En la cima de un monte desolado, Asher se sentaba inmóvil mientras el hambre, una compañera constante en todas sus vida, retorcía sus entrañas, pero él la ignoraba con la facilidad que solo la experiencia de cientos de existencias miserables puede proporcionar..
Con los ojos cerrados, Asher repasaba meticulosamente cada página del manual en su mente, su memoria eidética reproduciendo cada carácter con perfecta claridad.
Después de calmar su ira se había dado cuenta de que, aunque la técnica que había memorizado anteriormente estaba destinada para la práctica de mujeres, aún podía aprender un poco acerca de los fundamentos básicos del entrenamiento de Ki. Por lo cual actualmente repasaba meticulosamente cada página del manual en su mente, su memoria eidética reproduciendo cada carácter con perfecta claridad.
El revisó sus memorias del libro por bastante tiempo, pero a medida que analizaba la información, su rostro se contraía en una expresión de perplejidad.
—No puede ser, yo ya he practicado métodos muy parecidos por varios años antes, entonces, ¿Por qué no he conseguido nada? —se preguntó en tono pensativo.
La razón de su confusión no era debido a que no pudiera comprender los contenidos, sino que el método de cultivo que indicaba el manual, era muy similar a las que él mismo había desarrollado a lo largo de sus múltiples existencias, pero que a pesar de que lo había practicado durante bastante tiempo no había conseguido nada.
El método decía que tenía que tratar de absorber la energía del mundo a través de sus venas espirituales, que eran los canales de Ki presentes en todo cuerpo humano.
—No me digas que… —dijo mientras de repente un pensamiento terrible comenzó a formarse en su mente, haciendo que Asher sintiera como si le hubieran arrojado un balde de agua helada.
Según lo que decía el manual, todas las personas poseen estás venas espirituales y por lo tanto, eran capaces de absorber Ki a través de ellas después de un cierto periodo de entrenamiento, que variaba de acuerdo a el talento del sujeto siendo la única excepción aquellos con venas espirituales lisiadas.
—Jajaja, lo que me faltaba, ¿No me la vas a dejar fácil, no?, Maldito Dios —Una risa maniaca escapó de los labios agrietados de Asher.
—Venas espirituales lisiadas, claro, por qué no, sería demasiado fácil si no ¿Verdad? —profirió con sarcasmo Asher, mientras apretaba los dientes en un intento de contener su furia. Pasó un largo tiempo antes de que se calmara lo suficiente para pensar racionalmente.
—Esta bien, no todo está perdido, solo tengo que aprender como repararlas, quizás pueda robar algunos libros de medicina —murmuró, mientras planeaba su siguiente plan de acción.
Además, estaba seguro que las escuelas médicas no estaban tan bien custodiadas como las sectas marciales, por lo que le sería mucho más fácil adentrarse para conseguir el conocimiento que deseaba.
Otro punto a su favor era que había aprendido bastante acerca del arte de robar gracias a sus experiencias anteriores, por lo cual Asher creía que no le sería muy difícil conseguirlo.
Lastimosamente él dudaba que pudiera obtener algo de conocimiento útil en este país tan pobre, por lo que solo podía esperar a su próxima vida. Pero entonces una idea pasó por su mente.
—Eso es, puedo usar mi propio cuerpo para experimentar cada uno de los efectos de los ingredientes medicinales que encuentre.
Si alguien más hubiera escuchado esas palabras, no habría dudado en tachar a Asher de demente, porque los efectos de esa idea no eran muy diferentes del suicidio. Por ejemplo, había gran cantidad de ingredientes que eran sumamente venenosas, cuyos efectos podían matar a una persona con solo consumir la fracción más diminuta.
Pero en su contraparte, también había otros tipos de ingredientes, los cuales albergaban gran cantidad de energía que podía ser absorbido por las personas para obtener distintos tipos de efectos beneficiosos como, mejorar la fuerza, la resistencia o incluso aumentar la longevidad. Pero la gran mayoría de ellos no podían ser consumidos directamente, debido al hecho de que la energía dentro de ellos en su estado natural era lo suficientemente fuerte para lastimar o incluso matar a una persona instantáneamente.
Es por esto que los farmacéuticos estaban constantemente buscando formas de utilizar distintos métodos y materiales, para anular o disminuir estos efectos adversos, creando así, píldoras que puedan ser consumidas directamente. Pero la idea de experimentar los efectos de cada ingrediente era una locura, que no se le ocurriría ni a la más loca de las cabras, pero para Asher que estaba acostumbrado a aprender de sus propias experiencias, este método era el que le resultaba más práctico.
Después de decir eso, el comenzó a examinar su entorno, en busca de cualquier tipo de vegetación que le pareciera útil. Para su mala suerte, se encontraba en un páramo desolado dónde la vida era escasa, por lo que tuvo que buscar un largo tiempo.
Al final sus esfuerzos valieron la pena y el logró encontrar un extraño hongo muy colorido y lo empezó a examinar. Con meticulosidad, examinó el hongo. Sus dedos recorrieron la textura irregular, memorizando cada protuberancia y hendidura. Sus ojos registraron los vívidos colores, desde el rojo intenso de la copa hasta el tallo de un blanco fantasmal. El olor, penetrante y ligeramente dulzón, inundó sus fosas nasales.
Finalmente, con un suspiro de resignación, Asher llevó un pequeño trozo del hongo a sus labios. El sabor, amargo y metálico, inundó su boca. Por un momento, nada sucedió. Luego, como un tsunami silencioso, el veneno comenzó a hacer efecto.
Lamentablemente el hongo resultó ser venenoso, causando que Asher colapsara poco después, utilizando sus últimas palabras para lanzar improperios contra los Dioses.
Desde entonces Asher cada vez que renacía, buscaría encontrar alguna clase de guía para avanzar en su conocimiento médico, pero para su mala suerte en sus siguientes vidas, nació en sociedades poco avanzadas que no parecían tener el más mínimo conocimiento de medicina, por lo que se vio obligado a seguir usando su cuerpo como conejillo de indias.
Pero como en varias de sus vidas no tenía la libertad para seguir con sus pruebas, tuvo que poner en práctica algunos de los conocimientos de escapismo que aprendió observando al viejo zorro estafador.
Al principio le fue muy mal, siendo capturado o asesinado en sus intentos de escape. Pero después de muchos intentos, él al fin logró dominar varias tácticas, gracias a las que pudo escapar de diferentes tipos de encierros.
De esta manera practicó su dominio de las ganzúas, aprendió a dislocar sus articulaciones y mejoró su flexibilidad para escapar de varios tipos de esposas, además de otras técnicas avanzadas que podrían hacer que el mismo Houdini se volviera verde de envidia.
Pero no solo su cuerpo se adaptó. Su mente, afilada por siglos de adversidad, se convirtió en su arma más poderosa. Asher aprendió a mentir con tal elocuencia que sus palabras se volvieron llaves capaces de abrir cualquier cerradura. Con astucia y carisma, sembraba dudas en las mentes de sus captores, creando oportunidades donde antes no existían. Aunque algunas veces era capturado poco después, casi siempre conseguiría volver a escapar en poco tiempo.
De esta manera Asher conseguiría su libertad y se adentraría en los bosques, experimentando con su propio cuerpo el uso de varios tipos de plantas.
Después de su primer envenenamiento con el hongo, él había aprendido a ser mucho más precavido, por lo que solo probaría dosis extremadamente pequeñas, para evitar una muerte prematura.
A pesar de su cuidado, el veneno y la enfermedad seguían siendo frecuentes en su cuerpo. Sin embargo, donde otros verían sufrimiento, Asher veía oportunidad. Cada síntoma era un libro abierto, cada dolor una lección. Con la paciencia de un alquimista, buscaba incansablemente las causas y las curas, transformando su sufrimiento en conocimiento.
Con el paso de las vidas, su entendimiento de la medicina creció exponencialmente. Sus ojos, entrenados por décadas de observación, podían discernir las propiedades generales de las plantas con una simple mirada. Los envenenamientos se volvieron cada vez más escasos, y las plantas beneficiosas comenzaron a revelar sus secretos ante él.
Debido a esto cada vez eran más raras las veces en que caía envenenado o enfermo, e incluso podía identificar la mayoría de plantas beneficiosas.
Cuarenta vidas dedicadas al estudio de la medicina habían dado sus frutos. Más de un millar de plantas yacían catalogadas en su vasta memoria, cada una con sus propiedades y usos meticulosamente registrados. Ahora, Asher se aventuraba en el arte de la creación de medicinas, combinando ingredientes según su criterio, forjado por siglos de experiencia.
Poco a poco, sus remedios comenzaron a surtir efecto. Su cuerpo, débil y enfermizo, se fortalecía constantemente y la salud comenzaba a asentarse en sus huesos.
En su vida número 48 después de comenzar su práctica de la medicina, Asher paseaba tranquilamente por el bosque, cuando vio una gran fortaleza que parecía una cárcel.
Él sonrió al verla y dijo — Al fin he regresado — dijo con los mismos sentimientos de un hombre que regresa a su hogar.
Cuando se acercó vio a un guardia y le sonrió, mientras decía con tono amistoso —Hola Barnett, ¿Cómo estás?, ¿Se encuentra bien tu esposa?
—Muchas gracias por su consideración, ambos nos encontramos bien —respondió el guardia por inercia ante el tono amigable de Asher, pero en cuanto se volvió a verlo su cara se oscureció y una intensa furia se dibujó en su rostro.
—Maldito bastardo, ¿Cómo diablos te escapaste nuevamente? Toda la guardia te lleva buscando durante tres días desde la última vez. —Dijo el guardia mientras agarraba a Asher por el brazo poniéndole unas esposas con brusquedad.
—Bueno, ya sabes que soy un alma libre y me gusta realizar paseos ocasionales —respondió Asher, sin oponer ninguna resistencia.
—Desgraciado —ante las palabras de Asher el guardia se enfureció más y le lanzó una bofetada al rostro, causando que se tambaleara un poco.
—Mm, que raro, tus bofetadas se sienten más débiles que antes, ¿Estás comiendo bien o acaso se debe a la falta de sueño? —Preguntó Asher con tono preocupado, que hacía pensar que estaba realmente interesado en su salud.
La furia del guardia subió a otro nivel al escuchar esas palabras y comenzó a soltar una serie de puñetes y patadas contra Asher.
—Eso está mucho mejor, parece que me preocupé en vano —dijo Asher soltando un suspiro de alivio.
Cuando el guardia se cansó de golpear a Asher, comenzó a llevarlo a su celda, en todo el camino Asher saludaba amigablemente de manera despreocupada a otros guardias que lo miraban con rostro enojado.
Está no era la primera vez que Asher escapaba, de hecho, lo hacía unas dos o tres veces al mes, por lo que se había familiarizado con todos.
—Hogar, dulce hogar —dijo Asher cuando llegaron a su celda.
—¡Oh, veo que hicieron algunas remodelaciones! Me gusta, le da un toque más hogareño, por favor hazle llegar mis agradecimientos al decorador, Barnett —exclamó Asher mientras veía los refuerzos que se habían realizado a su prisión.
—¡Oye, se me ocurrió una idea! Puedes decirle que agregue unos grilletes en la pared de la derecha, creo que de esa manera no se vería tan vacía ¿Qué opinas Barnett? —dijo Asher con actitud entusiasmada.
La cara del guardia estaba distorsionada por la cólera, pero no dijo nada y se apresuró a irse, él pensaba que si se quedaba escuchando más pronto terminaría escupiendo sangre por la ira.
—¡Espera Barnett! Quería preguntarte a qué hora me toca mi sesión de tortura, porque no quisiera faltar y es probable que quiera salir más tarde —gritó Asher en cuanto vio que el guardia se retiraba.
—Se fue, bueno no importa, solo espero que no demoren mucho, quería poner a prueba un nuevo método para mezclar medicinas que se me ocurrió hace poco. —El silencio fue su única respuesta. Asher se encogió de hombros, sin que su sonrisa desapareciera.
Asher podría empezar su escape de inmediato, pero él no podía perderse su sesión de tortura debido a cierta razón.
Asher había descubierto, tras incontables ciclos de existencia, que la mala suerte era como un río represado, si se evitaba constantemente, solo se acumulaba hasta desbordarse en una catástrofe inevitable. Por ello, regresaba periódicamente a lugares como esta prisión, donde el maltrato era constante, para "gastar su mala suerte" de manera periódica.
Esta estrategia no solo había aumentado su esperanza de vida, permitiéndole alcanzar la adultez en más ocasiones, sino que también le brindaba oportunidades únicas de aprendizaje. Las sesiones de tortura, terribles como eran, se convertían en lecciones de anatomía vivientes. Cada golpe, cada corte, cada quemadura, le enseñaba sobre la ubicación de órganos, venas y arterias. El dolor, su constante compañero, le revelaba el mapa de los nervios de su cuerpo.
Así, en la intersección del sufrimiento y la curiosidad, Asher forjaba su conocimiento médico, transformando cada experiencia, por terrible que fuera, en una pieza más del rompecabezas de la existencia humana.
Así Asher vivió "tranquilamente" su vida, hasta que 10 años después fue asesinado por un animal salvaje mientras exploraba un nuevo sector del bosque.
Mientras la oscuridad lo envolvía, Asher no sentía miedo ni arrepentimiento. Para él, esta muerte era simplemente el preludio de un nuevo comienzo, otra oportunidad para crecer y liberarse de su propia existencia maldita.
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En medio de un bosque Asher volteaba las hojas de un libro, mientras su tez se volvía cada vez más sombría.
Al poco tiempo no pudo soportar más y exclamó con tono indignado —¡Manual celestial de la medicina, mis pies!, ¡Cómo se atreve este autor retrasado a llamarse así con un conocimiento tan primitivo! ¿Quién en su sano juicio llamaría 'celestial' a este montón de basura?
En esta ocasión Asher había conseguido al fin robar un libro de conocimiento médico de una famosa escuela de medicina, pero a medida que leía, su entusiasmo comenzó a ser reemplazado por indignación, hasta el punto que no pudo evitar lanzar varios insultos hacia el autor.
—Que la hoja de plata moteada solo sirve para hacer té dietético dice este imbécil — bufo Asher enojado.
—Acaso no sabe que, si se mezcla con la más común de las plantas espirituales, puede ayudar a extraer sus propiedades en menos de un tercio del tiempo. No sólo eso también se puede usar para tratar la ceguera, curar varias deficiencias en los riñones, detiene el sangrado, mejora la circulación...
Asher, comenzó a enumerar más de 30 usos que eran mucho más beneficiosos, maldiciendo al autor idiota que presumía de haber analizado a profundidad varios ingredientes medicinales.
Él no había caído en cuenta de lo extraño que era su razonamiento. Él no se enojaría en lo más mínimo, incluso cuando alguien lo golpeaba hasta quedar medio muerto, pero lo molestaba de sobremanera las personas incompetentes que presumían de su escaso conocimiento.
Enojado, empezó tachar palabras y a escribir en la página de atrás de cada hoja del manual, indicando diferentes usos de los ingredientes, refunfuñando constantemente mientras lo hacía.
Un día después, el libro estaba sobrecargado de anotaciones, hasta el punto que ya no le quedaba ningún lugar para escribir.
—¿Qué diablos estoy haciendo, por qué estoy perdiendo el tiempo anotando en este estúpido manual? —En ese momento él se dio cuenta de que se había dejado llevar por su furia, perdiendo su tiempo, ya que, con su prodigiosa memoria, él no tenía la necesidad de anotar sus conocimientos en un libro para recordarlos. Enojado lanzó el libro lejos y comenzó a retirarse del lugar, lanzando maldiciones hacia los cielos.
Él no sabía que sus acciones anteriores, cambiarían por completo el destino de una niña pobre, que más adelante sería conocida como la santa de la medicina.
Así, en un giro irónico del destino, la frustración de Asher se convertiría en la semilla de un cambio monumental en el mundo de la medicina. Sin saberlo, había plantado las bases para una revolución en el conocimiento médico, todo mientras maldecía la incompetencia de otros.