desde un costado.
—¿Qué estás murmurando maldita escoria? parece aún tienes fuerzas para decir estupideces — dijo el hombre calvo mientras sacaba un enorme cuchillo dentado.
—No me prestes atención, tu sigue con lo tuyo y no me molestes— le respondió Asher sin prestarle mucha atención. Su tono era el de alguien molesto por una mosca zumbando cerca, no el de un hombre al borde de la muerte.
Él estaba amarrado sobre una mesa que parecía un dispositivo de tortura, aun así no parecía aterrorizado en lo más mínimo ni siquiera en cuanto el torturador se acercó con su cuchillo.
En esta vida le había tocado ser capturado por un maníaco que disfrutaba torturando a sus víctimas, por lo que era sometido a diversos tipos de tortura a diario, pero debido a que estaba demasiado acostumbrado al dolor, no le tenía ni una pizca de miedo.
Era tal su habilidad para ignorar el dolor, que hasta podía practicar su técnica de meditación en medio de una sesión de tortura.
—Maldita basura, sí que tienes la lengua grande, creo que lo mejor será cortártela para que dejes de decir tantas tonterías— dijo el hombre calvo mientras una vena en su frente amenazaba con explotar de la furia.
—Si, si, has lo que quieras estoy un poco ocupado así te no te estaré atendiendo hoy— respondió Asher con desdén que rozaba lo suicida. Luego de eso se preparó para seguir con su práctica.
Él torturador enojado, rápidamente comenzó a aplicar varios tipos de tortura a Asher, cortando su piel, golpeándolo o incluso rompiendo sus huesos, molestándose cada vez más al ver que Asher no se inmutaba en lo más mínimo. Sus ojos permanecieron impasibles, mientras su mente parecía estar flotando en un estado de meditación que trascendía el sufrimiento físico.
—¡AAARGH!, ¡Maldito seas! ¿Es que no puedes sentir nada? ¡Se acabó! ¡Esta vez te mataré!
Por primera vez, un destello de alarma cruzó el rostro de Asher. —¡Espera! ¿No dijiste cuando nos conocimos que nunca me matarías, ni aunque te lo suplicara?
—¡Eres un bastardo, estoy cansado de ti, llevo torturándote varios años y nunca expresas el más mínimo indicio de sufrimiento. Sabes cuánto me gasto en pociones para mantenerte con vida, y en todo este tiempo ni siquiera he podido sacarte un mísero grito de dolor!
—Oh, ya veo. Ese es el problema. Déjame intentarlo. Disculpa si no sale bien, es que hace mucho que no hago esto.
Después de aclararse la garganta, Asher emitió un grito tan evidentemente falso que hasta resultaba cómico.—¡Aaaaa!
—¡Maldito bastardo, te estás burlando de mí! ¡Definitivamente te mataré! — gritó el hombre calvo, estaba seguro que su hígado explotaría si seguía escuchando más a este sujeto.
—¡Espera estoy seguro que si me das un día más podré perfeccionar mi grito! — dijo Asher con tono de alarma instándole a detenerse.
Lamentablemente el hombre calvo no pudo aguantarlo ni un segundo más y lo degolló.
Mientras Asher moría nuevamente, pensó «Es una lástima, las condiciones de esta vida eran muy buenas para meditar, ojalá en mi próxima vida tenga condiciones similares»
Si alguien pudiera escuchar esos pensamientos, pensaría que Asher se había vuelto completamente loco, pero la verdad era que para Asher que había sufrido los peores castigos del universo, este tipo de vida era como un paseo por el parque, una mera distracción en su búsqueda eterna por romper el ciclo de su maldición.
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La oscuridad envolvía a Asher una vez más, pero esta vez, un atisbo de satisfacción se filtraba a través de su conciencia que se desvanecía. «Al fin, conseguí subir hasta los 6 puntos» pensó Asher felizmente, mientras el aire en sus pulmones se agotaba lentamente en un ataúd dónde había sido enterrado vivo en su vida número 157.
«Con esto he logrado evolucionar mi suerte al nivel de calamidad. Esperó que en la siguiente vida pueda superar los 20 años, pero es un verdadero dolor en el trasero ser un bebé nuevamente» se quejó Asher interiormente, con una familiaridad que solo alguien que ha vivido cientos de vidas podría tener.
«Bueno que se le va a hacer, vamos a ver qué vida de mierda me toca está vez»
Con ese último pensamiento su vida llegó a su fin otra vez.
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El ciclo continuó, implacable. Vidas pasaron como páginas de un libro macabro, cada una más retorcida que la anterior. En su vida número 394, Asher estaba nuevamente encerrado en una pequeña habitación cuyas paredes parecían ser de vidrio.
—¡Ahhh, está vida es una mierda! —exclamó Asher enojado.
Está vez era un sujeto de pruebas en un laboratorio futurista, dónde le realizaban los experimentos más crueles.
Si los experimentos solo le causarían dolor, Asher no se quejaría en lo más mínimo, pero lo que en realidad le molestaba era que constantemente le daban fármacos que nublaban su mente. Estos compuestos químicos le impedían concentrarse correctamente, por lo que no podía practicar su técnica de meditación.
—Solo me falta un punto, un punto más y alcanzaré los 16 puntos alcanzando el nivel de suerte de "abandonado por Dios".
Según la información que le había dado su padre, una vez que alcanzará este nivel, habría algunos cambios.
Primero que nada, habría una mejora sustancial de su suerte.
En segundo lugar, la influencia de su suerte sobre otros disminuiría drásticamente, por lo que las personas tratarán de ser amable con Asher ya no se verían tan afectados por su desgracia, por lo que podría relacionarse con las personas sin demasiado temor a hacerles daño.
Hasta ahora en las vidas de Asher rara vez tenía una familia en cuanto naciera, pero si se daba el caso rápidamente lo abandonarían o venderían como esclavo poco después. Aun así, hubo una ocasión en la que nació en un hogar extremadamente pobre y cuando observó los ojos de su madre vio algunos indicios de amor en ellos.
Lamentablemente su madre moriría poco después, él la vio fallecer poco a poco debido al intenso hambre mientras lo abrazaba. Asher no le tenía miedo al dolor, pero el recuerdo de ver cómo los ojos de esa mujer se apagaban poco a poco, lo aterrorizaba más que mil vidas de dolor.
Desde entonces él decidió que no se acercaría a nadie que tuviera la más mínima intención de ser bueno con él, por lo menos hasta que su suerte alcancé la categoría de "Abandonado por Dios".
De hecho, recientemente se había topado con algunas personas que habían intentado tratarlo con amabilidad, pero Asher los había golpeado e insultado. Cuando la cara de estas personas, se volvieron hostiles, supo que había logrado evitar que se vuelvan agentes de buena suerte, por lo que su desgracia no los afectaría.
Era también por este motivo que él siempre buscaría estar cerca a los peores criminales, que siempre lo tratarían como escoria.
De esta manera él podría practicar su técnica sin temor a causar daño a nadie mientras sufría el abuso de estos delincuentes.
Pero en esta vida su estrategia le había salido mal, ya que había sido vendido como sujeto de pruebas a este maldito laboratorio.
— Maldición esos malditos científicos que no dejan de experimentar con mi cerebro son de lo peor. Si tan solo pudiera mantener la concentración podría meditar tranquilamente.
— ¡Solo un punto más, maldición es solo un punto más y quizás, solo quizás, pueda permitirme sentir algo más que dolor! — se repetía como un mantra.
—Pero es extraño, últimamente mi suerte no ha aumentado ni un miserable punto, solo espero no haber alcanzado el límite de la técnica— dijo Asher preocupado.
Su padre le había contado que había un límite en la cantidad de suerte que la técnica de meditación podía brindarle. Por lo que Asher estaba temeroso de que quizás ya lo había alcanzado, debido a que durante los últimos 100 años de práctica no había logrado ningún progreso.
—Él sujeto presenta varios comportamientos que sugieren demencia, es probable que sea un efecto secundario del fármaco D-24 — dijo la voz de una científica que observaba desde fuera de su celda con una mezcla de fascinación clínica y desprecio en su rostro, mientras realizaba algunas anotaciones en su cuaderno.
—Ahora quizás debería suicidarme para comenzar con mi nueva vida, el único problema es que es una molestia ser un bebé nuevamente, !Aaah¡, como extraño la vida en la que solo tenía que aguantar torturas diariamente— dijo Asher como un anciano que recordaba los buenos tiempos.
—Definitivamente alguno de los últimos fármacos ha causado que la psique del sujeto se deteriore severamente, sugiero una revisión general de su cerebro para determinar cuál es la causa de su locura— dijo la mujer mientras observaba a Asher con desprecio y un poco de lástima.
—¡Tu abuela está loca! ¡Tu madre está loca! ¡Toda tu familia está loca! — explotó Asher, su frustración desbordándose en un arrebato infantil.
La científica lo miró enojada, hizo unas anotaciones más en su cuaderno y se fue sin decir una palabra.
Asher se sentó en el suelo y respiró profundo para calmarse, después de unos momentos él dijo —esto está mal, mejor pienso en esto como un entrenamiento, si logró enfocarme incluso en estas condiciones, seguramente lograre un nuevo nivel de concentración.
Luego de eso, Asher siguió entrenando en su técnica, hasta que 15 años después su cuerpo finalmente cedió ante la avalancha de drogas experimentales, sucumbiendo a la muerte cerebral.
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El ciclo, implacable, comenzó de nuevo.
En un callejón de una ciudad de criminales, un joven que parecía estar entre los 12 o 13 años, corría junto a un hombre de mediana edad mientras un grupo de personas les pisaban los talones.
El hombre que tenía la mirada astuta de un viejo zorro, parecía algo preocupado mientras le dijo al joven — oye niño, lo mejor será que nos separemos y nos reagrupemos luego de perderlos.
«¿Así que planeas usarme otra vez como carnada para que escapes, no? Sabes muy bien que no soy tan rápido como tú y que me terminarán atrapando» pensó Asher, suspirando interiormente.
Pero aún así respondió — está bien maldito viejo.
En esta vida, aunque este hombre era técnicamente su padre, él no tenía ningún reparo en usar a Asher como chivo expiatorio después de hacer alguna de sus fechorías. Aun así, Asher estaba agradecido de que él fuera este tipo de persona, ya que un padre amoroso habría sido vulnerable a su mala suerte, por otro lado este criminal despiadado estaba a salvo de la maldición de Asher.
Luego de decir eso el hombre aumentó la velocidad y tomó un desvío, dejando atrás a Asher sin mirar atrás. El débil cuerpo de Asher no pudo seguir el ritmo y se quedó cada vez más atrás, hasta que al final fue atrapado por sus perseguidores.
—Malditos bastardos como se atreven a tratar de estafarnos —gritó un hombre mientras, atrapaba a Asher.
Una lluvia de golpes cayó sobre el joven Asher sin que el pudiera dar un poco de resistencia.
—!Aaaahhh, paren por favor! —Gritó Asher.
Desde que el torturador de su otra vida lo había degollado, él había entendido que su actitud indiferente ante el dolor solo haría enfurecer más a este tipo de personas, por lo cual desde entonces había estado practicando sus expresiones y gritos de dolor. Después de varios intentos los había perfeccionado hasta tal punto, que provocarían una gran cantidad de lástima y compasión a quien lo escuchara.
Un hombre reviso sus pertenencias, pero al ver que Asher no traía un mísero centavo, dijo—No perdamos más tiempo en este desgraciado, el otro bastardo debe de tener nuestro dinero, busquémoslo no puede haber ido muy lejos.
Los otros hombres asintieron y salieron corriendo dejando a Asher tendido en el suelo.
«Uff, por suerte no lograron hacerme heridas graves» pensó Asher mientras examinaba su cuerpo.
Aunque Asher sabía que la razón por la que no había salido muy herido era por qué había aprendido a minimizar el daño de los golpes que recibía
La práctica hace al maestro y en cuanto a recibir golpes, Asher había practicado más que nadie en el mundo.
Siempre que alguien le lanzará un golpe él lo amortiguaría flexionando sus rodillas o girando sus articulaciones, de esta manera Asher podía evitar recibir heridas graves cada vez que era golpeado.
Si no fuera por esta habilidad tendría por lo menos un par de huesos rotos en este momento.
—Bueno, mejor regreso con ese bastardo— dijo Asher mientras caminaba de regreso a la casa del estafador.
Media hora después llegó a una casa maltrecha y tocó la puerta.
Una mano abrió rápidamente y lo agarro por atrás del cuello, forzándolo a entrar rápidamente.
—¿Estás loco o eres imbécil? ¿Por qué volviste tan rápido?, ¿Acaso quieres revelar la ubicación de este lugar a todo el mundo? — le gritó el hombre mientras lo lanzaba a un rincón de la casa.
—No te preocupes, revisé varias veces no había nadie siguiéndome —respondió Asher.
—¡Oh! dices que no viste a nadie seguirte, ahora me siento mucho más seguro— replicó el hombre, su voz cargada de sarcasmo.
—Ahora aprovecha para comer algo y duerme, mañana tenemos otro "trabajo especial" en la taberna.
Era así como transcurrían sus días. Todas las veces que el estafador realizaba un "trabajo", utilizaría a Asher cómo carnada para evitar ser atrapado. Por lo cual Asher sería golpeado brutalmente casi diario, pero sorprendentemente siempre lograba sobrevivir y volver a la casa como un gato con nueve vidas.
A pesar de todo a Asher le gustaba está vida, debido a que por lo menos tenía mucha más libertad que en otras vidas, además el viejo zorro por lo menos le brindaba refugio y comida. Claro, si es que se le puede llamar comida a un poco de pan seco y agua.
Además, el estafador era muy conversador en cuanto se embriagaba, arrastrando a Asher en charlas que parecían no tener fin.
Por lo que Asher conoció un nuevo método de tortura, que consistía en escuchar las mismas historias una y otra vez hasta el extremo aburrimiento. Aun así él por lo menos no se sentía tan solo como en sus otras vidas y además tenía más tiempo libre para practicar su técnica de meditación.
—Maldición, creó que es tiempo de aceptarlo, ya alcancé el límite de la suerte que puedo obtener con esta técnica.
Él calculaba que había persistido tercamente practicando durante más de 300 años, pero desde que su suerte alcanzó los 15 puntos no había aumentado ni siquiera un poco.
El reflexionó mucho sobre ese tema, pero aun así el no pudo encontrar una respuesta acerca de como continuar.
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Un año más pasó en un abrir y cerrar de ojos. En esta ocasión Asher fue capturado por la principal banda de bandidos que controlaba está ciudad sin ley. Anunciándose que se realizara su ejecución por haber sido cómplice de crímenes de robo y estafa.
Encadenado de pies y manos, Asher fue conducido hacia un escenario elevado en medio de una plaza, donde una guillotina aguardaba para decapitarlo. Mientras avanzaba, su rostro no mostraba ni el más mínimo rastro de miedo. Ya no tenía sentido fingir, sabiendo que pronto estaría muerto una vez más.
«Está bien de todas formas está ciudad ya no tiene nada que me interese» pensó Asher mientras se inclinaba para poner su cabeza sobre la base de la guillotina.